Marcia trabajaba en unas oficinas donde también yo trabajaba. Tenía entre 25 y 30 años, no más. Los días en que decidía ir con pantalones ajustados, eran una fiesta, una recreación a la vista. Uno de los mejores culos que se recuerden (para mí el mejor). Obviamente no faltaban los galanes que se tiraban lances ante semejante hembra. Porque cabe decir que no solo el culo, sino además el conjunto. En lo personal tenía buen trato con ella y solíamos charlar e incluso bromear sin que me vea tentado de avanzar. Las charlas terminaban casi siempre aludiendo a esa parte de su anatomía: su tentador par de nalgas.
-Algunos pagarían lo que sea por tenerlas, le dije cierta vez.
-Oye…
-Ya lo sé… solo seguía el tren de bromas que acostumbramos a tener. Tal vez no fue una broma afortunada, pero nunca insinuaría que vayas a venderte!
-Ja! Lo sé. Igualmente y solo por curiosidad: ¿Cuánto pagarías?
-Yo? No lo sé… y además creo que no me corresponde poner precio a mí… Te podría ofender una baja cotización! Je!
– Ja-ja! Comprendo, es verdad… corresponde que la propietaria estipule precio, verdad?
-Seguro!
-Te diré algo, me dijo y se acercó a mi oído. En voz baja me murmuró una cifra y reí.
-¿De verdad? Mira por donde estipulas menos de lo que yo presumía!
-Aaah! Ya, ya… veo que soy una pésima comerciante! Ja ja ja!
– Tanto es así que hasta yo me animaría a juntar mis ahorros o acaso tomar un préstamo con tal de…
-Hazlo…
-Tonta bromista…
-Ya no bromista. El juego me terminó gustando aunque nunca se me había ocurrido. Y antes de entregarlo a alguno del que equivocadamente me sienta enamorada…
-¿Hablas en serio? No te creo. Eres una bromista pero no me harás caer en tu jueguito!!! Jajaja!
-No, de verdad que no bromeo…
-Bueno, amiga. Deja que estudie el panorama y te contesto. Mientras tanto cuida bien la “mercadería”.
-Jaaaa… puedes estar tranquilo!
De verdad la broma terminó por transformarse en algo más concreto y tentador. Así que no lo pensé demasiado. Tenía formas de reunir la cantidad de dinero y eso hice. Días después se lo dije:
-¿De verdad? -preguntó
-Sí, claro, le dije. Ahora soy yo quien no bromea. Solo que hay alguna condición.
-Dime…
-Antes de concretar la operación, verificar el estado del objeto a negociar…
-Oye… no te pases de listo!
-De ninguna manera. Solo hablo de verificar a simple vista. Creo que me ayudaría incluso a tratarlo, a tratarte mejor…
-Okey… ¿Dónde lo hacemos?
-No tendría inconveniente que sea en mi departamento. Pero para tu tranquilidad dejo que tú decidas.
-En el mío esta noche…
-Bien. Allí estaré…
Luego del trabajo fui hasta mi casa a darme una ducha, comí algo, me vestí y ya llegada la noche partí hacia su casa. Llegué y estaba en salida de baño, con el cabello aún húmedo. Era un monumento a la tentación.
-Disculpa que te reciba así, pero a lo que vienes no tenía mucho sentido recurrir al guardarropas! Ja!
-Bien pensado… ¿Vamos?
-Qué apurado! Jajajaa!
-¿Para qué demorarlo? Quiero que quede tiempo para invitarte a cenar!
-Acepto… y te descuento el valor de la cena…
-Jajajajaaa! Tonta, no es necesario.
Me tomó de la mano y me llevó hasta su alcoba.
-Dime ahora qué debo hacer…
-Pues… deja tu bata a un lado y si no tienes nada debajo, solo ponte a gatas sobre la cama…
Seguramente a propósito, se puso de espaldas y dejó caer la prenda. Ay, señor! Lo que era ese monumento de carne! Fuera del pantalón, su culo mantenía la firmeza y la forma perfectamente. Esfuerzos hube de hacer para no abalanzarme!
Muy despacio se acercó a la cama, apoyó las manos, apoyó una rodilla y fue subiendo. Se ubicó para descansar graciosamente los codos en la cama y el rostro en sus manos. Así la cola le quedó levantada y ofrecida a la vista.
-Permiso para palpar…
-Concedido!
Rocé la piel primero con el reverso de la mano. Luego fui con las palmas directamente a acariciar. Divino! Le separé las nalgas y el orificio fruncido, pequeño y delicado se asomó a mí. Acerqué la cara para que el olfato me trajera el aroma a culito recién duchado. Ella se dejaba inspeccionar tranquilamente. Manteniendo las nalgas separadas me animé a ir con la lengua y rozar apenas las delicadas carnes. Tuvo un sobresalto y me retiré.
-Disculpa si te hice mal…
-No, para nada. Solo que me dio como… una descarga eléctrica!
-Vaya si tienes sensibles tus partes… Déjame otro poquito.
Sin esperar respuesta fui directamente a lamer el hoyo cerrado y apretado. Ella se abandonó para ofrecerse meneando la cintura.
-Oye… ¿de qué va esto?
-De nada… simplemente estoy catando…
-Pues para ser “catación”, va de puta madre!
-De verdad?
-Sí, pero si me ves muy caliente te aprovecharás…
-No lo arruinaría de esa manera. Descuida!
-Pues… sigue catando un poco más.
No me lo hice repetir. Mi lengua fue haciendo que los músculos se le aflojaran e incluso insinuaran una penetración. Marcia jadeaba hecha un volcán. Rocé apenas los labios de su concha para descubrir lo empapada que estaba. Entonces ya directamente le lamí con fuerzas el ojete en tanto mis dedos la masturbaban provocando sus gemidos. Mi verga pugnaba por salir del pantalón y le di el gusto de liberarse. Hubiese podido ir a penetrarla pero me contuve. Poco tiempo duró la faena entre su cola y su concha, hasta que vibró con un orgasmo intenso. Se dejó caer en la cama y me tiré a su lado boca arriba.
-Eso estuvo genial… dijo
-Me alegra oírlo!
Se dio la vuelta hacia mí y entonces reparó en mi verga dura y enhiesta como un mástil…
-Oye… me apena verte así de duro. Puedo hacer algo por ti? –dijo con picardía.
-No sé si se te ocurre algo…
-Supongo que si.
Alargó la mano y me la agarró para pajearme despacito. Después bajó y se la comió literalmente. Chupaba y masturbaba. Poco trabajo tuvo hasta que sentí venir el torrente que le llenó a boca. Tragó y lamió hasta limpiarme todo.
-Vaya nochecita… ¿tienes algo más en mente?
– De cama no… Quedará para mejor ocasión… ya tu sabes!
-Me encanta que me trates así. Te lo agradezco… agradezco que vayas paso a paso!
-Y claro que si… son momentos que no deben arruinarse por tontera o apresuramiento. ¿Vamos a cenar?
-Te agradezco, amigo, pero mejor comemos algo acá y charlamos… Ya habrá ocasión para una cena!
Cenamos, conversamos y acordamos que en breve nuestro “negocio” se concretaría. Por lo pronto, nada más al día siguiente le deposité lo convenido y se lo hice saber.
-Pues solo me resta cumplir mi parte, dijo. Si estás de acuerdo nos tomamos el sábado para “redondear la operación”.
-No veré las horas pero tendré tiempo para prepararme… y por favor: no rompas nada en tanto llega el día. Jajajaa!
-Jaaajaaa! Tienes cada ocurrencia! Tranquilo…!
Y efectivamente los días hasta el sábado transcurrieron lentos. Imaginé cómo sería el acto y cómo haría para disfrutarlo plenamente. Igualmente pretendía que ella no lo pasara mal ni mucho menos. Que su primer anal fuera inolvidable pero no por sufrido… Por lo tanto y por lo pronto, lo primero que hice fue aprovisionarme de un buen lubricante!
Llegó finalmente el día. Como un enamorado más, me apersoné en su departamento con un buen ramo de rosas en la mano.
-Pero que gentil… muchas gracias y aprecio mucho tu detalle!
Tomó las rosas para ponerlas en agua. Luego me enfrentó y dijo:
-Bien… y aquí estamos. Yo preparada para cumplir mi parte…
-Si si… y no sé qué idea tengas, pero te propongo algo. Obviamente sería muy brusco ir directamente al hecho. Te propongo que comencemos haciendo el amor como cualquier pareja, para que luego todo vaya fluyendo.
-Me parece genial, dijo y me abrazó para que nos besáramos.
Después me llevó hasta su recamara donde nos seguimos besando y acariciando. Poco a poco la fui desnudando. Hice que se acostara y quité mis prendas. Quedé desnudo ante ella y con la verga a “media asta”.
-Emmm… primero lo primero, pero no puedo evitar pensar en lo segundo… ¿crees que “eso” me entrará donde tú sabes?
-Tranquila… te aseguro que sí y que seré harto cuidadoso y gentil…
Me acerqué para besarla desde el cuello para abajo hasta estacionarme en sus tetas. Se las lamí, besé y mordí muy despacio; mientras mi mano buscaba los labios de su concha que iba tomando humedad. Ya luego bajé más y se la chupé hasta dejarla al borde del orgasmo. Un orgasmo que logró luego de penetrarla y apenas hacerle jugar mi verga. Y mejor que fue así pues no quería acabar y cuidar dureza para el momento más esperado.
-Mmmmm. Delicioso, dijo. Empezamos bien!
-Era la idea… de que te aflojaras!
-Lo lograste!
Después y sin que se lo pidiera, se dio la vuelta y quedó acostada boca abajo. Su cola era como un imán para mis ojos. Acaricié muy despacio esa suavidad que ya conocía. Enseguida volví a separar esas nalgas firmes para encontrar el delicioso agujerito que custodiaban. Volví a lamerlo para hacerlo estremecer y humedecerlo. La tomé por las caderas como para indicarle que se apoyara en las rodillas. Desde atrás le fui frotando el ano para dejarle caer mis fluidos y mojarlo aún más. Insinué una penetración para probar su cerrazón. Y estaba aún muy cerrado!
Tomé algo de gel lubricante y se lo esparcí cuidadosamente. Apoyé el dedo y lo hice entrar apenas la primera falange. Apretó el culo y le dí un par de palmaditas para que se soltara. Volví a ponerle lubricante y embarduné bien toda la parte e incluso se lo hice entrar. Otra palmadita y le apoyé la verga justo a la entrada del ojete. Empujé pero no pude vencer la resistencia del esfínter. Le pedí que pujara como para evacuar cuando sintiera mi embate. Así lo hizo y la cabeza de mi pija ganó espacio. Se quejó como acusando dolor.
-Tranquila y no aprietes. Vamos despacio para que te acostumbres…
Me mantuve quieto pero sin sacar el miembro. Sentía como el anillo muscular me apretaba justo donde termina el glande. Una presión deliciosa que me invitaba a avanzar. Volví a dejar caer lubricante sobre mi verga y le pedí que pujara otra vez. Cuando sentí que lo hacía volví a empujar y me introduje varios centímetros.
-Me duele… creo que no lo soporto…!
-Aguanta un poquito y mantén la cola floja, abierta…
Entonces se apoyó en su cara y trajo las manos hacia atrás para abrirse las nalgas. Empujé y volvió a contraer los músculos a la defensiva.
-Sácamela un momento, por favor… luego volvemos a intentar!
Se la saqué y se tiró a descansar.
-Ya te decía yo que no entraría…
-Va a entrar y de hecho ya entró. No te preocupes y deja que te haga más mimos en esa colita hermosa…
Volví a lamerla y acariciarla con la lengua. Cada vez más humedad le encharcaba el ojete. Luego volví a hacer que se arrodille izando la cola. Puse algo más de lubricante en la punta de mi pija y volví al ataque. Ya no necesité darle indicaciones. Cuando sintió la presión pujó y el culo cedió al empuje. El glande y algo más ganaron espacio culo adentro. La sostenía por las caderas y empujaba muy despacio. La verga avanzaba ya casi hasta la mitad.
-Vamos bien?
-Ya no me duele tanto… pero detente un momento.
Así lo hice y al cabo de minutos retrocedí hasta solo dejar el glande adentro. Después volví a entrar lentamente. Repetí eso dos o tres veces más, aprovechando en cada una para ir algo más adentro. Se iba acostumbrando. Bajé una mano acariciando y masturbando su concha. Como para darle placer y distraerla mientras llevaba ya casi toda mi verga a sus interiores.
-Mmmm… con esa “ayudita” se va poniendo más interesante, dijo sonriendo.
Detuve un momento el empuje para solo masturbarla. Marcia acusó recibo y empezó a menearse ya descuidando la atención del intruso que le desfloraba el culo. Así que aproveché los meneos y se la terminé de meter toda.
-Ay… que llena me siento! Creo que mi cola se terminará “enviciando”!
Oír eso y cogerla fue simultáneo. Deslicé la verga por su apretado canal y la masturbé más rápido. Se volvió loca y entró a menearse y a buscar ella misma más penetración. Yo por mi parte hacía malabares para no acabar ante el trato que recibía mi verga entre sus carnes! Apenas después el ritmo fue frenético y loco! Hasta que sentí que llegaba a su orgasmo y le largué toda mi leche allá bien adentro! Aprisionada en su culo, mi verga tardó en ablandarse, por lo que la seguí cogiendo a puro placer!
Así se cerró nuestro trato. Después y durante nos seguimos encontrando para coger, ya sin compromisos “contractuales”. Muchas de esas veces, los encuentros en la cama fueron exclusivamente de sexo anal, ya que realmente Marcia le había encontrado el gusto a esas prácticas y lo disfrutaba. Tanto como yo lo disfrutaba penetrándola.