Voy a una congregación Bautista desde hace ya un tiempo atrás. No me había fijado, pero esta mañana en el servicio de domingo no sé por qué noté que la esposa del pastor es muy atractiva. No sé qué tenía esa mañana diferente a todos esos domingos de meses anteriores.
Alicia, que es como se llama, es una mujer no muy delgada, pero tampoco gruesa, de compleción Blanca, cabellos negros y unos ojos verdes maravillosos.
Durante el servicio la estuve mirando hasta que ella se dio cuenta, y así por varios semanas sin dirigirle la palabra más allá de un buenos días o dios le bendiga, la miraba. Al pasar los días su falda hasta loa tobillo se fue subiendo hasta debajo de la rodilla y sus a abultadas blusas manga larga perdieron las mangas y se ajustaron al cuerpo sin ser atrevidas.
Ella no se mezclaba mucho con los fieles de este grupo religioso y su marido era un tipo carismático pero Celoso, digo celoso porque no dejaba sola a su mujer mucho tiempo dentro del recinto, y cada vez que algún tipo se le acercaba, si se demoraban, el pastor la llamaba.
Un domingo de esos donde no cabe un alma más en el templo, Alicia a los pocos minutos de haber empezado el servicio me indicó que la siguiera, se acercó al pastor y le dijo algo, a lo que él asintió, luego supe que le dijo que se sentía mal y que se iba a acostar un rato en la oficina de su marido.
Yo esperé unos minutos, y me levanté en un momento que todos se pusieron de pie, y caminé hacia el pasillo de los baños, por donde había salido Alicia, ni el pastor ni nadie se percataron de que salí del salón.
Miré en el baño de mujeres y no había nadie, luego un saloncito de estudio y también estaba vacío, solo quedaba una puerta que daba a la calle puerta trasera del templo y la de la oficina del que espero pronto le salgan cachos.
Abrí la puerta, y allí estaba Alicia parada en la mitad de la oficina, había un sofá grande, un escritorio de esos pesados de madera sólida, y una mesita de centro.
Me acerqué a Alicia, y sin mediar palabra la cogí de la cintura y la besé en esos labios, que hacía rato quería tener entre los míos.
Alicia se dejó, y devolvió el sensual gesto, su respiración se aceleró un poco, en el circuito cerrado de cámaras veíamos a su marido gesticulando.
Bajé mis manos a sus nalgas y las apreté contra mí, ella debía sentir mi ya dura erección. Allí mismo de pie, le empecé a quitar su blusa, la subí por sus brazos y quedó en un brassier que no me esperaba, de encaje sedoso y rojos, media copa, sus senos se veían divinos (esta palabra la usa mucho una amiga mía, si lees está historia sabrás que es por ti haha).
Los acaricié y pasé mis labios suavemente sobre ese sensible lugar entre la seda y la piel de sus senos. Temblaba un poco, pero suspiraba mientras mis labios seguían besando sus bellos senos, fui liberándolos de esa sedosa prisión, al quedar sin sostén estos se mantuvieron erguidos, con los rosados pezones apuntando un poco hacia arriba, perfectos para ser chupados y lamidos.
Todavía de pie, seguí bajando a su abdomen, fui soltando su falda la cual se desprendió totalmente de su cuerpo, descubrí nuevamente sorprendido, una tanguita roja con ligueros morados qué sostenían sus medias negras.
Alicia llevaba tiempo preparándose sin yo saberlo, seguí bajando, y corriendo su tanga hacia un lado encontré uno labios delicados, totalmente depilados, un olor dulce a vainilla permeo mi olfato, y me invitó a saborear ese manjar que se me ofrecía en la casa del señor.
El sexo de Alicia sabía a ángeles, la lamí y besé su sexo hasta qué sentí que temblaba y se iba a venir en cualquier momento. Aceleré mi oral hasta que poniendo sus manos detrás de mi cabeza se vino fuertemente.
Todavía de pie y yo vestido, sin mediar palabra me jaló hacia el sofá, parado frente a ella se sentó y me bajó los pantalones y mis boxers, cogió mi miembro entre sus manos y lamió el glande, puso su lengua en el hoyito y luego se la metió a la boca, no tenía mucha practica, pero la calentura hacía de la mamada una delicia.
A sus espaldas el televisor mostraba al pastor todavía vociferando, me vine en su boca mientras el pastor cantaba aleluya.
Levanté a Alicia y la llevé al escritorio, la puse boca abajo y me le empecé a comer esas nalgas y ese culo que virgen debía tener, mi miembro ya se estaba parando de vuelta, seguí jugando con ella le metí despacio un dedo en su ano, hasta que sentí que yo ya estaba listo, la puse boca arriba y al borde del escritorio. Levanté sus piernas y de un solo viaje penetré ese probable mal utilizado coño. Le di y le di, mientras ella veía al nuevo becerro de cuernos en el tv a mis espaldas, Alicia se vino deliciosa mientras los feligreses cantaban alabanzas al Señor. El servicio se estaba acabando, Alicia y yo nos vestimos rápidamente y salimos de la oficina, me dio un beso, unas Gracias, la única palabra que salió de sus labios y se fue al gran salón, yo salí por la puerta de la calle. Otro día disfrutaré se ese culo.