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La felicidad de un cuckold (2)
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Continúo con la fantasía del relato anterior. Espero les guste.

Después del encuentro con nuestro amigo Kiyo, las relaciones en esas vacaciones entre Luna y yo fueron mejores que nunca.

Ella me esperaba montada en el pollón de goma, tocándose y me hacía unas mamadas espectaculares. Se lo montaba hasta que se corría un par de veces, y después llegaba mi turno.

Así fue casi todos los días que estuvimos.

Volvíamos a ir a la playa cada día y ella disfrutaba mucho de la mirada de otros hombres, se lo notaba.

Empezaba a irse al agua y a mojarse sin que el agua la cubriera del todo. Yo me fijaba en como la miran con deseo y eso me gustaba y mucho.

Pocos días antes de irnos me fui a hacer la compra para los días que quedaban, me despedí de ella y salí de apartamento. Me dirigí al coche, pero al ir al salir, me di cuenta de que me había dejado el móvil en casa y subía por él.

-Hola cariño! Me he dejado el móvil!

-Hola mi amor! Está aquí!

Cuando llegué estaba en la encimera de la cocina. Me extrañó porque normalmente, lo dejo cargando en la mesilla y era temprano.

Ella estaba como nerviosa, así que me olí el percal. Cogí el móvil y me fui a la compra.

Durante la compra estuve pensando algunas situaciones por la cual ella cogería mi móvil, y se me ocurrieron bastantes escenarios. Así que decidí que en la playa, cuando fuera al agua, cogería el suyo.

Llegué de la compra y ella estaba ya lista para bajar a la playa. Cogimos las cosas y nos fuimos.

Al quitarse el bañador vi que lo tenía un poco enrojecido.

Aproveché que se fue al agua, tumbado, cogí su móvil. Tenía una conversación del whatsapp con un número sin guardar. Al ver la foto de perfil vi que era la de Kiyo, me puse nervioso, la verdad. Ser cornudo consentido me gustaba, serlo sin consentimiento, no me gustaba tanto.

Abrí la conversación y leí:

-Hola. Soy Luna. Éste es mi número.

-Hola Preciosa. Cómo tienes mi número?

-Se lo cogí a Lobo, que salió a hacer la compra.

-Ok.

Qué tal las vacaciones? Ya os habéis ido?

-No, nos vamos en 3 días…

Lo del otro día estuvo impresionante, lo pienso y me pongo loca.

No voy a hacer nada sin que mi marido lo sepa, pero quiero un recuerdo.

A continuación, había una foto de su culo.

-Joder que ricas estás. Me acuerdo y se me pone a reventar.

Una foto del pollón de Kiyo a tope.

-Es la polla más grande que me he follado nunca. Guardaré bien esa foto.

No sabes cómo me estoy poniendo.

Toma unos últimos regalos. No he podido evitarlo.

No podía creerme lo que vi a continuación. Había colocado el móvil en el suelo, había pegado la polla de goma y le mandó un video montándolo.

La respuesta de Kiyo fue un video meneándosela y corriéndose muchísimo.

-Gracias, lo guardaré bien. Fue muy divertido. Adiós.

-Adiós guapísima. Espero que volvamos a vernos.

Estaba en shock, pero reconfortado. Sólo quería un recuerdo.

Volvió del agua y yo había dejado su móvil como estaba.

-Joder cariño, te has empalmado.

-Es que verte en el agua y desnuda siempre me empalma.

Nos fuimos para casa a la hora de comer.

Estaba a mil desde que leí la conversación, así que en la siesta, le escribí a Kiyo y le comenté un nuevo plan.

El siguiente día, saldría un rato y él llegaría en ese momento y estarían solos una hora o así. Le encantó la idea.

Así fue, nos quedaba un día allí y en el que no volvíamos, así que llegamos a la playa y cómo todos los días, pero a eso de las 11 le dije:

-Cariño, creo que voy a ir a por un preparado de mojitos ¿qué te parece?

-Ahora? Vale, pero no tardes mucho.

-No, en una hora como mucho estoy por aquí.

De camino al coche le escribí:

-Todo listo. Me voy. No le digas que yo te he escrito, quiero se salga de ella.

-Voy para allá.

Fui a comprar muerto de nervios. Deseando dejarles margen, pero deseando, a su vez, ver qué pasaba.

Compré muy rápido y me esperé en el coche hasta que a los 50 minutos, ya no pude esperar más y bajé a la playa.

Al llegar busqué la sombrilla, pero no estaba dónde la dejamos.

Oteé y pude verla más orillada hacia unos de los lados, donde casi no se veía, junto a unas rocas.

Me acerqué despacio. Sin hacer ruido y escuche gemidos flojos.

Cuando alcancé a ver lo que sucedía, me excité una barbaridad.

Estaban tumbados uno para cada lado de forma que la polla de él quedaba a la altura de su cara y su coño a la suya, pero no se estaban tocando.

Ella abierta de piernas, se metía 3 dedos desde atrás y se lo abría para que él pudiese vérselo bien y movía las caderas adelante y atrás. Con la otra mano se pellizcaba un pezón, mientras sus ojos no dejaban de mirar su polla y se mordía el labio y se los mojaba con deseo.

Él, se acariciaba la polla despacio, con firmeza, y la meneaba cuando llegaba a la base, para que ella pudiera ver bien, lo dura que estaba.

-Que ganas tengo de comértelo, tienes un coño adictivo, nena.

-Ufff, Kiyo, ufff. Espera un poco. Yo también me muero de ganas. Me voy a correr de mirarte.

Se empezó a acariciar el clítoris y a mover más fuerte las caderas y se corrió.

No pude aguantar más y me acerqué.

-Hola, ya estoy aquí.

-Hola.

-Hola cariño, te estaba esperando, has tardado mucho.

Y sin decir nada más, se acercó y se metió la polla en la boca. Nunca había visto tragársela tanto, en esa posición se la comió hasta la mitad, se puso hasta colorada, pero su empeño era comerse todo lo que pudiera.

-Que mujerón tienes amigo. Te ha estado esperando. Estaba muy cerda, pero hemos aguantado, ahora, eso se acabó ya que estas aquí. Mira como tiene el coño, se ha corrido un par de veces, sólo de mirármela, así qué le voy a dar lo suyo.

Y agarró sus nalgas y la movió hacia él. Y empezó a comérselo con ansia, ella empezó a gemir y a mover las caderas.

Yo me senté en mi toalla, me quité el bañador y empecé a pajearme.

No sé el tiempo que se pegaron así. Ella paraba de vez en cuando y le escupía, y la besaba y la recorría con la lengua, incluso le comió los huevos, lo único que sabía decir es:

-Si, me encanta, me encanta, que pollón.

Él le hizo de todo, le lamia le mordía, le escupía, a veces se pegaba un rato con su boca pegada a su clítoris, jugando con la lengua, otras le follaba con la lengua, y ella se derretía. De vez en cuando le daba un hostión con la mano en el coño, y ella lo gozaba.

No sé cuántas veces se corrió.

En una de éstas él se tumbó y ella sin pensárselo se sentó en su cara y siguió con su faena.

Yo miré por detrás de la sombrilla a ver si alguien miraba, pero había muy poca gente y estaban alejados, así que no se percataban.

El espectáculo era digno de la mejor película porno. Y la protagonista, era mi mujer.

Kiyo empezó a respirar rápido:

-Me voy a correr!

-Pues hazlo!

Se metió el capullo en la boca y empezó a pajear su pedazo de tronco con las dos manos muy fuerte, dejando caer babas para facilitar la maniobra.

De repente empezó a crujir y a temblar, ella empezó a rozarse muy fuerte contra su boca.

Se iban a correr los dos a la vez.

De repente ella abrió los ojos, sorprendida y sin sacarse la polla de la boca ni dejar de mover las manos, empezó a salírsele la lefa por las comisuras.

Él le garro la cabeza fuerte y ella se atraganto. Pero se recuperó rápido y tragó. Tragó y lamió y limpio.

Yo no aguanté más y me corrí sin rechistar.

-Os lo habéis pasado bien?

-Que sorpresa cariño!

-Yo cojonudo, jejeje – dijo Kiyo.

-Quiero más – dijo Luna con una cara de picarona y de viciosa que no podía creer y miro a Kiyo a los ojos agarrándole su polla morcillona – ¿Nos vamos para el piso como el otro día y nos tomamos allí los mojitos? – dijo mirándome a mí.

-Por mi perfecto, amor!

Recogimos todo y nos fuimos.

Ella me abrazaba por el camino.

Kiyo iba a nuestro lado.

-Os importa que vaya primero a por algo para tomarnos unos chupitos?

-Vale guapo, te espero impaciente – le dijo, como si yo no estuviera.

De camino me preguntó que si estaba bien por haberlos encontrado así. Me dijo que fue una sorpresa verlo y que le tenía ganas desde el otro día, que esa polla la llenaba como nunca la habían llenado y que al verlo, se derritió, pero que quería esperar hasta que yo llegara y que se lo dijo a él, no tuvo problema. Pero no pudo contener el tocarse al ver esa polla, que además solo con mirarle se le había puesto a tope y que el coño le palpitaba, pero al sentir que llegaba, los miraba y no decía nada, se corrió y que no pudo evitar llevársela a la boca en cuanto saludé. Que ya había visto lo mojada que le ponía.

-Me encanta verte así cariño. Cuando llegue Kiyo, quiero que te sacies de él. Quiero que te lo folles hasta que no puedas más, quiero que lo flipe.

-Eso pienso hacer. Se va a acordar de mi toda su vida, dijo riéndose.

No podía esperar.

Mientras él llegaba nos duchamos, ella se repasó con la cuchilla, se puso las medias con liguero, se alisó el pelo, se maquillo y se puso unos botines negros que tiene con tacones.

Estaba espectacular.

Salió del cuarto con el pollón en la mano.

-Eso para qué es cariño? – le dije riéndome.

-Le voy a dar un espectáculo, no querías que lo flipara? Pues cuando venga, si viene duchado, lo haces pasar, si no, le dices que he dicho que se desnude y se duche. Y cuando entre en el salón, no va a poder aguantar.

Todo esto me lo dijo de esta guisa: desnuda con sus tetas perfectas, con las medias con liguero para su culo perfecto y los botines de tacón, su coño al aire, depilado, y encima, maquillada y con el pelo alisado. Era una auténtica pasada.

Me dispuse a mirarla como cabalgaba esa polla en el salón. Decía su nombre y a mi eso me ponía cachondísimo. No habían pasado 15 minutos cuando llamaron a la puerta.

Abrí la puerta y allí estaba él, de la guisa que lo dejamos, con una botella de Jaggermaister.

Quería desinhibirla, pero no sabía lo desinhibida que estaba ya. Aun así me apetecía verla bien borracha, a ver hasta dónde podía llegar.

-Pasa, me ha dicho que te duches, ella está en el salón esperándote.

-Vale, mete esto a enfriar.

Se entró a duchar y entré al salón.

Mi mujer al escucharla puerta se había puesto mas cachonda y estaba botando sobre la polla de goma, se había echado aceite bronceador en las tetas y en el culo y había puesto unas sábanas sobre los sofás.

Lo tenía todo preparado. Yo me senté en el sofá y disfruté del espectáculo.

Kiyo salió de la ducha desnudo y con la polla a media asta.

-Siéntate – le dijo.

Él obedeció y se sentó.

Ella le miró a los ojos y empezó a follarse la polla con ganas. Con golpes secos, mientras se restregaba el coño y las tetas, que con el aceite, la pusieron brillante y con el moreno tan precioso que había cogido, le hacía parecer una autentica amazonas.

Se dio la vuelta y se puso a hacer lo mismo de espaldas, apoyando sus antebrazos en sus rodillas y dejándonos ver su curo endurecido por la posición. Se abría las nalgas y nos dejaba ver su ano perfecto, blanco de no darle el sol, en contraposición con el moreno de sus nalgas.

-No puedo mas. – dijo Kiyo.

-Shhh. Aguanta y disfruta lo que ves. – aceleró la marcha sobre la polla, cada vez golpes más secos y cada vez más rítmicos.

Miré el pollón de mi amigo y lo tenía a reventar, creo que ni en la otra sesión lo tenía tan erecto y venoso. Y se pajeaba a una velocidad y con una fuerza que denotaba su excitación.

Lo estaba preparando bien.

Se levantó del suelo y se fue directa a él.

-Túmbate! – le dijo sonriendo.

Él se recostó y ella le echó un chorreón de aceite sobre el pecho y empezó a extendérselo mientras Kiyo empezaba a acariciarle su brillante culo.

Después se echó un chorro en la mano y se fue directa a su polla. Empezó a pajearle de pie mientras acariciaba su pecho, todo lleno de aceite y le dijo:

-Te vas a portar bien conmigo? Quiero ese pedazo de polla dentro de mí. Quiero que me llene y quiero toda la leche que puedas darme. – dijo mirándole a los ojos y estampándole un morreo.

-Claro que si nena, me pones muy cerdo. Tú, tu culo, tus tetas y ese coño que se traga todo lo que le doy.

-Me voy a pasar la tarde y la noche tragándola. Si no con el coño, con la boca.

Yo lo flipaba, estaba súper cachonda y eso es lo que yo quería, pero no dejaba de sorprenderme.

-Y tu marido qué?

-Mi marido me ha pedido que te disfrute como quiera y que te eche el polvo de tu vida, que no lo olvides. Así que él mirará y nosotros follaremos. – le dijo mirándole a los ojos y coronándolo con un beso.

Se sentó sobre su barriga enaceitada y se movió hacia atrás hasta que la polla le quedó entre las nalgas. Entonces la apretó contra su culo y empezó a rozar su coño resbaladizo contra su barriga, mientras que con sus preciosas nalgas y su mano apretando le hacía algo así como una paja.

Él cerró los ojos y ella se incorporó un poco poniéndose la polla a la entrada de su coño.

-Me moría por tenerla dentro otra vez- dijo, y de un golpe se la clavó. – uf joder! Que pedazo de polla, mira cariño como me follo a éste macho.

-Joder, que puta eres – dijo él.

Ella paró en seco.

-Puta no. Una buena esposa y algo guarra. Pero nada de puta.

Entonces empezó a cabalgarlo con ansias hasta que dobló las rodillas y se empezó a rozar el coño muy fuerte con la mano. Supe que se estaba corriendo.

Ella estaba más cachonda que nosotros.

Me levanté y fui a por la botella que trajo Kiyo.

Él la había tumbado y le había puesto las rodillas sobre el pecho y la estaba taladrando despacio pero fuerte, lento pero rítmicamente. Ella gemía e intentaba agarrar su culo para apretarlo contra ella.

Me senté y empecé a darle tragos. Tenía que calmarme, no quería correrme.

-¿Queréis?

-Dame la botella – dijo él. Y le dio un trago. –Abre la boca, nena. – ella le hizo caso.

Le dieron unos cuantos tragos sin dejar de follar y me devolvió la botella.

Siguieron así un rato, ella gemía cada vez más fuerte.

De repente, paró y se echó para atrás.

-Abre bien ese coño.

Ella abrió las piernas y con las manos se separó los labios y dejó ver su coño casi por dentro.

Él se la clavo de un golpe. Ella sacaba la lengua y se le volvían los ojos.

Sacaba la polla hasta dejarla fuera y se la clavaba de un golpe.

Paró y se puso a comérselo con ansia, le escupía y ella mientras, en la misma posición, se lo abría más y más para él.

Y empezó a follársela igual que antes pero con mucho mas ritmo. Se agarraba la base de la polla apuntaba y se la clavaba, la sacaba entera y volvía a la carga, ella se rozaba en coño con ansía a la vez que se lo abría. Cada vez resoplaba y gemía mas fuerte.

En una de éstas, al sacárselo, se corrió a chorros. Nunca lo había hecho.

Se empezó a reír a carcajadas.

-Joder, muchacho! Las cosas que me provocas. Dios!

El coño parecía que se iba a dar la vuelta.

Kiyo se sentó en el sofá y ella se montó encima suya de espaldas, enseñándole su culo.

Se lo follaba fuerte y se abría las nalgas.

En una de éstas se escupió la mano y empezó a masajearse su propio ano, pero sin penetrárselo.

Yo seguí bebiendo y tenía ya un pedo brutal.

-Danos un poco más de eso.

Les pasé la botella y bebieron unos bueno de chupitos sin dejar de follar.

Poco a poco, al ser la bebida muy fuerte empecé a ver como sus ojos se le ponían de pintona.

Él en una de estas le dijo que se iba a correr, ella aceleró el ritmo y se corrieron juntos.

Se vino al lado mío y se abrió el coño, lleno de lefa y me dejó ver cómo le caía.

Sin darle tregua, lo sentó y se arrodilló.

No sé cuánto tiempo estuvo, pero cogió esa polla morcillona después de correrse y estuvo jugando con ella como una autentica cerda, la baboseó a lo máximo, y se la tragaba blanda, le comía los huevos, se atragantaba. Cuando la polla estuvo dura, siguió un buen rato. Él le dijo que se tumbara bocarriba y que dejara caer la cabeza por fuera del sillón, ella le hizo caso.

Entonces le folló la boca hasta el fondo. Yo me asusté, pensé que le iba a hacer daño, pero ella se pajeaba muy muy fuerte. Así que supe que esa follada de boca le estaba encantado.

Eran un auténtico show porno, los dos brillantes del aceite follando de mil maneras.

Yo seguí bebiendo, y dándoles de beber.

Dieron muchas vueltas más, después de algunas horas de diversión, alcohol y varias corridas de mi mujer, él se corrió en su boca y ella como premio y mirándole a los ojos se la tragó.

Se ducharon juntos, se despidieron con un beso y un hasta pronto y se fue.

Al quedarnos solos, ella me confesó que había sido la sesión de sexo de su vida, y nos quedamos dormidos en el sofá abrazados.

Cuando desperté al día siguiente vi un mensaje de Kiyo:

-Tu mujer no se me va a olvidar jamás. Gracias por compartir.

Ese día nos volvimos a nuestra ciudad, ambos satisfechos.

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