Hace ya dos años que pasó un fin de semana al mes en la casa de mi amigo David, aunque ya hace medio año que se fue, yo me quedé atendiendo a su mujer.
La mitad del viaje de 4 horas al sur de la provincia las pase sentado solo en el último asiento del bus, iba revisando las conversaciones de Whatsapp de mi pareja Verónica y su mejor amiga Clara, hablaban de nuestros últimos encuentros a detalle, de como me transforme en una bestia de un día para el otro después de encontrar su consolador azul. Clara no podía creer que yo le hiciera esas cosas a su amiga, que me veía como un bueno para nada, pero que ahora me iba a mirar con otros ojos. Al leer eso decidí ir mucho más atrás en el chat para ver que se hablaba de mí, cuando sin querer apreté y se desplegó ante mí la galería de imágenes del chat, fotos normales y de pronto entre las fotos mi pija, mantuve presionado y fui al mensaje “Deci lo que quieras, a mi me gusta” a lo que Clara respondía “Más o menos amiga, aunque ahora que la sabe usar es otra cosa”, la conversación era del mismo día que yo se la había enviado hace un par de días atrás.
Seguí buscando en las imágenes y encontré al menos doce imágenes de mi novia probándose lencería en mi casa, pero lo hermoso es que Clara hacía lo mismo desde la suya. Clara es una rubia de pelo carré, ojos azules claros y piel trigueña, se viste estilo ejecutiva todo el tiempo con el collar de perlas y todo, tiene una delantera que madre mía, en estas fotos podía dar fe que eran unas tetas hermosas. Ella tiene 43 años mide 1,47 m, además de un muy buen cuerpo, después de todo eran amigas del gimnasio y hacían la misma rutina, solo que a Clara se le marcaban los abdominales y un poco los brazos, después del divorcio de su marido había pasado de un pibe a otro, todos menores de 30 años.
Mi pija se había puesto a mil, copie las fotos a mi teléfono y seguí buscando, para encontrar fotos donde Clara de espaldas y de frente, totalmente desnuda le mostraba las líneas de bronceado, mi pija dio un salto dentro de mis pantalones, es entonces cuando vi un video, donde Verónica mostraba a Clara a un tipo en la ducha, el cual era un servidor. Ni enterado de cuando me filmó pero Clara comentaba como siempre “No es la gran cosa, aunque ese culito si se puede ver”, seguí buscando frenético, mas fotos en ropa interior, fotos en la playa y la frutilla del postre fue un video tipo selfie donde se veía a Clara recibir toda una eyaculación en las tetas con una cara de zorra increíble.
Yo ya me había empezado a tocar el pedazo por encima del pantalón cuando a una hora de llegar el bus sube un nuevo contingente de gente. Una chica de unos 25 años se sienta a mi lado, trato de taparme el bulto con mi campera haciéndome el dormido mientras espero que baje, ella se sienta con un escote que no dejaba nada a la imaginación, a los diez minutos ella está dormida apoyada en mi hombro su escote con cada bache del camino se abre un poco más, eso sumado a todas las fotos que encontré de Clara hacen que mi pija gotee de la calentura.
Me cercioro de que la chica está dormida, tomo mi teléfono y empiezo a enviar fotos a Eduardo “Hijo de puta mira el pedazo de escote que tengo a la mano y no puedo hacer nada” enviar. Pasa un rato y me contesta “Que envidia maestro”, apuntó el celular saco una nueva foto “No tenés una idea de lo caliente que me tiene esta piba” enviar.
En un momento se acomoda abrazando mi brazo y apoyando esas hermosas tetas en mí, el movimiento del micro hacía que ella frotara su pecho contra mi. Mi pija estaba lista para explotar, cuando se despierta y me ve, rápidamente se acomoda, pide disculpas, yo me hago el galán, le digo que no hay nada de qué preocuparse. Charlamos tranquilamente, mi mirada se desviaba cada tanto a su escote y que ella no volvió a acomodarse, dejando que el bamboleo del viaje lo fuera desacomodando para mi fortuna. Un sostén color petróleo de encaje llevaba puesto se asomaba. Lorena se llamaba, coqueteamos hasta que ella se bajó del bus un par de paradas antes, un beso en la mejilla cálido y más largo de lo habitual fue lo único que obtuve de ella. Con una calentura monumental, enfilo derecho para la casa que era de mi amigo David, a cogerme a su señora como nunca.