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La hermana de mi novia
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Recuerdos desordenados… mi novia tenía en su teléfono una foto mía, desnudo, donde mi pija parecía la pija de su sobrino mas chico. Varias veces su dominación consistía en amenazarme con mostrársela a todas sus amigas y ya estaba yo ahí, obedeciendo a sus caprichos, a veces sexuales y otras de pura comodidad. Los sentimientos se me cruzaban, pero tenia que aceptar con vergüenza que me calentaba mucho que me tratara así y que la idea de sus amigas viéndome la pija, riéndose de mi pija en realidad, me excitaba de manera confusa.

Una tarde estaba preparando café y acomodando unas masas en un plato, esperábamos a su hermana que pasaba por un mal momento con alguno de sus novios. Apareció mi novia desde la puerta ventana que comunicaba al patio y con alegría, casi riendo, me dijo que le había mostrado la foto de mi pija a su hermana. Me puse pálido pero también se me puso dura. Brenda, mi novia, agarro mi brazo como si estuviéramos paseando y con dulzura me recordó que su hermana estaba triste y que quiso levantarle el animo, mostrándole algo gracioso. Mi cerebro se llenaba de sus palabras pero las imágenes eran la cola de su hermana una navidad que se empecino, en ponerse unas calzas que parecían un tatuaje de tan apretadas, en su hermana cuando vivian juntas y se levantaba a desayunar en pijama pero sin corpiño aunque yo estuviera sentado en la mesa.

Mi novia es hermosa pero la hermana lo multiplica como si sus papas se esmeraran con cada una para hacerlas mejor.

La mano de Brenda interrumpió mis ideas fantásticas apoyándose, en mi bragueta. Me preguntaba con malicia si me había calentado, desarmando cualquier posibilidad de enojo.

Sonó el timbre, llego la hermana y nos disolvimos cada uno a lo suyo, ellas tomaron café y comieron masas, mientras que a mi la ansiedad me llevo a hacerme una paja, en el baño, y después a buscar distracción en la lectura, aunque a cada rato mi corazón se aceleraba porque las escuchaba hablar, o alguna de ella pasaba en su camino al baño.

Ya de noche mi novia me dice que su hermana se queda a comer, que pida algo y, como si fuera un resorte, me paro y me pongo a buscar. Tengo el teléfono en la mano y Tatiana, entra por la puerta ventana y se sienta en el sillón, del living, y no están diciéndome todavía el precio del pedido que veo como mi novia saca de la heladera el vino y se lo lleva hasta la mesita con dos copas. Tengo miedo de colgar. No se si su hermana lo nota pero mi novia desapareció y su lugar lo tomo una mujer dominante, experimentada en el arte de que la obedezcan.

-Veni- dice nada mas, y yo camino hasta ahí como un perrito, me paro al lado de la mesita y miro el suelo, con miedo de que vean que estoy caliente

-Íbamos a salir a tomar algo pero nos dio fiaca- dice mi novia- queres atendernos vos como si fueras nuestro camarero- pregunta y yo contesto algo sin todas las letras, que suena raro.

– Decilo bien- insiste Brenda, mi novia, y repito si, las sirvo. Doy media vuelta para irme hasta la cocina, pero la oigo decir -vestido no-. Puedo sentir el silencio de su hermana y ella puede sentir mis nervios cuando sin mirarlas me bajo el pantalón y los saco por los pies, la remera y con la ropa hecha un bollo pregunto -satisfecha- y me voy, esta vez sin esperar respuesta.

Espero al delivery como excusa para no pensar en que estoy desnudo, que voy a atender a mi novia y a su hermana como si fuera un mozo. Estoy al palo y aunque chica, la tengo durísima. Me visto sin que me vean para recibir las empanadas pero apenas regreso a la cocina me desvisto. Esta vez, mi pito esta chico. Acomodo las empanadas en dos platos, busco servilletas y le sumo un cuchillo. Estoy nervioso, trato con los dedos de pajearme un poco para pararla pero no lo logro. Al final encaro y apenas las veo, así sentadas a las dos riendo, siento que se me pone mas chica. Apoyo los platos sobre la mesita y quedo completamente desnudo. No tengo feo cuerpo, con 38 años y corriendo tres veces a la semana me mantengo bastante bien, pero ese cuerpo torneado resalta con mayor fuerza mi pija chiquita. La mirada de Tatiana va directo y suelta una carcajada, se arrepiente y para la segunda se tapa la cara y la mira a su hermana. Brenda muerde una empanada, entre dientes dice, o eso alcanzo a traducir, -es una pijita-, y las dos comen y charlan así, de mi pija, de los hombres, de como acaban las mujeres, de mi pija pequeña. Todo el tiempo estoy ahí parado y lo peor, no trato de irme, no me aburro. Hay mucho por hacer, sirvo en los vasos, alcanzo servilletas, voy y pongo música, pero siempre vuelvo a quedar parado al costado de la mesita. También me animo a mirar a Tatiana y de a ratos a Brenda. Se muy bien que mi novia abajo de la remera tiene un corpiño verde que le transparenta los pezones y que su tanga es del mismo color. A su hermana no dejo de imaginarla vistiéndose para venir, eligiendo ese vestidito simple de los tantos que tiene, apenas vestida con la bombacha negra, que alcanzo a ver cuando cruza las piernas para uno y otro lado.

Terminan de comer y recojo, incluso me quedo un poco en la cocina lavando y haciendo café para retrasar el final de la noche. Lo preparo todo, cuando regreso a ellas lo hago mas tranquilo aunque se quedan en silencio cuando llego y clavan su vista directamente en mi pija. Mi cuñada le pregunta a Brenda si alguna vez la midió con regla y su hermana le contesta, sin dejar de mirarme, que así muertita tiene 2,5 cm, pero es obediente como un perrito agrega y las dos se ríen.

Otro café, pasan apenas unos minutos y Tatiana, dice que se va, que la quiere un montón y que se le paso la tristeza. Se abrazan y se repiten quererse. Yo me hago a un lado para que pasen y mi cuñada me da un beso en la mejilla, me dice cuñadito riendo, y se va junto a mi novia.

Me siento en el sillón nervioso, excitado, con mi pija pegando pequeñas sacudidas mientras se va poniendo dura. Me pajeo, los ojos cerrados, un poco como un acto de rebeldía. Brenda regresa, escucho la puerta y sus pasos, apaga la luz pero no me detengo. Mis dedos suben y bajan por mi pija. -Que pijita mas chiquita- me sopla dulce al oído y apoya sobre mi cara una tela suave, todavía tibia. Acelero la paja. Ella aprieta mas contra mi cara hasta que mete la prenda en mi boca, un gusto a perfume y sal hasta que acabo. Siento como ella me limpia, se para y prende la luz. Me sorprendo de verla vestida, con la bombacha negra de su hermana en la mano.

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