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La mamá cachonda de mi amigo (Parte 3)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

–Que rica leche, mi mejor desayuno en años –me dijo levantándose, se dio media vuelta y se recostó en el planchón, dejando su culo y vagina en mi cara que aún estaba sentado– este es tu desayuno –me dijo llevando sus manos a sus nalgas y abriéndolas– ya está servido, buen provecho.

Solo abrí mis ojos más que nunca, como si se me fueran a salir de ver tan grandioso culo en frente de mí, la tapaba a ella de lo redondo y grande que era, su vulva era precioso, me hacía gotear saliva de mi boca, tan solo suspiraba, así que me fui directo a su vagina y comencé a lamerla, la besaba toda, sentía lo carnudita que era, la metía en mi boca como podía, ella daba pequeños brincos mientras la lamía, se oía como jadeaba y movía su pelvis queriendo más y más. Así que llevé mis manos a su vulva y la abrí un poco, su clítoris rosadito y tieso, muy salido, nunca había visto un clítoris así, se veía como palpitaba, no dejaba de verla, era hipnotizante su vagina.

-Que rica estas señora Ingrid –le dije yendo a su clítoris y lamiéndolo de arriba abajo, y ahora si ella comenzaba a gemir, quitó las manos de su culo y se agarró del planchón, lo apretaba fuerte y se tensionaba, mientras disfrutaba de su clítoris e hice algo que la enloqueció, saqué mi lengua y la puse en su clítoris y cerrando mis labios hice una especie de “U” envolviendo su clítoris en mi lengua, ella se quedó quieta, como esperando que iba a hacer, con mis manos tomé muy fuerte las suyas y la jalé hacia mí para que no se soltara, su cabeza quedó un poco levantada y su espalda arqueada, era una imagen espectacular y mi rostro en su entrepierna, así que comencé a jalar para todos los lados su clítoris y luego hacia mí, lo movía a mi antojo, lo tenía enredado en mi lengua.

Ella comenzó a sacudirse más, hacia fuerza para soltarse, sus gemidos eran más guturales, se notaba como disfrutaba, a estas alturas que nos oyeran no importaba, creo que no había sentido tal cosa, porque gritaba

-sí, sí, si Andrés, no te detengas ¡por favor! –me decía llorando, movía su cabeza hacia abajo como aguantando tanto placer, lloraba de placer, era un sonido demasiado excitante, así que no me detenía y en un momento ella se desvaneció, cayó encima del planchón, sus hermosas tetas hicieron que no se golpeara el rostro fuerte y yo lejos de detenerme aun, comencé a sentir como mi rostro se empapaba y sobre mis piernas caía su espectacular orgasmo, prácticamente me tomaba sus jugos y de lo elevado que estaba, era increíble sentir como su orgasmo caía en mi cara, en mi pecho y en mis piernas y me dejaba empapado, ella comenzó a moverse como convulsionando, pero de placer, sacudía su culo de arriba abajo, solté su clítoris y sin más, con mi verga tiesa y mojada, llena de sus jugos, lo metí de un jalón en su vulva y fue lo más delicioso que sentí hasta hoy, su vagina húmeda y caliente elevaron la temperatura de todo mi cuerpo, verla recostada en el planchón donde desayunan todos los días, y su cara medio girada mirándome, apretando sus labios, mordiéndoselos.

-no te dejaré ir –me dijo cerrando sus ojos y disfrutando de mi pene en su vagina y luego abrió sus ojos mirándome directo a los míos, y sin poder explicar más, solo les diré que sentí como mi cuerpo tembló, mis pelos de punta y esa sensación de falta de aire, fue deliciosa, ella sabía que me tenía a sus pies, pero yo también a ella.

Llevé mis manos a su boca, una cada lado y metiendo mis dedos y jalando de ella, comencé a bombearla, ella gemía y babeaba mis manos, hasta sentir que me enlizaba, cuando vi ella como estiraba los brazos hacia adelante, se estiraba lo más que podía y yo la jalaba no dejándola ir, era como si quisiera escapar o alcanzar algo, así que de una bombeada que le di, la empuje hacia adelante, hasta que alcanzó algo y me lo entregó, era un pepino, era no tan grueso como normalmente los había visto pero si largo.

-Métemelo por atrás –me dijo algo agitada, hablaba a punta de suspiros, me miraba como suplicándome con sus ojos– ¡por favor, hazlo!

Era una sensación de poder el oír ese “por favor”, así que lo llevé hacia su boca y lo metí en su boca.

-Mójalo perra –le dije ya muy excitado y a ella le fascinaba que la llamara así, se notaba cuando le decía perra y abría sus ojos y se movía más rápido.

Lo saqué de su boca y lo llevé directo a su culo y mientras seguía bombeándola por la vagina, comencé a meterle el pepino por atrás, ella golpeaba el planchón, le daba como cachetadas, se desvanecía y se volvía a levantar, se notaba su desespero, abría su boca pero no salía ningún ruido, la abría tanto que podían caber dos pepinos o dos penes en su boca, solo sé que daba mirando a cualquier lugar y me miraba para asentir con su cabeza y que no me detuviera, metía más y más el pepino, parecía caber casi todo, se sentía como contraía porque el pepino salía un poco por la fuerza que ella hacia y yo lo volvía a meter, ella ya estaba delirando completamente, no sentía dolor, y le gustaba como la penetraba por su vagina y culo, ella no aguantaba más, se acercó y alcanzó otro pepino, este si era más grueso y lo metió en su boca, era una maldita perra, una increíble perra, si la hubieran visto, si hubieran visto tal escena, se venían solo de mirarnos coger, ella metía muy profundo el pepino en su boca, lo lamia y yo seguía bombeándola por atrás y pensar que esto no podía mejorar, era una maldita locura.

Mientras me excitaba más y más, y le daba con más fuerza, los cajones del planchón donde estábamos comenzaron a caerse, uno tras de otro y antes de que cayera uno vi una vela y un encendedor, me quedé quieto un momento mientras encendía la vela, ella sacudía su culo para que no dejara de moverme, mientras seguía chupando el pepino como una puta. Encendí la vela y seguí penetrándola y bombeando su culo con el pepino y con mi otra mano puse la vela de medio lado y cera caliente comenzó a escurrir en su espalda, nunca había hecho tal cosa, pero si sé que el dolor cuando uno está así de elevado, es lo más excitante que hay.

Ella me volteó a mirar y sacando su pepino de la boca, se quedó quieta y ya sabía que cuando se quedaba así era por algo iba a suceder, apretaba el pepino con mucha fuerza mientras me miraba y la cera caía y caía, apagué la vela y el poco de cera que queda en la punta de la vela, la llevé a sus tetas y la puse en uno de sus pezones y de repente el pepino salió fuerte de su culo y cayó al piso y comencé a sentir como se mojaban mis piernas, esta deliciosa perra le encantaba tanto el dolor, que al poner la vela en su pezón comenzó a venirse y yo estaba a punto también, así que sin más, comencé a darle estocadas más fuerte y empujaba más la vela en su pezón…

Continuará…

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