Me decías, ve a dar la vuelta. Estábamos en un club donde había muchas personas. Yo me daba la vuelta viendo todo.
Regresaba contigo y me tocabas mi erecto pene diciéndome que sí me había gustado lo que había visto por como venía, evidentemente muy excitado.
Tú estabas sentada en un sillón y yo parado frente de ti. Te acercabas, tomabas mi pene con una mano, me jalabas hacia ti y me lo empezabas a chupar todooo. Lamías la punta con tu lengua y luego recorrías mi tronco, hasta llegar a mis testículos. Entonces me hacías abrir las piernas un poco, para pasar tu mano hacia el perineo y tocarme rico mientras te llevabas mi pene a tu boca, jugueteando con tu lengua en la punta a la vez que tus labios abrazaban y cubrían más parte de mi duro miembro.
Me contabas que había pasado en mi ausencia.
Una mujer algo joven que se acercó a besarte, acariciando primero tus hombros, tu cuello, y bajando para tocar tus senos. Y viendo cómo lo disfrutabas, te acercó su boca a la tuya, y te dijo que estabas disfrutando sus caricias, y tú le decías que sí, mucho. Que si querías más y sólo asentiste. Entonces, te buscó los labios y tú le respondiste con un beso rico, pasional. Bajó ella su mano hasta llegar a tu sexo, húmedo, lo tocó, te frotó, haciendo que gimieras y te restregaras su mano. Metió dos dedos en ti, sacándolos mojados de tu excitación. Te preguntó si ya habías cogido, y le decías que no. Ella se llevó sus dedos a la boca, los saboreó y te besó diciéndote que esperaba pasar más tarde, para ver si ya habías cogido y se fue.
Además de ella, habías visto un par de amigos que te gustaron. Se acercaron a ti en momentos diferentes. Uno de ellos chico fitness, marcado, sin exagerar, que le tocaste su miembro durante un rato cuando se acercó a ti. Te paraste al acercarse y mientras conversabas con él, llevaste tu mano a su pene y lo estuviste acariciando, concentrando tus caricias en sus testículos, luego lo dejaste ir.
El otro se acercó viendo que estabas sola. Se agachó hacia ti para saludarte con un beso en la boca, que le correspondiste. Y se puso en cuclillas brevemente para hacerte la plática. Podías ver su rostro, atractivo, sus ojos claros, su tez ligeramente apiñonada, su cuerpo musculoso, pequeñas gotas de sudor que reflejaban la tenue luz del local. Te hablaba al oído y puso sus manos en tu costado, mientras tú te apoyaste en sus hombros, pasando a sus pectorales trabajados y cuello. Él no tardó en tocar tus senos, acariciar tu espalda, tocar tus muslos y bajar a tu entrepierna, encontrando que estabas muy excitada y mojada. Te frotó brevemente, arrancando gemidos de tu boca y cerrando los ojos mientras disfrutabas de esa invasión momentánea. Tus manos bajaron por su abdomen, llegando a sus piernas y rápido las llevaste a su pene, pudiste sentirlo duro, largo. Lo recorriste todo, hasta llegar a sus testículos que rozaste primero con la punta de tus dedos y luego los apretaste. Él ahora cerró los ojos y se dejó tocar por tí brevemente, diciéndote lo rico que lo hacías. Mojaste tus dedos con tu saliva y le frotaste la punta, masturbándolo un poco. Repetiste la operación de mojar tus dedos y abrazaste ese duro tronco. Entonces, tocaste su cadera, haciendo el ademán para que se parara, haciendo que se incorporara frente de ti. Su pene quedó justo a la altura de tu boca. Lo veías duro, erecto, marcado con sus venas. Sin pensarlo más, abriste la boca y él sólo lo fue acercando hacia tí. Tu lengua lo recibió para lamer la parte inferior de la punta y luego succionarlo con tus labios, arrancándole otro gemido más de excitación. Te dedicaste a chuparlo todo, saborearlo, hasta tenerlo duro en tu boca. Sentir el sabor de su corrida y arrancarle sus últimos momentos de control, hasta hacerlo venir en tu boca.
Esa noche fue algo singular porque se trataba de estar dando vueltas por el lugar, y observar a los que estaban sentados o parados, y si se te antojaba y aceptaban o te llamaban, te acercabas a ellos. Fueran parejas, personas solas, o pequeños grupos.
Mientras tú me contabas todo, me masturbabas y me chupabas mi pene yo estando de pie. Legó otro amigo, que observaba todo lo que hacíamos. Vio que mientras me tocabas y chupabas, te llegabas a tocar tu vagina, o rozar tus senos con las manos. Se paró al lado nuestro. Él ya venía muy erecto. Te observaba tocarte, lamer mi pene, la forma que me chupabas. En eso te percatabas que él te observaba, así como su pene enhiesto, que él tocaba eventualmente con su mano. Tú, al verlo, le hiciste una seña para que se acercara. Entonces, ya a tu alcance, le tomaste su pene, duro y largo y, sin dejar de chuparme, lo restregabas en tu cara. Lo pasabas por tu mejilla, tu nariz y le tomabas de los testículos, apretándolos momentáneamente, para luego volver a tomarlo del tronco y lo frotabas con mi pene. Ya con su punta cerca de tu boca sacabas el mío.
Un hilo de saliva conectaba la punta de mi pene con tu boca. Sin que se rompiera, acercabas a tus labios ese pene duro del ocasional amigo y lo comenzaste a pasar por tus labios, ahora abiertos para él y sacando tu lengua, lamías la punta, hasta rodearla con tus labios para empezar a meterlo poco a poco en tu boca. Sentirlo con tu lengua y succionarlo un poco. Tenías un pene en cada mano y me volteabas a ver, para decirme que estaba rico, duro y grueso, como te gustan. Entonces tú metías de nuevo la punta y un poco más a tu boca, hasta tocar con tu garganta. Empezó a coger tu boca este amigo, empujando su pene para rozarse con tus labios en cada empujón, haciendo que tu mentón llegara a su pubis. Te sujetó de la cabeza con cuidado y le dio a su cogida un ritmo rápido, mientras tú lo recibías con tu lengua dentro de la boca para hacer mayores sus sensaciones y sus testículos rebotaban en tu barbilla.
Yo podía ver como lo lamías todo. Soltaste mi pene y te concentraste en el de él, sabiendo que lo puedes hacer gozar con tu boca y disfrutar tú de ello también. Apretando sus testículos, lamiéndolo todo, dejándolo mojado, concentrando tus lengüetazos en su punta y masturbándolo intensamente, mientras volteas a verlo a los ojos. Él se deja hacer todo.
Una de tus manos le levanta la verga para lamer sus testículos y te los metes uno a uno en la boca, jalando intensamente al succionarlos con pasión para hacerlo sentir sensaciones únicas, juegas con tu lengua frotándola en el escroto, mientras que con una de tus manos le masturbas la punta frenéticamente. Tu otra mano la pierdes en su entrepierna y le rozas el perineo hasta llegar a su culito y él abre sus piernas para dejarte tocarlo. Esa mano la ensalivas en tu boca y regresas a tocarle el culito, haciendo presión en la entrada hasta lograr meter una falange tuya, que empiezas a mover dentro de él, a la vez que lames sus testículos. Su verga se ve más dura y gruesa. Regresas a la punta, con tu lengua recoges una gota que sale de ella, la mojas con tu lengua y ves como lo haces gemir intensamente.
Sabes que está próximo a venirse e intensificas tu masturbación en el tronco y pegas tus labios, rodeando con ellos la punta hinchada, para arrancar sus últimos vestigios de control y dar paso a una eyaculación copiosa e intensa. El mete más su pene en tu boca y descarga en ella su semen en borbotones que te hacen sentir un orgasmo intenso y te mojas rico. Te encanta sentir que se vengan así, intensamente en tu boca y apuras para tragar todo el semen que te deja. Cuando termina de eyacular, con tu lengua mojada de su semen, le recorres el tronco y lo lames rico, frotando la punta de su pene en tu cara, que denota satisfacción de haberlo hecho venir así de rico.