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La mejor en la cama: La tía Ana
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Tiempo de lectura: 7 minutos

"Escupí su orto y nuevamente fui metiendo un dedo. Ella bufaba de placer, mientras yo la cogía y le metía un dedo en el orto. Nunca la había visto tan caliente. Estuve algunos minutos y le dije:

-¿Queres probar?"

Estábamos disfrutando de unas vacaciones increíbles en Fort Lauderdale, Florida. Nuestras primeras vacaciones después de nuestra reconciliación. Con Gabriela estuvimos separados por dos años porque según ella estaba segura que le era infiel con Patricia, una amiga de ella. Gabriela tenía cuarenta años, una mujer extremadamente sensual, bella, con un cuerpo cuidado por el gimnasio, spa, esteticistas, etc. Yo con 45 años en hombre normal, sin grandes atributos, físico normal, elegante, educado y con gran apetito de sexo. La realidad era que efectivamente le había sido infiel, pero no con Patricia.

Aquella mañana disfrutábamos de un brunch en Las Olas Boulevard, disfrutando el sol y haciendo planes para la tarde, cuando de repente, veo venir a la persona que menos esperaba ver en Fort Lauderdale. La tía Ana de Gabi. Ana, de 49, sí había sido mi amante cuando Gabriela suponía que era Patricia. Ella había emigrado a EEUU, a poner un negocio de ropa interior.

-Esta sí que es una sorpresa, no esperaba encontrarlos, y menos juntos. Hola. Dijo Ana.

-Hola… sí que sorpresa. Sentate. Dijo Gabi.

-Hola Ana, ¿Cómo estás?

-Muy bien Willy, por suerte. El local funciona bárbaro, llevo una muy buena vida, disfrutando. Dijo Ana.

-¿Estás sola, en pareja? Pregunto Gabi.

-Sola, aunque no aburrida. ¿Uds. se reconciliaron?

-Sí. Dije yo si mirarla.

-Sí… Aunque Willy me sigue jurando que no me fue infiel con Patricia. Pero… lo perdoné.

-No te fue infiel con Patricia. Eso te lo aseguro.

-¿Vos como lo sabes?

-Lo sé. ¿Qué te duele más, que te haya sido infiel, o que fuera con Patricia?

-Eh… bueno… Lo que pasa es que Patricia es mi amiga y…

-¿Cuántas veces tenes sexo con Willy, por semana?

-Ana, que pregunta…

-Ninguna, respondida.

-Bueno, a veces una…

-Bien, ¿y que sexo tenes con tu marido, brutal, increíble, lo haces mierda o solo te abrís de gambas?

-Ana, por favor, estamos en público…

-Esto no es Miami, aquí casi nadie habla castellano. Te abrís de gambas, listo.

-No… también perrito… aunque son las menos.

-Gabi, te lo pongo en números. De los 365 días del año, con tu marido con suerte tenes sexo unas 40 veces en el año. ¿Te parece lógico? Mirate, ¿para que te cuidas tanto?

-Para agradar, para seducir…

-Y luego ¿Qué?

¿O vos le metes los cuernos a él? porque bien podría pensar eso él. ¿Para que se cuida, se arregla esta mina? ¿Para otro? ¿Willy no lo pensaste?

-Y… da para pensarlo por supuesto. Dije mirando a mi mujer.

-No amor, te aseguro que nunca, yo nunca he estado con otro hombre, ni en los dos años que estuvimos separados.

-¿Y con una mujer? Preguntó Ana.

-Ana, por favor, como me preguntas eso…

-Sos una aburrida total. Dejate de joder… Vos no sabes el marido que tenes, te lo aseguro. Un animal…

-¿Y vos como sabes eso?

Yo cerré los ojos esperando que Ana no diga nada pero…

-Porque era yo la amante de tu marido boluda. ¿Sabes por qué te lo digo? Porque me da mucha bronca que sea tan buen tipo, y que te soporte todas tus estupideces porque te ama. Pero en la cama es un infeliz total. Ni una pizca de placer le das. Te digo más, me vine a Florida porque me estaba enamorando de él, se lo dije y me dijo que solo te amaba a vos.

-Willy, por favor, decime que está mintiendo, que es una fabuladora.

-Willy, no te mientas a vos mismo. Dijo Ana.

-Es cierto Gabriela. Era ella, no Patricia.

-¿Cómo? ¿Me engañabas con mi tía?

-No… te engañaba con una mujer tremenda. Dije.

-¿Saben qué? No les creo nada. No pueden haber sido tan cerdos, vos Ana, hermana de mi madre, de acostarse con mi marido y vos, mi marido, de acostarse con mi tía.

-Que mina estúpida por favor. Le decís la verdad y no la cree. Prefiere no creerla. Dijo Ana.

-No entiendo porque haces esto tía, ¿Por qué mentís de esa forma?

-Gabi, dejate de joder con lo de tía. Y no miento… Te lo digo porque quiero que Willy sea feliz, ya que te ama, que sea feliz.

-Claro, porque vos a tu edad sos capaz de hacerlo feliz en la cama, no me hagas reír por favor.

-Que idiota e ignorante que sos por favor… Sí, te aseguro que puedo hacerlo feliz, darle placer y gozarlo. ¿Qué res verlo? Preguntó Ana y me quede helado.

Gabriela me miró sorprendida sin saber que responder. La miro a Ana y cerró los ojos.

-No puedo creer lo que escucho… En serio. Willy por favor, esta mujer está loca… Decile que vos no harías eso, que no te acostarías con ella, que deje de fabular.

Y fue cuando me puse a pensar en las palabras de Ana, no eran mentira… La relación, mis sentimientos hacia Gabi claramente no eran los mismos que antes que nos separáramos. Yo había esperado un cambio en ella, pero no se había dado, al contrario, cada vez teníamos menos sexo. Y eso me molestaba mucho. ¿Y si la escuchaba a Ana? ¿Y si daba un golpe de timón a mi vida, y jugaba al límite? Fue lo que decidí hacer.

-Te vuelvo a decir, no miente. Fue mi amante. Te cuento que extraño esas tardes de placer con Ana, su entrega, su búsqueda del placer mutuo. Y sí, claro que volvería a acostarme con ella. Desde que dejamos de vernos, que no disfruto en la cama.

-O en la cocina, o en el balcón… ¿Te acordás Willy?

-Como olvidarlo. Dije sonriendo.

-Dios, bueno, a ver, quiero ver si sos capaz de estar con ella frente a mí.

-Gabriela… estás yendo demasiado lejos. Mejor que te detengas. Dije.

-Ves, hablas, hablas, pero si digo que quiero verlos, arrugas. Dijo Gabi.

-¿Dónde vamos? Le pregunte a Ana.

-Mi departamento está a dos cuadras.

Llame a la camarera, pagué, la mire a Gabriela y le dije:

-Nosotros nos vamos. ¿Venís?

Ella se quedó sin poder reaccionar. Nos miró levantarnos y empezar a caminar. De pronto reaccionó y apuro el paso para alcanzarnos. En el camino por mi mente empezaron a surgir vivamente los recuerdos de nuestros encuentros y mi pija fue tomando fuerza y tamaño. Cuando llegamos al departamento ya me dolía del aprisionamiento dentro del bóxer.

Ni bien entramos, Ana cerró la puerta, se paró delante de mí, me dio un tremendo beso y llevo su mano a mi pija.

-Hijo de puta… parece que estas muy caliente… ¿Me extrañaste?

-Preguntale a mi pija.

Ana me tomó de la mano y fuimos a su dormitorio, Gabriela habría los ojos sin poder creer nada de lo que pasaba. Los dos nos desvestimos tirando la ropa al suelo y Ana me hizo acostar en el medio de la cama. Se puso a chupar mi pija con todas las ganas que tenía acumuladas. Yo la miraba y acariciaba su cabeza, aunque por momentos la guiaba en el ritmo de metérsela en su boca. Mire a Gabi y estaba parada, cerca de la puerta, miraba sin decir ni hacer nada.

-Amo esta pija, realmente la amo. Dijo Ana en un alto de la chupada.

-Y ella te ama a vos. Quiero chuparte Ana. Le contesté.

Hicimos un 69 y como siempre había sido, su concha estaba empapada por completo. Me puse a chuparla, meterle la lengua, mordisquear su clítoris. Era una delicia, y ella por momentos dejaba de chuparme para disfrutar.

-Dios, como te extrañe Willy.

-Date vuelta y siéntate en mi boca.

-Desgraciado…

Ella se levantó, se dio vuelta y se sentó en mi boca separando sus labios vaginales por completo. Yo disfrutaba escuchando sus gemidos y sintiendo como empezaban sus orgasmos.

-¿Se la chupas? Me preguntó Ana.

-No le gusta, dice que es asqueroso. Dije y seguí chupando.

-Idiota.

Estuve un rato, ella separaba los labios con una mano y con la otra se apretaba las tetas. Tuvo un nuevo orgasmo y se levantó. Se puso en cuatro patas, de forma que Gabriela viera lo que me dijo que haga.

-Willy, vamos a horrorizarla. Chupame el orto.

-Mmm… que placer por favor.

Me puse de forma de no tapa la visión de Gabi y con mi lengua comencé a jugar con el orto de Ana, mientras metía dos dedos en su concha.

-Maldito, dije el orto…. Esos dedos… Agg…

No le conteste y seguí. Mi lengua se hacía un festín, su orto se fue lubricando y abriendo cuando yo trataba de meterle la lengua. No pude resistir la tentación, y aunque nunca me había dejado, intenté meterle un dedo en el culo. Cuando lo sintió sobre su orto, gimió aún más fuerte de lo que lo venía haciendo y no dijo nada. Lentamente lo fui metiendo y ella arqueaba su espalda.

-Hijo de puta… eso no te pedí…

-Por el reencuentro… Le dije y ella sola se hizo hacia atrás con cuidado haciendo que le entre todo.

Lo fui moviendo lentamente y volví a chupar su concha. Ana gritaba de placer y se movía para que mi dedo la penetre y salga de su orto. Mire a Gabriela y seguía con la misma cara de sorpresa-horror que cuando empezamos, y seguía sin moverse.

-No pares desgraciado, no pares. Gritó y tuvo un orgasmo único.

-Basta, es mi turno.

-Como quieras.

-Acostate, quiero mostrarle como te cojo yo a vos y gozo como loca.

Me acosté y ella me montó. Se metió la pija en su concha y fue haciendo círculos sobre ella, frotándose contra mi pelvis, hasta que me clavo las uñas en el pecho y dio un grito y un nuevo orgasmo la hizo temblar. Se recuperó y empezó a subir y a bajar sobre mi pija como loca, se apretaba los pechos, me arañaba el pecho, se frotaba el clítoris y gozaba como loca.

Tuvo un orgasmo y se quedó quieta sobre mí.

-Ves Gabi, tu marido es un tremendo amante en la cama… Amo hacerlo gozar, y como me hace gozar.

Gabi asintió con la cabeza sin decir nada.

-Lléname la concha con tu leche mi amor… Dijo Ana y se puso en cuatro patas.

-Va a ser un placer, te lo aseguro.

-Cerdo.

Le metí la pija y la tome de la cintura con fuerza. Mi pija entraba y salía de su concha con velocidad y fuerza, ella gritaba de placer. Me miraba por sobre el hombro su cara era de placer total.

-Willy, me gustó desgraciado… méteme un dedo.

-Como gustes, no me puedo negar a eso.

Escupí su orto y nuevamente fui metiendo un dedo. Ella bufaba de placer, mientras yo la cogía y le metía un dedo en el orto. Nunca la había visto tan caliente. Estuve algunos minutos y le dije:

-¿Queres probar?

-Me tienta… ¿Vas a ser suave?

-No. Te la voy a enterrar hasta el fondo.

-Entonces sí. Cojeme el culo bien cogido. Que su primera vez sea bestial… Dijo Ana y Gabi abrió con todo los ojos.

Apoye mi pija en su orto y empujé. Entro toda, abriéndolo a su paso. Ana mordió la almohada y grito ahogando su grito con ella. Me volví loco por completo y tomándola de la cintura bombeaba como enajenado. Ella comenzó a gritar de placer mirándola a Gabi, que por la cara de Ana, sabía que no fingía. Estuve un par de minutos y acabe en su culo, llenándolo de mi leche. Ana me acompaño en el grito de placer por un orgasmo compartido. Se dejó caer en la cama y mi pija salió de su orto. Me miro, se levantó y tomándome la cara con ambas manos me dio un tremendo beso, para después, limpiar mi pija con su boca.

Se acostó a mi lado, con la cabeza en mi pecho. Los dos la mirábamos a Gabriela.

-Este es el hombre que te estás perdiendo. Un tremendo hombre, que te ama, o te amaba, y soportaba tener a una boluda que no disfrutaba el sexo con él. No tenes muchos caminos Gabi. Piensa bien lo que vas a hacer. Dijo Ana.

Gabriela nos miró por última vez y se fue del departamento sin decir nada. Nosotros no hablamos del tema otra vez, y un rato después, nos volvimos a dar placer.

Al atardecer volví al hotel y ella estaba sentada en la cama, llorando, con la vista baja.

-¿Podemos hablar? Me pregunto.

-Por supuesto…

Prolongamos la estadía una semana más…

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