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La hija de mi amiga
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Hola, soy un hombre de 42 años de edad, la verdad nunca pensé estar en una situación como esta, dicen que a esta edad los hombres experimentan el síndrome de la mediana edad, no sé si a mí me llegó, pero empecé a desear a la hija de mi amiga quien tenía 19 años de edad.

Confieso que por una red social trate de decirle a la hija de mi amiga que era muy bonita y en una ocasión con unas copas de más, traté de seducirla, pero la joven universitaria jugueteó conmigo sin ser grosera, pero me puso en mi lugar.

Esto produjo en mi persona una gran vergüenza, porque al final yo soy una persona adulta y con cierta reputación ante muchas personas, pocos días después la encontré en el gimnasio, realmente verla con ropa deportiva me provocó una tremenda erección, ver su culito redondo parado, su piernas muy bien tonificada, su cintura de avispa, mostrando el ombligo hizo que tuviera una erección.

Nuevamente la volví a ver en una actividad de su universidad, esta vez con un vestido color blanco, con zapatos tipo chapulines, ver ese cuerpo tan bien formado y sus nalgas moverse al compás de su caminar, me hizo decidirme me la tenía que coger.

Y como cuando toca toca, un día me llamó para llevarla a la universidad, se subió a mi carro, llevaba un vestido negro muy pegado, nos estacionamos, y le pedí un beso, ella se acercó y la besé, rápidamente los besos subieron de tono, pude escuchar como su respiración se tornaba más rápida, yo rápidamente baje la mano y le metí mis dedos en su vagina, su jadeo era tan excitante, en ese momento me pregunto, en que piensa, yo conteste es que te quiero hacer el amor, ella sin pensarlo empezó a desvestirse y me dijo pero no vaya a venirse adentro.

Mi pantalón estaba que explotaba, tenía una gran erección, la tenía tan dura como una piedra, cuando me pase a su a siento, ella se abrió, tenía la vagina muy bien rasurada, y me decidí a penetrarla, apenas podía creer lo que estaba pasando, aquella niña de cuerpo escultural estaba a punto de ser mía, cuando puse mi pene en su vagina, el jadeo se volvió aún más intenso, pero cuando la penetre, empezó a gemir de la forma más excitante, su vagina estaba húmeda, apretada y muy caliente, con cada penetración sus gemidos eran más excitantes, le bese los pechos, le agarre las nalgas con todas mis fuerzas, ella solo decía si si me gusta así me gusta, sin poder resistir más me vine, ella se cambió como si nada hubiese pasado.

Aun nos seguimos viendo, pero nuestros encuentros se han vuelto más apasionados.

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