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La mamá cachonda de mi amigo (Final)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Apagué la vela y el poco de cera que queda en la punta de la vela, la llevé a sus tetas y la puse en uno de sus pezones y de repente el pepino salió fuerte de su culo y cayó al piso y comencé a sentir como se mojaban mis piernas, esta deliciosa perra le encantaba tanto el dolor, que al poner la vela en su pezón comenzó a venirse y yo estaba a punto también, así que sin más, comencé a darle estocadas más fuerte y empujaba más la vela en su pezón.

-No te detengas por favor -me dijo gimiendo tan fuerte que parecía que quisiera que hasta los vecinos oyeran lo rico que la estaba pasando.

Me quitó la vela que aún estaba caliente y como pudo la puso en mi pecho, haciendo que así como ella y sin saber que tal dolor me gustaba, me viniera de la manera más impresionante, sentí hasta un dolor en mi pelvis de lo rico que sentía cada que salía semen de mi pene directo a su vagina, mi boca se abrió tanto como mis ojos, tuve que acercarme a ella y abrazarla con mis brazos, prácticamente me había desvanecido en su espalda, con mis manos disfrutaba de sus ricas tetas, las apretaba mientras aun me venía, cerraba los ojos disfrutando tal momento, mordía su espalda y nuca, haciéndola gritar, sabiendo que después de esto, ambos tendríamos tantas marcas de dolor que nos harían volver a coger juntos.

En mis últimas estocadas, sentí que me desmayaba, deslizándome sobre ella y cayendo directo al piso, no sentí tal golpe, solo me quedé mirando al techo y respirando tan fuerte que parecía que me ahogaba, solo pasaba saliva y aun después de venirme de maravillosa manera, seguía sintiendo en mi pene, la sensación de su vagina caliente y en mi pelvis, sentía aun aquel dolor que tuve al venirme.

Ella estaba sobre el planchón, se notaba como respiraba también fuerte porque su espalda se elevaba, y ahí me di cuenta lo rasgada que estaba su pequeña pijama. Ella comenzó a deslizarse cayendo de espalda encima de mí, la rodeé con mis brazos, era tan increíble mujer la señora Ingrid, que aun después de semejante venida, daban ganas de seguir sintiendo su cuerpo, con una de mis manos masajeaba sus tetas, rodeando su pezón, ella llevaba su brazo a mi cabeza y apretaba fuerte mi cabello, giró su cabeza y sintiendo su respiración en mi boca, sacó su lengua y comenzó a lamer con la punta de ella, el borde de mis labios, como marcándolos. Así que llevé mi otra mano a su vagina y vi lo mojada que aún estaba y lo caliente que era.

Con dos de mis dedos, la comencé a masturbar lentamente, movía mis dedos en su vagina en círculos, sintiéndola toda, sintiendo como su rica vagina carnudita, se movía a la par de mis dedos, puse toda mi palma en ella, sintiendo el bulto de su hinchada vulva, le di dos golpes como si aplaudiera con ella, haciendo que la señora Ingrid llevara su mano directo a mi pene y me comenzara a masturbar, lo tocaba de una manera que no puedo olvidar, mi verga estaba algo flácida, así que ella con sus uñas algo larga, recorrió desde la base hasta la punta y cada tanto, lo presionaba con sus uñas, haciéndome vibrar. Mi pene estaba sensible, pero aun así, me gustaba todo lo que venía de ella.

Mi verga comenzó a ponerse más tiesa y ya cuando ella notó que me tenía otra vez donde quería, se sentó dándome la espalda, se levantó un poco y puso mi verga sobre su vagina, y comenzó a bajar lento, era sensacional sentir como mi verga iba entrando en su rica vagina, ella puso sus manos en mis tobillos y comenzó a mover su cadera como aquellas bailarinas profesionales de twerking, sin duda estaba viviendo en este desayuno, lo que nunca había probado, ahora era ella quien me traía loco, no sabía dónde ubicar mis manos, movía mi cabeza para todos los lados buscando de dónde agarrarme para soportar tanto placer. Comenzó a mover sus nalgas en círculos, cayendo fuerte en mi pelvis, haciéndome sentir de nuevo, como especie de calambres en mi ingle.

La señora Íngrid se detuvo y dejando mi verga dentro, comenzó a irse de para atrás, queriendo recostar su espalda en mi pecho, y cada vez que bajaba más, su gemido se intensificaba más, por la posición, sentía como si tocara donde a ella más le gustaba, ella puso sus brazos en el suelo apoyándose un poco, dejando su cuello en mi boca, así que comencé a lamerlo, su espalda completamente arqueada y sus tetas que desde donde estaba se veían inmensas, me llenaron de más excitación y comencé a darle tan fuerte, que mi choque de pelvis con su culo, sonaba precioso, cuando escuchamos ruidos en la escalera, ella se levantó rápido, corriendo directo a la puerta de la cocina y cerrándola. Yo como podía intentaba levantarme, estaba tan ido, que sentía que me caería de nuevo, su hijo tocó la puerta.

-ma, ¿qué pasa, porque estas encerrada? -dijo él algo extrañado y queriendo entrar, mientras ella se acomodaba su vestido rasgado.

-hijo es que hice un desastre en la cocina y estoy limpiando, no entres -decía ella mirándome y aun en esta situación, su mirada era picara.

Él intentó abrir, así que ella se puso en la puerta.

-hijo, no entres -le dijo acomodándose un poco el cabello.

-¿sabes dónde está Andrés?

-ya se fue -le dijo ella sonriendo.

-es que dejó su mochila acá tirada.

-no se hijo, solo desayunó y dijo que se veían más tarde, ahora te la llevas o de seguro él vendrá por ella, por ahora ya te llevo el desayuno a tu cuart… -mientras le decía eso, hice algo que siempre quise probar, me acerqué a ella y me arrodillé, poniendo mi cara en su culo, sacando mi lengua y comencé a lamerla, a lo que ella cerró los ojos y llevando la mano a su boca, tapando su gemido, no pudo seguir hablando, cerrando la puerta.

Mi amigo algo extrañado, solo se fue al cuarto, se oían sus pasos en las escaleras, ella se acercó al planchón y soltando huevos en el sartén comenzó a hacer el desayuno de su hijo, me acerqué por atrás, puse mi verga en su ano, que por la situación se puso más duro, y ella sin rechistar, abrió un poco las piernas, se agachó un poco y dejó que mi verga entrara completa en su ano, ella apretaba duro la espátula de los huevos y trataba de darle vuelta en el sartén para que no se quemara, llevó su brazo y me rodeó la cabeza con ella para sostenerse y no irse hacia adelante mientras preparaba los huevos y sentía como apretaba más su culo, succionando mi verga, sintiendo tanta presión y tan rico que parecía que me iba a venir ya.

Ella, alcanzando un plato que estaba ahí mismo y unas tostadas, intentaba acomodar el desayuno de su hijo mientras mi verga entraba y salía en su ano, ella cerraba los ojos y sacaba su lengua, mojándose los labios, soportando tanto placer, me empujó un poco hacia atrás y llevando la mano debajo de su vagina, puso sus uñas en mis bolas y las rosaba, haciéndome venir enseguida, llenando su culo de leche y ella sentía el calor de mi semen, porque gemía, gemía sintiendo como disfrutábamos juntos.

Ella tomó los huevos mientras sacaba mi verga de su culo, yo me subí los pantalones.

-Recuerda que debes irte -me dijo acomodándose un poco y preparándose para subir y llevarle el desayuno a mi amigo.

-Adiós señora Ingrid -le dije tomando mi mochila para salir.

-No, no, no -me dijo acercándose a mí- recuerda que se te quedó, así ¡debes! Venir a recogerla -me dijo mordiéndome el labio- te espero esta noche, que no hemos terminado.

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