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La hermosa amiga de mi sobrina (parte 2)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Una amiga de la Facu

Carito empezó Filosofía y, además de coger, le encantaba hablar conmigo de lógica y filosofía, de historia y marxismo. Un día la fui a buscar a la Facu para llevarla a una fiesta (a pedido de mi sobrina, que pensaba que solo era un tío piola y amable que iba a buscar a su amiga) y tuve el placer de encontrarme con su grupo de amigas. Ahí me enteré que me había hecho propaganda como un tipo piola que sabía mucho y terminé prendido a una charla sobre patriarcado. Las amigas quedaron fascinadas por todo los que les decía del tema.

Dos semanas después me preguntó si no me molestaba que invite a tres de sus amigas que querían hablar conmigo del tema. Así fue como terminé dando una charla para las cuatro sobre patriarcado, el origen de los pecados, la sumisión femenina y la monogamia. Eso derivó en otra charla sobre los modos de la sexualidad a través de los tiempos y una tercera sobre las dinastías del norte de la India dedicadas al placer sexual, sobre el Kama Sutra, el Ananga ranga y el sexo tántrico.

A ella y sus tres amigas le encantaron las charlas, sobre todo a Pamela, una morocha de apariencia introvertida y tímida con grandes anteojos. Detrás de esa fachada, me pareció ver a una tigresa reprimida que absorbía con pasión el relato de una forma diferente de ver y encarar la sexualidad. Carito también reaccionó a las charlas y quiso probar conmigo todo sobre sexo tántrico. Aprendió a ralentizar el acto sexual, a dejar que el placer la invada, a saborear todo el sexo, desde masajear los pies al sexo anal y a que nuestras relaciones duren más y sean más placenteras.

-“Erni, me enseñaste a disfrutar mucho más del sexo y entenderlo distinto. ¿Por qué los tipos no cogen como vos?”, me dijo Caro después de una tarde de sexo.

-“Porque están influidos por los mandatos del patriarcado. Pija grande y dura, penetrar a la mujer para someterla y punto. Como dije en las charlas con las chicas, el sexo que aprenden y muestran las porno y las películas más serias, está centrado en la penetración y se pierden todo el resto, incluida la armonía y el equilibrio con la sexualidad femenina, que es distinta a la de los varones. Incluso al incorporar fantasías hay que hacerlo compartiendo juntos todo, gozándolo a la par. Una cosa es “jugar” a la sumisión o a que sos mi putita. Otra es que te someta o que de verdad crea que sos mi puta”.

-“Si, desgraciadamente. Yo les cuento a las chicas de nosotros y en algunas cosas creen que les miento. No creen que este tipo de sexo exista”.

-“¿Le hablas de nosotros?”.

-“Solo a Pamela y a Gloria. Gloria intenta aplicar lo que le digo con el marido, que parece que es un tipo piola. Pamela pobre no tiene con quien. Le cuesta abrirse a las relaciones, pero se fascina preguntándome detalles. Y, después de tus charlas, creo que te subió al pedestal de sus deseos. Ja, ja, ja. Me da la impresión de que te tiene ganas”.

-“No te burles, quizá alguna mala experiencia o los mandatos de su educación no le permiten abrirse”.

Y el tema no volvió a mencionarse hasta que llegó el cumple de Caro y quedamos en hacer una fiesta en mi departamento con Gloria, el marido y Pamela (los únicos enterados de lo nuestro). Cociné una bondiola a la cerveza negra, papas Hasselback y un flan casero de postre. Las amigas trajeron la torta y las bebidas, pasamos una linda tarde de sábado que se prolongó hasta después de la medianoche con el marido de Gloria preparando tragos (era un capo en eso). Ya casi de madrugada, Gloria y el marido se fueron en un taxi (no estaban para manejar) y Pamela se durmió en el sofá, bastante borrachita, la arropamos y nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente golpearon la puerta del dormitorio y apareció Pamela con una bandeja trayendo un desayuno completo para los tres que dimos cuenta ahí mismo en la cama. Pamela estaba con la pollera cortita con la que había venido y una remera sin nada debajo lo que permitía que sus pezones se marquen y se muestren paraditos. Era imposible no ver como me comía con los ojos. Yo esperaba que Caro no se enoje. Cuando se fue a llevar la bandeja con los restos del desayuno, Caro me miró y dijo:

-“Erni, o la invitamos a coger con nosotros o no tiene que venir más, le va a hacer mal desearte tanto”.

-“¿Y vos que preferís de las dos opciones?”, le pregunté extrañado de la naturalidad con que lo dijo. “¡¡No, no!!”, la interrumpí antes que conteste. “Andate con ella a la cocina y decidílo vos. O le decís que se vaya o venís con ella”.

-“¿En serio?”.

-“Carito, sabes que me gusta el sexo y no entiendo la monogamia ni que alguien me pertenezca. Vos me gustas mucho y te quiero siempre en mi cama. Pamela es una linda piba. La pregunta es: vos ¿qué queréis? Porque esta situación la armaste vos, no yo. Bueno, ahora decidí como sigue. Pero, si la incorporas, explicale bien como funciona lo nuestro”.

Me miró sería un rato, se levantó y salió del cuarto. Tardó media hora en volver llevando a Pamela de la mano. La morochita iba retraída, ruborizada y con la cabeza gacha, pero no se resistía. Las dos llegaron al pie de la cama y Caro se sacó la remera, la bombacha y se acostó en la cama. Sacó las sábanas para dejarnos destapados y a la vista de Pamela y fue derecho a lamer mi pija. Yo levanté un brazo y le ofrecí la mano a Pamela. Tardó un rato en aceptar y se sentó a mi lado mirando a Caro como me mamaba. Suavemente le saqué los lentes y la remera.

-“Sos muy bonita Pame”, le dije mientras la acariciaba “¿Puedo besarte los pechos?”, le pregunté.

Ella asintió y me dediqué a lamerle las tetas, besarle los pezones y acariciarla. De a poco iba aflojándose, la recliné para abrazarla y la besé. Me dio un fuerte abrazo y siguió besándome mientras la acariciaba toda.

-“¿No querés reemplazarla a Caro?, le pregunté. Ella dudó, pero Caro se levantó y tomándole la cabeza la llevó a que me chupe mientras se sentaba a mi lado. Nos quedamos los dos viéndola lamerme con los ojos cerrados como extasiada.

-“Pamela, miranos, queremos que estés acá, con nosotros. Nos gusta verte disfrutar, Lameme, pero con los ojos abiertos y mientras te miramos. Estamos los tres juntos en esto”.

Le costó un poco, pero al rato estaba disfrutando de lamerme y besarme la pija, mirándonos a cada rato. Mientras Caro se paró y me puso su conchita contra mi cara para que la bese y la acaricie con mi lengua y mis dedos. Jugué así un rato con mi nena, pero después le dije que me permita dedicarme a Pame. Repetí con ella los mismos mimos y la misma rutina que había tenido la primera vez con Caro, mientras ésta le decía que se deje mimar y que se dedique a disfrutar.

-“Relajate Pame y saborea que rico que es cuando te miman bien”.

Si bien al principio se mantuvo la tensión y la reticencia a soltarse, con el paso de las caricias y mucho más después del primer orgasmo, Pame se fue incorporando con todo y ya en su segundo orgasmo se aferró a la mano que le dio Caro y gimió, jadeó y soltó gritos ahogados, tensando todo su cuerpo. Cuando se aflojó, Caro se acostó a su lado y la abrazó.

-“¿Te gustó?”, le preguntó a la amiga.

-“Muchísimo. No puedo creer todo lo que me hizo gozar sin penetrarme. Es muy lindo”.

-“Eso lo resolvemos ahora”, le dije yo subiéndome sobre Pame, abriendo sus piernas y llevando mi pene hasta penetrar en su vagina mientras ella me agarraba de los brazos y miraba a Caro y a mí, con su cara mostrando la calentura que tenía. Cuando empecé a cogerla más fuerte, le iba dando besos a ella y a Caro, que seguía acostada a su lado. La morocha empezó a gemir, cerró los ojos, me apretó fuertemente los brazos con sus manos, empezó a levantar el pubis para que la penetre más profundamente y acabó con un ¡¡¡Diooos!!! ronco y ahogado. Caro y yo la acariciamos y le insistimos que disfrute el orgasmo. Ella solo sonreía.

-“Bueno, ahora voy a atender a mi nena, sino se va a poner celosa”, salí de arriba de Pame y la llevé a Caro al sillón para ponerla en cuatro apoyada en el respaldo y cogerla así. Caro le dijo a Pame:

-“Vení, no te pierdas de vernos. A mí me encantó ver como Erni te cogía ¿no querés disfrutar de vernos?”.

La morochita se levantó y vino al lado nuestro, le di un beso, le chupé un pezón y le dije que se sentara en el sillón al lado de Caro y así lo hizo y las dos amigas se miraron, mientras una disfrutaba la cogida, la otra disfrutaba el espectáculo. Después la hice parar a mi lado, tomé una mano de Pame y la llevé para que acaricie la espalda de Caro mientras yo le acariciaba a ella la cola y la conchita y cada tanto le daba un beso. Cuando Caro se calentó y pidió más intensidad, la abracé a Pame y la tuve pegada a mi mientras bombeaba a su amiga. Ésta se arqueaba y gemía hasta que tuvo un largo orgasmo, Pame la acariciaba con las dos manos y yo le masajeaba las nalgas.

Después me senté en el sillón, la puse a Pame sentada sobre mí mirándome y así la penetré y a Caro a nuestro lado, acariciándonos a los dos. Me dio un beso y le dije que la bese a Pame. Se miraron con dudas. Tomé una mano de Pame y la llevé para que tome una teta de mi nena y me dejó hacer. Después besé a una y a otra y tomé sus cabezas para unirlas. Se dieron un piquito suave, pero la mano de Caro fue solita a acariciar las tetas de la morocha y poco después los besos y caricias eran entre los tres sin distinción. Las abracé contra mí.

-“Me gustan mucho mis dos nenas y me gusta que compartan el sexo. Carito, ponete atrás de Pame y acariciala mientras la estoy cogiendo”.

Mi nena me hizo caso y desde atrás la abrazó a la amiga, le acarició los pechos y le dio besos en la nuca mientras yo la tomaba de la cola y la hacía subir y bajar sobre mi pija, hasta que cerró los ojos, se arqueó hacia atrás, se abrazó a los brazos de Caro y acabó así.

Continuará.

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