El año pasado Elizabeth había decidido volver después de muchos años, a estudiar y concluir la licenciatura. Tendría que ir a cursar a la Escuela del Mar de lunes a viernes después de su trabajo.
Con la llegada de la pandemia, la cursada la tendría que realizar vía computadora. Esta situación la favoreció, ya que podía casi tener un trato más personalizado de los profesores.
En el curso sólo había dos mujeres y los demás todos hombres.
Ella volvió a terminar su licenciatura después de más de 20 años, así que sus compañeros, la gran mayoría eran más jóvenes. Otra cosa a la cual se tuvo que acomodar fue la forma de utilización de tecnología para el estudio. En su época todo era más artesanal. Hoy todas sus prácticas de estudios se realizan con la computadora. Esto derivó en que tenía que pedir ayuda a sus compañeros y profesores para entender y practicar con las nuevas tecnologías.
Muchas veces ella estaba todo el día comunicada vía zoom. Ya que tenía que ponerse al día con el uso de los diferentes programas o las tecnologías que desconocía por ser de otra época de estudios. En la teoría estaba bien, pero en la práctica poco entendía. Así que reiteradas veces la encontré en comunicación personal con otros hombres, explicándole como debía usar los diferentes programas.
Mi mente comenzó fantasear con alguna situación que se pudiera dar durante estas conversaciones.
Hay muchos ejemplos de situaciones donde el descuido de nosotros frente a una cámara de una computadora, nos hizo mostrar engorrosas imágenes de personas arregladas de la cintura para arriba, y estar de joggineta, o en calzones por abajo. Con la falsa tranquilidad que no se vería.
Ella siempre se mostraba presentable frente a la cámara, pero yo sabía que por debajo de un vestido de algodón, no poseía nada.
Me imaginaba el descuido de ella de alguna forma dando pie a alguna insinuación hacia la persona que la estaba asistiendo.
—Hola Elizabeth, cómo estás?
—Que parte del programa no entendés? —Dice Juan, su compañero.
Juan era una alumno que también estaba estudiando la licenciatura, él tenía un gran conocimiento del programa, ya que aprendió a estudiar con este tipo de plataformas.
—Hola Juan, muchas gracias por ayudarme! La verdad es que no entiendo nada del programa. Teóricamente lo entiendo todo, pero trabajar con la computadora no! Te pido si me podés ayudar de cero a manejarlo. —Dice ella a cámara, con una gran sonrisa.
De esta forma su compañero comienza a ayudarla. Le pide que comparta la pantalla para explicarle. Esta situación derivó a que entablará una muy buena relación con ella.
Juan ya venía estudiando la carrera, así que con otros compañeros tenían una muy buena relación, de esas que se forman con los años de estudios. Entre ellos había una conversación más coloquial de amigos. Tranquilamente se comunicaban de forma más íntima vía WhatsApp.
—Vieron muchachos las nuevas de la licenciatura? —Escribió uno de ellos en el chat WhatsApp.
—Siii. Están buenas! Una es una piba joven, y la otra es una mujer más madura.
—Ya saben que me gustan las maduras! Las Milf me dan vuelta!! Elizabeth está buenísima!! —Dice Juan.
—jajaja! se ríe con un emoticón uno de los jóvenes.
—Lo bueno es que Elizabeth no entiende cómo usar el programa de gráficos y me pidió ayuda!! Y obvio que dije que siii! —Dice Juan con emoticón de lengua!
De esta forma, los meses iban transcurriendo, entre clases y comunicación personal con Juan.
Elizabeth tomaba el estudio con gran seriedad y responsabilidad, así que en ese afán, no media lo que hacía o dejaba de hacer frente a la cámara de la computadora. Un día, mientras Juan le explicaba, ella mete su mano por dentro de su escote y se toma de uno de sus pechos para acomodarlo. Estaba segura que su cámara se encontraba deshabilitada. Juan observa ese movimiento y se queda sorprendido. Medio boquiabierto, balbucea lo que venía explicándole a ella.
Otro día, Elizabeth estaba tomando una limonada mientras escuchaba la explicación de Juan, torpemente se vuelca la bebida sobre sus pechos. Llevaba una remera clarita y como estaba en la comodidad de la casa, no tenía puesto el sostén. La bebida hizo traslucir los pechos de ella. Quedando al descubierto la redondez de sus tetas, perfectamente visible las areolas y los pezones respingados, duros, por la mojadita.
Juan estaba extasiado de ver esos pechos de la Milf. Dentro de sí, no quería que esos segundos terminaran para disfrutar de esa belleza.
—uhhh. —Dice con exclamación Juan.
—Querés que sigamos más tarde?
Ella asiente con la cabeza, entre enojo y vergüenza. Y al mismo tiempo se da cuenta que prácticamente estaba en pelotas frente a su compañero. Tapándose con una de las manos sus pechos.
Cortan la comunicación y Juan se toma de la cabeza al volver a recordar la imagen de esas tetas! Trataba de no olvidar ni un segundo el momento. Su mente, como si fuera una máquina de vídeo, volvía la imagen hacia atrás y la reproducía en su cabeza en cámara lenta.
Él estaba caliente con Elizabeth. Ella estaba despertando los más bajos instintos de Juan.
Recordando el momento, comienza a tener una erección. Frente al computador, Juan comienza a frotar con su mano el pene por encima de su pantalón deportivo, tratando de mitigar la calentura y excitación que tenía. Su pija estaba dura como una roca. Se imaginaba poniendo su pene entre medio de los pechos de Elizabeth, haciéndose una paja con ellas. Se imaginaba como subía y bajaba apretando su choto con ese par de pechos, cuando la cabeza de la pija asomaba entre sus tetas, ella se la chupaba metiéndose el capullo dentro de la boca.
Juan estaba muy caliente. Mete la mano en su pantalón saca el falo y comienza a hacerse una paja. Sube y baja su mano tratando de satisfacer su calentura. En ese momento recibe el aviso que Elizabeth estaba del otro lado del ordenador pidiendo comunicarse para seguir con la clase. Sin perder tiempo, Juan habilita la comunicación y ella aparece en pantalla. Ya se había cambiado de remera. Y le pide disculpas por el momento.
—Perdón por mi torpeza!! Que papelón. —Dice ella.
—No hay nada que disculpar, son cosas que pasan. —Asiente Juan con una sonrisa.
—Explicame que entendiste hasta ahora. —Dice Juan.
Él quería seguir tocándose mientras la veía a ella. Seguía con la pija parada, y por debajo de su escritorio, se tocaba mientras ella hablaba.
No tardó en entrar en ebullición, ya estaba a punto de venirse, de lanzar el chorro de leche dedicado a Elizabeth.
Mientras ella seguía hablando, Juan asentía con la cabeza como escuchando sin escuchar lo que ella estaba diciendo.
—Así, claro. Si si claro. —Decía Juan.
Pero era porque estaba por acabar. Abre un poco sus piernas y como si recibiera un shock eléctrico, lanza un lechazo en el piso, seguido por otros.
Juan estaba muy caliente, deseaba con locura poseer en algún momento a esa mujer.
Con una sonrisa Juan la felicita por haber entendido los conceptos. Pero para sí, él estaba agradecido como si realmente estuviera acabando sobre sus pechos…
El tiempo siguió, y gracias a la ayuda de él, Elizabeth pudo cursar esa materia satisfactoriamente.
Ya para fin de año, podían participar personalmente a la celebración de cierre de curso lectivo. Todos los profesores y los alumnos estaban presentes de punta en blanco. La mayoría de los alumnos vestían traje y corbata. Elizabeth se había puesto una falda ajustada al cuerpo, un saquito haciendo juego y una blusa con un escote pronunciado. Ella estaba bellísima, y no pasaba desapercibida.
Juan, era un joven con mucha pinta y se notaba que su cuerpo estaba trabajado. Cuando la vio a Elizabeth quedo encantado y obnubilado. Al verla su cabeza imaginaba poder disfrutar de esa hermosa mujer. Todavía tenía en la retina de sus ojos el recuerdo de esos pechos mojados por la limonada.
Una vez concluido el acto, le propone a ella invitarla a festejar en un brindis o simplemente a tomar un café. Ella dudo un poco pero acepto la propuesta. Pensó que en gratitud, le debía el gesto por el apoyo en el estudio.
Juntos partieron hacia una local de moda.
Sentados en una mesa tranquila, ella se había pedido una limonada. Obviamente Juan recordó la situación de sus pechos mojados, y como una humorada le dice.
—Cuidado! No vaya a ser que se te vuelque la limonada otra vez! Ja ja ja.
A lo que ella dice:
—Pero que papelón ese momento! Qué vergüenza! Jajaja
—Ningún papelón! Son cosas que pasan, solo fue un accidente. Je! —Dice Juan.
Ya en confianza, ella dice…
—Pero no me da vergüenza que se me haya volcado la bebida, sino que con la mojadura, se marcaron mis pechos cuál stripper. Un papelón!
Mientras se tapaba la cara con las manos, sonriéndose.
Juan, ni lento ni perezoso aprovecho el momento del comentario y trato de subir un escalón más a la situación. Él quería a toda costa tener la oportunidad de alguna manera de poseer a esta mujer hermosa.
—La verdad que me quedé sorprendido, y sin ser irrespetuoso, te puedo decir que eran hermosas tus chicas!! Jajaja. —Dice Juan.
Elizabeth, se sonroja sintiendo una sensación de alago y vergüenza.
—Ahí nooo! No es para tanto. —Dice ella.
Juan la observaba y veía ese escote hermoso, que demostraba que estaba en lo cierto.
—Si Elizabeth, sos una hermosa mujer, y te voy a ser sincero. Me encantas, me gustaría que pudiéramos pasar un grato momento juntos. Espero que no te incomode. Pero es lo que siento y deseo hace mucho tiempo.
Mientras él le contaba esto, lentamente rozaba su mano sobre la de ella. Elizabeth se sentía alagada y deseada por un apuesto muchacho. Sentía pensamientos encontrados, estaba felizmente casada y disfrutaba de su matrimonio.
—Elizabeth, te deseo y quiero sentir tu piel, tu aroma de mujer. Con esto no quiero interferir en tu vida sentimental, solo deseo que podamos sentir nuestros cuerpos, mimarnos, acariciarnos y poder fusionar nuestros deseos. —Dice Juan.
Ella pensó y pensó sobre lo que estaba sucediendo. La propuesta de Juan era inquietante. Se sonrojaba solo de pensar estar y sentir a ese joven tocándola, acariciándola y finalmente cogiéndola.
—No sé. Estoy nerviosa, sos un hermoso hombre. Me gustaría sentirte, pero me da mucho nervio. —Dice ella.
Finalmente salen del lugar, y sin un rumbo fijo, pasean en el automóvil. Ya estaba todo dicho, así que su viaje sin rumbo comenzó. El clima dentro del vehículo era muy sensual, la música lenta acompañaba la situación. Las miradas entre los dos se entrelazaban. Juan aprovecha y extiende su mano sobre la pierna de ella y mientras manejaba, las yemas de los dedos la acariciaban. Elizabeth estaba extasiada, cada caricia despertaba una sensación de deseo interminable.
Juan llega a un lugar apartado oscuro y con vista al río. Apaga el motor, el ambiente dentro del vehículo era increíble. Las miradas se fusionaron. Juan se acerca lentamente hacia ella y suavemente apoya sus labios sobre los de Elizabeth. Los besos eran húmedos, sus lenguas se entrelazaban tremendamente de forma interminable.
Mientras se besaban, ambos acariciaban sus cuerpos. Las manos de uno y del otro iban y venían. Poco a poco la temperatura corporal de ambos calentaban el habitáculo del auto. Elizabeth desabrocha uno a uno los botones de la camisa de Juan. Ella siente por primera vez la piel de ese joven, besa el pecho de Juan, como queriendo mordisquearlo. Finalmente le saca la camisa y se detiene con su boca en las tetillas del muchacho, besándolo, succionando y mordiéndoselos suavemente.
Juan estaba muy caliente. Finalmente estaba viviendo lo que por mucho tiempo se imaginaba. Tener a esa hermosa y bella mujer madura haciéndola suya. Juan reclina los asientos para estar más cómodos. Su pija estaba durísima. La excitación era tal que se le mojaba la punta del pene. Elizabeth baja con sus besos por el torso del muchacho hasta la cintura y con las manos refriega por encima del pantalón el pene del muchacho sintiendo que realmente estaba a pleno.
—ummm, estás a full, —dice ella al sentir el bulto.
Con las dos manos desabrocha el cinturón de Juan, desabotona el pantalón y con los dientes le baja el cierre lentamente.
—ufff mamita! Me matas de placer!! —Dice Juan.
Ella le saca de su bóxer cuasi explotado, el pene erecto. Un mástil duro.
—mmmm, papi que linda pija que tenés!! —Dice ella.
Se podía apreciar como con la poca luz de la noche, la punta de la pija brillaba de lo mojada que estaba.
Elizabeth acerca su boca, abre apenas sus labios, sacando la lengua en punta y suavemente se lo pasa por el ojo del pene. Saborea la humedad de su líquido preseminal que había salido de la calentura y excitación.
—mmmh que rico!! Esta mojadita!! Que rica pija!! —Dice ella.
Abriendo un poco más la boca, introduce la cabeza del pene y lo termina de saborear. Cómo un chupetín dulce se lo chupa de un lado a otro de su boca.
—mmmm mmmm!! Me encanta!!! —Dice ella entre chupadas y lamidas.
El choto de Juan entraba y salía de la boca de Elizabeth. Juan, explotaba de placer. Su pija era de muy buen tamaño, tranquilamente podía pajearlo y chuparle al mismo tiempo sin ninguna dificultad. Ella estaba extasiada de hacerlo. Elizabeth estaba disfrutando de la pija del muchacho. Joven, fuerte y bien dotado con la fortaleza sexual en su mejor momento.
Juan mientras ella se la mamaba, le iba desabrochando la blusa quedando con el corpiño de encaje negro. Ya estaba más cerca de ver en vivo y directo esos pechos que no podía olvidar. De una maniobra desengancha el sostén y finalmente las chicas quedan libres para poder deleitarlas. Su erección estaba como un garrote. Comenzó a sobarle las tetas con las manos mientras ella seguía lamiendo y chupando su pija. Él quería hacer realidad de tener su choto entre ellas. Cómo aquel día que fantaseo haciéndose la paja. Así que posó su pene entre las dos, Elizabeth apretó su choto con ellas y comenzó a pajearlo.
—ahhh, cuánto quería hacer esto mamita!! Que placer!!! Mmmmm, así asiii. —Exclamaba Juan.
Elizabeth también estaba muy caliente. Quería tener esa pija dentro de su concha. Que por cierto ya estaba empapada de excitación.
Juan se saca cómo puede el pantalón, y ella hace lo mismo con su pollera.
El muchacho recuesta a Elizabeth sobre el asiento, suavemente le abre las piernas y comienza a frotar con las yemas de sus dedos por encima de la diminuta tanga negra de encaje haciéndole una paja. Ella finalmente se despoja de bombacha y Juan comienza a juguetear con sus dedos sobre su concha. Iba, venía y cada tanto metía sus dedos en la concha caliente. El percibía que estaba hirviendo de placer. Elizabeth jadeaba sin reparo.
—ahhh que lindo así, síii, seguí asiii.
Su concha chorreaba de flujo de tanta excitación. Ya quería tenerlo dentro suyo, así que se incorporó, se subió encima de Juan, cruzó sus piernas una a cada lado de él, acerco su concha a la punta del choto y de un movimiento bajo su cuerpo introduciendo el pene del muchacho hasta el fondo. La pija de Juan había desaparecido dentro de ella, y exclamó…
—ahh. Cogeme asiii. Cómo te siento. Que buena pija Juan.
Juan la tomo por la cintura y la subía y bajaba. La cogía sin parar. La concha de ella se tragaba por completo el choto de él. Por momentos fuerte y por otros suave. Juan entre tanto chupaba de los pechos de ella, jugueteaba y mordisqueaba sus pezones mientras la cogía. Elizabeth gozaba a más no poder.
Sus cuerpos estaban sudorosos de tanta acción sexual. Los vidrios del vehículo estaban muy condensados del calor. Como si estuvieran aplaudiendo, los cachetes del culo de Elizabeth sonaban en cada embestida.
—ahhhh asii papito!! Asiii siii. Quiero tu leche!!! Lléname de leche!!! Quiero sentir tus chorros entro mío!!! —Gritaba ella
Ya estaban a punto de terminar. Ambos no aguantaban más del placer. Elizabeth sentía como la pija de Juan latía de las ganas de acabar y ella comenzó al mismo tiempo a endurecer su vientre, su respiración a entrecortase. Y a jadear. Entre gritos de placer, ambos acaban juntos.
—aaahhhh —exclaman al unísono.
Elizabeth aprieta con su concha fuertemente la pija de Juan dentro de ella queriendo sacar hasta la última gota de leche de ese semental.
Por unos minutos continúan abotonados, abrazándose exhaustos de placer. Cómo si hubieran corrido una maratón.
Juan sigue con su pija dentro hasta que afloja su dureza, retira su pene de la vagina de Elizabeth y un gran líquido blanquecino chorrea de su concha. Ella se vuelve a su asiento y acerca nuevamente su boca a la pija de Juan, chupando las últimas gotas de leche del muchacho. Mientras lo miraba a los ojos.
—que rico papi, que lindo cómo me cogiste!!! Me encantó! Que linda pija que tenés, quiero hasta la última gota de tu leche!!! —Dijo Elizabeth.
—sos una mujer increíble!! Me hiciste gozar de una manera que jamás me imaginé!! Ojalá podamos hacerlo así otra vez. —Dijo Juan.
Los dos terminaron exhaustos.