Me la presentaron a Carolina en la fiesta de graduación de mi sobrina. Era una de las amigas del curso. Verla y desearla fueron una cosa. ¡¡Que pendeja más sensual!! Era muy linda y bien formada, pero lo que más me impactó fue su sex-appeal ¡¡Wow!! Un pelo castaño ondulado, una carita de sabandija hermosa, un cuerpito precioso, tetitas normales, colita parada y redondita y unas piernas torneadas por el deporte. Pero, sobre todo, una carga de sensualidad que la inundaba entera. Toda la fiesta la usé para deleitarme mirándola, intentando que no se notara mucho.
En un momento salí a tomar aire y, atrás de unos árboles vi a un grupo de pibas que, seguramente, se habían juntado a charlar, o fumar. No les dí bola, hasta que la vi a Caro entre ellas. Disimuladamente me acerqué al grupo, como si solo estuviese paseando y me quedé cerca de los árboles, a distancia del grupo pero pudiendo escuchar lo que decían que no eran más que cargadas entre ellas. Hasta que una preguntó
-“Caro ¿te vas con tus viejos a Baradero este finde?
-“Si. A aburrirme como loca. Pero no puedo no ir. Es el cumple de mi abuela”.
Discretamente caminé alejándome y pensando que ya tenía planes para el fin de semana. Carito bien merecía el esfuerzo. De modo que ese sábado a la noche estaba paseando por Baradero. El centro y los lugares de concentración de pibes es muy pequeño y esperaba encontrármela a Caro. Y así fue. Venía caminando con cara de embole y yo, haciendo como que estaba atento al celular, fui directo a encontrarme con ella. Antes de toparnos, me paró con las manos y me dijo.
-“¡¡Hey!! Mirá donde caminás”.
-“¡¡Uyyy!! Perdón, venía distraído con el wassap. Pero … ¿vos no sos la amiga de mi sobrina?”.
-“La misma. Te vi en la fiesta el otro día ¿no?”.
-“Tal cual. Qué casualidad ¿qué haces por acá’”.
Ella me contó lo del cumple de su abuela y yo le inventé que había quedado en verme con alguien y me dejó plantado y por eso estaba mandándole mensajes por wassap.
-“Los dos colgados en medio de la vibrante noche de Baradero” le dije riendo. ¿Sabés de algo que se pueda hacer por acá?”.
-“¿Acá? Aburrirte. No pasa nada en Baradero. Dar la vuelta al perro o tomar un helado. Otra cosa no hay”.
-“¿Boliches?”
-“De cuarta. Ni se te ocurra”.
-“¿Casino?”.
-“En Zárate, acá no hay”.
-“Entonces está claro que tenemos que ir a Zárate al Casino ¿querés?”.
-“¿Estás loco? Es una hora de viaje y además solo salí a pasear”.
-”¿Y me vas a decir que tus viejos se van a preocupar porque llegues en tres o cuatro horas?”.
-“No creo, pero no sé, ni sé cómo te llamás”.
-“Me llamo Ernesto, o Erni, como me dicen todos. Ya me conoces, ¿vamos?”.
-“Pará loco, me agarrás por sorpresa”.
-“Tenes razón. No te di ni tiempo. Esperá”.
Me alejé diez pasos con ella mirándome intrigada y volví a su lado.
-“Carito ¿qué tal? ¡¡qué alegría encontrarte!!, ¿pensaste en esa propuesta que te hice hace un rato de ir al casino de Zárate?”.
Se sonrió y me dijo que estaba loco. Le dije que era un paseo, que me iba a aburrir solo, que la invitaba a jugar y le pagaba las fichas, pero no se decidía.
-“Ok”, la amenacé “Te dejo aburriéndote sola en Baradero. Me voy al casino solo, ya que no te animas, cobarde”.
-“¡¡Hey, ¿cómo cobarde?”.
-“Si, porque ganas no te faltan, pero preferís embolarte acá que animarte a venir”.
-“Pero me traes de vuelta antes de la una, ¿está bien?”.
-“Cuando vos digas. No hay problema”.
En el trayecto fuimos contándonos cosas de cada uno. Ahí me enteré que tenía 18 recién cumplidos, que la familia materna era de Baradero. Que vivía en Florida y, por los datos que me dio, deduje que estaban en una posición económica estable pero no muy floreciente. Su queja por el celular viejo y su deseo de trabajar para comprarse mejores pilchas me dieron la vía de entrada que iba a usar. En el casino le compré fichas y fuimos juntos a la ruleta y a las maquinitas. Estaba encantada de poder jugar, que le comprara bebidas y que la invite a todo.
-“¿Sos rico vos que gastas tanto?”, me preguntó en el viaje de vuelta, medio borrachita de los tragos que tomó.
-“Rico no sé, pero me da placer comprarte cosas cuando veo que te hace feliz. Me hiciste pasar una noche divertida. Sos re piola y me encantó que vengas conmigo. ¿La pasaste bien?”.
-“Re bien. Me divertí mucho. Sos re entretenido”.
-“¿No soy un jovato para vos?”.
-“¿Jovato? Ni ahí. Te mantenes lindo”, me dijo con una sonrisa. “¿Cuántos años tenés?.
-“¡¡Ufff, muchos para vos!”
-“Eso dejame que lo decida yo. ¿cuántos?”
-“48”
-“No pareces. Podes mentir 35 que te lo creen.”.
Llegamos a Baradero y la acerqué a la casa. Me dio un abrazo mientras me agradecía. Yo le dije que cuando esté aburrida me llame. Intercambiamos celulares y la vi alejarse. No sabía si iba a volver a verla, lo mío había sido un salto al vacío sin red y de ahora en adelante solo quedaba esperar. “Ya está”, me dije, “muy pendeja para vos jovato. Y muy linda. Olvidate.” La intenté sacar de mi cabeza calculando que ya se debía haber olvidado de mi, pero no podía dejar de pensar en esa pendeja hermosa. Cuando ya había perdido toda esperanza, a los quince días de la noche de Baradero, recibo un wassap de Caro
-“Hola ¿qué onda?”
-“Hola hermosa. Extrañando a mi pareja de Casino. ¿Y vos?”.
-“Aburrida y con ganas de pasear”.
-”¿Dónde querés ir?.
-”Me dijeron que San Antonio de Areco es lindo ¿conoces?”.
-“Si. Pero no lo conozco con vos. Y con vos todos los lugares son más lindos”.
-“Tonto”.
-”Tonta. Vamos a San Antonio ¿o no?”
-“Pero tendría que ser el domingo ¿podes?”
-“Por supuesto”
Ese domingo la pasé a buscar y fuimos a Areco, pasamos el día, le compré chocolates en una fábrica artesanal y se deliró. Ahí me enteré que es loca por los chocolates (otro flanco para trabajar, pensé). Le compré un dije que vendían en la feria de artesanos y que le había copado.
-“Es caro, loco. No puedo permitirte que lo compres”, me dijo.
Pero obviamente lo compré y se lo regalé Paseamos, comimos, tomamos helado, anduvimos a caballo y a la tarde fuimos a una tienda que hace tejidos de buena calidad y le compré una ruana. Le encantó y noté que ya no protestó porque le compré cosas. Cuando volvíamos me dijo que no sabía que podía decirles a los viejos sobre mis regalos porque tenía una pieza con su hermana y le iban a preguntar de donde los había sacado. Me ofrecí a guardárselos y que me los pidiera cuando quisiera. Pero el dije me dijo que se lo llevaba
-”Así te acordáis de mi de vez en cuando”, le dije.
El martes me mandó un wassap con una foto del dije en su muñeca y un “hola Erni”
-“Hola Caro. Si querés, el domingo voy a comer un asado a Gouin, ¿venís?”
“¿Y eso dónde es?.
-“Buscalo en Google maps ¿o te tengo que enseñar a usar Internet?”
Recién el viernes me dijo que si y fuimos a Gouin. Comimos, caminamos y charlamos de todo. Esta vez, al volver estacioné el auto a cinco cuadras de su casa y la despedida fue con un abrazo mucho más largo y en medio del cual le di un beso en el cuello. Se separó, me miró seria por un rato y, cuando pensé que me iba a mandar a la mierda, fue derecho a besarme. Estuvimos un rato besándonos y le dije que quería volver a verla. Quedamos para el sábado temprano, para pasar el día. Vino vestida con toda intención de calentarme. Vestido re corto. Un pusch up para levantar las tetitas y sensualmente maquillada. Un caramelito hermoso. Le pregunté donde quería ir y me dijo que esta vez elegía yo
-“¿Puedo elegir el lugar que me guste?, le pregunté sonriendo.
-“El que vos quieras. Yo te sigo”
-“Ok”, dije y ni bien arrancamos le puse la mano en su pierna y la iba acariciando. Fuimos a un Spa que está en Loma Verde, con cabañas. Dejé el auto en la cabaña que me indicaron y fui a la Administración a anotarnos como padre e hija y le avisé a Caro que disimule en público.
-“Pero ahora, que estamos solos, ni pienses en disimular”, le dije cerrando la puerta de la cabaña. La abracé y la llevé a la cama. La fui acariciando, besando, desvistiendo, hasta estar los dos en ropa interior. Le dije que me dejara hacer y que solo me avisara si algo no le gustaba. La desnudé, le vendé los ojos y la acosté boca abajo. Estuve diez minutos acariciándola de arriba abajo, apenas rozando su cola o su vulva. Le di un chirlo y le pregunté si le gustaba.
-“Si, mucho”
La di vuelta y seguí acariciándola entera, besando y chupando sus pezones, masajeándola de pies a cabeza y apenas rozando su zona íntima. Ella solo gemía y respiraba hondo. Después le separé las piernas y empecé a besar, chupar y lamer su clítoris mientras mis dedos incursionaban en su vagina. Sus manos no tardaron en prenderse a mi cabello y su cuerpo empezó a tensarse. Cinco minutos después, llegó su primer orgasmo en medio de gemidos y ayes. Intentó incorporarse, pero lo impedí con mi mano y le dije que se calmara y que gozara su orgasmo. Que dejara que las sensaciones la llenaran completa.
Mientras, volví a lamer su clítoris muy suavemente a la par que tomaba un vibrador que había preparado y se lo introducía en la vagina y lo hacía funcionar, lo cual la sorprendió. Entre las lamidas, los jugueteos de mis dedos y el vibrador, acabó nuevamente en poco tiempo.
-”¿Qué es eso?”
-”¿Te gustó”.
“Mucho!!!”
“Disfrutalo”
-“Y yo no te hago nada?”
-“Ya vas a hacer. Ahora disfruta. Dejate mimar ¿te gusta que te mimen”
-“Si. Y más como lo haces vos”.
Le saqué el vibrador y lo apoyé en su clítoris mientras le empezaba a lamer el culito. Cuando le intenté poner un dedo en el ano se retrajo
-“Por ahí me duele”
-“Nunca te haría doler. Ni bien te duela avisame. Pero si no, disfruta”
Y volví a las lamidas, le lubriqué la entrada de su culito y mientras volvía a lamerle la vulva fui introduciendo, con toda la paciencia y muy despacito un dedo bien lubricado en su colita. Al rato, cuando ya movía suavemente el dedo, le introduje un dildo y lo hice empezar a vibrar mientras seguía pasando la lengua a su conchita. Sus contorsiones se multiplicaron y sus gemidos eran constantes. En un minuto estaba moviéndose mientras el dildo entraba y salía de su cola sin problema. Acabó con un grito ahogado y cayó rendida en la cama. Retiré todo. Me acosté a su lado y empecé a acariciarla mientras le insistía en que se quede quieta y disfrute de las sensaciones en su cuerpo.
-“Que lindo que sos. Me encanta todo lo que me haces. Quiero acariciarte yo, pero estoy deshecha”
-“Tenes todo el día. Me vas a acariciar, te voy a coger, me vas a mamar. Quiero que seas mi putita y hagas todo en la cama y quiero ser tu taxi boy y hacerte de todo para complacerte”.
-“Si, si. Eso de que me mimes me gusta”.
Se puso de costado, me besó y su mano fue a mi pija. Sin sacarse la venda, se bajó y empezó a besarla suave, lentamente como a mí me gusta. ¡¡Que pendeja hermosa, mamaba como una experta!! No en forma rápida y mecánica meta chupadas. Me lamía de la base a la punta, me daba besos en el glande y lo soplaba y después, de golpe la metía en la calidez de su boca mientras la lengua me acariciaba el miembro Le di un forro y ella me lo puso.
La acosté boca arriba y me subí mientras le abría las piernas y acomodaba la pija en su vulva. Lentamente fue entrando en esa cosita hermosa, cálida y húmeda que era su vagina. Estuvimos un largo rato así hasta que empezó a moverse más rápido y la acompañe hasta un nuevo orgasmo. Se sacó la venda y me miró sería.
-“Papi, ya acabé tres veces y vos nada. ¿No te gusto?”
-”Mucho, me encantás, por eso te disfruto tanto. ¿No sentís mi pija al palo dentro tuyo? ¿No te gusta que te coja así, mucho tiempo?”
-“Me encanta. Pero mi experiencia dice que a esta altura ya todo se acababa”.
-“Bueno, tenés que acostumbrarte a una nueva experiencia de sexo prolongado. Y no te hagas el bocho sin sentido, vos haces todo bien. Sos divina, me gustas y quiero cogerte mucho”
-“Cogeme toda”
Salí dentro de ella, la di vuelta poniéndola boca abajo y la penetré por atrás y así estuvimos otro largo rato. Después saqué mi pija y le apoyé la puntita en el culito. Se sobresaltó, pero no dijo nada. Suavemente fui jugando sobre ese agujerito hasta que empezó a ceder y la cabeza entró de golpe. Ella se tensó. Esperé a que se calme y mientras le decía al oído todo lo que me gustaba, como me calentaba y que me encantaba tenerla en mi cama. Mi pija fue entrando suave, despacio y delicadamente en su cola a la medida que ésta se iba aflojando hasta que terminé totalmente apoyado en ella.
-“¿Te dolió?
-“Poquito. Casi nada. Dejala un rato quieta”
Me quedé besándola y diciéndole que era una pendeja divina y que tenía un culito delicioso que me quería coger seguido. Ella sola se empezó a mover y en pocos minutos estaba culeándola con todo mientras se aferraba a las sábanas y gemía sin parar.
-“¿Te gusta tener toda mi pija en tu cola?”
-“Me encanta, me encanta”, dijo cerrando los ojos y empezando a gemir. Estuvimos así un rato hasta que los dos acabamos juntos. Me quedé sobre ella sin querer salir de ese agujerito hermoso hasta que me dijo que no podía respirar. Me tumbé a su lado y quedamos resoplando intentando volver a llenar los pulmones.
-“Nunca dejes de cogerme” fueron sus primeras palabras.
-“Nunca dejes de ser mi nena”.
-“Ni lo sueñes, papi. Coges demasiado bien para dejarte”
Continuará.
Que hermosa descripción de una cogida memorable, abriendo las tres puertas con una sola llave cual un experto cerrajero.
Imagino su cara de felicidad, siento sana envidia de tu chica!!!