Hace un tiempo, en la escuela que trabajo, llegaron dos maestros nuevos, una pareja de jóvenes que eran novios, la maestra tenía 22 años, era una chica muy guapa, con un rostro bonito, tierno, labios gruesos y rosados, de piel blanca, cabello castaño, media alrededor de 1.68, era de buena estatura, unas piernas de ciclista y trasero redondo y firme, de abdomen plano y senos medianos, la maestra era un culazo como se suele decir, se veía muy enamorada y sui novio era de la misma edad y un tipo guapo.
Yo tenía en ese entonces unos 33 años, me conservaba muy bien y pues no era nada feo, estaba casado y con hijos, mi relación con mis compañeras y compañeros era igual con todos, convivíamos muy bien. Ya habían pasado unos 2 meses del inicio del ciclo escolar y un viernes hicimos reunión en mi casa, un asado y convivimos bastante, esa noche el novio de la maestra se fue después de estar un rato, tenía otro compromiso con amigos fuera de la escuela, la maestra se quedó con su carro y a lo último sólo estaba ella, el director y su esposa, otra compañera y yo, mi esposa ya se había dormido, era poco más de la 1 de la mañana, se empezaron a despedir todos y cada quien se fue a su carro, miré que salieron dos carros y el tercero aun no salía.
Yo me quedé recogiendo unas cosas del patio y el carro no se iba y salí a ver quién era, en eso iba entrando al patio al maestra nueva que por cierto se llamaba Carolina, me dijo que su carro estaba muerto, que la batería se había descargado y que su novio no le contestaba, y no tenía cables para pasarle corriente, pero me ofrecí a darle raite a su casa y que ya en la mañana viniera su novio por el carro, en eso que nos subimos a mi carro ella siguió marcándole a su novio y nunca contesto, se miraba molesta y triste.
Seguimos rumbo a su casa y empezamos a platicar, cuando llegamos a su casa me dijo muy, muy apenada, que había olvidado las llaves en su carro, yo sin ningún problema le dije que nos regresaríamos por ellas, no dejaba de decirme que le daba mucha pena, le dije que no se preocupara, mi casa estaba a unos 10 minutos de la suya y a esa hora no había mucho tráfico.
Llegamos a mi casa, se bajó del carro y voltee a verla, traía un pantalón de gabardina que le quedaba ajustado, se miraba muy bien, en eso que se bajó, volteó de pronto y se dio cuenta que yo la estaba viendo, yo me volteé rápido y me dio mucha pena, cuando regreso de nuevo de recoger las llaves, note una expresión diferente en su rostro, así como divertida o picara, yo inmediatamente le dije:
– Caro, discúlpame, no te estaba viendo por verte, la costumbre cuando se baja mi esposa siempre volteo
– Hay no te preocupes, la verdad no pensé que me estuvieras viendo con morbo, tú eres muy respetuoso y nunca he notado que me miras o a las maestras, hasta me extraña. Me dijo con una expresión de asombro
– Bueno, pues es que no tengo que andar viendo a las mujeres a cada rato, ya uno luego se da cuenta que algunas tienen muy buen cuerpo, no es necesario andar de mirón-. Le dije mientras sonreía
– No pasa nada, todos somos mirones-. Me dijo y volteó y me sonrió
– Si claro, los hombres somos más, pero me imagino que tú estás bien acostumbrada
– Y ¿por qué crees que estoy acostumbrada a que me miren?.- cuando dijo esto lo dijo en un tono de voz algo, no sé, ustedes saben, algo pícaro o como provocando cierta respuesta esperada
– Bueno, pues es obvio. – le dije mientras volteaba a verla y le sonreía
– Tu también debes estar acostumbrados a las miradas femeninas
– Ya me desacostumbré más bien, hace algunos años, cuando tenía tu edad si me pasada mucho. Le dije mientras me sonreía.
Conforme la plática fue tomando esa dirección yo le di cada vez más despacio al carro
– Si me han dicho las otras maestras, que estaba usted muy guapo, bueno, sigue estando
– Gracias, no hace falta que te lo diga, pero tú estás guapas también, guapísima
– ¿En serio le parezco guapa?
– Claro, tú lo sabes, no creo que no te des cuenta
– Bueno, sí, lo sé, pero más bien la pregunta era si a usted se le hago guapa
Yo voltee a verla y le dije en tono serio, pero con un poco de intención como si se entendiera que me gustaba mucho:
– Si, te me haces muy guapa, hermosa y muy simpática, una combinación muy peligrosa
Noté que se ruborizó un poco, volteó a verme y note que estaba a un paso de descubrir realmente si tendría oportunidad con ella. Estábamos a punto de llegar a su casa cuando sonó su celular, era su esposo, le dijo que estaba en casa de uno de sus amigos, que en una hora más se iba a su casa.
Cuando llegamos, le dije que me regalara agua, nos bajamos, entramos a su casa y me sirvió un vaso de agua, me dijo que la esperara un momento, se fue a su cuarto yo me quede tomando el agua, al cabo de 2 o 3 minutos regreso con una bata negra de encaje, muy transparente, yo la vi y no pude contener mi cara de asombro, no traía brasier ni calzones, se me quedó viendo fijamente y me dijo:
– ¿Quieres algo más aparte del agua?
– A ti. Le dije automáticamente
Se acerco, la tome de la cintura y empezamos a besarnos, me besaba con mucha pasión, la empecé a manosear, le tocaba sus pechos, su cintura, sus caderas, sus nalgas, le puse una mano en su entrepierna y estaba mojadísima, la subí a la mesa y la recosté y rápido me fui a saborear esa cosita deliciosa y jugosa que tenía entre las piernas, la empecé a lengüetear mientras le acaricia sus senos y con la otra mano le daba mis dedos, los cuales chupaba ansiosa, con la mamada que le estaba dando se empezó a excitar y me pidió de una manera muy sensual que la penetrara, sus palabras no concordaban con su carita hermosa y de inocente:
– Ya, métemela, métemela, quiero sentirte, quiero tenerte dentro de mi por favor, cógeme
Yo todavía me hice del rogar y seguí comiéndome ese manjar, hasta que no aguanté más y me bajé mis pantalones y la penetré violentamente, ella esta tirada en la mesa y su vagina quedaba justo en la orilla, nada se interponía entre ella y mi verga, cuando la penetré soltó un grito ahogado de placer, empecé a bombearla, creo que no pasaron 5 o 6 metidas cuando empezó a temblar y a decirme que se corría.
– Me vengo, me vengo, ay me estoy viniendo. – decía calladamente entre palabras y gemidos
Seguí penetrándola ,extasiado por escucharle gemir y tener un orgasmo, otras pocas metidas de verga y se vino de nuevo, estaba disfrutando con los brazos extendidos en lo ancho de la mesa, viniéndose mientras yo le pellizcaba sus pezones, cuando dejó de venirse, me dijo que se quería poner de perrito, subió una rodilla a una silla y se recostó sobre la mesa, su hermoso trasero se veía redondeo y firme, la empecé a penetrar así de perrito y no aguante mucho, saqué mi verga antes de venirme y le bañe las nalgas en un rico orgasmo.
Cuando el semen empezó a correrle entre sus nalgas y llegó a su culito, con mi dedo gordo empecé a acariciarlo, eso la excito mucho y mientras seguí acariciándolo, le empecé a mamar su panochita así de perrito hasta que se vino de nuevo, a mí se me puso tieso de nuevo y le dije que se montara, me senté en la silla y se montó, sus pechos me quedaba casi en la cara y empezó a matarse solita, nos besábamos y así estuvo montándome hasta que terminamos los dos, esta vez me vine dentro de ella, cuando le avise que me iba a venir no hizo nada por salirse, al contrario me empezó a besar y me agarró las manos como para evitar que me saliera, explotamos en una deliciosa venida.
Después de tremendos palos, nos despedimos y me fui a mi casa, al otro día, ya más tarde poco antes de mediodía llegaron ella y su esposo a mi casa, con cables para pasarle corriente, ya una vez que encendieron el carro le dije a mi compañero que si quería una cerveza, aceptó encantado, le dije que pasaran, mi esposa había salido a hacer compras y antes de entrar a mi casa, me dijo el novio de caro que iría a comprar un clamato, la tienda estaba cerca de la casa, se regresó al carro y le di el pase a Carolina, antes de entrar le dije que estaba sólo, se puso roja y se sonrió, en cuanto cruzamos la puerta, allí mismo la agarré de la cintura y la empecé a besar y a restregarle mi verga en su panochita por arriba del pantalón, había un sillón pegado a la ventana que daba al patio, elle se desabrochó su pantalón y se pudo de rodillas en el sillón, de perrito, yo me bajó el pantalón y le puse mi verga en su vagina que estaba calientita y mojadita, se la metí de una.
– Ay carito, como me encantas. Le dije cuando empezaba a bombearla
– ¿Te gusto? Me preguntó entre gemidos
– Si, me encantas, no sabes cuantas veces me imagine hacerte el amor
Al escuchar esto empezó a gemir desesperadamente y se empezó a venir, casi al mismo tiempo la bañé con un chorro de leche dentro de su vagina, cuando acabamos, nos subimos nuestros pantalones, me pidió entrar al baño y cuando estaba dentro del baño me salí al patio y en eso iba llegando su novio. ¡Nos tomamos unas cervezas los tres muy a gusto…!