Después de haber tenido mi primera vez y, prácticamente, haberle sido infiel a mi novia, la situación empeoró. Ese fin de semana tuvimos una cita, pero no resultó favorable. Solo fue un paseo triste, sin ganas de hablarnos el uno al otro, como si el karma nos estuviera pagando nuestro merecido. Poco después de las 7 de la noche ella se despidió y me dejó solo, pensando seriamente en terminar con ella si lo nuestro no mejoraba en un futuro y, ¿por qué no? Darle una oportunidad a Atziry.
Iba de regreso a casa cuando, de repente, me llamó un amigo para invitarme a comer pizzas con otros amigos, incluyendo mi mejor amiga Sahara (no es broma, así se llama). Yo acepté y llegué al punto de reunión con todos ellos, aunque un poco tarde y me había perdido de mucho. Por primera vez vi a mi mejor amiga comenzando a mostrarse ebria, ella no tomaba, pero por las influencias de los demás lo hizo.
Dieron las 11 de la noche y el buen amigo que me invitó se ofreció a darnos un aventón a nuestras casas en su camioneta, el problema era que había que organizarnos para cargar a alguien en el camino, porque éramos 8, 6 hombres y dos mujeres. En ese momento, se crea el pensamiento de que a una mujer no se le lleva en las piernas porque es indecente y que es mejor que entre ellas se carguen, pero Sahara tomó la palabra primero y se dirigió hacia mí.
—Me voy sentada en tus piernas, ¿va?
Yo respondí que sí y no le veía nada de malo si era mi mejor amiga, pero sucedieron cosas imprevistas.
Durante el camino, Sahara se movía inquietamente sobre mis muslos y, por más que quise evitarlo, se me paró el pene y me dio pena de saber que ella lo estaba sintiendo, sobre todo porque traía una falda corta de mezclilla. Sin embargo, ella se hizo hacia atrás y me susurró al oído.
—La tienes bien dura.
Se enderezó riéndose, pero sin dejar de moverse, aunque esta vez con toda la intención de provocarme cosas. Llegué a un punto en que me sentí muy acalorado y deseaba llegar a mi destino.
Justamente, la primera parada fue la casa de mi mejor amiga y me bajé con ella para entregársela a su mamá y luego yo ir a mi casa, que quedaba relativamente cerca. Habiéndose ido mis amigos, ella se me plantó de frente y me puso un dedo en los labios a manera de callarme y con su otra mano agarró la tela de mi pantalón en mi entrepierna.
—¿Cuánto te mide?
—¿Para qué quieres saberlo? —pregunté apenado.
—Solo dime cuántos centímetros.
—19.
—Con razón sentí que me sumió la tanga hasta adentro.
—Es hora de que entres a casa y descanses.
—Mejor llévame a un hotel. De aquí a dos cuadras hay uno que cobra muy barato.
—¿Cómo sabes? ¿Ya tuviste tu primera vez y no me contaste? —la interrogué alteradamente.
—Sí, con mi novio —respondió riéndose cínicamente, porque no sabía que tenía novio.
—¿Y para qué quieres ir conmigo a un hotel si tienes novio?
—A mi novio le mide 11 —dijo poniendo una cara triste.
Por un momento pensé seriamente en aceptar su propuesta y darle una cogida que nunca olvide, pero seguía considerando que estaba ebria, por lo que, al terminarse el efecto y enterarse de lo que pasó me dejaría de hablar. No obstante, tomé el riesgo y me la llevé al hotel.
Al entrar en la habitación, de inmediato ella se quitó la blusa y el brasier para sentirse cómoda. Yo solo me quedé parado viéndola en su momento de borrachera hasta que se me acercó y me desvistió.
Por mi mente solo pasaban reflexiones sobre las violaciones sexuales, cuando una chica amanece en un lugar desconocido y se da cuenta de que tuvo relaciones sexuales la noche anterior, inevitables en ese momento, pero no deseadas al siguiente día. No quería que eso sucediera, mucho menos con mi mejor amiga.
Ella estaba bastante alegre y dejé que me desnudara. Cuando descubrió mi pene se acostó en la cama.
—Acércame ese chorizo que me lo voy a comer todo.
Yo le hice caso y le acerqué mi verga a su boca. Ella empezó a pasarle la lengua y a meterla en su boca, de modo que mi glande chocara con sus cachetes por dentro.
—Sí que está muy grande —se la pasó halagando mi herramienta.
Posteriormente, me ordenó sentarme en el filo de la cama y ella se levantó para bailarme, causándome mucha excitación ver su trasero moverse y rozar mi verga, aunque ella seguía con su falda puesta y se la levantaba para que la piel de sus glúteos tocara directamente mi pene.
Después ella tomó asiento en mis muslos sin introducirse mi pene y comenzó a brincar encima.
—¡Ay! Me voy a partir en dos —dijo riéndose—, tienes unos muslos muy musculosos.
Sus movimientos, su voz de excitación, su piel tocando la mía y sus expresiones guarras me estaban prendiendo mucho. Aún más, sin esperarlo, ella se volteó hacia mí y me besó los labios. Yo sentía demasiada excitación y estaba a punto de dar el paso para cogérmela. Así que, con un toque de voluntad, la lancé hacia la cama y me coloqué sobre ella. No obstante, vi sus párpados cerrándose poco a poco. Traté de despertarla, pero fue en vano, solo respondía a medias y terminó durmiéndose antes de que le hiciera algo.
Ahora lo que pensaba era "¿y si me lo cojo así dormida? No se dará cuenta". En lo que me decidía si lo hacía o no me estaba masturbando viéndola desnuda y lo único que me atreví a hacer fue ponerla en cuatro y golpear su trasero con mis muslos como si me la cogiera, pero solo era una simulación, ya que me masturbé así hasta correrme en las sábanas.
Minutos después abandoné el hotel y me fui a mi casa. Al amanecer, le marqué a su teléfono celular y fue así como la desperté de su profundo sueño en el hotel.
—¡Ay, no¡ ¡Creo que me acosté con alguien!
—¿Cómo? —pregunté como si no supiera nada—. ¿Recuerdas con quién fue?
—No tengo ni la más mínima idea.
—Anoche me bajé contigo de la camioneta de nuestro amigo para entregarte en casa con tu mamá. ¿Qué pasó después?
—¡De verdad que no me acuerdo de nada!
Eso me tenía tranquilo, aunque preocupado a la vez por lo que estaba sintiendo ella. De todas maneras, mi consciencia estaba en paz porque no le hice nada indebido.
Hasta hoy ella no sabe lo que sucedió y cree que fue con quien en ese momento era su novio y actual padre de su hijo, pero también actualmente separados. Hay noches en que me imagino distintos desenlaces de esa historia y me lamento de no habérmela cogido de saber que no se acordaría de nada.