Cuando Ernesto, el esposo de Sandra, vio que era cerca de medio día pensó que era momento de llamar a su esposa para avisarle que no iba llegar a almorzar. El se encontraba en su carro a solo media cuadra de la entrada del edificio donde vivían así que quería observar cuando entrara el jefe de su esposa, aunque el no lo conocía suponía que debía ser un hombre apuesto y elegante.
Después de llamar a su esposa se colocó detrás de un árbol cerca de la entrada del edificio, estuvo un rato pero no pudo ver al jefe de su esposa, al parecer no había ido o eso pensaba el ya que solo vio tres hombres desconocidos para el entrar al edificio, uno tenía uniforme de una compañía de cable satelital, otro era un muchacho con una entrega delivery de una empresa de comida y el otro debía ser un hombre que pedía dinero o comida por el aspecto que le observó. Un viejo flaco, con poco pelo, prácticamente calvo, con un bigote que casi le tapaba la boca y con una ropa que se veía muy usada.
Espero un rato más y decidió subir y sorprender a su esposa, total su jefe no había ido, tal vez ella le había dicho que no fuera, tal vez ella de había arrepentido pensó el. Cuando llegó a la puerta de su apartamento escucho algo de ruido. Iba a tocar el timbre pero le pareció escuchar voces y decidió abrir lentamente sin hacer ruido. Una vez dentro del apartamento comenzó a escuchar ruido, voces, gemidos, eran varios sonidos que venían del pasillo. Inmediatamente sintió que se le movió el guebo, reconocio la voz de su esposa que estaba diciendo algo que nos pudo entender bien, se acercó más y se dio cuenta que el ruido venía de su dormitorio, sintió una punzada en el pecho, no pensó que su esposa fuera a coger en su propia cama matrimonial pero a la vez lo excitaba aún más. Cuando llegó a la puerta se dio cuenta que estaba entre abierta y podía observar sin ser visto o eso pensaba el.
Cuando pudo enfocar bien la vista se sorprendió de sobremanera. Su mujer estaba montada encima de un hombre pero lo que le llamo la atención es que el hombre era el que el pensaba que iba a pedir comida. El tipo flaco y mugriento estaba acostado mamandole una teta a su mujer mientras está se movía como una licuadora encima de el. Pudo escuchar como la mujer le pedía guebo, cómo la mujer le pedia que se la cogiera, y escuchaba como el viejo la llamaba puta o perra y ella solo gemia y asentía diciéndole si Amo.
Vio cuando la mujer se levantó un poco y se corrió lo que se imagino era la tela de la pequeña tanga que tenía y pudo observar por primera vez el tamaño del guebo dónde se iba a sentar su esposa, su santa esposa como hasta hace días pensaba el, el tamaño de aquel guebo era impresionante, de asemejaba al tamaño y grosor del brazo de un niño pequeño, no podía creer que semejante cosa podía entrar en su esposa, si embargo las dudas se esfumaron cuando vio como poco a poco su esposa se fue sentando hasta quedar totalmente clavada.
No pudo aguantar más antes esa escena y se sacó el guebo del pantalón, el guebo que ya tenía parado y comenzó a pajearse frenéticamente. Escuchaba como la mujer gemia y pedía más, eso lo calentaba cada vez mas. Vio como el viejo hacia lo que quería con su esposa, incluso como comenzó a meterle un dedo en el culo y a hacerle un mete y saca en ese hermoso culo y ella solo se movía más rápido. En un momento penso que lo podían ver o escuchar la forma en que estaba transpirando pero estaba tan caliente que no pensaba de manera inteligente. Cuando se dio cuenta vio como el hombre comenzó a estremecerse y apretujo a su esposa y seguidamente ambos, el viejo y su esposo miraron a la puerta en dirección a el, sin duda lo habían visto.
Cuando el viejo le dijo a la mujer que el cornudo nos está viendo ella y el viejo inmediatamente miraron a la puerta, sin embargo el viejo la tenía bien agarrada y clavada, además del tremendo guebo que tenía alojado en su cuca también tenía un dedo en el culo metido hasta la pata, y con la otra mano el viejo la tenía abrazada lo que no le permitía moverse.
Cuando el viejo termino de regar su semen aflojó la presión y saco el dedo del culo de la mujer casada. Ella rápidamente intento ir a la puerta pero el viejo enseguida la detuvo, la agarro del brazo y le dijo que no se le ocurrirá salir.
– A dónde vas puta, te quedas aquí, si sales del cuarto me voy y no me ves más, no ves más a este, y se agarró el guebo cuando dijo esto.
– mi esposo nos vio, dijo la mujer. Totalmente angustiada.
– jajaja claro que nos vio, y también se estaba haciendo la paja, estaba disfrutando lo que veía. Tranquila quédate aquí que yo hablo con el cornudo.
– cuando el viejo salió del cuarto la mujer se dio cuenta que el viejo tenía razón, que apresar de su esposo haberla conseguido en la cama con otro no hizo escándalo ni reclamo, sino más bien estaba viendolos y pajeandose.
Cuando el viejo salió desnudo del cuarto vio al esposo en la sala y se carcajeaba.
– jajaja buena paja que te hiciste viendo como me cogia a tu esposa. Bueno ahora vas a escuchar como la voy a encular. Voy a cerrar la puerta pero para que veas que soy bueno voy a dejar que abras la puerta en un rato, cuando escuches que tu esposa aullar puedes abrir, entendido cornudo.
El esposo no respondió nada, así que el viejo le repitió.
– te pregunté si entendiste cornudo, y dame las gracias que te hoy a dejar ver. El viejo quería ver si el hombre se dejaba dominar como la putica de su esposa.
– si señor, gracias. Fueron las palabras del esposo.
El viejo se comenzó a reír y se fue al cuarto y cerró la puerta
Cuando el viejo entro al cuarto la mujer estaba en el baño. Al escuchar cerrar la puerta del cuarto la mujer salió y pregunto que había pasado. Tranquila putica, le dijo el viejo, tu esposo entendió que tú tienes hambre de guebo y que el no te puede dar lo que tengo aquí para ti.
La mujer trato de salir pero el viejo la agarro fuerte del brazo y la lanzo a la cama.
– A dónde vas puta, no hemos terminado. Ponte en cuatro patas como la perra que eres que te dije que te iba a encular en tu cama matrimonial
– No puedo mi esposo está afuera, dijo la mujer, mejor callase Sr Ernesto.
Una bofetada le cruzó la cara a la mujer.
– Te dije que te voy a encular, no te hagas rogar que sabes que lo deseas, no creas que no note cómo te depilaste la cuca y el culo solo para llevar guebo, asi que ponte en cuatro perra que si tú esposo está afuera es porque quiere oír como te parto el culo y volverse a pajear o se te olvidó que eso era lo que hacia mientras te batias encima mío. Y te dije que me llames Amo, no se te olvide y le soltó una nalgada.
La mujer no podía negar que deseaba que el viejo le diera por el culo, también era verdad que si esposo los estaba espiando y se estaba pajeando. Era un cornudo mirón.
– está bien Amo, dijo la mujer y seguidamente se colocó en cuatro patas como se lo pidio si macho.
El viejo estaba en la gloria, había sometido y dominado a la bella mujer, la tenía desnuda en cuatro patas en su cama matrimonial y dispuesta a darle el culo y el esposo estaba afuera esperando para escuchar. Inmediatamente el viejo metió su cara en ese par de nalgas, nunca de habia comido un culo así y no iba a perder la oportunidad. Comenzó a pasar la lengua por las nalgas y luego por la raja del culo hasta llegar al mismo ano.
La mujer sentía que se desmallaba con cada lengüetazo que le pasaba el viejo, la poca fuerza de voluntad que le quedaba la iba perdiendo. Sentia como la lengua le rozaba el ano y los bigotes le acariciaba las nalgas.
Si darse cuenta la mujer comenzó a mover las caderas buscando la lengua cada vez que está se alejaba y comenzó a gemir y pedir más
– si papi que rico, cómeme el culo
– el viejo se reía y solo le recordó que tenía que decirle Amo o se iba ir.
– discúlpeme Amo, por favor no se vaya, siga comiéndome el culo, parteme el culo, hazme lo qeu quieras.
– De quien es este culo perra, decía el viejo.
– Es tuyo Amo. Solo tuyo decía la mujer casi gritando
– Pídeme que te encule puta
– Por favor Amo enculeme, metamelo por el culo.
– no escuché le dijo el viejo, y le soltó una nalgada.
– Por favor cójame por el culo, metemela por el culo, por favor Amo. Esta vez lo dijo gritando.
El esposo de la mujer no podía creer lo que escuchaba. Cómo ese viejo tenía dominada a su esposa pero la verdad es que en el poco tiempo que hablo con el sintió también como el viejo lo dominaba. Ahora estaba ahí, en la puerta de su cuarto escuchando como su mujer pedía que se la cogiera por el culo y el en vez de molestarse se estaba haciendo la mejor paja de su vida.
El viejo decidió no hacer más esperar a su perra. Así que se puso de pie y se agachó ligeramente, comenzo a golpear las nalgas de la mujer con su guebo, la cual al sentir como el guebo estaba en sus nalgas comenzó a mover el trasero. El viejo colocó el enorme guebo en el ano d ella mujer y le dijo que abriera bien las paticas.
La mujer esperaba que lo metiera en poco a poco sin embargo los planes del viejo eran otros. Una vez que presiono y sintió que la cabeza entraba colocó ambas manos en los hombros de la mujer y acto seguido de un solo movimiento de cadera se lo clavo entero hasta que su inglés choco con las nalgas de su perra.
El grito de la mujer se debió escuchar en todo el edificio. La sorprendió la manera como el viejo la había enculado.
– Que rico perra. Que rico culo.
– siiii dale papi, dale Amo. Eran las palabras de la casa vez más puta mujer.
– te gusta perra. Te gusta como te parto el culo.
-Si me gusta, me encanta.
El viejo soltó los hombros de la mujer y con ambas manos tomo la larga cabellera negra de la mujer y comenzó a jalarle el pelo. Instintivamente la mujer arqueo la espalda y el viejo sintió como el culo se levantaba más y buscaba más el guebo.
– Así me gusta perra, busca el guebo de tu macho, busca el guebo de macho. Así sabía que te iba a tener desde el primer día que te vi.
– Que es lo que quieres perra, dímelo, le preguntaba el viejo mientras le soltaba una nalgada.
– Guebo Amo, lo que quiero es guebo. Mucho guebo.
– Me vas a dar culo y cuca cada vez que te lo pida
– Si Amo. Cuando me lo pidas y dónde me lo pidas. Este culo es tuyo Amo.
– Así me gusta perra, ahora auya perra, quiero ver y escuchar como auyas…
– Auuuu.
-Auuuu. Gritaba la esposa.
Inmediatamente se abrió la puerta del cuarto y el esposo pudo ver cómo ese viejo zorro tenía a su bella mujer.
Estaba a cuatro patas, con las piernas bien abiertas, el viejo detrás de ella de pies pero agachado, veía como el guebo del viejo entraba y salía del culo de su mujer y como la tenía templada de los cabellos, parecia una potra siendo domada.
– Cuando la mujer escucho la puerta volteo y vio a su esposo con su guebo en las manos, no artículo palabra solo cerro los ojos y siguió aullando cómo se lo pidió su macho.
Estás viendo como me cojo a tu esposa, estás viendo como se cogen a las perras, te gusta lo que ves cornudo, le pregunto el viejo al esposo en el momento que llegaba al orgasmo y dejaba caer su semen en el culo de la mujer.
Cuando la mujer sintió el semen correr en sus entrañas también sintió espasmos y comenzo a correrse a medida que le temblaban las piernas de una manera que ella no podía controlar, nunca había sentido algo así, no podía controlar las piernas pero le temblaban y se corría frenéticamente.
– si me gusta lo que veo dijo por fin el esposo. Dijo por fin el cornudo…
Este es el final del emputecimiento del viejo Ernesto Barceló a la Mujer Casada. Final de la primera parte. Quedó atento a sus comentarios. Gracias por leer.