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La novia del hermano de mi esposa (Parte 3): Final
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hola amigos, con esta tercera entrega se termina esta historia que me ocurrió hace algunos años con mi concuña, continuaré narrando mis experiencias en siguientes aportes, he estado viviendo nuevos sucesos que les relataré en su momento, pero por ahora continuaré con el final de este relato.

El primer intento de vernos a solas no se había concretado. Ese día mi cuñado tal vez sospechó un poco pero no dijo nada y nosotros decidimos esperar unos días, no muchos, tal vez una semana.

Sé que ambos nos sentíamos igual, con el deseo al límite, así que decidimos poner una nueva fecha. Hicimos lo posible por pensar con claridad, por ver las cosas sin esa calentura de por medio que nos nublaba la mente, algo que me preocupaba seriamente ya que sentía que podía cometer algún error sin darme cuenta.

Pero por fin, teníamos programado un día, ya teníamos el plan elaborado, mi cuñado no estaría ni siquiera cerca de la casa, mi excusa eran largas horas de trabajo en una planta, así que me dispuse a preparar todo, no necesitaba condones, ya lo habíamos pactado, ella me quería dentro y sentir mis jugos, quería mi líquido dentro de ella, me lo suplicaba, me decía que por favor le dejara todas las gotas dentro porque quería tener mi semen mientras trabajaba por la tarde y sentir que le resbalara por la pierna y le mojara su tanga. Cuando me decía esas cosas no soportaba el dolor que ya me producía mi verga dura y roja.

Y al fin llegó el día, mi corazón estaba como loco. Yo pensaba cosas como

Aun puedo detenerme, pero no quiero, esto debe ser solo el comienzo-

Ese día salí de casa, me subí a mi carro, arranqué y me detuve unas calles adelante, casi afuera de la casa de ella. Le escribí y le pregunté si estaba sola y ella me respondió que acababa de hablar con mi cuñado y él regresaría muy tarde ese día. Estacioné el vehículo, llegué a la puerta y abrí…

Ella me vio entrar y mientras yo cerraba la puerta detrás de mí y ponía el seguro a la puerta, ella con una voz que jamás olvidaré, llena de calentura y nervios, a tal punto que se entrecortaba me dijo.

-Que bueno que pudiste venir.

Inmediatamente después, me abalancé sobre ella. Mi mente se desconectó, y es que momentos antes de entrar venía preguntándome qué debía hacer, qué debía decir. Pero una vez dentro de la casa y con el corazón palpitando me dejé llevar.

Ella llevaba su pijama de color claro, me parece que era gris. Lo único que atiné a decir fue.

-Si verdad.

Y me acerqué con brusquedad, la tomé de la cintura y le di un beso que ella correspondió sin reclamo alguno, sus manos y mis manos comenzaron a explorar nuestros cuerpos con desesperación, la tomaba de las nalgas carnosas y frotaba sus senos. Ella por su cuenta se desnudó muy rápido, más de lo que yo quería, aunque no me molestó en lo absoluto, paso siguiente ella se puso en cuclillas, recargada contra la pared, bajó mi pantalón desesperadamente, sacó mi verga dura y roja y por fin, después de semanas, mi verga estaba dentro de su boca, acariciando la garganta. Ella me chupaba como si la hubiera esperado una vida entera, como si fuera el regalo que por fin aparecía y la saciaba, debo admitir que me subía el ego, su mamada no guardaba ningún recato, creo que pocas veces me han dado una mamada así, sentía que le daba un regalo, que mi verga era ese regalo tan deseado y ella era feliz. Por fin sucedió, ella quería ser mi putita y lo estaba siendo en ese momento. Los dos lo sabíamos, yo estaba ahí para satisfacer mis fantasías, para usar su cuerpo a mi disposición, y ella estaba dando su mejor esfuerzo para satisfacerme. La levanté y ella con la tanga debajo de las rodillas caminó a su recamara, se desnudó por completo y me preguntó

-¿Cómo me quieres coger primero?, quiero que me la metas ya, estoy muy caliente.

Y solo se reía de los nervios. Me acerqué, la recosté y le empecé a dar unas chupadas en su vagina, le metí los dedos, estaba empapada y no pude más, aunque en realidad no era necesario un preámbulo, ese ya llevaba semanas fabricándose, ahora era el momento de entrar en ella y explotar, abrí sus piernas lo más que pude y se la enterré de un movimiento. Ella estaba tan lubricada que se metió como cuchillo al rojo vivo en mantequilla, cuando sentí el calor en mi verga, miré su vagina y veía como mi cuerpo ya estaba dentro de ella, le di las embestidas fuertes y duras y ella solo gemía. No exagero pero la lujuria estaba apoderada de nosotros. Desafortunadamente no pasaron ni 5 minutos y terminé derramándome dentro de ella, recuerdo que sentí que salió el líquido de un año entero, por lo menos así se sentía, yo me sentía muy apenado porque la sesión prometida duraba apenas un suspiro, pero para mi fortuna para ella era igual. La miré y le dije, me acabo de descargar dentro de ti y ella reía y lloraba al mismo tiempo y me dijo:

-No inventes, vete de aquí ahora.

Me levanté, la vi y ella desnuda con las piernas abiertas, con los ojos cerrados y una enorme sonrisa en el rostro, se tapó la cara y me volvió a decir “¡ya vete!”

Salí de su casa con una sonrisa, no lo voy a negar, lo había hecho, se la había metido y me había venido dentro de ella, y de la forma más pornográfica en mi cabeza, la había tenido desnuda, recostada con las piernas abiertas solo para satisfacerme. Durante el transcurso del día recibí varios mensajes que me calentaron la cabeza y la verga y me daba cuenta de que esto apenas comenzaba.

Ella me dijo que estaba escurriendo y que aunque se había limpiado seguía saliendo semen y ya tenía su uniforme manchado, me pidió que lo repitiéramos, me dijo que le costaba trabajo controlar su calentura y me suplicaba que la hiciera su puta.

Después de ese día, supe lo que era tener una esclava sexual. Por cuestiones familiares mi esposa se tuvo que ir a otra ciudad unas semanas y mi cuñada me visitaba con falda para que yo me diera mis rapidines, según me decía ella. Lo mejor fue que ahora las sesiones eran largas pero igual de intensas, incluso un par de veces mientras mi cuñado me visitaba para beber llegaba a empinarla y meterle la verga mientras él iba al baño.

Pero como todo lo bueno, esto llegó a su fin. Tiempo después ella ya no controlaba sus expresiones en público y ya me veía con descaro, me preocupaba mucho y mejor le puse un alto. Al final me decía, “ya no me vas a coger rico?” y con lamento le tuve que decir que no.

[email protected] espero sus comentarios.

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