En el anterior relato conté detalles de mi esfuerzo de tratar que mi ahijado se acostará conmigo en complicidad con mi marido. Sin dudas fue una experiencia de las más excitantes de mi vida hasta ahora. Me sentía alborotada y de noche sobraba para Edgardo. Mientras escribo esto y acordarme me deja toda empapada. Por lo general las mujeres somos presa de los hombres y en este caso para mi inédito fui la cazadora y estaba al acecho todo el día es algo rico e indescriptible. Mi marido antes de cepillarme me preguntaba detalles morbosos del día y claro si ya el se había clavado a la madrina. Hablarle de eso lo dejaba pegando fuego y su pene era una piedra. A lo que muchas veces cuando hacíamos el amor y estando encima, paraba de moverme y que él no eyaculara tan pronto y tener que masturbarme.
Como las normas morales son injustas, pensaba, habiendo una mujer que tenía muchas ganas todavía y un hombrecito cargado de semen en el cuarto al lado a unos pasos, eso no era posible. Al menos por ahora. Jajaja.
Sus preguntas morbosas eran varias e insistentes:
-Cuando llego del instituto se ducho?
No te pidió que le llevaras la toalla?
-No, no él tiene toalla, trajo de su casa… le contestaba riéndome y pícaramente.
-Bueno mañana, cuando se esté bañando entras casi corriendo y distraídamente a orinar o preguntar si precisa algo. Decile que no aguantas más…
-Estás loco, no me animo.
Confieso que soy un poco torpe en conocer la cabeza de los hombres y saber que cosas los deja perturbadamente excitados.
Suyas fueron algunas sugerencias de como llamar la atención y calentar un machito joven y lleno de ganas y energía
Me acompaño a una tienda donde compramos dos short femeninos color blanco y ropa interior negra. Un bikini en crochet rosa.
Mi aporte a ese juego morboso fue darme cuenta de la falta de mi ropa interior lógicamente muy mojadas.
-En serio? Te las saco? -preguntaba mi marido incrédulo.
-Yo creo que si, el viernes cuando llegue del gimnasio, me cambie y salí, al volver no encontré la bombacha. Pensé que alguna de las niñas hubiera puesto con la ropa a lavar. Después estaba atrás de la puerta. Ayer otra vez pasó lo mismo. Además tengo que cambiarme durante el día porque es impresionante como la de abajo se anda lubricando últimamente sabes.
Sentía la necesidad que orinar varias veces al día, debe ser por la calentura que llevaba encima.
Otra idea era a la noche invitarlo mirar alguna película picante que ya la hubiéramos visto. Y yo sentarme casi al lado de Jorge abriendo las piernas disimuladamente. El estado de mi vulva y sus jugos, sin dudas el aroma invadían el ambiente todo. Según mi cómplice en esto, el que estaba casi a tres metros y lo percibía.
Los días más calurosos no usaba ropa interior por debajo del short, y trataba de estirar los vellos púbicos que aparecieran entre las partes oscuras de la entrepierna. Nunca me los saco, eso mi marido le encanta.
Así limpiamos un día junto al guacho el jardín y cortamos el pasto. Cuando él se agachaba recoger la hierba y alcanzarme casi le ponía mi entrepierna en la cara. Ese día note su rostro colorado e incluso que podía estar teniendo una erección. Al terminar se encerró en el baño creo que corrió a masturbarse. Que ganas de entrar de sorpresa como decía Edgardo, pero no orinar y si no tragarme toda esa leche abundante y calentita. Pero bueno si para él no era fácil, tampoco para mi lo fue.
En sus rutinas observamos que temprano antes de levantarse habitualmente se dirigía a orinar. Se sentía desde mi cuarto el chorro fuerte en el water.
-Ese gurisito por la fuerza del chorro debe tener una tranca como de 30 centímetros y debe ser gruesa… decía mi esposo maliciosamente sabiendo el efecto que eso tenía en mi.
Una mañana después de él cerrar la puerta del baño, me fui a la cocina solamente con ropa interior abajo y los senos de afuera.
Al salir hice que nos cruzáramos antes de llegar a su cuarto.
-Aaay disculpa Jorge, me olvido que tu estas en casa y salgo así… le dije y sus ojitos brillaban mirándome de arriba, abajo.
Solo esbozo un gesto, y quedando sin gracia dijo.
-Paah… no pasa nada madrina, disculpa.
En cuanto entro al cuarto y le cuento a Edgardo, recibí su descarga de semen por detrás y sin ninguna crema, en seco. Más tarde me ardía. Diciéndome
-Vamos acostumbrarlo a él también recibir semen por si aparece otro intruso y este desentrenado.
Aunque los dos preferimos hacerlo más por la vagina, a veces variar no está mal.
Esto que cuento solamente un chico tímido y rural se aguanta si fuera otro creo me hubiera metido mano y pija antes. Y solo logre consumar lo deseado, estando sola y el guacho tomando varias cervezas. Igualmente tome la iniciativa de al principio tocarlo y manosearlo y solo a lo último bajar mis manos a sus zonas privadas. Ahí si constate la dureza que venía imaginando a casi un mes.
Mi calentura, sus ganas y los tres días combinados con mi marido que tuvimos solos hicieron el resto. La primera vez como ya conté, acabo abundantemente en la vagina y chorreaba en mi espalda. Ese día tenía ganas de llevarlo a mi cama, pero después de lo agotado que estaba se dirigió al suyo y no quise insistir. Ese sábado me levante tarde, no me duche. Se levantó enseguida y conversamos normalmente como si nada hubiera pasado.
No quería esperar la noche y aprovechando que mis niñas jugaban afuera le ofrecí nuevamente cerveza para espantar el calor era la excusa. Inconscientemente era romper el hielo y quizás desde las cervezas retomar lo de la noche anterior.
Tomamos solamente dos. Incluso la compartimos, antes era cada uno con la suya. A continuación yo al menos solamente tome abundante semen más suave y también menos espeso que el de mi marido. Era rico, rico parecía con sabor a fruta.
Antes tuve el cuidado de cerrar la puerta y que las niñas no entraran de improviso, Lorena ya tenía once años y boba no es. Después de empezar sabía que la cabeza se me volaba.
El teléfono sonaba intermitente, no quería atender, ustedes se imaginan quien podría ser. Esas cosas solamente se las conté personalmente y detalle por detalle a mi marido cuando regreso. No eran para hablarles telefónicamente.
Ya pasaron tres años de esa locura, el anterior relato lo escribí hace mucho y estos detalles lo hago ahora ante la insistencia de algunos lectores.
En cuanto mi marido volvió, mi ahijado fue a visitar a sus padres. Extrañe por unos días no tener dos machos diariamente, me estaba malacostumbrando. Pero volvió… y otras cositas hizo con su madrina.