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La curiosidad de Chat Noir (III)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Adrien siente una inquietud inusual por la reciente conversación con su amiga Alya. Empieza entonces a urdir un plan para responder esas dudas de propia mano; usando sus encantos felinos como Chat Noir sobre la apetitosa muchacha.

Capítulo 3:

Al día siguiente, Adrien y sus compañeros salían de clases sin mayor novedad y partían a casa. Como todos los días, la imagen de cierta chica no salía de sus pensamientos. Sin embargo y por primera vez, había otra chica en su mente que no era Ladybug; se trataba de su amiga Alya.

Al chico no le había pasado por la cabeza con anterioridad el mirar a ninguna de sus compañeras de ese modo. Sólo tenía ojos para Ladybug. Eran para ella todos sus pensamientos, suspiros, sueños y momentos de autosatisfacción. Sin embargo, desde la clase de deportes, la imagen de la joven aparecía de forma recurrente en su imaginación.

Pensaba en la forma que se acercó a él cuando le hizo la pregunta sobre Ladybug, la manera en que se acomodó en su cama, muy sensual pero no intencional… y más que nada, lo que le dijo sobre Chat Noir. Eso en particular le despertaba cierto nerviosismo y curiosidad. Pero ya fuera por las hormonas de su cuerpo adolescente o por algún motivo que no alcanzaba a comprender, ese nerviosismo se traducía en erecciones espontáneas cuando posaba sus ojos en Alya.

Estando en el patio de la escuela haciendo ejercicio, aunque buscaba enfocarse en cualquier otra cosa, sus ojos acababan dirigiéndose hacia Alya; hipnotizado por la firmeza de sus muslos, la curva tan exquisita que se formaba al dar vuelta el short en su trasero, sus caderas y su ombligo que se revelaba ocasionalmente al brincar y el movimiento de sus pechos al ejercitarse.

En más de una ocasión recibió un balonazo por lo distraído que estaba. Afortunadamente, la clase de deportes terminó y con ello, la jornada académica. Adrien al igual que sus compañeros se dirigió a los vestidores para cambiarse de ropa y tomar sus cosas para volver a casa.

Ya de regreso en la limosina, quemaba sus neuronas pensando cómo podía ejecutar su plan. Era evidente que debía ir a casa de Alya ataviado como Chat Noir, pero… ¿cuándo sería el momento propicio? ¿Podría simplemente aparecerse en su ventana y pedirle que lo dejara entrar? ¿Y si todo lo que Alya le dijo era solo para impresionarlo? ¿Si iba y nada más hacía el ridículo?

Cuando menos se dio cuenta, ya estaba bajando del auto y caminando hacia su habitación. Espantó sus pensamientos como si fueran moscas sobre su cabeza y decidió seguir una corazonada. En cuanto fuera servida la cena y su padre lo dejara comiendo solo como de costumbre, le diría a Nathalie, la asistente de su padre, que cenaría en su habitación mientras repasaba sus lecciones de chino. Entonces, cerraría la puerta, se convertiría en Chat Noir y saldría por la ventana.

Sonrió para sus adentros, con emoción notable palpitando en su pecho.

Llegada la hora, se sirvió la cena y se sentó a la mesa sin más compañía que Nathalie. En cualquier otra situación, ese escenario le hubiera generado un vacío de tristeza en el estómago; pero esa noche había planes distintos para el muchacho rubio. Se excusó con Nathalie diciendo que subiría a su cuarto justo como lo había planeado; ella no puso impedimento y entonces el plan de Adrien comenzó.

Cerró la puerta de su cuarto y puso música ambiental a volumen moderado. Una lista de reproducción con varios conciertos para piano de Bach les haría pensar que estaba estudiando plácidamente mientras iba y volvía de su pequeña aventura. Exclamó su frase de transformación y Plagg, su kwami, lo convirtió en Chat Noir, el superhéroe felino protector de Paris. Abrió el ventanal de la habitación y se lanzó a los tejados de la ciudad ayudado de su bastón mágico.

Tardó pocos minutos atravesando la ciudad por los tejados hasta llegar a la casa de Alya. Se situó en el edificio de enfrente, agazapado con elegancia felina, observando hacia la ventana que correspondía a la ventana de la muchacha, con las luces encendidas y las cortinas corridas. "Si tan solo fuera así de sencillo encontrar los aposentos de mi lady para visitarla y decirle lo que le hace sentir a mi gatuno corazón…" dijo Chat Noir para sus adentros.

Respirando hondo, activó su bastón para columpiarse hasta la ventana que deseaba, aterrizando con elegancia en el balcón correspondiente. Cerró los ojos un instante y esbozó una sonrisa mientras tocaba el vidrio suavemente con los nudillos; habló con calma, pero con el suficiente volumen para que la chica en la habitación le escuchara.

-Excusez-moi, mademoiselle. ¿La periodista especializada en superhéroes tiene unos minutos para platicar con el mejor gato de Paris?

Chat Noir adoptó una postura relajada, recargándose casualmente en el barandal del balcón mientras jugaba con su cinturón-cola como si fuera un lazo. Justo en ese momento, la cortina se abrió y asomó el rostro de Alya. Cuando se topó con la mirada de su visitante, abrió los ojos como platos e hizo una mueca de sorpresa y emoción, aparte de ruborizarse un poco.

Se escuchó un desesperado intento por abrir la ventana, hasta que la muchacha salió al balcón a recibir al visitante. Chat Noir advirtió lo coqueta y sexy que resultaba su pijama. Alya vestía unos shorts mucho más cortos que los de deportes, resaltando increíblemente sus torneadas piernas; además de una ombliguera de tirantes con motivos de la heroína norteamericana Majestia. Un cosquilleo en su estómago y entrepierna comenzaron a inquietarle. Sintió cómo se le iba subiendo el color a las mejillas, así que decidió iniciar conversación.

– Buenas noches mademoiselle – dijo el muchacho, haciendo una elegante reverencia y extendiendo su mano para alcanzar la de Alya y darle un beso. La joven se ruborizó nuevamente.

– Chat Noir… ¡Chat Noir está en mi balcón! ¡Esto es fantástico! Tengo tantas cosas que quiero decirte… digo, preguntarte… ¿¡Pero qué clase de anfitriona soy?! ¿No quieres pasar? Así podremos platicar más a gusto – decía Alya completamente emocionada, siendo muy expresiva con su lenguaje corporal.

– Con gusto, mademoiselle – respondió el chico gato haciendo otra reverencia, apuntando hacia la puerta de la terraza.

Disimulando su alegría y nerviosismo, Alya entró a su cuarto seguida de Chat Noir. Cerró la puerta y la muchacha le dijo que tomara asiento donde quisiera; él se acercó a una silla frente al escritorio y la muchacha se acomodó en su cama, no sin antes alcanzar una libreta roja con motas en negro, esbozando una sonrisa de victoria. Se notaba que estaba más que preparada para una ocasión como esa.

– Muy bien. Chat Noir, en mi habitación, en exclusiva… – Alya no podía ocultar su emoción por lo que estaba pasando. – Son tantas cosas las que quiero saber de ti… – dijo inclinándose un poco al frente y dirigiéndole una mirada de fascinación. – Pero antes de pasar a esos temas, quiero que me cuentes cómo es un día siendo Chat Noir, combatiendo el mal junto a Ladybug –

El chico se sintió muy a gusto al poder hablar de su parte favorita del día: el tiempo que pasaba al lado de su adorada Ladybug. Estuvo alrededor de media hora narrando con lujo de detalle cómo es enfrentarse los villanos creados por Hawk Moth; la acción y el peligro, entre muchas cosas. Alya prestaba toda su atención mientras hacía anotaciones en su libreta.

Cuando consideraron que ya habían compartido suficiente información sobre las hazañas de la pareja de héroes de París, los dos se quedaron unos instantes en silencio. Se sentía un aire de nerviosismo en el ambiente. Adrien bajo el antifaz quería decir algo, hacer algo más… pero sentía pena. A pesar que su identidad como superhéroe lo desinhibía de un modo sin igual, sentía temor por hacer algo equivocado. Pero la curiosidad era mucha; tenía que actuar. Fue entonces que se levantó de la silla y lentamente se acercó a la chica en la cama, jugando con su cola-cinturón y dirigiéndole a Alya una mirada segura y con cierta insinuación. A la muchacha se le subieron los colores al rostro y abrió levemente la boca.

– Mademoiselle, tengo… curiosidad – decía Chat Noir sin dejar de acercarse. Alya estaba paralizada sobre su cama, con el rostro como tomate y sin creer lo que pasaba frente a sus ojos. – Un buen amigo mío me recomendó que viniera a hacerte una visita – el chico sonrió ligeramente; alcanzó la orilla de la cama y se sentó. – Me dijo que sabría el verdadero motivo de la visita hasta que tú y yo… – se acercó un poco más a Alya, que no oponía resistencia – pudiéramos estar solos. – Comenzó a gatear sobre la cama hasta quedar cara a cara con la muchacha.

Alya mantenía su rostro de sorpresa, sin embargo, relajó notablemente su cuerpo, como si empezara a entender la situación que estaba desarrollándose en la habitación.

Con una mirada de seguridad y una sonrisa coqueta en los labios, la muchacha se levantó de la cama y se dirigió a la puerta del cuarto, bajo la mirada sorprendida de Chat Noir. – "¡Demonios! Me precipité demasiado y he arruinado todo" – dijo el chico para sus adentros mientras Alya sujetaba el picaporte. Chat Noir agachó la cabeza, decepcionado de sí mismo… cuando escuchó que Alya le colocaba el seguro a la puerta. Levantó la mirada y vio que se dirigía de vuelta a la cama, andando con lentitud, seguridad y con la misma mirada seductora que le dirigió al levantarse para cerrar.

– Muy bien, ahora además de estar solos, nadie podrá interrumpirnos – dijo Alya, sentándose en la cama y adoptando una postura relajada y coqueta, haciendo un ademán con su mano, llamando a Chat Noir para que se sentara a su lado. El chico, espoleado con dicho gesto, se acercó tomándose su tiempo, sin quitar la vista de los ojos de la muchacha, gateando hasta alcanzarla.

– Entonces… ¿quieres que te muestre el motivo por el que quería que vinieras, gatito? – dijo Alya, su voz impregnada de seducción mientras jugueteaba con el cascabel colgando del cuello de Chat Noir. Al muchacho se le salía el corazón del pecho por la emoción. Pasaban tantas cosas por su mente, que no encontraba las palabras para contestarle a la chica. Finalmente, tragó saliva y se dejó llevar por el valor que le infundía su antifaz.

– Me gustaría que me lo mostrara, mademoiselle – respondió Chat Noir, inclinándose un poco hacia ella, extendiendo una mano y posándola sobre la cama, muy cerca de la torneada y apetitosa pierna de la muchacha. Alya, notando este gesto, tomo la mano del chico y la condujo hasta su costado, impulsándolo a que la dejara ahí. Chat Noir sintió un vuelvo en el corazón al percibir la suavidad y el calor de su cuerpo.

– Velo por ti mismo, gatito – dijo Alya casi en un susurro, antes de cerrar los ojos y dirigirse hasta los labios de muchacho para besarlo.

Listo el clip-hanger para el próximo capítulo. Quise dejar hasta aquí el episodio, para que esperen con ansias en próximo. Sólo les aviso que la cosa se va a descontrolar entre ellos dos.

Les invito a que me compartan lo que opinan hasta el momento de la historia. Sugerencias, observaciones, críticas, etc.

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