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La dependencia
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Pili empezó una nueva vida con su hijo adolescente, al principio todo fue duro y difícil después de su inesperado divorcio, su trabajo en Aena le permitió el traslado de la costa de Málaga a Madrid, alquilo un pequeño adosado cerca del aeropuerto y debido al trastorno de su hijo pudo acceder a un horario diurno para poderlo compaginar con sus necesidades.

Posteriormente le concedieron un grado de dependencia y la comunidad le adjudico una logopeda que le asistía a domicilio dos veces a la semana, su hijo sufría de afasia del habla y le alteraba la capacidad para comunicarse con los demás, después de dos meses el chaval mostró una mejoría ascendente.

La logopeda, Cleo una chica joven de unos 26 años, bajita y con un aspecto muy peculiar, el pelo teñido de rubio, delgada y con un piercing en la nariz y otro en la lengua y con infinidad de tatuajes, normalmente le dedicaba unas dos horas por las tardes, lo que hizo que Pili la dejara cenar con ellos, así es cómo entablaron una relación cordial y se convirtieron en confidentes una de la otra, Pili no relaciono aquello con un inesperado sentido de volver a masturbarse y de cuidarse.

Un día coincidieron en el baño que Pili salía de la ducha y Cleo entraba y pudo observarla desnuda, Pili se conservaba muy bien para su edad, a sus 37 años, aunque un poco sobrepasada de peso, sus tetas y sus nalgas estaban erguidas y rígidas, su pelo corto, su piel morena, su elegante manicura y un matojo de pelos en el sexo.

– ¡qué buena que estás! – le dijo Cleo.

– ¡Tú crees! – respondió Pili – estoy muy gorda.

– Aún que estés gordita… ¡estás muy buena!

Cleo se acercó a Pili y deslizo su mano por su cintura y su otra mano le araño el brazo a Pili que quedó paralizada, las dos se cruzaron la mirada morbosamente y Pili se apartó ruborizada.

Aquella noche Cleo ceno con Pili y su hijo, se bebieron una botella de vino y mientras su hijo se iba a la cama, ellas conversaban animadamente en la cocina.

– ¿Cuánto hace que no follas? – le preguntó Cleo descarada.

Pili soltó una risa y casi escupe el vino que saboreaba en la boca e hizo un aspaviento con la mano.

– Ya hace tanto que ni me acuerdo – murmullo entre risas Pili.

– El fin de semana que estés sola – le susurró Cleo – ¡Té invito a cenar!… A ver si alguien te da un meneo.

Se acabaron el vino y Cleo le recogió las copas y las lavo, se fue a despedir del hijo de Pili y al marcharse le dio un pico en los labios a Pili que quedó paralizada y una extraña sensación recorrió su cuerpo, aquella noche pensando en lo que había pasado se masturbó salvajemente.

Aquel fin de semana Pili llevo a su hijo a la estación del Ave, lo acerco hasta el vagón donde una azafata lo acompañaría tutelado el viaje, iba a pasar el fin de semana con su padre, después hizo las compras y se fue a su casa dispuesta a descansar todo el fin de semana, no había guardado las cestas de la compra y sonó el timbre.

– ¡Te invito a cenar! – dijo Cleo al abrir la puerta.

– ¡No, quiero descansar! – dijo apesadumbrada Pili.

Pili hizo un aspaviento y se fue a su habitación a cambiarse, Cleo la siguió y se pusieron delante del armario.

– ¡Yo te digo que te pones! – susurró Cleo como si fuese una orden.

Pili se quedó sentada en la cama mientras Cleo buscaba en el armario, saco una falda y una camisa y se la enseño a Pili que hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

Pili se quitó el pantalón y se puso la falda, se quitó una camiseta que llevaba y se iba a poner la camisa.

– ¡Quítate el sujetador! – le gruño Cleo

Pili le hizo un gesto con la cabeza y Cleo se acercó y le fue a abotonar los botones y le acaricio las tetas.

– ¡Mira que tetas que tienes! – le susurró Cleo mientras le pasaba los dedos por los pezones que se le pusieron duros y erguidos, Pili volvió a sentir aquel extraño escalofrío, se miraron otra vez y Cleo hizo la intención de darle un beso en los labios, pero Pili aparto la cara.

Cleo le dedico una sonrisa mientras se giraba y busco unas sandalias de tacón, se las puso y mientras las abrochaba se dirigieron otra mirada morbosa, se levantaron y se fueron.

Cenaron en una pizzería animadamente, un WhatsApp le anuncio que su hijo había llegado a su destino y luego fueron a un pub a tomarse una copa, estaba lleno de gente mucho más joven y salieron y se dirigieron al vehículo, cuando estuvieron dentro Cleo miro a un lado y a otro, al ver que no venía nadie, se abalanzo sobre Pili y le dio unos picos en los labios que quedo sorprendida y paralizada.

– Entre semana cuido de tu hijo – le murmulló Cleo – Y ahora quiero cuidar de ti.

– ¡No puede ser! – farfullo Pili – ¡Déjame!

Cleo le puso las manos en la cintura inmovilizándola y le sacaron la camisa de la falda, su mano le desabrocho los botones de la camisa mientras la besaba en los labios y Pili hizo un conato de forcejeo que duro poco, las manos de Cleo le acariciaron las tetas y le pellizcaron los pezones que se le pusieron duros y erguidos mientras emitía unos jadeos sensuales.

– ¡Vamos a tu casa, aquí nos pueden ver! – dijo Cleo

Pili arranco el vehículo y salió lentamente y condujeron en silencio, la mano de Cleo le acariciaba el muslo y subía la mano y le acariciaba las bragas, en un semáforo pararon y se iban a dar un beso, pero un vehículo aparco justo al lado, tuvieron que esperar a otro semáforo y se dieron unos picos sensuales, Cleo ya le daba la lengua y se morreaban sin disimulo.

– ¡Voy a hacer que pierdas el sentido! – le murmullo Cleo.

– ¿Cómo lo vas a hacer? – balbuceo Pili.

– ¡Te vas a volver loca cuando te coma el coño!

Llegaron y aparcaron delante del adosado, Pili abrió la puerta y entraron, Cleo se abalanzo sobre ella y la puso contra la pared, la beso y le abrió la camisa y empezó a besarle las tetas y lamerle y morderle los pezones.

-¿Por qué me haces esto? – balbuceaba Pili entre suspiros.

– El primer día que te vi ya sentí que quería follarte.

Cleo la besaba en el cuello y los jadeos y gemidos eran cada vez más placenteros y escandalosos

– ¡Nadie va saber que te voy a follar gordita! – le susurraba Cleo mirándola retorcidamente.

Cleo le quito la falda y le mordió los pezones con fuerza y luego le pasaba la lengua como bálsamo, Pili gritaba y arqueaba la espalda contra la pared, Cleo se deleitaba mirando la expresión de su cara.

– ¡Me gusta follarme gordas cómo tú! – le balbuceaba Cleo.

Cleo la cogió de la mano y la empello hacia la habitación la estiro encima de la cama y le dio varios azotes en las nalgas, Pili gritaba con cada azote, la giro y le desbrocho las sandalias y le beso los pies y le chupo los dedos, le pasaba la lengua entre los dedos mientras Pili la miraba morbosamente, Cleo le quito las bragas y le abrió las piernas mientras le pasaba los dedos por la raja y un dedo le froto el clítoris inflamado.

– ¡Que clítoris que tienes! – le susurró Cleo – ¡tanto tiempo sin follar una guarra cómo tú!

Cleo le besaba los muslos y le mordía las ingles mientras un dedo se metía y exploraba su coño entrando y saliendo con intensidad, Pili no podía reprimirse y empezó a jadear con fuerza, se recogía el pelo impulsivamente y se masajeaba las tetas. Cleo le saco el dedo, le abrió los labios del coño y le dio dos lametones que hicieron que Pili se agitase.

– ¡Pídeme que te coma el coño gorda! – le susurraba – ¡tienes un coño muy sabroso!

– ¡No me dejes así! – le susurró Pili llevándose las manos a la cara – ¡Cómeme el coño!

Cleo empezó a lamerle el coño con maestría, su lengua le lamía la raja lentamente, la penetraba con la lengua y la dejaba quieta y luego la movía frenéticamente.

– ¡Me vas a volver loca! – suspiraba Pili.

– ¡Ahora tu coño es mío gordita!

– ¡Tú lengua me va a matar de gusto!

La lengua de Cleo le lamió el clítoris con rapidez e intensidad y le miraba la cara a Pili que estaba desencajada, sentía la lengua y la puntita metálica del piercing y empezó a chillar placenteramente mientras Cleo observaba cómo Pili entraba en trance sus ojos se volvían en blanco y sus gemidos se alternaban con risitas complacientes.

– ¡Vas a hacer que me corra! – le anuncio Pili

-¡Notó como te huele el coño a puta!

Pili se arqueaba y agarraba por los pelos a Cleo mientras gritaba con fuerza y sus ojos se volvían en blanco, le llegaban oleadas de placer nuca antes experimentado y no pudo reprimirse y se corrió intensamente sus piernas se cerraron y Cleo tuvo que poner los brazos cómo tope y que no la estrangulase con las piernas, Pili se quedó un rato agitándose y respirando con fuerza.

Cleo se puso a su altura y la beso en los labios y en el cuello mientras sus dedos le pellizcaban los pezones y provocaban que Pili volviese a chillar.

-¡Me encanta tu coño! – le murmullo Cleo – ¡me ha dado mucho morbo comerte el coño gordita!

– ¡No sé que me has hecho! – se disculpó Pili – ¡Yo no soy así!

– ¡Te has vuelto loca cuando te he comido el coño por primera vez!

Cleo le abrió las piernas y le metió dos dedos en el coño y empezó a meterlos y sacarlos lentamente y aumentando las penetraciones.

– ¡Para por favor! – le rogo Pili – ¡No sigas!

-¡Déjame follarte gordita!

– ¡Te lo suplico, déjame! – sollozaba Pili, pero su cuerpo decía otra cosa y se abría de piernas para facilitar la penetración de los dedos de Cleo.

Los dedos de Cleo entraban y salían del coño de Pili fluidamente y los giraba como una tuerca y abría los dedos dentro del coño, lo que provocaba que Pili experimentase otra forma desconocida de sentir un placer inmenso y empezó a chillar y a agitarse con fuerza.

– ¡Qué me haces que me vuelvo loca?

– ¡Follarte marrana!

– ¡Fóllame así! – chillaba deslenguada – ¡hazme tu puta!

-¡Tienes un coño muy apretado!… ¡Mírame mientras te follo!

– ¡No dejes de follarme! – le pedía Pili mirándola sumisamente y mordiéndose los labios.

-¡Te voy a hacer mi putita! – le susurró Cleo – ¡Voy a follarte cuando me dé la gana gordita!

Pili se abrazó a Cleo y le mordió los hombros mientras le venía otro orgasmo salvaje, soltó un grito estremecedor y se corrió violentamente mientras de su coño manaba un chorro de líquido encima de las sábanas, estuvo un rato temblando y recuperándose, se fundió en un morreo con Cleo.

– ¡Nunca me he corrido así! – le confesó Pili sollozando – ¡Me has vuelto muy puta!

Se quedaron abrazadas, Cleo no quiso seguir y la dejo descansar, pronto Pili se quedó dormida en los brazos de Cleo.

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