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La hora del baño
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Mamá atiene 85 años, vive sola desde que falleció papá y de eso hacer 6 años. Yo, recientemente divorciado, me tuve que ir a vivir con ella, por dos razones, hace tres meses mamá tuvo un ACV y no quedó muy bien. Por momentos parece lúcida, pero otras, parece un vegetal. Tuve que contratar personal que la ayuden. Eran tres mujeres, es decir, una cada 8 hs., pero, debido a mi difícil situación económica actual, debí prescindir de dicho personal. Además, al tener que vivir con ella, no se justificaba semejante gasto. Por lo tanto, me hice cargo de todo, su atención, medicamentos, llevarla al médico, trámites en el PAMI, limpieza de la casa y comidas. Bueno… y lo más difícil como hijo, es bañarla a diario, cambiarla, etc.

Al principio, confieso que me daba vergüenza sacarle la ropa y meterla en la bañadera para lavarla. Ella tiene días en que ni se da cuenta y otros que se sonríe y baja la cabeza cuando la baño. Esto me llevó a tener que mentalizarme que era mi madre, porque hubo veces en que, al lavarle las tetas o su entrepierna, ella me agarra la mano y la presiona, como sintiendo cierto placer. Como dije antes, esto me incomodaba, pero ella se notaba que lo disfrutaba, pobre mamá.

Una de esas veces, la estaba bañando y mamá cerró los ojos y se reclinó más en la bañadera, sabiendo que llegaría a su entrepierna para pasarle la esponja enjabonada. Lo noté y me turbé cuando con ambas manos me presionó la mano con la esponja y se frotaba descaradamente. Seguidamente, abrió los ojos suspirando y con voz entrecortada, dijo:

— ¡No pares hijo, que se siente muy lindo!

La miré y ella lo repitió apretando más sus manos sobre la mía. Sentí pena por la vieja y largando la esponja, sin pensarlo demasiado, la empecé a sobar con mi mano en la concha y ella suspiraba y gemía.

— ¡Síiii! ¡Seguí así querido! Me decía gozando con mis caricias.

Debo decir que, para esto, ya tenía la pija al mango y me calentaba verla así y le hice una paja abiertamente, viendo cómo movía su pelvis y cada vez gemía más fuerte. Seguidamente me abrazó fuerte y besando mi cara y cuello daba grititos de placer hasta que llegó a un profundo orgasmo. Me quedé asombrado que a su edad pudiera tenerlo.

Ella me soltó y quedó inmóvil por un rato. Terminé de bañarla y cuando le ayudé a salir para secarla, me abrazó fuerte diciendo:

— Gracias, hijo. Me encantó lo que me hiciste.

Sentí mucha pena por ella, pero la pija goteaba jugo pre eyaculatorio bajo mi pantalón. Me sentí un degenerado, pero quería terminar de secarla y ponerle el camisón para llevarla a la cama, para luego, hacerme la mejor de las pajas a mis 49 años.

Ese fue el comienzo, pues, mamá tuvo un leve mejoramiento, por momentos, y ambos esperábamos el momento de su baño para aliviarnos sexualmente. Aunque fuera de esta manera, pero, a los dos nos servía.

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