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La consulta de Melvina: Una madre preocupada
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Tiempo de lectura: 19 minutos

La pareja entró a la consulta de Melvina un poco sin saber bien que esperar. Que conocieran los servicios de esta psicologa había sido bastante casual. La señora (ahora señorita) Lillian Hartwood, viuda reciente de apenas treinta ocho años de edad volvió a quedar con sus amigas en aquel restaurante, su favorito, donde tomaban algo una vez al mes sin falta, sino querían ser el tema de conversación del momento. Mientras que seguían con los cotilleos de moda y de los más y los menos de la escena guapa de la ciudad.

A pesar de su edad se mantenía muy bien con apenas unos retoques menores, y un buen uso del maquillaje. Su pelo rubio con bastante cuerpo la hacía ser muy llamativa, sus ojos azules penetrantes y su cuerpo bien cuidado en el gimnasio (especialmente orgullosa de sus muslos y su firme traseros) y con una dieta estricta, seguía abriendo bocas al personal. Y a pesar de su sonrisa de suficiencia y sus contestaciones ingeniosas estaba muy nerviosa.

Su marido, un importante armador, no le había dejado tanto como había esperado, ya que el dinero desapareció entre otros familiares y demás minucias. Tendría para unos meses si acaso si vivía con este tren de vida… ya había empezado a racionar para que la cifra durase más tiempo. Y había sacado sus encantos para conseguir pescar algún marido. No es que le faltasen pretendientes… Pero había algo que repelía incluso al ricachón más inocente.

Y esto era su hijo Steven. No sabía en que momento se había convertido un niño que adoraba a su madre a pesar de que se veían poco, al joven que cada vez estaba más enfadado porque le estaba cortando el grifo. No parecía comprender que estaban en una situación desesperada y que podrían perder pronto la casa, es más ahora le había dado por quejarse de la pobre cocina que ella preparaba ya que había tenido que despedir al servicio.

Aunque según él solo tenía que apostar una buena cantidad de sus ahorros a una de esas monedas digitales que tanto le gustaban, otro canto de grulla como tantos otros en los que él había picado tras ser imposible que terminará la universidad. Al principio había empezado zalamero a intentar convencerla, pero su comportamiento se torno cada vez más agresivo y no atendía a razones al ver que seguía en su negativa. No salía de su habitación en la casa (que era una leonera), donde gritaba al monitor gigante mientras jugaba algún videojuego o veía sin apenas disimular alguna película porno.

Aunque había engañado al resto, mostrándose despreocupada, no pudo hacerlo a su mejor amiga (cuyos hijos se habían criado juntos como quien dice) que de forma muy delicada le llevo en un aparte para hablar con ella. Tras contarle sus problemas, la amiga le comento que hace unos meses había tenido problemas con su hijo, al igual que fue el de ella, su marido es muy rico, pero en su caso siempre esta fuera de casa y el chico se le subía a las faldas. Pero ahora su relación había mejorado un montón. Durante unos meses había amargado las reuniones y apunto estuvo de ser vetada de ellas. Pero al final Lillian movió los hilos para que se quedara. Y tal como vino la nube se fue y su amiga volvió a ser la misma de siempre… No, incluso más descarada y divertida, con mucho mejor humor. Siempre le llamo la atención eso.

En cierto momento de la tertulia, cuando estaban fumando un pitillo fuera le dijo-Me ayudaste mucho en aquel momento y sabes que al final salí de ese pozo. Aunque con algo de ayuda- De forma conspirativa le da una tarjeta sin apenas adornos donde pone “Melvina, Psicóloga profesional, cambiare tu perspectiva” un número de teléfono y una dirección. -Si quieres mi consejo querida, deberías visitar a esta psicóloga junto a tu hijo. Nosotros fuimos y nuestra relación cambio por completo. Como de la noche al día, ya te digo… Eso si, te prevengo que es particular, pero sigue sus consejos.-

Y días después había seguido el consejo de su amiga. Había convencido a Steven de que si seguía los consejos de la tal Melvina se pensaría muy seriamente apostar por su proyecto y darle más manga ancha en casa. Para su sorpresa pareció ceder fácilmente, algo raro en él. Aunque entre lo que había engordado por no moverse, el pelo sucio y su ropa parecía un vagabundo. Pero quería tener esperanza de que volvería ser alguien de quien sentirse orgullosa.

Apenas tuvo que esperar frente a una pequeña mesa donde un hombre entrado en años regordete y bastante calvo confirmo su cita con un intento de sonrisa. Este hombre le explica a Lillian que Melvina siempre comienza teniendo una charla profunda con el paciente y luego habla con el familiar, llegado el caso. Steven deja su consola portátil en las manos de su madre y pasa con un gruñido despectivo, cerrando la puerta tras él.

Dos largas horas pasan, mientras que se pone de los nervios por la musiquita, intenta leer una revista pasada de moda o escucha el tintineo del hombre de la pequeña recepción al juguetear con un boligrafo en la mesa (que al parecer es el conserje del edificio pero que se gana un sobresueldo trabajando para la psicóloga, al final Lillian tuvo que cortar la conversación cansada de la charla intrascendente).

Finalmente Steven sale de la consulta, y muy meditabundo se sienta en una de las múltiples sillas libres de la sala (ya que están solos en la sala de espera e incluso en el tiempo que ha estado esperando no han recibido ninguna llamada). Pero cuando le pregunta lillian a su hijo qué que tal ido, sonríe por primera vez y dice juguetón con cierta malicia, que si quiere saberlo que le pregunte a ella mientras que agarra la consola del regazo de su madre y vuelve a perderse en sus juegos.

Curiosa abre la puerta cuando una voz de mujer se lo indica desde el interior. Allí se encuentra con la tal Melvina. Vestida de negro riguroso a juego con su pelo peinado de forma similar a los de una secretaria de los años 50 les dedica una mirada inquisitva y con un ademán le dice con un tono atono, eso si con una voz agradable:- Adelante, tome asiento. Y cuenteme su problema.-

Lillian hablo tanto de su matrimonio, como de los eventos que habían llevado a Steve a esta situación. Melvina de vez en cuando toma alguna nota o hace alguna pregunta para que siga hablando. Tras desahogarse Lillian se siente algo mejor:- Sé que ya es algo mayor… y quizás debería haberlo traído antes, pero ¿Podría ayudarle doctora?- La mujer sin cambiar de gesto con una profesionalidad que asustaba en cierto modo le explica:- No sé preocupe, he tenido casos similares y todos ellos han acabado en un éxito absoluto .- ni una sonrisa anoto mentalmente Lillian, realmente no se está tirando flores, sino que está exponiendo un dato.-Pero debe seguir mis instrucciones. He hablado con su hijo y le he dado las nociones básicas que debe seguir para que la situación mejore, ha sido muy receptivo a la terapia.- Lillian le intenta preguntar, pero está le detiene y sigue hablando:- Me temo que ahora mismo señorita Hartwood podría ser contraproducente que le diga cual es mi método. Eso si, me ha comentado que usted no puede dormir bien desde el fallecimiento de su marido- ¿Steve se ha dado cuenta? Al final es verdad que el niño se preocupa de mí, piensa Lillian. Por lo que con una sonrisa le indica- Así es, tengo varias preocupaciones que no me dejan dormir…-

Antes de que termine de hablar Melvina le ofrece una extraña receta “Alacena 4, Balda 5, Vinum Sabatti, grajeas dosis para una semana” Por detrás hay una dirección de una farmacia que no ha oído nunca hablar de ella… Sino fuera porque su amiga es de confianza no se atrevería a pensar siquiera en ir a ese lugar. Como previendo sus dudas Melvina le explica –Está medicina puede hacerle bien, además mantener un buen estado de animo receptivo con su hijo es necesario para que se consiga que el tratamiento llegue a buen cauce. –

Lillian la recoge con un gracias. Quizás la aptitud tan profesional de la mujer le había inspirado confianza, pero francamente agradecería dormir mejor, ya lo había intentado con todo. Melvina termina:- Por hoy termina la sesión, como es solamente de exploración tiene un precio reducido, aunque espero grandes avances esta semana- Ante eso Lillian enarca la ceja ¿En solo una semana?- Para el bienestar del paciente. Mi secretario le dará cita. Allí hablaremos de como ha ido la cosa si usted quiere, o si quiere venir Steve nada más…- A lo que Lillian indica:- Estaría más tranquila si vengo yo también.- Melvina termina:- De acuerdo, pues hasta la semana que viene señorita Hartwood-

Tras coger la cita al “secretario” salen los dos del edificio, con Steve jugando mientras anda y ella con más preguntas que respuestas… ¿En serio cree que en una semana todo se solucionará? Si es una broma, jura que le sacará los pelos. Calmándose se da cuenta de la receta y tras dejar a Steve en casa va a por ella.

Si ya le pareció rara la consulta que había tenido, la farmacia, si es que podía llamarse así, también era muy pintoresca, por decir poco, al abrir la puerta del local tuvo que moverse por los estrechos pasillos hasta llegar al farmaceutico, aunque en este caso era un hombre joven con gafas aunque con una cara ciertamente particular que le dedica una sonrisa amigable:- ¿En que puedo ayudarla?- Dubitativa saca la receta que el recoge con premura:- Ummm entiendo, Melvina es una clienta importante nuestra, espere un momento.- Sale del mostrador y se pierde un momento por los pasillos. Ella mira a su alrededor para distraerse.No sabe localizar el olor, pero es agradable aunque algo fuerte. Y mira que a ella le gustan mucho las hierbas. Aunque los nombres que ponen en las bardas son raros, la mayoría de ellos no están en inglés.

Da un pequeño respingo cuando el vuelve a estar tras el mostrador. Amable ofrece una pequeña cajita con grajeas en su interior, con un nombre que afirma Vinum Sabatti.-Aquí tiene, solo siga las indicaciones del prospeto, espero que le ayude, 10 dólares, por favor.- El prospecto parece legal, y se da cuenta de que no hay muchas contradicaciones, lo que es un alivio. Tras una rápida leída, lo único que indica es que se debe tomar antes de dormir, disuelto en agua. Despidiéndose del farmacéutico se marcho a su casa.

Lo que quedo de tarde ya en su casa, volvió a la rutina, intento preparar una cena decente pero tuvo que conformarse con hacer unos sanwich. A pesar de que llamo a su puerta Steven no hizo caso y siguió con sus maquinitas, mientras que cenaba sola. Tras ver una película y sentir de nuevo que el sueño no acompañaba decidió probar una de esas grajeas.

Fue a su cuarto, semi vacío, ya que había empeñado muchas cosas, aunque todavía mantenía la cama de matrimonio, se puso su camisón fucsia de seda, se sentó en la cama, tomando el vaso de agua añadió la grajea que se disolvió rapidamente, dando al agua un olor particular. La probo tentativamente pero su sabor era agradable, por lo que de una se tomó el contenido.

Por un momento se sintió ligeramente mareada al tomarse el líquido, sin duda pega bien fuerte esta medicina, pensó Lillian, mientras que retira las sábanas y se mete en el interior de la cama. Apago la luz todavía con la habitación dando vueltas a su alrededor. Y por primera vez en mucho tiempo no pensó en el dinero que les faltaba o los problemas que tenía con su hijo, simplemente durmió a pierna suelta durante horas, para levantarse a media mañana, completamente recuperada y especialmente con energía. Eso si había desordenado la cama bastante y se había destapado, incluso el camisón tenia una de las tiras bajadas. Pero se sentía muy bien, eso si, con un extraño sabor en la boca, sin duda cosa de la grajea.

Era más se sentía mejor que nunca, y fue a ducharse sin ponerse siquiera una bata para cubrir su fino camisón que mostraba sus pezones duros por el frío, algo raro en ella. Usualmente intentaba no llamar la atención de Steven que por mucho que quisiera ya no era un niño (aunque se comportará como un desgracia algunos ratos).

Tatareo una canción para si misma mientras caminaba por el pasillo hacia el baño. Antes de llegar hasta él cruza por la habitación de su hijo, su puerta está ligeramente abierta y se puede ver una luz entre la semipenumbra. Usualmente está durmiendo a estas horas, pero de vez en cuando se queda hasta muy tarde y como hoy se le había hecho el día mientras estaba jugando a algún juego. Pero por primera vez no tenía ganas de discutir y entró un momento para verle, allí se encontraba sentado en su silla de gamer y con una vaharada de mal olor proveniente del cuarto al estar cerrado y el aroma descarado de las pajas de él, ya que hay está el cubo de papel sin recoger.

Él solo tenía puesto los calzoncillos y mira a la televisión mientras está guardando la partida, sin apenas girarse para ver como se acerca su madre, ya que se iba a ir a dormir y se encuentra bastante destruido. Lillian se fijó en el cuerpo casi desnudo de su hijo y como se había echado a perder tras años de no hacer apenas ejercicio. Su barriga no era exagerada, pero ahí estaba bien marcada, sus piel tenía granos a pesar de que ya había pasado bien la adolescencia y su papada le hacía parecer como una pequeña rana, pero … hoy no lo veía tan mal, es más encontrarlo así le resultaba estimulante, ligeramente turbada por ese pensamiento intrusivo le pregunto gritando, ya que estaba aún con los cascos:- ¿Quieres algo para desayunar?- Steve extenuado por la larga noche gruño, pensó en gritarle algo hiriente a su madre, pero al notar que no le había regañado sino que le ofrecía hacerle el desayuno, solo espeto con hosquedad:- Unos huevos y beicon-

Ella en cuanto obtuvo la respuesta fue a la cocina a preparárselo. Tomando la dirección contraria al servicio, ni siquiera se planteo porque había hecho eso en vez de ir a la ducha como había pensado en un inicio. Mientras le prepara el desayuno. Su hijo que ya había terminado de guardar la partida, se sentó cansado en una de las sillas de la cocina, esperando el desayuno. Sin vestirse todavía, su fuerte olor le llegaba a pesar del aroma de la comida y evidentemente solo en calzoncillos.

Ni siquiera el muchacho preparo sus cubiertos, simplemente espero a que ella los sirviera y Lillian se lo tuvo que preparar todo, en tanto que al acercarse se notaba ligeramente nerviosa y su respiración se aceleraba un poco:- Ahora lo recojo yo, tu ve a dormir.-tras terminar de recoger y ver como Steven fue a su habitación con un gruñido y un seco buenos días, se dirigió a la ducha.

Mientras que el agua recorría su cuerpo pensó en lo que había pasado. Sin duda la noche de sueño reconfortante le había aliviado y Steven se había portado bien. Todavía era pronto para cantar victoria, pero al parecer Melvina era muy buena en lo suyo. Ella se siente mucho más feliz y despreocupada. Si antes Steven apenas le hablaba, al salir por la hora de comer tuvieron incluso una pequeña conversación… si sobre el mismo tema de siempre, pero está vez el no llegó a montar una escena. Aunque algo gruñon, le que le hiciera recados, pero no con ese tono acusatorio y cínico de siempre. Por lo que con gusto las hizo. Que le hiciera la cena, que le limpiara el cuarto, que le lavara la ropa, que le comprará algunas cosas…

Bien, fue un día completo, pero tras beberse la nueva grajea todo se deshacía como si fuera mantequilla en un descanso sin sueños… o al menos no los podía recordar, y de nuevo tenía ese sabor en la boca. No se sentía un mal sabor, incluso podría acostumbrarse a él. De nuevo su cama estaba muy movida. Aunque descasaba bien, al parecer su cuerpo pedía marcha, se rió de su propia broma. Y empezó una inercia que seguiría los siguientes días. Él se comportaba bien, aunque era un poco mandón, pero ella se encontraba deseosa de satisfacerlo… Era más una necesidad física y cada vez verlo sin apenas ropa la estaba poniendo muy zorra, se moría por su atención e incluso el roce de su piel le hacía mojarse. Durante la semana que ha estado estado pasando tomando la medicación ha estado planteándose una idea. Y las conversaciones con Melvina, la cual siempre llamadaba a la misma hora y su conversación duraba el mismo tiempo cada vez, le hizo afirmar una cosa… deseaba … no necesitaba dejar claro que era lo que verdad pensaba de su hijo. Y la noche del sexto día puso su plan en acción.

Lillian tras muchas deliberación había tomado una decisión, está semana había sido muy reveladora respecto a los sentimientos que de verdad le inspiraba su hijo. Tenía mucha razón Melvina al pensar que se estaba fustigando cuando tenía la felicidad enfrente de sus narices y solo tenía que recogerla. Todos sus problemas se irían en cuanto su hijo comprendiese lo mucho que la amaba ella, incluso lo suficiente como para dar su propio cuerpo para que lo entendiera.

Por lo que fue hasta su armario, a una caja que resguardaba para momentos muy especiales que lleva tiempo sin usar. Allí guardado se encuentra su lencería de chica mala, Prácticamente una sucesión de lazos y seda, que dejaban muy poco a la imaginación, empezando por sus pezones, que ahora están duros como una auténtica piedra y por su sexo, que se ha depilado para no molestar a su hijo, en el caso, solo pensar en la lengua de su hijo recorriendo esa parte de ella la hacía suspirar ligeramente.

Se miró en el espejo duditatiba ¿Sería suficiente para él? Miro su culo donde el tanga que formaba parte del conjunto lo deja prácticamente al descubierto y por delante solo una ligera tela cubría su sexo, aunque la transparencia permitía observarlo de todas formas. Sus generosos pechos solo estaban sujetados por unas cuantas tiras, dejando ver sus pezones, jugueteo con ellos ligeramente y se puso algo colorada. Eso siempre le había funcionado con los hombres. Con un ligero rubor vio su pequeño tatuaje intimo, siempre se lo habían alabado y besado… ¿Su hijo lo haría?

Salió de la habitación y cerró la puerta suavemente tras de sí. La casa esta mucho más fría de lo que recordaba, haciendo que el vaho saliera de su boca, mientras da unos pasos hacia la habitación de su hijo ¿Cómo reaccionaría? Pensó en todas las posibilidades, incluso en que la ignorase o peor, que la rechazará de plano. Cada paso era un pasito más a su miedo a que él la ignorase. Necesita que diga que la desea, que la ama… Sus pasos desnudos de nuevo la llevan al baño, allí puede ver todo su conjunto, y no se reconoce… hace tan solo unos días había sido una mujer preocupada por su destino y su hijo… y ahora tenía una firmeza en cuanto a lo que desea que no había creido posible tener en ella.

Verse así de expuesta, saber lo que pasaría en cuanto llegase a la habitación de su hijo la excito un poco y pudo ver como su reflejo muestra a una mujer muy excitada mordiéndose el labio de anticipación y que su sexo ya está mojado y receptivo para su amante. Su propio hijo. Por un momento un ligero brillo rojizo, parece rodearla, pero al cerrar los ojos desaparece. Dio un respingo y por un momento pensó, que no debía ceder a esta idea… pero al mirar hacía la habitación, esa duda se disipa.

Sin más dilación fue paso a paso hacia la habitación de su hijo, pero en vez de escuchar la usual ensalada de tiros e improperios de Steven hacia la pantalla, se encontró que su hijo está llamando a alguien en la noche. Con cada paso sigiloso suyo se hacía más evidente la conversación:- ¿Cuanto tiempo voy a tener que seguir así? Si, vale, son seis días y a la noche… Ya… Si, se ha portado mejor, no da el coñazo y hace lo que quiero. Pero le he preguntado por lo de darme la pasta cada día y me ha ignorado a pesar de que básicamente esta lamiendo el suelo que piso.- Un rato de espera, sin que su hijo hablase, y con este llegó a la habitación que tenía la puerta semi-abierta, curiosa, se quedo en el quicio. El olor a hombre y a suciedad no era tan brutal como hace un tiempo, gracias a quelimpio, aún así podía oler el aroma de su hijo y la esta volviendo loca.

La única luz que ahora mismo iluminaba la sala es el móvil que tiene en la mano su hijo, que parecía estar escuchando y algunas luces provenientes de algunos dispositivos apagados, pero enchufados a la red eléctrica. Como de costumbre su hijo solo lleva sus calzoncillos y nada más. Sabía que en cuanto diera un paso, dejarían de ser madre e hijo y serían amantes. Por un momento su mente pensó que algo estaba mal, que debería estar atenta a la conversación y que no debería entrar. Por lo que esperó intentando bloquear la respiración acelerada.

Su hijo siguió con la conversación.- A ver que me entienda, tres veces dentro de ella y ya no tendré que preocuparme más de que no hago lo que yo diga ¿Es así? Pero… ahhh.. Qué vendrá a mi. De acuerdo. Me dijiste tres si me desprecia a seis si me quería… joder… Pufff per mi amigo está esperando la pasta, es un negocio seguro joder…-Lillian no comprende, algo no está bien, su mente le dice que se vaya, no solo de cerca de la habitación, sino de la casa misma, pero su cuerpo parece reaccionar de forma distinta. Según va hablando cada vez está más excitada. NECESITA que la desee, necesita su tacto, su olor, su… Su mano de forma autónoma empieza a acariciar su sexo, mientras él sigue discutiendo, ya no oye las palabras, sino se deja llevar por el deseo.

Gracias a la ropa que lleva le es fácil acceder a su sexo depilado, sus dedos lo acarician con delicadeza los pliegues, jugando con la humedad que los lubrica al principio, mientras su boca se cierra, el último atisbo de decencia que le queda, su última barrera, que al introducirse un dedo en su sexo y sus continuos roces de arriba abajo, una y otra vez, mientras se moja cada vez más, le cuesta mantener el equilibrio. Intenta dar un paso hacia atrás, pero casi se cae, por lo que decide mantenerse de pie con una mano apoyada en el quicio, mientras sigue dándose placer, mientras sus piernas tiemblan ante sus caricias y escucha la conversación.

-¿Qué si me resulta desagradable?… ya ya la píldora… si la tengo a mano, tragar en caso de que vaya a mi… ¿No podría ser al contrario?… Vale, no funciona… ummm, que peñazo. Si si, es vieja , pero sigue estando buena, es raro, pero joder, estoy muy excitado. Hacerle mamar cada madrugada me ha puesto a tope, aunque beber la mierda esa me revolvía el estomago…- La cabeza de Lillian conecta ese extraño sabor en su garganta. No es que fuera una novata, pero ¿Su hijo le hizo mamar de su polla mientras dormía? No se sentía ese sabor.Dos de sus dedos se meten en su coño ante la noticia. No encontró resistencia mientras que empezó a explorarse a si misma. Y cada vez le costaba más no hacer ruido, hasta que por fin, se le escapo un suspiro.

Steven se giro sobre si mismo y vio a su madre, una mujer madura vestida con un conjunto lo más zorrón posible metiéndose los dedos en su coño, mirándole ojiplatica, asustada al darse cuenta de que había sido descubierta, y a la vez excitada de que por fin lo hubiera hecho. Con una sonrisa perversa Steven le dijo a quien le habla, mientras su miembro crece bajo sus calzoncillos:- Pues ha venido. Me tomo eso y hago lo de las tres descargas… okay, ya te comento como fue en consulta.- Dejo el móvil en la mesita y busco en el cajón de ella, una pequeña caja adornada con un símbolo fálico tallado, de allí con parsimonía saco una pequeña pastilla, que tomo con un vaso de agua, mientras su madre se masturba cada vez con más fuerza, está vez sin ocultar sus gemidos.

Al tragarla por un momento se sintió mareado, por lo que se sentó en la cama, mientras que a su madre le empezaron a temblar las piernas. Al igual que estos días esperaba complacer y en este caso la orden idonea para empezar. Steven sonriendo ante su victoria, se quitó los calzones que lanzo hacía su madre humillantemente a su cara, mientras ella jadea como una perra para él. Lo que le termina de poner dura la polla. Con un tono seco le dice:- Guarra, ven aquí y empieza a mamarme la polla, que lo estás deseando…- Casi antes que termine la frase, ella se abalanza de rodillas a por su miembro viril y empieza a lamer con lujuria ya no disimulada, mientras sigue proporcionandose placer en su coño con tres dedos, lo que hace que caiga sus liquidos al suelo.

Mientras está mamando y su hijo le halaga con algún grosero piropo sobre su habilidad con su lengua, empieza a notar que la sala está ligeramente iluminada de rojo, no muy fuerte, de forma sutil, haciendo que todo se sienta más calido… y morboso. En un momento que lo está pajeando, observa el rostro de su hijo, pero no parece notar ese cambio ¿Son imaginaciones suyas? Sus pensamientos se disuelven cuando el agarra su cabeza y de forma brutal le obliga a mamarla de forma violenta. Si bien el miembro de su hijo solo llega a mediano, las sensaciones que le provoca, especialmente la excitación es… por no decirlo de otra forma, antinatural. Jamás había estado tan cachonda.

Es más ya ha sufrido dos pequeños mini-orgasmos, uno prácticamente al notar el tacto del miembro de su hijo y otro en cuanto a empezado a insultarla de forma más soez. Su hijo se levanta y empieza a exigir con sus dos manos que la mamada sea más profunda, lo que hace que ella victima del placer ponga sus dos ojos en blanco. Entonces, nota como su hijo convulsiona y grita:- Jodeeer menuda puta estás hecha….- Su corrida, llena la garganta de Lillian sin remedio, al mantener él la cabeza de ella pegada a su cuerpo, ella acepta la descarga tragando como puede el fluido. Cuando nota que ya no hay más, abre los ojos.

Allí semiocultos por la oscuridad, ahora ligeramente rojiza, hay figuras, de todas las formas, ocupando todo el espacio alrededor suyo, sus ojos de tonalidad amarillenta la observan, juzgándola. Asustada por un momento le grita a su hijo:- Dios, ¿Qué está pasando?- Steven se rie al observar la cara de pasmo de ella y como mira hacia todos lados desorientada:- Pues que te he dado tu ración de leche, como las noches anteriores… pero está vez, quiero más… Sube a la cama y ábrete de piernas.- Lillian todavía shockeada e infinitamente asustada, hace lo que él dice sin rechistar, mientras esas decenas de ojos la observan de forma viciosa.- Hijo, ¿Puedes…Puedes verlos?- Él se rió de forma grosera, mientras que sin ninguna ceremonia coloca su polla en la entrada de ella, sea lo que sea que ha tomado su miembro sigue completamente firme a pesar de la fuerte descarga:- Solo veo a una puta abierta de piernas… Menudo conjuntito, ¿Lo tenías para papá o para el limpiador de la piscina? Guarra… Pero no te preocupes, que está funcionando ufffff.- Con eso le penetro con facilidad, por lo mojada que esta ella. Como si fuera una corriente eléctrica, Lillian grita de placer mientras su cuerpo se arquea por el gusto.-Madre mía…- Él se rie y comenta, mientras empieza a coger ritmo- Pues no acaba más que empezar.

Entre el placer y el miedo, Lillian no puede pensar con racionalidad, cierra los ojos para disfrutar de las sensaciones que le está proporcionando la follada de su hijo, pero al abrirlo los puede ver… Observándola, esas cosas que apenas parecen imitaciones de un ser humano o directamente son irreales ¿Qué me está pasando? Pero cuando su hijo le lamió uno de sus pechos, exploto en un fuerte orgasmo, mojando el miembro viril de él y apretándolo con fuerza, lo que hizo excitar aún más al muchacho..- Uffff, puta,… me está encantado joderte el coño.- Saliéndole del alma le grita a su hijo con un tono entre excitado y suplicante:- Es todo tuyo …. Ahhhh más, por favor…- ¿Qué estoy haciendo? Nunca he dejado que me dominen así, piensa, pero este pensamiento junto a muchos otros se disuelven mientras que se acerca más y más a otro orgasmo y su hijo coge sus hombros para acercarla a él, excitado le comenta:- Cuando terminemos este polvo no vas a poder decir que no a nada, serás mi putita sin voluntad, mamá… Y te encanta, ¿Verdad?- Ella se revuelve al escuchar esas palabras, pero no puede escapar, su cuerpo le traiciona rodeando a Steven con sus piernas para notarlo aún más adentro.-¿Hijo, que dices? Eso no estaaaa bi… si, me encanta.- El fuerte orgasmo que sufre, vuelve a alejar sus pensamientos. Cada vez que quiere luchar su mente se nubla con deseos de seguir teniendo sexo con él y agradarle para poder ser felices los dos.

Pasan los minutos, sin cambiar de postura con los gemidos de los dos llenando el ambiente y la frenética follada provoca que Steven vuelva a correrse. Esta vez en el muy mojado sexo de ella. La sensación de su semen entrando en el interior de ella hace que los ojos de Lillian se pongan en blanco. Y cada vez este más segura de que está haciendo lo correcto y que todo es como debe ser. Su deseo de amor por su hijo, que provoca que su madre busque su boca, lo que él le niega.- Ya volverás a limpiarme la polla cuando toque. No pienso besarte en esa boca de puta jajaja- Y le estira de los pezones, hasta que ella chilla antes de salirse de ella y ponerse de pie fuera de la cama:- Ponte a cuatro guarra, que me queda un agujero que llenarte.-

Es entonces cuando Lillian oye los gritos, los susurros, las risas… Obedeciendo a su hijo sin pensarlo se pone a cuatro ofreciendo su trasero bien formado con una pequeña hada juguetona tatuada a su hijo, que lo palmea una y otra vez, lo que hace que ella suspire y luego grite, él enfadado sigue hasta que termina diciendo entre excitado y cabreado:- Es lo que te mereces por ignorarme cuando te he pedido dinero, puta. ¿Sabes lo que me has podido costar? Joder- Ella observa a las figuras que había visto antes, son ellas las que producen esos ruidos, mientras que la habitación está completamente roja.

Llorando de miedo y aún así excitada al notar el miembro de él entrando por su culo poco a poco con varios gruñidos por parte de los dos. Le dice:- Hijo, ¿No los ves? Tengo miedo, paraaa, por favor…- Él empieza a moverse poco a poco al principio. Ella gime de nuevo, con las pocas fuerzas mentales que le quedan grita entre lagrimas:- Dios, soy tu madre, te quiero, hazme caso, para por favor, PARA.- Pero él la ignora, es más empieza a profundizar cada vez con más velocidad:- No veo nada, pero me encanta que estés asustada, guarra ¿O es que quieres de verdad que pare ehhh?- Se apoya en su espalda y le agarra de los pechos, lo que provoca un orgasmo en el coño lleno de la esencia de su hijo, que cae poco a poco en la cama.- Noooo, no puedo negarme… pero tengo miedo, creo que… creo que … se me olvida algo… para PARAAAAAA.-

Como un pistón él empieza joderla cada vez más fuerte y ella gime. Por un momento su mente le lleva a un recuerdo muy antiguo, su abuela cuando era poco más que una niña, le enseño a rezar. Hacía mucho que se había olvidado de eso y no había pisado una iglesia en años excepto para aptos solemnes donde solía perder el tiempo en el móvil. Intenta recordar las palabras de ella, su amable abuela… a la que ignoro cuando murió sola en una residencia, pero él se está acercando al orgasmo. Los ojos de ella se abren, como si ahora todo le encajara.Lo nota, lo nota como descarga dentro de ella, como su semen entra de nuevo esta vez por su culo. Y por primera vez entiende lo que están diciendo las figuras. Le están dando la bienvenida. Un fuerte orgasmo de ella oculta, el grito de horror que da su alma. Y como si fuera un muñeco cae desplomada en la cama, mientras que una especie de canica grande sale de su boca rodando por el suelo.

-Joder, menudo grito jajaja, ese ha sido fuerte. Se supone que ya estaría… ¿Lo has disfrutado, mi nueva guarra? Ahora no podrás negarte a nada que te diga…- Pero ante la falta de respuesta de ella, pregunta nervioso- Puta ¿Me estás ignorando?- Un fuerte palmetazo en el culo de ella sigue sin reacción. Está vez asustado de verdad, sale del cuerpo de su madre y la gira, viendo que no hay vida en sus ojos:- Ohhh dios, mamá ¿Estás bien?- Horrorizado va a por el teléfono, cuando nota que a su espalda su madre se yergue, con el cuerpo amoratado por las “caricias” de su hijo, con su coño y culo rezumando la simiente de él. Su sonrisa es descarada y viciosa, su voz es como miel :- Perfectamente, todavía puedo aguantar más… Hasta que usted se canse de mí.- Pronto volvieron a estar entrelazados en la cama. Steven no se fijó en el ligero brillo ambarino en los ojos de ella mientras volvía a perderse en las piernas de ella, entusiasmado por su triunfo.

A la mañana siguiente, en la consulta de Melvina. Steven se sentía como dios, no solo había conseguido por fin la pasta para el chivatazo que le había dado su colega hace unos días y había podido entrar, de última hora, pero al fin estaba tranquilo. Había enseñado a esa guarra de su madre de lo que era capaz… no solo en la cama… aunque había sido una noche muy larga. Es más ahora tenía unas buenas ojeras, y en cuento terminará volvería a sobar en cuanto llegaran a casa. Melvina sin sonreir le informa:- Con esto terminaría nuestro trato ¿Lo tienes?- Steven asiente, en un principio no se había creído las gilipolleces de su antiguo amigo, si ese estúpido irritante. Pero cuando fue a su casa y vio como la trataba, se dijo que debía probar, más tras el problemilla. Aunque la maldita daba cierto respeto, había pasado punto por punto lo que ella había comentado.

Ahora entre sus manos tiene una pequeña canica de color rojo, había jugado con ella de camino a la consulta ¿Por qué quería eso? ¿Y de donde había salido? Al preguntarla, por primera vez ella sonrío de verdad… y no le gustó.- ¿Ahora se preocupe Mr Hartwood? Los resquicios del cariño a su madre ¿Quizás? No sé preocupe no es nada tan avieso como haberme quedado con su alma… No simplemente he limado partes de ella que no te resultaban interesantes. Dejando a quien está ahí afuera… Si, no es la misma persona. Pero ¿Tampoco le importa , verdad?–Entonces yo….- Melvina se quedó de nuevo seria:- Usted ya la perdío en cuanto acepto nuestro trato… Disfrute de su tiempo de vida, habrá gente muy interesada en usted cuando eso pasé- Para si misma se dijo, 4 meses al intentar huir de unos matones cuando tu amigo haya metido toda esa pasta donde no debe… a tu costa.- Él al principio se asusto y se rió un poco intentándose quitar esa sensación:- Es una buena broma- Ella comenta de forma atona:- Siempre me han considerado muy graciosa. Adios, Mr. Hartwood, permítame un momento hablar con su madre.

En un principio él estuvo apunto de mandarla a la mierda, pero acepto. Cuando entró se pudo ver el cambio que había tenido en ella… se había colocado la ropa más provocativa para tener contento a su muchacho. Lillian se acerca a la mesa y le coge las manos:- Gracias doctora, me ha cambiado la vida… Soy tan feliz- Y francamente ella rezuma felicidad y morbo, sus ojos brillan de forma diferente… hay algo más en ellos.-Si necesita algo, pidamelo.- Melvina con una ligera sonrisa le comenta:- Pues ya que lo dice, podría hacerme un favor…-

Unas semanas después en la reunión de amigas. Elisabeth, otra de las amigas de Lillian no se siente feliz, su hijo ha vuelto a casa tras un mal paso por la universidad y francamente es como tener a un extraño. No ha querido decirlo en la reunión, no quiere amargar a nadie. Fuma un pitillo en solitario, es entonces cuando Lillian se acerca con una sonrisa amable y le pregunta:- Sabes que soy de confianza ¿Ha pasado algo?- Elisabeth casi entre lagrimas cuenta su historia. Lillian le pone la mano en el hombro:- Si quieres mi consejo querida, deberías visitar a esta psicóloga junto a tu hijo. Nosotros fuimos y nuestra relación cambio por completo. Como de la noche al día, ya te digo… Eso si, te prevengo que es particular, pero sigue sus consejos.- Y por un momento, sin que se percatará Elisabeth, el brillo ambarino llenó los ojos de Lillian.

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