Lo que hoy vengo a relatar me pasó de una manera esperada, pero circunstancial y nunca me hubiera imaginado que fuera tan satisfactoria.
Vivo en un barrio de un pueblo del centro de España donde todo el mundo aún se conoce de vista por lo menos. Las tiendas son muy familiares. La carnicería está regentada por dos primas de unos 45 años, una es… digamos que no es mi tipo de mujer y muy habladora, Susana, pero Chus es guapísima, de esas mujeres que te hacen girar en cuanto las ves, y también es muy extrovertida. Chus vive en la calle paralela a la mía y nuestros balcones se ven, yo vivo en un segundo piso y ella en un cuarto.
Un día entre a comprar y estaban Chus y una clienta hablando del carácter de una vecina de mi bloque de pisos, diciendo lo mal educada y mal hablada que era.
"Mira vive en la escalera de este chico, ¿Y cómo es en la escalera?" me preguntó nada más entrar a la tienda.
Yo contesté que igual que en la calle, pero no quise hablar mucho del tema por si acaso mis palabras luego corrían de boca en boca por el barrio, no me gusta meterme en la vida de los demás. Cuando se fue la clienta, Chus me explicó que mi vecina siempre andaba desnuda por casa al igual que su marido, que ella lo veía cuando salía al balcón.
"Pues a mí también me habrá visto, porque muchas veces voy desnudo por casa", Chus no dijo nada, pero su sonrisa delató que algún día me había visto.
A los pocos días de esta conversación hubo una ola de calor muy importante en mí ciudad que duró bastantes días, El calor y la sensación de bochorno era increíble, no se podía ni aguantar.
Fui a comprar la cena a la tienda de Chus, había un par de clientas que hablaban del calor y que no se podía dormir por las noches y una de ellas dijo que dormía en el balcón con un colchón. Esa noche era inaguantable no hacía más que dar vueltas en la cama, cuando me acordé del comentario de la señora de la tienda. Cogí un colchón y lo puse al lado del balcón, poniéndolo entre el salón y la terraza, y a dormir.
Cuando desperté y eché un vistazo al cielo vi que Chus estaba en su balcón mirando hacia mi casa. Me desperté y fui a por mis quehaceres, a esas horas siempre voy corriendo ya. Las 3 o 4 siguientes noches fueron igual de calurosas y por lo tanto iba a dormir al balcón y al despertarme Chus estaba siempre allí observando, fumándose un cigarro. Como cada día me despertaba a horas diferentes por culpa del calor me di cuenta que ella se levantaba de la cama a las 6.30 de la mañana.
El calor fue disminuyendo y por consiguiente ya no tenía la necesidad de ir a dormir al balcón. Pero lo que sí que me gustaba era ir a comprar cada tarde la cena a la tienda cuando estaba Chus, por el morbo de averiguar si se atrevía a decirme algo de mi desnudez. Siempre que iba a la tienda tenía clientas y así era casi imposible que me dijera algo por lo que tenía que iniciar yo alguna conversación que nos llevara al tema.
"Menos mal que ya no hace tanto calor"
"Pues no, la verdad es que parece que se respire mejor" dijo una clienta.
"Y por las noches pasa un poco de fresco" afirmó otra clienta.
"Desde luego, la pasada semana cuando salía al balcón por las mañanas siempre veía a alguien durmiendo cerca del balcón y ahora ya no" confesó Chus. En ese momento me entró una excitación por el cuerpo que lo primero que reaccionó fue mi miembro que empezó a subir como si tuviera un muelle.
"¿Espías a los vecinos, Chus?"
"Por supuesto que no. Es que me alegra el día ver otras carnes y no siempre las de mi marido". Aquellas palabras hacían que mi miembro siguiera aumentando el tamaño y apretando mi pantalón, subí a casa y fui directamente al baño a masturbarme pensando en Chus.
A la mañana siguiente puse mi despertador a las 6 h. para preparar el escenario para cuando saliera Chus al balcón. Puse el colchón en la puerta y un espejo puesto de tal manera que viera a Chus sin que ella pudiera ver que la estaba vigilando cada uno de sus movimientos y reacciones y me tumbé a esperar a que saliera.
El tiempo de espera fue excitante y mi miembro fue adquiriendo unas dimensiones que me iban muy bien para mi propósito de que Chus pensara que era la "Excitación mañanera". Cuando vi que la luz de la cocina de Chus se encendía me puse de lado para que no viera directamente mi extremidad, quería que corriera su imaginación, y en ese momento apareció. Solo verme apoyó sus brazos sobre la barandilla del balcón como si fuera a pasar un rato allí. Chus llevaba un camisón de tirantes que le llegaba por encima de las rodillas y el pelo despeinado.
Yo me giré para que pudiera ver todo el esplendor del tema, Chus se movió un poco para tener mejor vista, mis manos empezaron a recorrer mi cuerpo lentamente hasta encontrar mi barra de hierro la cual agarré y empecé a masturbarme. Yo miraba la miraba a través del espejo, cruzó las piernas, las movía como si tuviera algo entre ellas y sus manos buscaban sus pechos. Yo seguía con mi vaivén lento, pero seguro, entonces vi como Chus se introducía una de sus manos por debajo el camisón buscando un pezón, el cual pellizco tanto que el tirante del camisón se le cayó por el brazo dejando ver una de sus tetas, eso me excitaba aún más y mi mente empezó a lamerlas con desesperación, mi mano acelero el compás de la masturbación, mi excitación era tan elevada que me corrí mientras miraba a Chus por el espejo, esparcí toda la leche por encima de mi estómago y luego con mí mano la repartí por mi pecho como si fuera una pomada.
Dejé pasar un minuto y me levanté, ella seguía allí, pero esta vez sí que nos cruzamos las miradas directamente, Chus sin ningún pudor me levantó la mano como dándome los buenos días, yo respondí con el mismo gesto y una sonrisa.
Esa misma tarde, a última hora, fui a comprar y no había nadie en la tienda.
"Hoy vuelve a hacer calor". Me dijo.
"Pues yo no lo noto".
"Pues debo ser yo, pero desde esta mañana estoy ardiendo, como si tuviera fuego en el cuerpo".
"Ha probado a ducharse, a veces…"
"Esto no se arregla con una ducha, Carlos, necesito algo más duro"
Pasados unos días de mi conversación, empezaron las vacaciones con lo cual mi pequeña historia con la tendera pensaba que ahí terminaría.
Era agosto cuando una tarde pasé por la tienda y vi que la carnicería estaba abierta, miré en su interior y vi que estaba Chus completamente sola.
"Hola, ¿No ha hecho vacaciones?"
"No, hemos tenido un problema y no nos hemos ido, y para estar en casa aburrida prefiero abrir, que así me distraigo"
"¿Tan grave es el problema, si puedo ayudar en algo?"
"Gracias. Pero es que han ingresado a mi suegra y mi marido se pasa el día en el hospital, no es nada grave, pero ya nos ha fastidiado las vacaciones". "No se puede llegar a vieja, créeme"
"No lo dirá por usted, que cada día la encuentro más joven"
"Ay si yo te contara", ¿Y tú ya has acabado las vacaciones?"
"No, yo siempre o nunca, estoy de vacaciones porque trabajar en casa es lo que tiene".
"Y usted, ¿Cómo se encuentra de esos calores que tenía?"
"Hasta hoy mejor, pero me parece que hoy va a volver a apretar el calor".
Ya os podéis imaginar como tenía el cuerpo y mi imaginación con esta indirecta, Chus esperaba otro show, estaba claro, ¿Pero que podía ocurrir?, no podía permitir que esto se supiese por el vecindario.
Al día siguiente por la mañana fui a sacar al perro y al regresar vi que la tienda estaba cerrada, subí a casa y me desnude para darme una ducha, al pasar por la ventana del comedor vi que Chus estaba recogiendo la ropa tendida y levante la mano para saludarla, no me podía ver completamente por que la ventana me llega por encima de mi cintura, ella correspondió a mi saludo con una sonrisa. Después de ducharme me preparé un poco de comida y me puse a comer en la mesa mientras miraba el móvil. Oí un ruido y levanté la mirada y no vi nada, pero antes de volver a mirar el móvil, mis ojos se dirigieron al balcón de Chus, estaba comiendo sola sentada de tal forma que podía ver al completo sus piernas, llevaba puesto un bañador completo con tirantes que dejaban al aire sus hombros, su espalda y le formaba un canalillo entre sus pechos que ya le gustaría a más de una veinteañera.
Ella vio como la miraba y se abrió sus piernas, yo que tan solo llevaba la toalla del baño en la cintura como si fuese un pareo note como empezaba a desarrollarse y se abría paso por la toalla. Chus empezó a abrir y cerrar las piernas hasta que el bañador dejó al descubierto parte de su sexo, deslicé mi mano por debajo de la mesa hasta encontrar mi tridente y empecé a masturbarme. La vecina vio el movimiento de mi brazo y enseguida supo lo que estaba pasando debajo de la mesa. Su mano también se deslizó a su entrepierna y levantando un poco la entrepierna del bañador se introdujo un dedo en su rosada vagina, ella no apartaba su mirada de mí mientras con la otra mano se introducía piezas de fruta en la boca sensualmente.
Mis testículos estaban al límite y sin mirar que nadie más que ella me pudiera ver me levante y descargue toda mi leche por el suelo. Observe que Chus aún no se había corrido y pensé en hacer algo para que ella también gozara lo mismo que yo. Fui a la nevera y cogí unos fresones que guardaba para la noche y empecé a comérmelos sensualmente, sus dedos entraban y salían de ella a una velocidad increíble cuando de pronto se detuvieron y su cuerpo cayó encima de la mesa. Nos quedamos los dos mirándonos como agradeciéndoles el mutuo placer.
El domingo me desperté casi a las 4 de la tarde después de haber trasnochado el sábado. Las ojeras me llegaban al suelo y la resaca hacía de las suyas en mi cuerpo, la verdad es que no estaba para nada ni nadie. Me acerqué a la ventana para ver qué día hacía, el sol era radiante y en el balcón de mi vecina estaban ella, su marido, su hijo y su nuera comiendo. Así que me fui a duchar y después me senté en una tumbona hasta que se me pasara la resaca.
De vez en cuando echaba un vistazo a mis vecinos y en uno de estos vi cómo se despedían el hijo y el marido de Chus, supuse que se iban a ver a la abuela, pero la nuera se quedaba con ella. Después de acabarse el café recogieron la mesa y la apartaron del balcón y las dos se sentaron en unas sillas de esas de playa a tomar el sol. Chus llevaba el mismo bañador que el día anterior y su nuera un bikini de color… rosita
Las veía que hablaban, pero Chus me miraba de vez en cuando, y cuando lo hacía yo me apartaba un poco la toalla para que viera que no llevaba nada debajo, ella por su parte se quitó los tirantes y se bajó el bañador dejando parte de sus pechos al descubierto, pero sin que se le viera nada. Entonces me levanté y como el que no quiere la cosa hice que la toalla se me cayera dejando todos mis atributos al aire, recogí la toalla y fui a la nevera a buscar en bote de nata.
Regresé a mi tumbona y deje el bote de manera que Chus pudiera verlo. Cuando fijo su mirada en él lo cogí y levantando la toalla sin que ella pudiera ver nada llene mi falo de nata, estaba fría y mi instrumento se levantó haciendo una tienda de campaña con la toalla, cuando volvió a mirar aparte la toalla para que viera donde estaba la nata y recogiendo un poco con un dedo me lo lleve a la boca.
Creo que mi vecina ya estaba bastante caliente por la situación, se levantó y se fue, a los pocos minutos regresó y quedándose de pie delante de su nuera, vi como empezaba a gesticular con los brazos hasta que se le cayó el bañador dejando ahora sí, ver sus hermosísimas tetas con sus rosadas aureolas y sus hinchados pezones. Su nuera ni se inmutó y Chus no hizo ni el menor gesto para subirse el bañador, se sentó en la silla como si no se diera cuenta de que sus tetas estaban también tomando el sol. Al rato Chus se giró hacia su nuera y mientras hablaba con ella le desabrocho el bikini para luego quitárselo, tenía unas tetas pequeñas y puntiagudas.
Eso me puso aún más caliente, la nata se deshacía por las altas temperaturas que desprendían mi polla y mis huevos así que cuando Chus volvió a mirar me quité la toalla y volví a ponerme un buen chorro de nata. Se incorporó y cogiendo a su nuera de la mano le indicó donde tenía que mirar, yo me cubrí rápidamente, ellas se reían, al ver que me tapaba Chus cogió uno de sus pechos y lo beso. Estaba claro, Chus y su nuera querían que me masturbara para las dos.
Mi mano subía y bajaba por mi miembro suavemente, mientras mi otra mano recorría mi cuerpo y pellizcando mis pezones, mis piernas totalmente abiertas dejaban ver todo. Mientras ellas me miraban, yo no podía más, mi mano iba cogiendo cada vez más velocidad hasta que me corrí tirando toda la leche con tanta fuerza que hasta me salpico en la cara, quedé exhausto viendo como las dos damas se reían viendo como yo me había corrido.
A los pocos días entré a comprar, Chus estaba acabando de servir a una clienta y no decía nada estaba absorta en su trabajo.
"¿Ya se encuentra mejor, Sra. Chus?"
"No, hijo, no. Cada vez es peor, me entran unos calores que no sé qué hacer".
En ese momento la clienta se fue y nos quedamos solos.
"Tendremos que ponerle solución a este problema”, la dije.
"Ya lo sé, hijo. Pero me preocupa más el remedio que la enfermedad, en este caso".
"¿Por qué?”.
"¿Y si me gusta?, ¿Qué pasará?".
"Gustarle, seguro que le gusta. Y no sé lo que puede pasar, ya veremos, todo tiene solución".
Pagué y al darle el dinero rozamos nuestras manos yo la miraba a los ojos y vi como soltaba un suspiro con el contacto de nuestras manos.
A finales de septiembre son las fiestas de mi barrio y ahí tenía una ocasión inmejorable para que nuestros cuerpos se pudieran arrimar en algún baile. Pero esto ya os lo contaré en otro momento o dejo que vuestra imaginación fluya y adivine que pasó.
Muchas gracias por leerme y espero que me valoren o comenten.