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La melancolía del escenario
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Hoy vengo hablarles de los detalles sucios y culminaciones sexuales en mi carrera como cantante y actor de performance.

Voy a confesarme directamente; he ejercido teatro desde que era un niño, siempre bajo el cobijo de un colegio privado, pero mis aventuras empiezan desde que cumplí 18 años, cuando comencé a salir e inscribirme a instituciones públicas como casas de la cultura, talleres independientes u compañías aisladas.

He de contextualizar, es mi obligación con ustedes queridos lectores.

Soy un chico, en los días que les voy a relatar era tan sólo un joven, preocupado por nada, de pelo negro y descuidado, lidiando con la adolescencia y los complejos, era delgado y para nada el modelo de chico Disney que suele dejar el mundo más seguro en oportunidades de atracción, esto me llevó a ser alguien que siempre está buscando acción. Recuerdo que era un chaval excéntrico pues quería llevar mi rostro "peculiar", así como mi cuerpo, de deportista, pero aun así el cuerpo de un chaval, a los límites que nunca una persona convencional se molestaría en explorar. Así que ligaba cuanto podía, coqueteaba con quien me atrevía y cuando por fin llegué a intimar, lo hacía donde podía y con quién se dejase.

¿Guarro, fácil, sucio? Lo más probable es que sí, inclusive vil y a una corta edad. El tiempo pasó una factura cuando el placer se me fue de control…

No quiero que se dé a malinterpretaciones yo aunque a esa edad gozaba de una vida sexual, bonita, variada, pero sana, me soltaba y gozaba de expresión en el momento, pero nada diferente a estar en un escenario y gozártela.

Pero los escenarios y el sexo nunca se llevan bien si no está en la obra y lo probé de primera mano el día que conocí a Inés, Inés era mayor que yo y aunque no era la más grande del salón de teatro, sí poseía porte de protagonista, era joven, pero no lo suficiente como para estar a mi alcance, era de dinero y se notaba en su celular, aretes, alhajas y vestir.

Inés era una cansina de primera eso sí.

¿Conoces a la clásica chica blanca, rubia que tiene una delgadez que denota dureza más que fragilidad?

Pues era ella. Antipática, pero debo admitir, todos queríamos llevar la fiesta en paz, pues para mí era un simple taller más del montón, con suerte iba a hacer frente a las ganas de lucir bien ante la chica que sí me gustaba. Pero no, lo que obtuve fue una, me atrevería a decir violación de parte de Inés hacia mí. ¿Cómo? Bueno la verdad es que uno nunca se espera ser como una presa a la que se le está cazando y mucho menos por aquella mujer o dama que está fuera de su rango. Inés es, era y probablemente seguirá siendo sutil, asistía al taller siempre a la hora y se iba con prisa en cuanto acababa, pero durante el taller procuraba estar en equipo conmigo, buscaba contacto físico, espacios aislados y todo de manera muy extraña.

Nunca se pasaba de la línea, pero yo siendo joven, estaba fascinado, ¿Qué más daría que la otra chica no voltee a verme sí tengo a esta otra que quizá busque algo? "La tengo que atrapar antes de perderla" creía ingenuo. Ay! de los problemas que me trajo andar de buscón… Pues el día de una primera presentación con Inés, estaba todo clarísimo y mi plan era simple, ya nos habíamos entendido y buscaba ir de fiesta con ella, besarnos, agarramos de las caderas, aferrarme a su cuerpo atlético, y un faje, que quizá me lleve a su casa y entre que sí y no termine teniendo sexo casual de cucharita, pero nada fue como lo pensé; ese día llegue, las mujeres se maquillaban, los hombres se arreglaban el vestuario, repasaban sus diálogos y demás. Cuando de repente me doy cuenta… y le digo en voz alta y con miedo al director…

-Me he olvidado de la corbata y los zapatos…

Deberán comprender el vestuario de último momento de un estrés, entre regaños, soluciones y mucha vergüenza escucho a Inés decir:

-Shhhht, vete ya a comprar una corbata de una vez.

Era el tono, la mirada y mis intenciones con ella, acabas por un descuido desorganizado.

Todos estaban algo tensos hacia mí así que sí, lo mejor era ir y buscar, me lo confirmó mi maestro y director.

Más cuando salí por la puerta, Inés tras de mi, ya con su maquillaje puesto, la sombra verde de sus parpados y sus pestañas bien. Toma mi brazo toscamente y susurra.

-Llegando solo cámbiate y alístate para entrar, directo al baño nada de repasar.

Tenía un tono severo y de regaño, yo mansamente sólo pude decir que sí.

Con mi fragilidad destruida fui y regresé, entré directo al baño, mas resignado que decidido cuando de repente por el espejo veo a la flaca Inés, con su vestuario en brazo, cara de preocupación esperando a pasar.

Como siempre baño de chicas cerrado y lleno, baño de chicos desocupado y con puertas abiertas.

Yo procuré nada de contacto visual. Pero eso cambió cuando la veo caminar al espejo y tirar su vestuario a la zona despejada del lavabo.

Sólo había silencio, sentía mi corazón palpitar, yo estaba finalizando de ponerme unos zapatos prestados, traje y corbata y ella entró sin una palabra o mirada.

Tenía que huir de ahí, pero me detiene poniéndose frente a mi y poniendo su mano en mi pecho.

Preocupado porque mis hormonas y mis erecciones podrían confundir la situación la miro y antes que diga algo. Me dice:

-Necesito cambiarme, el baño de mujeres está lleno, cuida que no entre nadie y avísame si vienen, NO LA CAGUES.

-Vale, vale, tranqui

Acto seguido entra a un retrete, pero no cierra la puerta, en la desesperación decide dejarla entre abierta, cerrada con su mano, pero sin seguro alguno. Y yo en la puerta con cara de idiota al pasillo.

Inés se percataría que no iba a hacer nada, sale con el encaje de camisa y me dice que me acerque rápido con una mano. Me explica que tengo que cerrarlo yo por atrás, le digo que está bien y cuando voy a la mitad de los broches noto que su mano pasa por mi lado derecho del muslo, cerca de mi cadera y nalga, se mueve lento y sensual, sin pensarlo mucho me acerco a ella, poniendo mi erección en su espalda y mis brazos abrazando su cadera, mi cara estaba un lado de su cabello y sus ojos cerrados junto con su nariz cincelada miraban arriba casi con orgullo.

Ese momento para mi era sudor, nerviosismo, olores y victoria. Más debo decir que quizá después de eso se fue lo mejor. Recuerdo lo siguiente:

Ella apartándome y dejándome en una pared de lado del váter, ella asomando por si viene alguien, silencio total, confusión y calentura en dosis iguales. Después fue una experiencia muy tosca, mientras yo quería tocarla ella no me lo permitía, pero de lleno ella sacó mi miembro y me pidió "ayudarla con el vestuario pero sin tocarla". Vamos quería que la metiera de lleno, yo no tenía protección, pero tampoco oportunidad de que esto volviera a pasar. Y me fui acercando, recuerdo estrecha al principio, difícil de entrar y recuerdo reclamos de tipo "deja que entre sólo", "no hagas ruido".

Y finalmente nos encontramos en el silencio de la habitación, el mundo pausado, recuerdo su cabello, su cara de confianza, recuerdo yo sentir placer, de un túnel estrecho, maduro y de alguien que sabía usarlo, un recuerdo vivido que me gusta y me disgusta en partes similares.

Recuerdo su movimiento y su piel, su delicadeza pero su energía y movimiento más fuerte que el mío. Recuerdo que me esforzaba por ella, y la única química que había entre nosotros era la forzada. Era un sexo triste, pero nunca me di cuenta de su melancolía porque estaba ocupado pensando en sus senos medianos, su movimiento, los momentos que la viví viéndola decentemente, los momentos que la ansié y el triunfo vacío que era estármela estrellando en los huevos.

No era, ni soy un modelo, en ese momento no estoy seguro de quién era la perra de quién. Yo estaba ocupado sintiendo su trasero rebotar, su vagina resbalar, mi pene penetrar y sonido era casi imposible de escuchar su olor difícil de ocultar y la satisfacción fue tan temporal porque nunca fue recíproca. La presentación fue fatal para mí, buena para ella.

Pero los dos hicimos lo mismo.

Tiempo después conocería nuevas oportunidades en este mundo del espectáculo… como aquella con mi maestro de canto no mucho después.

¿Les gustaría escuchar más?…

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