Hola mi nombre es MaryCarmen Flores, quiero seguir compartiéndoles mis anécdotas, les recuerdo que pueden leer mis otros relatos, o mi presentación para resolver cualquier duda con respecto al hilo de la historia, o si lo prefieren pueden escribirme y con gusto respondo a sus preguntas.
Llevaba un poco más de dos años saliendo con Sergio las cosas, iban bien sobre todo la parte del sexo, ambos aprendimos muchas cosas y se podría decir que nuestra relación era buena, salíamos de manera regular y experimentábamos muchas cosas nuestro noviazgo, podría decirse que era dulce y aunque basábamos mucho de nuestra relación en el aspecto sexual, no teníamos bien definido el rumbo, es decir aún nos costaba un poco dar ese paso.
El destino nos llevó a ambos a cambiar de escuela, ya teníamos ambos más de 20 y mi padre pasaba por una situación laboral complicada, yo ya no podía pagar una escuela privada y Sergio decidió cambiar de carrera nos veíamos cada vez menos, aunque cuando nos veíamos nuestros encuentros eran pasionales, no me podía quejar después de ese tiempo juntos, él conocía mis secretos, yo conocí a los suyos y digamos que para mi familia era un buen chico, aunque no les contara mucho de nuestra relación.
Lo que sí se notó en el cambio de universidades, es el hecho de que ahora yo me paseaba sola por los pasillos, tal vez una amiga o algún compañero me acompañaban en ocasiones, tuve que hacer un selectivo para que me dieran una oportunidad en el equipo de voleibol de la universidad, pero al final lo conseguí y pasaba un poco más de tiempo con las chicas del equipo, esto me dio cierta visibilidad en la universidad y como mi manera de vestir en la escuela no cambió, es decir, seguía usando los escotes pronunciados y las faldas cortas, y a la hora de jugar o a la hora de entrenar ropa bastante apretada, lo que sí motivó a algunos de los chicos de la universidad a empezar a buscarme, es bien sabido que yo estaba a gusto con Sergio, por lo tanto no les daba muchas esperanzas a estos chicos, o quizás ninguna. Pero también es cierto que a una mujer le halaga tener a chicos a su alrededor.
Una de tantas veces en las que iba caminando por los pasillos, se me acercó un chico al que no había visto yo por la escuela, y me saludó.
– Hola, qué tal -me dijo con una sonrisa amplia en su rostro yo por cortesía saludé.
– Hola, mucho gusto – pero seguí caminando sin disminuir el paso, me dirigí a la cafetería ya que tenía una hora libre y necesitaba comer algo antes de mi siguiente clase, era rutina de todos los días. iba a la cafetería compraba algo de comer y 5 o 10 minutos antes de que comenzara mi clase, recibía una llamada de Sergio.
Sin embargo el chico continuó caminando a mi lado, sin decir palabra, simplemente caminaba a mi lado.
– ¿Qué?, ¿vas a comprar mi comida del día de hoy? -Pregunté de manera burlona.
– Si tú me lo permites, lo haría con mucho gusto. -M e contestó él exactamente con el mismo tono en que yo hice la pregunta, y entonces me paré 20 pasos antes de la puerta de la cafetería, volteé y lo miré, y estaba ahí un chico moreno, de ese moreno oscuro que no se sabe si es por sus raíces o por tanto sol que había tomado, ojos negros penetrantes, con una mirada fuerte, intimidante hasta cierto punto. Su cabello corto, casi al rape, una boca gruesa que intentaba esbozar una sonrisa, aunque en esa boca más bien parecía una simple mueca, nariz ancha y nuevamente unos ojos negros que me obligaban a volver a vista hacia ellos, la mirada definitivamente me intimidaba, tal vez un poco, tal vez mucho, no sabría decirlo en ese momento, después de observarlo durante unos segundos y de no encontrar palabras con las cuales rebatir su socarronería, retomé mi camino hacia la cafetería, entré y me fui directo a la hacia la línea de servicio, tome una bandeja y comencé a pedir mi comida, volteé disimuladamente hacia los costados y no lo vi, vaya parece ser que me deshice de él, y entonces llegué a la caja dispuesta a pagar y la muchacha de la caja me dice “ya está pagado” mientras levanta su dedo índice de manera tímida y señala una mesa del fondo de la cafetería, con una sonrisa cómplice en sus labios, yo volteo hacia el fondo de la cafetería, en dirección donde su dedo apunta y sí ahí estaba él, con esa mueca en sus labios simulando una sonrisa, y con sus manos señalando la silla que se encontraba frente a él, voltee hacia la cajera fingí una sonrisa y me dirige hacia la mesa de mi benefactor.
Al llegar a su mesa, me pare a un costado de la silla que él me indicaba. sin sentarme, le dije:
– Gracias por la comida, pero no creo que sea una buena idea que nos sentemos juntos -dije de manera seca y un tanto brusca.
– ¿Y por qué es eso? – preguntó él, sin que la curvatura de sus labios dejara de apuntar hacia arriba.
– Bueno. Es que tengo novio, y esto no se verá bien – dije yo de manera decidida y rotunda.
– Ah sí, el chico del auto negro se ve un buen tipo él. -mientras decía estas palabras, la expresión de mi cara cambió de dureza a sorpresa en menos de 1 segundo, “pero qué carajos sabe él”.
– ¿Que acaso me espías? o ¿de qué se trata esto? – dije yo volviendo a endurecer las facciones de mi rostro, y levantando un poco la voz.
– ¿Espiarte yo?, para nada, pero toma asiento que te explico en un momento, además deberías de comer, no se te vaya a pasar el tiempo y recuerda que hoy sales hasta las 6. – aún no terminaba de decir estas palabras y mi cara ya era un poema, resulta que este tipejo no sólo sabía quién era mi novio, también conocía mi horario de clases, y yo en mi vida lo había visto en la escuela, pero ¿qué diablos pasaba?
– ¿Me quieres explicar cómo demonios sabes tú todo eso sobre mí?
– Calma, por supuesto que te la voy a explicar, pero, anda come, permíteme ir por algo para mí, no tardo.
Lo vi levantarse y no observé hacia dónde se dirigía, ya que yo daba la espalda hacia la barra y la entrada al comedor, trate de serenarme y después de dar una ojeada a mi reloj, comprobé que realmente debería de comer. Decidí probar un poco de la ensalada que había pedido, con visibles muestras de mal humor en mi rostro, no pasó ni 1 minuto y él estaba de regreso con una botella de agua simple, me miró se sentó abrió la botella y dio un largo trago a ella, casi media botella fue lo que tomó, sin perderme de vista, mis ojos tampoco dejaban de mirarlo a él.
– ¿Y bien? – Pregunté molesta, mientras mordisqueaba una rodaja de tomate qué traía en el tenedor.
– Bien MaryCarmen, déjame te explico de dónde viene todo esto.
– ¿Cómo?, aparte de todo, ¿Sabes mi nombre?
– Ah, por favor, Cualquiera que se haya presentado a un par de juegos de la selección de voleibol sabe cuál es tu nombre – bien bien, lo reconozco, punto para él, esa no la vi venir, me dije para mí misma- y saber que esta es tu hora de comida todos los días, tampoco tiene mucho sentido, yo termino mi clase de resistencia de materiales, allá en los salones H, y tú pasas todos los días proveniente, tal vez, de los S o de los R, no lo sé, no estoy seguro.- Bueno era cierto, yo terminaba mi clase en el S6 y después de 5 o 10 minutos me iba caminando y cierto pasaba por enfrente de los salones H, que eran justamente los salones donde las ingenierías tomaban sus clases, y si bien era cierto que yo notaba las miradas de algunos chicos mientras pasaba por esos salones, no le tomaba importancia, realmente era normal que los chicos voltean a ver a las chicas en la escuela y más si la chica en cuestión acostumbraba a mostrar un poco de piel, así que nunca volteaba.
Continúe reflexionando en esto, mientras la mirada intensa del chico no me perdía de vista.
-Está bien te concedo esa, pero ¿y qué hay de mi novio? ¿cómo sabes quién es él?- le dije con tono fuerte, aunque no con la misma seguridad con la que había hablado instantes anteriores,
– Ah, eso es más sencillo, – dijo él relajando un poco la mirada- cada martes y jueves él viene a recogerte aquí, – me sorprendí dejando caer el tenedor sobre el plato de ensalada- calma, calma, deja termino de decirte. – continúa él – y es que tampoco es que una persona que entra al estacionamiento escuchando rock a volumen considerable, se pase por desapercibido, ¿no es así? – me preguntó suavizando un poco el tono de voz.
– Bueno, -dije yo- seguramente no será él el único que entra con música a alto volumen. -respondí
– No, no lo es, pero la música que les gusta a ustedes es un poco, digamos, peculiar – mi sorpresa iba en aumento- por supuesto que hay chicos que les gusta la música rock, pero, ¿Iron Maiden, Black Sabbath? no es algo tan frecuente de escuchar. – bien, ahora estaba convencida este chico definitivamente era un acosador.
– De acuerdo, pero aun así, ¿me sigues después de salir de clases o qué? – continuaba mi reclamo.
– No para nada, esta parte tiene una explicación aún más sencilla que la anterior, es más creo que tú sola podrás encontrar la respuesta.
– ¿Yo?, ¿y por qué?
– Bien, recordemos, ¿en dónde es que te recoge tu novio esos días? – preguntó con un tono bastante socarrón.
– Pues en el estacionamiento
– Si claro, el estacionamiento, pero, ¿en que parte del estacionamiento?
– En la parte trasera, frente al estadio de fútbol.
– Seamos un poco más específicos ¿quieres?
– Ya lo dije, frente al estadio de fútbol, a un costado del pasillo que va a las canchas de basquetbol.
– Bien, nos estamos acercando, – dijo él con un tono que denotaba su placer por hacerme contestar esas preguntas- ¿y recuerdas que hay justamente entre el estadio y ese pasillo? – sí lo recordaba, por supuesto que lo recordaba.
– Deben ser los vestuarios del del estadio
– ¡Bingo! – gritó él de manera festiva, por supuesto era una cafetería escolar y nadie tomaba importancia por uno que otro grito que se escuchaba en su interior, así que no tome en cuenta que él levantará así la voz, me le quedé mirando y él hizo lo propio con esa mueca en sus labios, después de unos segundos ahí en la cuenta desvié mi mirada, cogí un poco más de la ensalada que había en mi plato, y respondí antes de meterla en mi boca.
– El equipo de fútbol ¿cierto? – él no respondió, no había necesidad, recordé que el equipo de fútbol practicaba martes y jueves en el estadio, y para la hora que yo pasaba por ahí, ellos seguramente ya estaban en los vestuarios, pero por supuesto, un auto con el volumen un poco alto escuchando música, digamos diferente, y una chica subiendo al auto y saludando de manera efusiva a su novio, desde luego llama la atención, así que ahí estaba la respuesta.
Él no dijo más por un par de minutos, y yo no tuve la valentía de levantar mis ojos. Después el clásico sonido de un teléfono de aquel entonces, timbrando dentro de mi bolsillo delantero rompió el silencio entre ambos. El chico se levantó, tomó su botella de agua, enfatizó la mueca en su boca y de manera seca dijo.
-Que tengas buen día, me saludas a Sergio. – y sin decir más. se retiró. Las sorpresas continúan, conocía el nombre de Sergio, mi novio, no le di importancia en el momento y contesté confundida.
Platiqué con mi novio por unos minutos y después me retiré a clases, el resto del día transcurrió de manera normal. Dieron las 6 de la tarde y como rutina, después de despedirme de mis amigas, me encaminé hacia el estacionamiento trasero de la universidad, Ahí, entre los carros estacionados, podía protegerme de la vista de mucha gente, el estadio estaba ahí, y yo normalmente me sentaba en una de las jardineras que estaban frente a los vestuarios, era algo retirado y había varios carros de por medio, 10 minutos después, sin yo verlo sabía que Sergio se acercaba, podía escuchar la música y aunque normalmente él bajaba un poco el volumen antes de llegar a donde me recogía, el volumen aún era alto, me levanté de las jardinera, y empecé a caminar lentamente hacia el auto, y de manera disimulada voltee a hacia los vestidores, Y ahí estaban, a través de las pequeñas ventanas altas de esos vestidores, se veían 3 o cuatro cabezas asomadas, seguramente los chicos parados sobre las bancas, para poder alcanzar a ver, no lo distinguía a él, pero sabía que ahí estaba, me subí al auto, le di a Sergio un beso y nos fuimos.
Esa noche Sergio y yo terminamos en un motel después de cenar, durante la cena, si bien me animaba con la plática de Sergio, no podía dejar de pensar en esos ojos, ¡por Dios! no era un chico tan atractivo, Sergio era 10 veces mejor que el, pero su mirada intensa y su hablar pausado hacían que yo no pudiese sacarlo de mi cabeza, ¿pero qué me estaba pasando? no entendía, mientras estaba con Sergio nunca me había llamado la atención ningún otro, no era momento de empezar, y cuando entramos a la habitación era yo la desespera. Y antes de que él cerrara la puerta, yo ya lo estaba besando frenéticamente, tardamos poco en llegar a la cama, y tardamos aún menos en estar desnudos. Mis movimientos eran rápidos, bruscos, feroces, llenos de deseo, y mientras Sergio trataba de seguirme el ritmo, yo pensaba en un futbolista, en un futbolista del que no sabía ni su nombre, no tarde mucho en llegar al clímax y Sergio me siguió un poco después. Creo que esa noche no desquitamos como hubiésemos querido el costo de la habitación, pero a mí no me importó y Sergio no dijo nada, aunque no estoy segura si realmente no lo notó.
Al día siguiente, miércoles, mis clases transcurrieron de manera normal, en mi hora libre, tome un camino diferente hacia la cafetería, vaya, 5 minutos más de caminata no era nada del otro mundo. Así que, llegué por la parte de atrás de la cafetería, le di la vuelta y entre. Tomé una bandeja y me formé para pedir, esta vez la cajera no me dijo que la cuenta estaba pagada, lo cual me provocó cierto alivio, aunque su risita burlona no fue muy de mi agrado, tomé bandeja y fui a buscar una mesa libre en el rincón más apartado de la cafetería. Aunque sí, intencionalmente me senté con la vista hacia la puerta, ¿pero que estaba esperando? ¿acaso quería yo que sucediera algo? ¿acaso estaba deseando que algo pasara? y si lo deseaba o no, sucedió, 10 minutos después lo vi entrar se paró un par de metros después de la puerta y comenzó a buscar algo con la mirada, algo o alguien, y finalmente la encontró, la encontró sentada en el rincón más alejado de la puerta, con una mirada disimulada, tratando de esconderse detrás de las personas que allí estaban. Nuestras miradas se cruzaron por escasas décimas de segundo y mientras él la sostuvo, yo cobardemente la desvié.
Por supuesto que era cobarde, por favor, tenía novio, entonces él se dirigió a la barra, pidió nuevamente una botella de agua y salió de la cafetería sin voltear su vista atrás. No puedo negar que me decepcionó su actitud, pero ¿acaso estaba esperando que otra cosa sucediera? Bien, era el momento de dar vuelta a la página y seguir con mi vida, tenía un novio al que adoraba y eso era más que suficiente para olvidarme de esta situación, definitivamente tenía que hacerlo y así continuó el día tratando de evitar cualquier recuerdo de lo que pudiera haber sucedido con este chico.
Al día siguiente, jueves, decidí hacer lo mismo que había hecho el día anterior, qué importaba si este chico me seguía simplemente era necesario ignorarlo, entonces tomé el camino largo a la cafetería, 5 minutos más de caminata no me harían daño, pero a unos cuantos metros de llegar a la puerta, ahí estaba el, en su cara no se veía esa mueca que simulaba una sonrisa, no, su rostro ahora era serio, duro y los ojos entrecerrados, vaya tipo, ahora resulta que estaba enojado. Definitivamente pasaría por un lado de él saludaría con cortesía y seguiría mi camino rumbo a la cafetería.
-Hola, buenos días -le dije sin disminuir el ritmo de mi caminar, y con apenas ligeros movimientos de cabeza, no iba a tener un contacto visual con él,
– Buenos días -respondió él -,¿Tanto te molestó mi presencia como para cambiar tus hábitos?
– No, para nada, nada que ver contigo, perdón debo ir a comer, aunque eso ya lo sabes, nos vemos después. – Dije sin detener ni un solo momento mi camino. Creo que eso debió haber sido muy claro, con el tiempo se aburriría y dejaría de buscarme, bien por hoy ¡misión cumplida! El resto del día terminó de manera normal o al menos eso pensé en ese momento.
Al salir de clases compartí un par de minutos con mis amigas y después me despedí de ellas y caminé como de costumbre hacia el estacionamiento, pensé en dirigirme hacia mi jardinera favorita, Y cuál fue mi sorpresa al encontrar sentado al mismo chico al que había evitado en los últimos días.
– ¿Qué haces tú aquí? – pregunte con tono molesto, a quien usurpaba mi asiento.
– Esperándote – respondió él con un cinismo impresionante.
– ¿a mí?
– Por supuesto, dijiste que no tenía nada que ver conmigo el que tomaras nuevas rutas, así que decidí venir a buscarte.
– Ajá, bueno, me has visto, ya dentro de poco llegará mi novio, al que ya conoces, no quiero verte aquí.
– Bueno, de hecho, lo que tengo que decirte, tomará solo 30 segundos.
– ¿y qué tienes que decirme? le espeté clavando mi mirada en sus ojos, ¡grave error! Nuevamente noté la curvatura de sus labios ir hacia arriba y contestar con total desfachatez.
– Come conmigo el día de mañana.
– ¿Qué estás loco? ¿Por qué habría de comer contigo?
– Sólo es una invitación a comer, nada más.
– No tengo intenciones de comer contigo mañana, ahora vete, no debe tardar en llegar Sergio – lo observé mirarme con esa intensa mirada negra, y cruzar los brazos sobre su pecho.
– Bueno, mi intención no es irme de aquí sin antes recibir un sí. – este chico no paraba de sorprenderme. ¿era posible tanto cinismo?
– Ya te dije que no, no lo voy a hacer.
– Bien, por supuesto estás en todo tu derecho, sin embargo, me gustaría continuar insistiendo por alrededor de 5 minutos más. -dijo mientras volteaba a ver el reloj en su muñeca, tratando de enfatizar lo que él decía.
– ¿Qué, estás loco o qué? sabes que viene mi novio.
– Sí lo sé, realmente no es importante, solo te estoy invitando a comer el día de mañana.
– He dicho que no.
– Bien, solo estoy insistiendo un poco. – aún no terminaba de decir esta frase, cuando a lo lejos se escuchó la música del auto de Sergio, apenas era un murmullo pero como bien lo había dicho el chico, sus gustos eran inconfundibles, sus labios se curvaron aún más y yo sin saber qué más responder dije;
– Está bien, mañana nos vemos – Justo en ese momento, él comenzó a caminar rumbo a los vestidores, ese pequeño edificio que estaba justo enfrente de nosotros.
– Hasta mañana Mary – dijo justo cuando el auto de Sergio paraba, pero lo hizo sin voltear a verme, sabía que Sergio no escuchaba desde adentro del auto y ya había al menos 10 metros de distancia entre nosotros, como para suponer que él estuviera hablando conmigo, vaya que era osado. El resto de la tarde y noche no pude dejar de pensar en él, me estaba volviendo loca.
Llegó el viernes. Día en que los maestros en su mayoría no dan clases porque es un día destinado a laboratorios. Sin embargo las pocas clases que teníamos, nos obligaban a estar allí la mayor parte del día, y yo normalmente, iba a comer 30 o 40 minutos después de lo que lo hacía de lunes a jueves, y con ese pretexto pensé tal vez el día de hoy puede evitar la famosa comida, tomé el camino normal, el que tomaba todos los días, al final de cuentas si él iba a estarme buscando, me encontraría de cualquier manera, ya conocía mi rutina y no fue tan grande mi sorpresa, cuando lo encontré a mitad de camino, sentado en una banca, volteando justamente en la dirección en la que yo venía caminando, al verme, él se levantó y me saludó.
– Hola, puntualísima como siempre, – al decir esto confirmé que el nivel de atención que él prestaba a ciertos detalles era sorprendente, aunque hasta cierto punto alarmante. Decidí no contestar y simplemente esbocé una media sonrisa y moví un poco la cabeza a modo de saludo y seguí caminando rumbo a la cafetería, él caminó a mi lado sin decir una palabra hasta llegar a la barra de la cafetería.
Ambos ordenamos y cómo era de esperarse él insistió en pagar. Otro detalle que olvidaba mencionar es que los viernes debido a que había menos clases, la cantidad de gente en la cafetería era mucho mayor, pero había una mesa libre, una mesa pequeña, pegada a una de las paredes del lugar, y ahí fuimos a sentarnos, y yo ataque.
– ¿Y bien? he cumplido mi palabra, y he venido a comer contigo, podemos dejar este juego de lado por favor. – dije con el tono más serio que podía.
– ¿El juego? no hay ningún juego aquí Mary.
– Entonces ¿qué es todo esto? – pregunté.
– Simplemente te invité a comer, para conocernos
– Parece ser que tú me conoces más que mi propia madre. – dije en tono irónico
– No es así, pero, aunque así fuera, aún falta que tú me conozcas a mí. – era cierto, realmente yo no sabía nada de él. Y siendo realista la curiosidad era mucha, así que decidí darle una oportunidad, al final de cuentas realmente no estaba haciendo nada malo.
– Bien, dime qué es lo que tienes que contar. – Dije mientras exprimía un limón sobre el filete de pescado que tenía frente a mí.
– Gracias por la oportunidad, me llamo Rolando Martínez, estoy en octavo semestre de ingeniería mecánica. Tengo 22 años y soy mediocampista en la selección de la escuela. Me gusta mucho la música de los setentas y ochentas, aunque realmente no soy de gustos tan rockeros como los de tu novio -este último comentario logró arrancar una sonrisa. Los gustos de Sergio y los míos en cuanto a música eran muy similares
Seguimos conversando por espacio de 40 o 45 minutos, platicamos de comida, deportes, música, gustos en común, sí, los teníamos. Y justamente cuando estábamos hablando de música me dijo;
-Mañana hay una fiesta en casa de un amigo, más que una fiesta es una reunión, una tertulia, él también es de nuestros mismos gustos musicales. ¿No te gustaría ir conmigo? – La pregunta retumbó en mi cabeza por lo inesperado de esta.
– Vaya, pensé que realmente habíamos quedado claros, en que solo podía existir una amistad. -y no dude en decirle.
– oye, yo creo que te estás confundiendo, tú sabes que tengo novio, y no me gustaría que las cosas fueron por un ritmo que no lo es.
– Espera, espera, espera. – me interrumpió el, levantando ambas manos – creo que quien está confundiendo las cosas eres tú, yo en ningún momento te estoy proponiendo que seas mi novia, disculpa, pero jamás fue mi intención. – su respuesta me dejó perpleja. – simplemente te pedí que fueras conmigo una velada, escuchemos música, platicamos a gusto, y si algo más sucede, ya seria de los 2. – vaya cinismo que demostraba en sus palabras.
– Es que justamente está ahí el problema, ¿Cómo puedes decirme que algo más puede suceder? Entiéndelo, yo no quiero nada más, -,Y comencé a acomodar mis cosas sobre la charola, dispuesta a levantarme.
– ¿Que no quieres nada más? ¿y cómo puedes estar tan segura de que no quieres nada más? si ni siquiera te has planteado la idea, ni siquiera lo has tomado como una posibilidad.
– Es que no es una posibilidad.
– ¿Y quién lo dice? ¿tu, o tu novio?
– No importa quién lo diga.
– Bien, disculpa, al final de cuentas creo que tienes razón, yo soy el confundido, nunca creí que serías una chica que no puede darse la oportunidad, de reunirse con sus amigos fuera del cerrado círculo de su novio, y además que vea esa palabra de “algo más” como algo necesariamente pecaminoso, no, no es así, ese “algo más” depende de tu ingenio, de tu gusto, de tu imaginación, ¡pero está bien!
La manera en que él exponía a estas ideas, realmente me calentaba la cabeza, y era cierto, durante 2 años, el centro de mi mundo fue Sergio, y nada más, un poco de voleibol, un poco de mis amigas, pero el 80% de mi tiempo se lo llevaba El. Las palabras de Rolando me hicieron dudar, y creo que él debió notarlo, tal como yo lo había hecho, colocó todas sus cosas sobre su bandeja, y sin voltear a verme me dijo;
-Esta vez no voy a insistir, de 3 a 4 estaré fuera del laboratorio de mecánica, sé que no son tus rumbos, tú nunca caminarías hacia allá, pero si te interesa ir conmigo a la fiesta, simplemente aparece por aquellos rumbos, deja que yo te vea, ni siquiera necesitas dirigirme la palabra, yo me daré por enterado y me encargare de todo, si no te interesa, sabre comprender – se puso de pie tomó su bandeja y se dirigió a la barra a dejarla, yo me quedé sentada un par de minutos más.
Después de la clase de las dos de la tarde, normalmente iba a casa estaba un rato y después salía a caminar para qué Sergio me recogiera o si él no podía salía con mis amigas. Iba caminando rumbo a la salida, y pocos metros antes de llegar a ella decidí doblar a la derecha en un pasillo, sí, efectivamente, ese pasillo me llevaría hacia los laboratorios de ingeniería. Normalmente eso eran lugares por los que no caminaría, pero era viernes y todo mundo hacía lo que quería, así que no era raro que alguien estuviera caminando por ahí, llegué a laboratorio de electrónica y al lado de este, estaba el de mecánica, pero no quería llegar. Finalmente, la cordura se apoderó de mí y decidí dar media vuelta y retirarme, no tenía nada que estar haciendo ahí, volteé hacia todos lados para asegurarme que nadie se fijara de mi extraño proceder y un segundo antes de dar la media vuelta, lo vi, su mirada penetrante a 30 m de mí, fija. Se aseguró de que yo lo viera y después desvió la mirada y continuó platicando con sus amigos, no volvió a dirigir la mirada hacia mí, me quedé helada por unos segundos y después di la media vuelta y me fui. “Demonios”, pensé para mis adentros, sin embargo lo hecho, hecho estaba, y por alguna razón mi corazón latía a una velocidad inesperada, tantas cosas en mi cabeza.
Esa noche, Sergio y yo fuimos al cine, pero mi cabeza estaba en otro lado, que ni siquiera recuerdo la trama de la película, de regreso a casa, Sergio me preguntaba por los planes para el día siguiente, ¿qué quería hacer yo? inventé una excusa tonta para decirle que el sábado no podía qué mejor el domingo y así nos despedimos. Al día siguiente a las 10 de la mañana teníamos un juego en la escuela, en el auditorio de la Universidad, este resultó ser algo bastante sencillo, y terminó en menos de 1 hora. Mientras me cambiaba de ropa en los vestidores escuché que mi teléfono sonaba un par de ocasiones, 2 mensajes me habían llegado, terminé de cambiarme y al tomar el teléfono de la mochila, descubrí que los mensajes eran de un teléfono que no conocía, “felicidades por la victoria” decía el primero de ellos. El segundo decía “la fiesta comienza a las 8 de la noche. Paso por ti 8.30, solo dime a dónde”. Volví a leer el mensaje con cuidado era evidente de quién era el mensaje y ni siquiera me molesté en preguntarme cómo había conseguido el número, era caso perdido. Puse el teléfono nuevamente en mi maleta, no sabía que responder.
Al llegar a casa, me di un baño, platiqué un poco con mis hermanos, y ayudé a mi madre a preparar la comida, tras esto fui nuevamente a buscar mi maleta y a sacar el teléfono, seguro era que ya tenía algunos mensajes de Rolando esperando por una respuesta, tal vez sí se molestaba y decidía cancelar la invitación, sin embargo, mi sorpresa fue tal que no había un solo mensaje. Eran casi las 4 de la tarde, podría dejar de contestar el mensaje e ignorarlo un poco más, pero por alguna razón decidí contestar.
Le dije que pasara a recogerme a una farmacia que estaba a escasas 3 cuadras de mi casa. Después de la comida subí a mi cuarto y comencé a pensar qué me pondría, vaya, parecía que iba a salir con alguien a una cita, pero esto no era una cita, era simplemente un amigo, invitándome a una fiesta. Así que escogí algo muy casual, un pantalón de mezclilla y una blusa blanca con manga a 3 cuartos y botones al frente, por último, lo rematé con unos tenis Converse. Un look apropiado para una fiesta y no para una cita
A las 8:20 de la noche, salí de mi casa, no hacía más de 5 minutos en llegar a la farmacia, sin embargo no soportaba estar más en mi casa, debía salir, tenía que tomar aire, el nerviosismo estaba a flor de piel, llegué a la farmacia y mire mi reloj 8:24 “uff” tendría que esperar 6 minutos y eso si él llega puntual. ¿qué hacía? debería yo haberlo hecho esperar. Decidí dar otra vuelta a la cuadra y así poder matar al nerviosismo y el tiempo al mismo momento, pero mientras empezaba a caminar, un auto azul paró frente a mí, y vi salir a rolando de él y con él venía esa mueca que pretendía hacer una sonrisa.
– Hola, perdón por hacerte esperar. -dijo mientras se apresuraba a abrir la puerta del copiloto – por favor sube – Y mientras él daba la vuelta al auto para subirse a él, yo notaba como mi corazón se aceleraba por el nervio, ¿qué estoy haciendo? me repetía varias veces en mi cabeza. Durante los 15 minutos que duró el viaje platicamos de cosas sin importancia, el clima, la radio, cosas así. Hasta que por fin llegamos a una colonia céntrica. La casa de su amigo estaba ubicada enfrente de donde estacionamos, era una casa grande y hasta afuera lograba escucharse a Phil Collins sonando en las bocinas. Entramos y él empezó a saludar a sus amigos y a mí me presentaba como una amiga de la escuela. Después nos ofrecieron algunas bebidas y comenzamos a platicar con sus amigos, no había más de 15 personas en la reunión, la verdad, el ambiente era bastante agradable y estaba disfrutando de la velada. Pasadas las 10 de la noche, los amigos poco a poco empezaron a formar grupos más pequeños, unos de ellos bailaban, otros reían a carcajada abierta en una esquina y otros simplemente platicaban entre ellos. No me di cuenta en qué momento Rolando y yo quedamos solos platicando en el sofá.
– ¿Te agrado la reunión Mary? – preguntó él con un tono bastante amable
– Sí, tus amigos tienen excelente charla
– Lo sé, por eso son mis amigos, – la verdad es que durante las casi 2 horas que habíamos estado en la reunión, lo había pasado muy bien, la compañía de Rolando era agradable, sus amigos eran atentos y el ambiente era especialmente bueno para mí. Rolando y yo continuamos platicando durante un espacio de una media hora más en ese sofá, descubriendo que teníamos demasiadas cosas en común. El volumen de la música nos obligaba a inclinarnos un poco para alcanzar a escuchar nuestras voces. Y en una de esas ocasiones, Rolando se inclinó hacia mí y yo me acerqué pensando que quería decirme algo, cuál fue mi sorpresa cuando sus labios se posaron sobre los míos y comenzaron a moverse sobre ellos, de una manera lenta y pausada. Después de unos segundos me retiré un poco hacia atrás, pero él no lo hizo y su oscura mirada se clavó en mis ojos y tras esa mirada deshice el camino hacia atrás y regresé a sus labios que en esta ocasión ya no eran lentos ni pausados, sino agresivos y voraces, su lengua se abrió paso entre los míos y encontró mi propia lengua, ambas jugaron por unos instantes.
Sentí la mano izquierda de rolando recorrer la parte externa de mi pierna hasta llegar a mi cadera y quedarse ahí por unos segundos, mi propia mano izquierda le correspondió colocándose detrás de su nuca, había perdido el control y él lo sabía, en ese instante la mano que estaba estacionada en mi cadera subió y entró por debajo de mi blusa, y llegó hasta mi seno, mis pezones reaccionaron de inmediato, y mi vagina se lubricó. Abrí los ojos para voltear a ver alrededor, nadie nos veía, cada quien estaba en su propio asunto, sin embargo, él lo notó, sacó la mano por debajo de mi blusa y me dijo “espérame aquí” y fue directamente con el dueño de la casa, le susurró algo al oído y el dueño de la casa apuntó rumbo a las escaleras, y luego al techo, por supuesto que sabía de qué se trataba, ese era mi momento de levantarme e irme. Rolando venía caminando hacia mí y cuando llegó a mi lado me extendió la mano derecha. Fui tras de él tomados de la mano, rumbo a las escaleras, subimos los 16 escalones y llegamos a la planta alta y entramos por la segunda puerta, y ahí estaba una habitación amplia, con una cama matrimonial en el centro y el sonido de la puerta cerrándose con seguro detrás de mí.
Rolando no tardó mucho tiempo, enseguida sus labios volvieron al ataque, tomando los míos, los cuales le correspondían con autonomía. De ahí paso a mis pechos sin pasar por un punto intermedio y los acariciaba con pasión mi respiración se agitaba y mis manos se posaban sobre su abdomen. Cuando comencé a sentir su mano derecha lidiando con los botones de mi blusa, me separé un poco para darle más libertad de acción y en ese momento tomé los bordes de su playera y la levanté por encima de su cabeza, tenía un torso bastante bien trabajado y me dispuse a recorrerlo con la punta de mis dedos. Mientras él se deshacía del último botón de mi blusa, y la empujaba hacia atrás sacándola por mis brazos y aprovechó el movimiento para llevar su boca al canalillo de mis pechos y sus manos fueron directo al broche de mi bra, en cuestión de 1 segundo mi bra había desaparecido y su lengua ahora jugaba con uno de mis pezones, mi respiración era extrema y ahora comenzaba a jadear, la humedad de mi entrepierna era total y yo recorría mis manos sobre el poco cabello que había en su cabeza, lo estaba disfrutando. Cuando él se separó, mis manos fueron directamente a su pantalón deshice el botón y bajé la bragueta con una velocidad increíble, y posteriormente bajé sus pantalones al mismo tiempo que bajaba sus calzoncillos y ahí estaba, su pene erecto con la cabeza roja y con cierto brillo debido al líquido preseminal que ya se dejaba ver. Lo tomé con ambas manos y pasé mi pulgar sobre la cabeza, esparciendo todo ese líquido por toda su cabeza, Rolando cerró los ojos, inclino su cabeza hacia atrás, yo me puse de rodillas, y comencé a recorrer todo el largo de ese maravilloso pene con mi lengua, hasta llegar a la punta y después metérmela en la boca, lo comencé a chupar arriba y abajo, ayudándome con mi mano derecha, mientras que con la izquierda acariciaba sus testículos.
Después de unos cuantos minutos, el visiblemente excitado, se retiró hizo que me parara y después me levantó en el aire llevándome directamente a la cama. Me colocó de rodillas sobre ella y después se encargó de mi pantalón, Ya tumbada sobre la cama él colocó sus dedos entre mi piel y el elástico de mis bragas y los deslizó lentamente, sin prisa. Yo no resistía más la excitación y apenas retiro mis bragas utilice mis piernas para tirar de él, atrayéndolo hacia mi cuerpo, la penetración fue sencilla, la posición de mis piernas y el exceso de lubricación de mi entrepierna lo hicieron algo sencillo, y mientras él recorría mi cuello con su boca, mis manos, y específicamente mis uñas, se clavaban en su espalda. Yo no lo reconocía, pero llevaba buena parte del día esperando esto, por supuesto que la culpa era de Rolando él había guiado todo hasta este punto, y ahora lo estaba disfrutando, pero llegó el momento de disfrutar y lo haría a mi modo, así que me toca guiar, mi mano derecha fue hacia un costado de él y aplicando un poco de fuerza sobre sus costillas, logré que el rodará sobre la cama, enseguida lo hice yo y me coloqué a horcajadas sobre él. Con mi mano izquierda tomé su erección y la guíe a la entrada de mi húmeda vagina, él me miraba sorprendido y cuando estaba él a punto de decir algo, me dejé caer sobre él, la penetración fue profunda, vigorosa, hermosa. Mi cuerpo subía y bajaba sobre ese falo impresionante, lo estaba disfrutando y por el gesto en su cara, sabía que él también lo hacía. Esto hizo que yo me pusiera aún más caliente de lo que ya estaba, la noche prometía, incline mi cuerpo hacia atrás, mis pechos se levantaban y los pezones apuntaban hacia el techo de esa habitación. Sus gemidos sonaban acompañando los míos, se encontraba luchando por alargar ese momento que estábamos viviendo y me di cuenta por la presión que sus manos ejercían sobre mis caderas, disminuí un poco el ritmo, yo tampoco quería que esto acabara tan pronto. Sus manos se relajaron, pero el movimiento de mi cuerpo continuaba, estaba gozando a lo máximo y entonces él, con gran fortaleza logró sentarse y nuevamente tenía él el control, me sujetó con fortaleza y comenzó él a mover sus caderas de una manera pausada.
Poco a poco, ambos recuperamos el aliento, aunque el sudor de nuestros cuerpos era muestra de lo que estábamos viviendo. Con sus manos atrajo mi cabeza hacia la suya y me dio un beso, posteriormente me levantó nuevamente, para inmediatamente depositarme sobre la cama. Yo me recosté relajando un poco las piernas, pero el vino enseguida y con sus dedos se encontró el camino hacia mi vagina y los utilizo de guía para penetrarme nuevamente, esta vez desde atrás, sus movimientos ya no eran lentos, estábamos en un total frenesí. Ambos estábamos entregados al deseo y mientras él bombeaba con ímpetu, con una de sus manos sujetaba una de mis piernas en el aire, el ritmo era tan asolador que sentía como yo succionaba cada vez con más fuerza su erección en mi interior. Poco a poco la electricidad comenzó a fluir desde mi vagina y en una explosión delirante, recorrió toda mi espalda. Varios espasmos sacudieron con fuerza todo mi cuerpo y aún no terminaban cuando sentí en mi espalda el impacto de 3 o 4 chorros tibios. Esto, sumado a la respiración y gemidos que escuchaba tras mi oído, me indicaron que él también había terminado de buena forma, me desparramé rendida en el colchón. Permanecí así por algunos minutos, hasta que desde atrás una mano comenzó a acariciar mi seno y posteriormente pellizcar mi pezón. Bien podría continuar ahí y hacer la noche aún más increíble, sin embargo, por alguna extraña razón, no me sentía cómoda con una fiesta debajo de nosotros y sabiendo que todos nos habían visto subir las escaleras, además quién sabe, tal vez el destino podría nuevamente llevarnos a “algo más”.
Esa noche terminamos la velada con sus amigos y posteriormente me llevó a mi casa, y sí, efectivamente, volvimos a tener “algo más” en unas cuantas ocasiones. Mi relación con Sergio empezó a deteriorarse poco a poco, y aún sigo pensando que no tuvo nada que ver mi situación con Rolando. Aunque es posible que él haya detonado algunas actitudes, que antes no existían, el asunto es que un par de meses después terminamos, y salvo lo que algunos puedan pensar, nunca tuve nada serio con Rolando, era real cuando él aseguró que no quería ser mi novio.
Mi vida siguió y en un futuro no muy lejano, Rolando también formó parte de mi pasado, aunque conserve muchas amistades de aquellas tertulias a las que llegamos a asistir juntos. La vida da vueltas y esta vez a mí me tocaba estar por encima de Sergio y de Rolando y continuar adelante, pero eso es tema para otro relato más.
Por favor recuerden que sus comentarios son bienvenidos ya saben cómo contactarme, besos, MaryCarmen.