Era la primera vez que salía de mi país, el viaje fue un poco raro, el estigma de ser colombiano me persiguió durante la hora y media de escala que tuve que hacer en Panamá. Lo que me tenía molesto.
Como sea, la sensación de tener todos los ojos sobre mí y el coraje que tenía desaparecieron justo cuando llegué al lugar donde me iba a hospedar. No era una casa lujosa, más bien era algo pequeño y con el espacio justo para que una familia no la pasara mal. Allí vivía una amiga de mi madre (y sus hijos), con quien hablé días antes para poder hospedarme con ellos.
Al entrar, la amiga de mi madre me recibió con un abrazo y mucha amabilidad. Pero… ¿Qué era eso?, pensé al ver salir una sombra de estatura pequeña de la habitación más recóndita del lugar.
-te presento a nuestra inquilina -dijo la amiga de mi madre.
Intenté disimularlo pero estoy seguro de que en mi rostro se reflejaba mi asombro. Se trataba de una joven a la que ya había visto antes en mi país, trabajaba en la farmacia de mi barrio, pero jamás habíamos hablado antes. Pensé que era una tremenda coincidencia, pero analizándolo bien, todos en esa casa éramos del mismo barrio en Colombia. Así que no era tan raro verla ahí.
Era de 1,55 de estatura más o menos. Un culo redondo, tremendo, y un cabello liso brillante, sus pechos eran pequeños pero justo como me gustan para ponerlos en mi boca.
Asumí que era la novia del hijo mayor de la anfitriona pero para mí sorpresa dos días después me enteré que no era así.
Nicole. Así se llamaba, y estaba en la ciudad buscando nuevos rumbos para su vida. Simplemente le estaban dando posada como a mí.
Un día, me levante temprano, tenía la idea de visitar algún lugar deslumbrante en Miami. No había nadie en la casa pues todos habían ido a trabajar. Entonces me duche, tome mi toalla, la puse alrededor de mi cintura y salí del baño hacia la habitación. En ese momento se abrió la puerta de la habitación de Nicole.
La mire con algo de pena.
-pensé que estabas trabajando- le dije.
-No, hoy tengo el día libre- respondió mientras se acercaba a mí lentamente.
-te he visto antes, ¿eres de mi barrio, verdad?
-¿qué?, ¿vives en mi barrio? Jamás te vi- dijo ella para mi decepción.
-¿qué lugar conocerás hoy?- me preguntó mientras yo pasaba la pena de ser un don nadie para ella.
Entonces caminé hacia mi pequeña habitación y le pregunte desde allí, si tenía alguna recomendación para mí. Nicole respondió con un tono sereno
-Deja que me duche y te invito a mi lugar favorito en la ciudad.
Debo admitir que mientras ella se duchaba pasaron mil cosas por mi mente, podía imaginar cómo se quitaba la ropa y probaba la temperatura del agua que mojaría todo su cuerpo. Entonces pensé "¿por qué no?" Mientras Nicole se duchaba me saqué la toalla y lleve mi mano derecha hasta mi pene. Estaba grueso y completamente erecto solo de imaginarla a ella.
Me tumbe en el colchón que me habían prestado, y con mi desnudez comencé a mover mi mano de arriba hacia abajo. Esta vez simplemente cerré mis ojos e imaginé el culo de Nicole rebotando sobre mí.
La estaba pasando tan bien que ni siquiera me di cuenta de que mi puerta estaba abierta. El baño estaba a unos metros justo en frente de mi habitación, así que cuando Nicole salió de ahí, lo primero que pudo ver fue a mí con las manos ocupadas.
Ella guardó silencio, me miró asombrada y yo en mi terrible pena no sabía que decir…
-¿te ayudo?
Nicole rompió el vergonzoso e incómodo silencio con lo que jamás esperé escuchar. Ni siquiera dejó que respondiera, caminó hasta mi habitación, llegó a mí y con sus húmedas manos empezó a frotar mi pecho.
Sin pensarlo me abalance a su boca y la besé con pasión. No fue difícil igualar las condiciones, pues con sólo halar la punta de su toalla Nicole quedó completamente desnuda.
-déjame verte bien- le dije en medio de nuestros besos lujurioso. Así que la tomé de los hombros, la alejé un poco e hice que me diera la espalda. Tenía un culo perfecto, (lo recuerdo y me entran unas ganas tremendas de comérmelo completo). Entonces la acerqué a mí, aun de espaldas, y empecé a besar su cuello.
-hay que cerrar la puerta- fue lo único que acertó decir Nicole mientras su rostro parecía transformarse. Definitivamente era una sucia promiscua que llevaba tiempo sin coger, se acercó a mí nuevamente, se prendió a mí cuello, y con un pequeño salto enredó sus piernas en mi cintura.
Era el momento, estaba esperando a que pusiera mi carne dentro de ella, y con una sonrisa en su rostro me dijo -¿qué esperas?
Ni siquiera un condón me dio tiempo de buscar, para mi sorpresa ella quería tanto ese momento como yo. Así que lo hice, hundí mi duro pene en su ya húmeda vagina, y mientras ella tomaba una bocanada de aire con su boca abierta yo agarraba su culo como si de eso dependiera mi vida.
Con mis manos en él, dirigía los movimientos de Nicole y la penetraba una y otra vez. Las embestidas eran tan fuertes que retumbaban en la pequeña habitación.
En los casi cinco días que llevaba en esa casa solo había tenido la oportunidad de verla en las noches y por un corto tiempo. Pero eso había hecho que mi deseo y seguro el de ella también, aumentara.
No pasó mucho tiempo para que nos tumbáramos juntos en el colchón, ella quedó justo debajo de mí, sus piernas seguían rodeándome y yo no dejaba de cogérmela y de lamer sus senos con lujuria.
-espero que luego de esto si me recuerdes- me atreví a susurrarle con el poco aire que captaban mis pulmones en ese momento.
-ya veremos, por ahora quiero probarla- me respondió la irreconocible Nicole. Así que con una mirada de maldad me empujó levemente, con su mano tomó mi pene y con un pequeño esfuerzo se resbaló por en medio de mis piernas hasta quedar frente a frente con mi dureza.
Sacó su lengua, la pasó por el frenillo de mi pene suavemente y luego se lo llevó hasta la garganta. Yo seguí penetrando su boca como si de su vagina se tratara, sin importarme las fuertes arcadas que podía escuchar. Sin embargo no era suficiente para mí. Me puse de pie, la tomé por el cuello con fuerza y halando su cabello con mi otra mano hice que su rostro mirara hacia el techo.
-dije que después de esto me recordarás- le repetí esta vez con rudeza. La llevé hasta la pared más cercana, aun estando de pie hice que me diera las espalda sin soltar su cabello, abrí sus piernas, mire ese hermoso culo y nuevamente puse mi pene dentro.
Con la otra mano abrasaba su cintura y la pegaba a mí, penetrándola a un ritmo frenético. Ahora podía escuchar cómo se quejaba y pedía más.
No faltaría mucho para que termináramos, en el suelo se podía ver el fluido que había bajado por las piernas de Nicole. – quiero tragármelo- dijo Nicole al escuchar mis jadeos pre orgásmicos. Entonces rápidamente encontró la forma de acomodarse a mis pies. Solo se arrodilló, abrió su boca y espero a que me viniera en ella. No hizo falta que me tocará. Con solo acercar su lengua nuevamente a mi pene bastó para que derramará en ella un mar de líquido blanco. Con sus labios empapados y su boca inundada decidió tragar y luego sonreír.
Nicole se puso en pie, limpio lo que quedaba en sus labios como un niño que bebe leche, me miró y me dijo – vístete, hoy iremos a Wynwood.