–¿Quién es? –Pregunte algo nerviosa.
–soy yo Migue.
Traté de relajarme un poco, aún el vibrador estaba encendido y por los nervios no pude apagarlo.
–Pasa Migue. –traté de disimular mi voz con poco éxito.
–Licenciada, necesito que me ayude a firmar estos reportes para el cierre de mes.
Trataba de disimular, sentía el vibrador en lo interior, estaba en la velocidad más baja, pero aun así lograba distraerme y hacerme temblar, hablaba con muchos nervios, se me notaba algo en la cara, trate de no morderme los labios, pero sobre todo trate de no gemir.
Mientras firmaba los documentos sentía que mi vagina se humedecía más y más, Miguel no dejaba de mirarme, sentía que su mirada se perdía en mi escote podía sentir su mirada que me recorría desde los tacones hasta el moño de mi peinado.
–¿Se siente bien Lic.?
–Si Migue solo estoy algo estresada y tengo mucho trabajo que hacer, por favor cierra la puerta al salir.
Migue cerró la puerta y se retiró, en cuanto se fue, salí a la par y corrí al sanitario.
Mi respiración estaba agitada, sentía muchas ansias y demasiada excitación, no era algo normal en mí, aproveché la soledad del baño para poder darme placer.
Procedí a subir mi falda, y a bajar mis bragas que estaban muy mojadas, al tocar mi vagina sentí como estaba demasiado lubricada, el fluido quedaba entre mis dedos y se aferraba a ellos como una especie de telaraña.
Encendí el vibrador y comencé a acariciar a la par mi clítoris, no podía evitar sentir tanto placer, mis piernas se contraían, mis mejillas se enrojecían e inevitablemente sudaba mi pecho, las vibraciones acompañadas de la sensación del plug anal, me llevaban lentamente por las corrientes más dulces de un orgasmo exquisito, solté algunos gemidos, no lo noté en ese momento y es que no podía evitarlo, yo estaba perdida en un éxtasis de placer y deseo, cada vez sentía más placer y gemía más fuerte hasta que en una catarsis de placer sentí como mi pelvis se apretaba, mis labios se hinchaban, una sensación de orina me invadió y un líquido se expulsaba por mi vagina, terminé agotada.
Me retiré mi plug anal y vibrador, subí mis bragas, me acomodé lo más que pude la ropa, procedí a lavar mis juguetes en el lavabo para después guardarlos.
Para mí fortuna los baños estaban en un sitio muy privado al finalizar un pasillo por lo que no me escucharía nadie o eso creí.
Abrí la puerta del baño y para mí sorpresa allí estaba Miguel, tenía una cara de desesperación, como si estuviera esperando algo o a alguien por mucho tiempo, estaba sudando y estaba muy rojo.
Yo moría de vergüenza al imaginar que había escuchado todo, confirmé mis sospechas cuando me percaté que una mano suya acariciaba su entrepierna por encima del pantalón, traté de disimular.