Martha se despedía de nosotros porque cambiaba de trabajo, una mejor empresa y más solvencia económica venían para ella.
Algunos compañeros de trabajo decidieron ir a despedirla bailando y bebiendo en una cantina que está cerca del trabajo, obviamente yo me apunte, porque a pesar de lo que ya había pasado entre nosotros ella siempre me cayó muy bien y tenemos una amistad hasta el día de hoy.
Nos organizamos y pedimos varias cubetas y botana, bebíamos, bailábamos y recordábamos anécdotas sucedidas con ella, así hasta llegar a la madrugada.
O: Bueno, ¡espero que te vaya muy bien!
M: Gracias, ¡igual espero que crezcas mas como trabajador y persona!
O: Sabes me hubiese gustado despedirme de ti de otra manera.
M: ¿Así? ¿Cuál?
O: tú y yo en una cama, desnudos, gimiendo, jaja, ¿piensalo!
Ella comenzó a reírse y me dio una palmada en el hombro, honestamente pensé que me había dado el avión y que lo de aquella ocasión no se volvería a repetir.
Llegó el momento de la despedida, todos la abrazaban y le deseaban lo mejor, pagamos la cuenta y cada quien se iba por su lado, cuando estaba por tomar un taxi ella se acercó a mí y me dijo que me daría un rite.
M: Vamos cariño, te dejo cerca de tu casa.
O: Está bien, así no batallo tanto.
Subí a su carro y ella se arrancó, puso música de Sade y cantaba muy sensualmente.
O: ¡Vaya! ¡Que erotico suena eso!
M: ¿Qué te parece? ¿Esto te excita?
O: Cariño, toda tu, hasta podría desnudarte en este momento.
Ella detuvo el carro en una calle sola y oscura, me miró muy ardiente y me comenzo a besar, yo no desaproveche la oportunidad de saborear su boca y tocarla, apreté sus piernas y acaricié sus nalgas mientras mi lengua entraba en su hermosa boca.
M: Me gustó cuando lo hicimos aquella vez y tal vez quiero probarte antes de que envejezca más.
O: Vamos a un hotel, quiero sentirte sin prisa.
Ella encendió el auto y nos metimos en un hotel cerca de Ermita, pedimos una habitacion sencilla, con mi celular puse musica y me acosté, Martha se quitaba la ropa al ritmo de música de Jazz, eso me excito demasiado, se acostó y yo comencé a besar su cuerpo, de su piel a su cuello, de sus rodillas a sus tetas y de su boca a su coño.
Quite su tanga y delicadamente lleve mi lengua a su húmedo orificio, lo bese y lamí con mucho cuidado, abrí sus labios vaginales y acaricie su clítoris que se inflaba y mojaba riquísimo.
Devore cada espacio de su tesoro, apretaba sus tetas con mis manos pellizcando sus pezones grandes y morenos, esas enormes tetas eran estrujadas y pellizcadas al mismo tiempo que sus ricos fluidos llenaban mi boca de placer.
M: Oswaldo, uhm, ¡¡agh!!
O: Que rico, uhm, saca todo baby, sacalo.
Me quite toda la ropa y nos acomodamos en rico 69, Martha me daba una mamada digna de película mientras mis dedos palpaban dentro de su vagina y mi lengua saboreaba sus nalgas y culito.
Su lengua saboreaba mi escroto y luego bajaba por todo mi tronco haciéndome sentir un placer único, luego devoraba toda mi verga como si fuese su última comida, saboreaba y tragaba el liquido pre seminal que salía de mi verga la cual palpitaba dentro de su boca.
M: ¡Dame tu verga amor!
O: ¡Súbete y cabálgame!
Martha obedeció mi petición y ella solita se acomodó metiendose mi verga en su húmeda vagina, se movía lentamente, en círculos, saltando de vez en cuando y acercándose para besarme y probar mi cuello, yo me deleitaba comiendo sus pezones y lamiendo sus enormes tetas.
M: ¿Te gusta cariño?
O: Me encanta, uhm, ¡eres la mejor!
Se movia rapido, honestamente yo peleaba por controlarme, sus mamadas y ahora su cabalgata me tenían a punto de estallar, pero aun quería seguir dentro de ella, así que tome el contro, la acoste y le abrí las piernas y casi acostado encima de ella comencé con una penetración suave.
M: Que duro te sientes ¡¡uhm, ah!!
O: Así me pusiste ¡¡estás buenísima!!
Esa pose me ayudó a relajarme un poco, se la metía todita y también la besaba, mordía sus tetas, su cuello y orejas, ella me apretaba las nalgas y también se movía, el momento era fantástico.
Levante sus piernas y las puse en mis hombros, comencé a embestirla un poco más rápido, disfrutaba ver cómo se movían sus tetas y como se mojaba enterita.
O: Martha que rico, uhm, ¡¡ah!!
M: Oswaldo, que dura, me gusta, ¡mas dame mas!
Me empujaba con fuerza de hecho me ponía casi en cuclillas y se la dejaba ir con fuerza, mis testículos rebotaban fantásticamente en sus hermosas nalgas y sus gemidos y gestos me prendían demasiado.
Se puso en cuatro y se veia magnifica escurriendo por sus muslos, saboree ese fluido y luego tomándola de la cintura comencé a metersela suave y tiernamente.
M: Que duró, uhm, que rico, mas, así, no pares, mas, ¡¡agh!!
O: ¡¡Toma, uhm, ah, mmm, Martha!!
Acariciaba su espalda, sus tetas, sus ricas nalgas, Martha acompañaba con un sensual movimiento de cadera que me ponía más duro y generaba un enorme y rico placer.
Subí la intensidad de mis embestidas, ella solo gritaba y me permitía que le diera de nalgadas, yo con apenas 22 años me comía a una mujer de 33 y la tenia gritando de placer.
O: Muévete, que rico, uhm, ¡¡ah!!
M: Oswaldo, cariño, que rico, mas, dame más soy tuya, hazme venir, agh, ¡¡ah!!
La tiré boca debajo de tanta fuerza que usaba en mis embestidas, me empujaba con fuerza apretando sus nalgas y mordiéndole la espalda y el cuello hasta dejarle marcas, quería que me recordara, que jamás olvidará esa noche.
Martha comenzó a venirse, su concha expulsaba fluidos llenos de placer, sus gritos seguro se escuchaban en todo el hotel, yo estaba con el corazón a mil por hora y con mi verga a punto de llegar al clímax.
Cambiamos de posición, yo me senté en la cama y ella igual encima mio, nos besabamos y yo le metia mi verga y apretaba su clítoris haciendo más placentero su orgasmo.
M: ¡¡Ah!! Que rico, uhm, uhm, ¡¡agh!!
O: Que rico amor, sacame la leche ¡ordeñame todo!
M: ¡Dame tu leche, lléname de ti, uhm!
O: Muévete nena, uhm, si, así, uhm, que rico, ¡¡ah!!
Ella se daba sentones bien ricos mientras me besaba y me daba a comer sus tetas, yo mordía los pezones y acariciaba sus nalgas, me movía a su ritmo haciéndola gemir y preparandola para que recibiera mi leche caliente.
M: Así cariño, mmm, papito, mas, dámela ya, uhm, ¡¡damela toda!!
O: Ahí viene amor, ahí viene, uhm, ¡¡agh!!
Comencé a venirme llenándola enterita de mi semen, ella gritaba y yo también, ambos teníamos un orgasmo, un orgasmo lleno de fluidos.
Mi verga expulsó semen como si fuese volcán, parecía que la orinaba, Martha no dejaba de moverse y gritar y yo le hacía segundo, que rico orgasmo, el mejor hasta ese momento en mi vida.
M: Que rico amor, uhm, ¡¡ah!!
O: Martita, me dejaste vacío, uhm.
Comenzamos a reír y así nos acostamos y nos abrazamos reposando de la rica escena anterior.
Lo hicimos un par de veces más en donde la llene de leche para que nunca me olvidará, esa fue la ultima vez que cogi con ella, pero seguimos siendo amigos, de hecho es mi madrina de bodas, imaginense si mi esposa supiera que su madrina, me pedía semen.