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Tiempo de lectura: 16 minutos

Me llamo Sofía, casada, 26 años, pelo largo castaño, 1,54 m. algo menuda, y 82 cm. de busto, hace 3 años que contraje matrimonio, soy profesional y mi esposo también, nuestro confort de vida es muy bueno, pero a pesar de eso a veces tengo la necesidad de algo más, admito que soy algo caprichosa en determinadas ocasiones, y que termino haciendo mi objetivo, y muchas veces cede mi esposo, ante mis requerimientos.

Todo se inició de una manera casual, un día me surgió en Facebook, un hombre llamado Manuel R. de Salta, con un léxico bastante escueto, pero a pesar de eso su narrativa era interesante, en donde su experiencia sexual era muy amplia, donde había practicado todo tipo de encuentros, algo me incito a seguir en contacto, e interesarme por su vida personal fundamentalmente en lo sexual, la que según me explicaba era muy activa y variada. Poco a poco me fue contando cosas de sus relaciones, que si bien me chocaron en un principio, terminaron alterando mis hormonas, que por una cuestión de respeto a esta persona, no las mencionaré.

Nuestro correo se fue intensificando, hasta llegar a enviarnos fotos, en un principio familiar y por ultimo de nuestros cuerpos desnudos, quedando totalmente impactada por su verga erecta, de la que verdaderamente me atraía, adulando en cada oportunidad que le escribía. En varias oportunidades hice referencia a su aparato, que por supuesto me decía que me lo depositaria en cada una de mis aberturas. Respondiendo que me encantaría, hasta le comente que una tarde, me había desnudado y mientras miraba su foto, me la imaginaba dentro de mí y una serie de fantasías. Deba aclarar que no era de hacer este tipo de comentarios con un hombre, o de haberlos hecho eran más "light".

El me decía que le encantaría romperme el culo, respondiéndole que me entregaría sin chistar, y así fuimos manteniendo nuestra comunicación. Sabía que eso acabaría en cualquier momento, ya que las cosas se iban reiterando y mermando nuestro envió de correos. Hasta que un día, me comunica que viajaría a Buenos Aires por un tema de trabajo, que nos podíamos encontrar, conocernos y por qué no practicar algunas de las cosas que nos decíamos.

Si bien me era muy factible viajar, a pesar de estar casada, fue que esa fantasía que mantenía, se me hacía realidad, y como se dice " Del dicho al hecho hay un buen trecho", pero realmente di un paso al costado, admito que me asusto la idea.

Le conteste que me era imposible, que me encantaría etc., etc., etc.

Lo sintió mucho que podría quedar para otra ocasión, esa proposición me llevo nuevamente a hacerme fantasías con este buen hombre, volviendo a reiniciarse la comunicación.

Si bien mi matrimonio lo sentía algo monótono, y nuestra relación matrimonial no estaba demasiado bien, sentía la necesidad de tener algo, una aventura, hacerme un regalillo personal. Pero lo que estaba a mi alcanza era este medio, por consiguiente continúe comentando de su aparato, al punto de realmente desearlo.

Hasta que después de otro periodo de comunicación, creo que fue como un desafío a mi misma, le escribo que tenía que viajar a Buenos Aires, si le gustaría que nos encontrásemos, sabía que era todo parte de mi imaginación, pero a pesar de no estar demasiada convencida, seguí insistiendo, pero en el fondo deseaba que dijese que NO.

Días más tarde recibo un mail, aceptando mi propuesta, no lo esperaba, pero a pesar de eso le conteste que en un par de semanas viajaría, y que tendría que ser un viernes por la mañana, nuestro encuentro. No sé si estaba convencida, de esta locura, pero lo hice como empujándome a una descabellada aventura. Le dije a mi esposo que tendría que viajar por unos trámites, que en parte eran verdad, y que podíamos aprovechar ese fin de semana en Buenos Aires, le propuse eso con la intención de tener una excusa con Manuel y dejar sin efecto la cita.

El tema que los días pasaron, yo viaje un día antes por el trámite, hospedando en un lugar cerca del encuentro. Estaba bastante nerviosa, sin saber realmente que hacer, buscar una excusa, apropiada y suspenderlo, pero recibí un mail de Manuel diciéndome que estaba ya en la terminal para ir a Buenos Aires.

Prácticamente esa noche, dormí mal, dándome vueltas en la cabeza, que hacer, ese "juego" fue demasiado lejos, pero a la mañana siguiente llegaba, así que opte por ver qué pasaba.

Así que me puse un vestido simple, dirigiéndome al lugar de mala gana. Cuando lo vi, sentí un escalofrío, no porque fuese feo, era un tipo algo fornido, alto, que me llevaba casi una cabeza, no me había imaginado que existía esa diferencia, aunque a pesar de ser una persona algo rudimentaria, era muy cálido, posiblemente su vestimenta no concordaba con mi gusto, pero no era motivos, como para irme. Me invito a desayunar, y aunque ya lo había hecho acepte, gustosa. Hablamos bastante, más que nada sobre los mail que nos enviábamos, que cuando mencionaba sobre el tema de sexo, me cohibía un poco, desviando la conversación, me era bastante difícil hablar como cuando le mandaba los mails. Me sentía a gusto platicar con él, pero creo que le daba más conversación, para ir dilatando el "encuentro" posterior.

Por supuesto que después de casi 2 horas, me pregunta:

"Quieres ir a alguna parte en especial"

Era obvio, a que se referiría de ir a algún lugar para concretar las relaciones físicas, por supuesto que era el pasa siguiente.

" No sé, que me propones?" le pregunto.

"Te parece ir a mi hotel?"

No era fácil "romper el hielo", en otra ciudad, con alguien que si bien habíamos tenido comunicación por más de 6 meses, acababa de conocer personalmente, además había una diferencia, respeto al nivel social, sumado a que jamás había engañado a mi esposo, se me hacía bastante difícil la situación, que de alguna manera la había fomentado, aceptando y hasta invitarlo a llegar a esta situación. Creo que para no desilusionarlo, ya que había insistido en su viaje, solo debía de decir "si", aunque sabía que más que nada, no me animaba a decir "Me voy", teniendo que aceptar el desenlace final, algo que estaba implícito en ese encuentro, todo como consecuencia de haberme entusiasmado de su verga, estoy en esta encrucijada.

Me tomo del brazo, y le dije que prefería que fuésemos sin tocarnos, por si cruzaba algún conocido. Mientras caminábamos, pensaba, la hago rápido, le digo que me voy a buscar la maleta y desaparezco, pero mientras mi mente continuaba buscaba otra vía de escape. Caminamos, en donde hable poco, durante el trayecto, hasta que arribamos al hotel, de una categoría de "2 estrellas".

Llegamos a la habitación de Manuel, era algo deprimente, chico y con una cama doble, una lámpara que apenas iluminaba, mi expresión en la cara delato mi desagrado, porque me dice:

"Pasa algo, Sofí?, mientras traba la puerta.

"No, no, todo bien?" le respondo, pensando que ya estaba atrapada.

Le pido de ir al baño, donde una vez ahí, no se me quitaban los deseos de huir del lugar, no sé qué me sucedía, pero me sentía mal, arrepentida de estar en ese sitio, de esa propuesta, de tener ese encuentro, era posible que después de unos días de conocernos, podría llegar a tener relaciones. Mientras mi mente vagaba, para lograr encontrar una pronta solución, oigo golpear la puerta.

"Te pasa algo?" me pregunta

“No, todo bien, gracias"

Así que comencé a quitarme el vestido y los zapatos, hasta que decidí salir solo en ropa interior hacia la habitación, me acosté, tapando hasta el cuello con la sabana.

Mientras Manuel en bóxer, con su bulto bien visible, que no puedo negar que algo me altero, volviéndome a repetir "Realmente, te ocurre algo", inmediatamente respondo que no.

Se metió en la cama, quitándose su única prenda, notando perfectamente su erección, permanecimos quietos sin hablar durante varios minutos, hasta que me dice "Sofí, si quieres irte, lo puedes hacer, no quiero forzarte a algo que no deseas"

"No, Manuel está todo bien" le repito, permaneciendo callados nuevamente, era más que obvio, mi poco interés en tener un contacto físico. En ese ínterin trató de besarme, que por supuesto evité, no me animaba a irme, tenía miedo, hubo varias intenciones por su parte a las que continuaba rechazando, notando que se estaba poniendo algo molesto.

Volvió a preguntarme, que me sucedía, repetí lo mismo, hasta que después de unos minutos, repentinamente, me destapa violentamente, levantando mi sostén, haciendo aflorar mis tetas, que manotea bastante irritado, a la vez que me arranca las bragas.

Me quedé petrificada ante esa actitud, que reconocí después, que de alguna manera era la provocadora de esa reacción, haciéndome abrir bien mis piernas, para montarme, fregando su glande en mi abertura vaginal, que sin darme tiempo a nada, la penetro con tenacidad, mientras apresaba con su mano mis muñecas sobre mi cabeza.

Sentí su verga friccionar las paredes de mi vulva, doliendo por su tamaño y el ímpetu con que lo realizaba, agitando mis tetas al compás de cada una de sus embestidas, tenía miedo y ganas de llorar, pero me mantuve lo más integra posible, tratando de disimular mis emociones.

Su bombeo fue prolongado, sabía que me estaba violentando, pero tampoco hice nada para impedirlo, por temor o porque lo merecía, no sé bien, hasta que sentí su cálida eyaculación, manteniendo su aparato metido, como en señal de dominación.

Se vuelca sobre la cama y me dijo:

“Sofí, disculpa mi arrebato, puedes irte si lo deseas", tomé mi ropa interior, e intentando taparme con mis manos me dirigí al baño, cuando quise ponerme las bragas note que estaban rotas, así que las tiré, acomodando mi sostén y poniéndome el vestido y los zapatos. Al salir me despedí de Manuel, no lo odiaba por lo que hizo, si bien estaba irritada, y no tenía dudas que mi comportamiento infantil fue producto de su arrebato, me sentía un poco culpable de haberle producido ese desenlace.

Camino a mi hotel, pensaba en lo ocurrido, era la primera vez que engañaba a mi esposo, con un hombre que conocía hacia unas escasas horas, en donde el gran contacto lo había hecho por mail. Pero estaba molesta conmigo misma, por haber actuado como una estúpida chiquilla, para que sucediese eso, ocurriendo lo que me paso. De lo que tengo que reconocer, fue que esa "trasgresión" me había sacudido interiormente, al punto de no sentir odio, a quien me lo hizo, (que lo percate más adelante).

Llegué al hotel, fui a mi habitación, sin saber que iba a hacer, recordé de que mi esposo vendría ese fin de semana, lo llamé, para confirmarlo, me contestó que no podía hacerlo, así que le dije que tenía que quedarme hasta el lunes, porque no había terminado con el trámite, me dio la sensación que no le importó demasiado que me quedara, eso me cayó bastante mal, dejándome llevar por la intuición.

Me bañé y cambié de ropa, y salí a caminar sin rumbo fijo, lo hice durante casi dos horas, pensando que hacer, continuaba molesta contra mí misma, regresando al hotel, desde mi habitación conseguí el teléfono donde se hospedaba Manuel, lo llamé, pero no estaba, estaba fastidiosa siempre había sido algo caprichosa, y me fastidiaba no encontrarlo, así lo repetí varias veces, hasta que me dijeron que estaba en su habitación, le dije que no lo molestaran, que iría para allá.

Así que armé mi maleta, pagué la habitación, dirigiéndome al hotel donde se hospedaba Manuel, aceptando todo lo que podría sugerir, pero no tengo dudas que lo de mi esposo, fue lo que hizo tomar esta decisión, era como que ya, no me importara nada, tenía que saber que sucedería, si forzaba el destino. Golpee en su puerta, bastante nerviosa, al abrirla me miro sorprendido, pero esbozo una sonrisa, como diciendo "sabía que regresarías".

Cerró la puerta me hizo colocar la maleta sobre la cama, para comenzar a desvestirme, mis nervios, hacían alterar mi respiración, mientras mis prendas eran despojadas lentamente de mi cuerpo, quedando solo con mis bragas, que previo a ser quitada, saco los zapatos, el reloj, el collar, anillos, aros, una gomita que contenía mi pelo, hasta la pulsera que tenía en el tobillo, como una especie de posible castigo.

Hasta que por último deslizó mis bragas, observando mi cuerpo descaradamente, acariciando mis tetas y tocándome mis nalgas, me sentí incomoda, y despojada totalmente, quedando sola con mi piel, ante los ojos de Manuel, que no dejaba de observarme, como si tendría que tomar una decisión sobre mí. Hoy recuerdo ese momento y no me caben dudas de que deseaba ser humillada, como pidiendo disculpas, a este hombre, que empezaba a ejercer un dominio sobre mi persona.

Quise decir algo, pero coloco su índice en sus labios, en señal de silencio, besando mis labios, permaneciendo quieta, resignada a lo que este hombre estaba dispuesto a imponerme.

Pronto él hizo lo mismo, se quitó su ropa, hasta que vi su verga erecta, parado frente a mí, a la espera de ser saboreada, me tomo de los hombros hasta hacerme arrodillar quedando mi cara frente a su sexo. Hacer eso, redimiría mi negativa de la mañana, me contuve un momento, hasta que comencé a lamerlo en toda su extensión, besándolo simultáneamente, lamiendo su glande y chupando sus testículos, era su devota sierva adorando su falo con mi boca, llegando a aumentar mi placer minuto a minuto.

Hasta que mi boca lo fue digiriendo, introduciéndolo todo lo que podía, mamando con pasión, ni a mi esposo lo había tratado de esta manera, lo hacía lentamente con la intensión de complacer a mi nuevo "macho" . Trate de levantarme, para que realmente me "cogiese", estaba bastante alterada, pero volvió a tomar mis hombros para que me bajase y continuara con mi "labor".

Prolongue mi trabajo con total pasión, hasta que al percibir ciertas convulsiones, supuse que estaba por acabar, intente quitar mi boca, pero sus manos se apoyaron en mi rostro impidiendo mi intensión. No tardé en saborear su cálida esperma en mi cavidad bucal, al ser invadida por una serie de chorros, que a pesar de salirse por la comisura de mis labios, trague gran parte, descubriendo un sabor como a castañas.

El tener su miembro en mi boca, mi posición de estar arrodillada, como adorando, frente a ese hombre, que de manera sumisa, acataba su deseo, me habían llevado a un estado de excitación, sabía que tardaría un rato en volver a tener una erección, pero a pesar de eso, trate de activarlo, de manera desesperada lamia todo su aparato reproductor, sin lograrlo inmediatamente.

“Estas muy caliente. Sofí?" me pregunta de una manera algo sarcástica.

“Si Manuel, mucho, haz lo que quieras, pero aplaca mi necesidad"

“Bien, mastúrbate, lo has hecho mirando mis fotos, pues acá presente te será más excitante"

"Pero preferiría que me lo hagas tu"

"No, tírate sobre la cama y muéstrame"

“Pero, nunca lo he hecho frente a alguien"

"Siempre hay una primera vez para todo"

Jamás había sido ordenada para efectuar algún acto sexual que no estuviese de acuerdo, pero con este hombre comencé a aceptar sus órdenes, con otro, es seguro que me habría ido totalmente ofendida, pero no pude revelarme, así que me tire sobre la cama comenzando a tocarme, mientras Manuel disfrutaba del espectáculo que le ofrecía, que no tardé en apreciar una satisfacción saber que gozaban tanto como yo.

Nadie me había vista masturbarme y este hombre en escasas horas, me iba llevando a una degradación, aceptando sin chistar esos mandatos. Así que continúe tocándome, tocando mis pezones, friccionando mi clítoris, metiendo mis dedos en mi vagina, alterando cada parte de mis sensibles zonas, hasta lograr evacuar un poderoso orgasmo, con mi respiración agitada, me abrí bien de piernas mostrándole mi sexo, mientras recuperaba energías.

No puedo negar, que sentí pudor por lo que había hecho, pero por otra parte estaba aceptando esa dominación, que ejercía Manuel sobre mi persona, cuando me dice:

"Chúpate, tus dedos, mi amor"

Admito que sentí algo de vergüenza, aunque lo hice, no tuve dudas que estaba intentando domarme, o por lo menos hacer sentir su dominio, efectuando como un "castigo", por mi anterior actuación. Aunque apenas nos habíamos visto, su forma de ser, parecía más cordial o bonachona, pero autoritaria, haciéndome modificar mi rumbo, como clavando las espuelas para poder tener autoridad sobre mí.

No entendía cómo podía ser tan tonta, pero apenas termine, me quede tendida en la cama, me toco bastante, como si fuese un objeto cualquiera, nuevamente, pensé en irme, aunque no tomaba la iniciativa, cuando me dijo que me vistiese.

Lo hice, mientras miraba esa deprimente habitación, quería salir de ahí, y se me ocurrió comentarle de ir a otro hotel, que podría quedarme hasta el domingo o lunes sin problemas.

"No puedo pagar uno más caro" me dice.

"No te preocupes, yo lo hago" le contesto

"No puedo permitir eso" me reitera

"Vamos Manuel no seas terco, yo pongo la diferencia, te parece, estaremos más cómodos. Además si decides quedarte, me voy y si nos cambiamos, haremos lo que nos plazca o te plazca, no pondré peros? lo dije en un tono definitorio.

“Está bien, está bien" responde

Apenas nos instalamos en el nuevo hotel, mucho más confortable y además céntrico, me dice

“Estas acostumbrada a hacer lo que quieres, aunque después puedes llegar a arrepentirte"

"La verdad que si, estaba arrepentida al principio, ya no"

Lo mire sorprendida, como en tan escaso tiempo empezaba a conocerme.

"Tienes razón Manuel, te diré algo además, es la primera vez que engaño a mi esposo, sé que eso te debe enorgullecer, ser el primero, supongo?"

"No, para nada, me enorgullece haber conquistado a una belleza como ti” me dice, mientras comienza a levantar mi pollera, bajando mis bragas, para alzarme, rodeándolo con mis piernas, mientras su verga estaba lista para incrustarla en lo más profundo de mi útero, se había roto el hielo. Su falo sacudía mi interior, produciendo algo de dolor, pero un goce único, me aferre a su cuerpo, mientras me abrazaba fuertemente, sin dejar de embestir contra mi sexo. No creía que podría gustarme tanto, mi cuerpo vibraba, ante sus locas embestidas, mi boca se prendió a la suya para entrelazar nuestras lenguas, mientras mi delgado cuerpo se cobijaba en el suyo, disfrutando de su aparato que se introducía en mi intimidad, por segunda vez.

Cuando sentí sus flujos en mi interior, un fuerte orgasmo sacudió mi cuerpo, abrazándolo con fuerza, gimiendo como una gata en celo, que a pesar de haber acaso, continuo bombeando hasta llevarme a un segundo orgasmo. Nunca había sentido algo similar, apenas me bajo, aprese su verga para chuparla ávidamente, desgastando esa mezcla de flujos que lo cubría.

Después de eso me sentí más relajada, nos duchamos y salimos para cenar, regresando al hotel como a las dos horas.

Esta vez me hizo quedar en ropa interior, previa quitar todos mis adminículos personales, era como limpiar mi cuerpo de objetos extraños me encantaba que me llevase a su mundo sexual, algo violento, salvaje, autoritario y muy machista. Después de obedecer su pedido, me ato con mis medias al respaldo de la cama, tocando mi cuerpo lentamente, comenzando a alterarse por ese contacto lento y superficial, ese leve contacto.

Desplazo mi sostén para succionar mis pezones, que por supuesto estaban erectos, mordisqueando con algo de saña, creando un tiempo entre uno y otro, mi corazón se iba acelerando, tras cada minuto que sucedía. Así continuo, hasta quitar el corpiño, para chupar fuertemente de mis tetas. Me estaba enardeciendo de una forma muy eficiente, cuando sentí desplazar mis bragas, y sus dedos pasarlos por lentitud por mi raja, que sentía supurar mis jugos.

Su dedo índice, húmedo como consecuencia de su toqueteo vaginal, fue a aparar a mi boca, para saborear por vez primera mis propios flujos, hasta que se detuvo.

Dada mi calentura le digo:

"Sigue por favor"

"Si hablas nuevamente, te amordazo" en un tono algo autoritario.

Así que volví a hablar, cumpliendo con su amenaza,

Manuel solo contaba con su bóxer puesto, por supuesto se notaba su volumen, mi mente pensaba en el momento final, que era eso lo que más me excitaba, mientras que mi clítoris era alterado constantemente, gesticulaba como para indicar mi estado, y que acelerase los pasos. Pero haciendo caso omiso mantuvo ese ritmo, lento y conciso, disfrutando de mi alteración.

Cuando oprimía fuertemente mis pezones, no podía de mar de gemir, o intentarlo, hasta que su boca la apoyo en mi sexo, comenzando a oprimir con su lengua mi clítoris, rozando con sus dedos el borde de mi esfínter.

Deseaba venirme, pero prefería que mi introducirse su herramienta tal viril, pero mantuvo esa misma tesitura, hasta que sus dedos se introdujeron en mi cavidad vaginal, moviéndolos con total destreza hasta llevarme a un nuevo orgasmo, introduciendo su verga para bombearme hasta hacerme acabar nuevamente simultáneamente con su eyaculación.

Si bien teníamos una actividad sexual bastante continua, no me cabían dudas de la vitalidad de Manuel, a pesar de sus 50 años, me relataba ciertos de sus encuentros con otras mujeres, contando determinados momentos, que para mi eran novedosos y en algunos casos muy "morbosos", a pesar de haber tenido bastante sexo con mi esposo y otras parejas anteriores, esta hombre me transportaba, hacia lo que quería, habiéndome negado con otros a efectuar determinadas posiciones o lugares a penetrarme, el cansancio y lo tarde que era me dormí de inmediato, no llegando a ponerme ninguna prenda, algo no habitual en mi.

Ya era sábado, cerca de las 10 am, me desperté, con ganas de orinar, pase por encima de Manuel, en parte para despertarlo e ir al baño, que apenas abrió los ojos me tomo de la cintura quedando a caballito sobre él. Nos besamos dándonos los Buenos Días, y ya su erecta verga lista a volver a penetrarme.

"Espera Manuel que vaya al toilette"

Haciendo caso omiso ya la tenía entre mis piernas, montada sobre el, comenzó a moverse, sintiendo hasta lo más profundo de mi útero.

“Espera que vaya al baño, me vas a hacer orinar"

"Hazlo" me dice, continuando más aprisa con sus movimientos, no solo me estaba excitando, sino que mi necesidad de expulsar mi orín era eminente.

Trate de soportar esa necesidad, pero con el calor de esa acción, comencé a convulsionarme, y en el momento de estar por acabar, mi orín bañó, el abdomen de Manuel, que sumado al orgasmo que tenía, me dio ganas de continuar evacuando mis líquidos, me abrace a Manuel, mientras eyaculaba mi interior, produciendo un chiquero en la cama, que bastante avergonzada traté de salirme, aunque mi hombre lo impidió revolcándonos en ese líquido dorado, sumando ese momento, a otra nueva experiencia.

Por supuesto que después de tener ese loco momento de sexo, desayunamos muy bien, para reponer nuestro desgaste físico. Salimos, regresamos como a las 15 pm, reiteramos sexo, dormimos y planificamos ir al cine por la noche. La función comenzaba a las 7:30 pm, y había algo de gente, por lo general la mayoría, concurre al horario de las 10 pm.

Buscamos una ubicación algo atrás (pues no me gusta demasiado adelante, que me produce problemas en la vista), al cabo de un rato, vimos que la película no creaba demasiado interés, hasta ver que había gente que se levantaba y se iba. En un momento dado me dice:

"Sácate los calzones"

"Estás loco, Manuel"

"Vamos no me lo hagas repetir"

Riéndome de su ocurrencia, termine haciendo lo que me pide, me parecía algo "travieso", además me empezaba a gustar esa clase de "sorpresas" después de hacerlo esperar un rato, me los saco, mostrándoselo, pero me lo quita y se lo guarda en el bolsillo.

"Estúpido" le digo en tono de broma, que no dejo de producirme una excitación.

"Levántate la pollera"

"Pero Manuel, eso no"

"Vamos no me obligues"

Ese juego me empezaba a alterar, era algo nuevo para mí, así que me la levante, quedando entre mis ingles

“Abre más"

"No puedo"

"Levántala más"

Lo hice quedando la totalidad de mis piernas al descubierto, me excitaba eso, saber que alguien podía verme, mientras pensaba en esa locura, su mano, se dirigió a mi vagina.

"Estas toda mojada, eres tan puta", calificativo que mucho no me agrada, pero lo sentí como un halago de la persona que lo decía.

Creo que uno de los espectadores lo oyó, pero no me importo, y menos cuando sus gruesos dedos comenzaron a escarbar en mi sexo, inconscientemente fui levantando la pollera que era algo estrecha, hasta dejarla casi en mi cintura, permitiéndome abrir más mis piernas, mientras las extremidades de su mano, me iba penetrando, rozando mi clítoris de una manera habilísima. Ese roce y parte de penetración, me fue transportando en un estado de estimulación, que no me interesaba si alguien me observaba, siguió sin pausa, hasta que logro sacarme unos gemidos propios de tener un orgasmo, dándose vuelta un espectador.

Cuando finalizo la película, me levante sabiendo que carecía de mis bragas, me causo gracia, algo nuevo que me sucedía, además sabía que eso estimulaba a Manuel. Fuimos a un restaurante, donde tuve que mantener mis piernas bien cerradas para evitar que alguien llegase a ver mi vagina.

Regresamos al hotel cerca de la medianoche, una vez en la habitación, empecé a provocar a Manuel, que no tardo en ponerse a tono, iniciando ese juego de decir, "Te voy a castigar, porque eres una chica mala", mientras me sienta en la cama, para acariciar mis muslos, fundamentalmente mi entrepierna sintiendo como se activaba mi clítoris. Flirteaba en la zona, a escasa distancia de mis labios mayores, eso me creaba una ansiedad, me fui quitando el resto de mi vestimenta, mientras Manuel continuaba, jugueteando ese lugar, rozando con su dedo mi vestíbulo vaginal, gimiendo suavemente ante ese constante contacto.

Comprimió mis pezones intensamente, producto de ese acoso a mi sexo, que comienza a humedecer la zona alterada, cuando su lengua en círculos va bordeando mis abultados labios, mientras mis manos se aferran al borde de la cama. Manuel no me da respiro, alterando cada vez más mi cuerpo, al sentir sus dos dedos entrar en mi útero, oprimiendo hacia afuera la parte superior de mi abertura, activando más mi sensible clítoris, llegando a arquear con desesperación, mi cuerpo convulsionado.

Cuando su lengua se acercó a mi clítoris, y sus gruesas falanges humedecidas se fueron incrustando en mi ano, mis gemidos se fueron acrecentando, gritando como consecuencias de esos espasmos que me provocaba, mientras sus dedos oprimían mi recto. Sin quitarlos de mi conducto se acercó para besar mis labios, y en un estado de total paroxismo le digo: "Haz lo que quieras"

"Lo que quiera?" me contesta

"Si, lo que quieras?

Termino de desnudarse, me giro en la cama, quedando boca abajo, coloco un almohadón en mi abdomen, elevando mi culto, mientras separaba mis glúteos, supongo que observando mi ano, hasta que incrusta nuevamente sus dedos en mi recto, mientras acariciaba mi espalda, y después de moverlos varias veces en mi interior, los retira para sentir algo al instante en la puerta de mi esfínter. Sabía lo que se avecinaba, era algo que siempre he tratado de evitar, pero a pesar del temor que me producía, opte por arriesgarme, sentí que debería complacer a Manuel, que era uno de los lugares que más le apetecía.

Cuando su glande lo apoyo en mi cavidad, tratando de introducirlo levemente, haciéndome gemir, con algo de dolor, pero continúe boca abajo, aceptando lo que se venía. Un nuevo empujón hizo introducir algo más de su verga, acompañado de otra exclamación de dolor, permaneciendo quieta a la espera de otro mayor acceso, mientras Manuel continuaba con su labor aparentemente sin importarle mi posible sufrimiento, aunque creo que a los hombres les excita saber que duele, pero suponen que estamos gozando también, mi pobre culto redondo y paradito estaba siendo marchitado.

Sentí sus manos en mi cintura, como preparándome para el toque final, cuando un fuerte empujón, hizo completar la entrada de su verga en mi recinto, donde no pude contener un grito mayor, y comencé a sollozar, mientras las palpitaciones de ese falo eran percibidas a través de mi conducto renal.

En ese instante Manuel me dice

"Quieres que la saque?, no quisiera lastimarte"

"No Manuel, sé que me lo querías hacer, sigue, no te detengas, soy todo tuya." palabras que nunca pensaba expresarlas en mi vida.

Beso y acaricio mi espalda, como preparándome para la etapa final, me tomo de la cintura, acodo bien adentro su falo, esperando que su acomodara a esa nueva funda, y sin darme respiro comenzó a bombearme, sintiendo el roce de su verga sobre la membrana renal, que parecía que me partiría, golpeando sus testículos en mis nalgas. Su bombeo fue prolongado, sintiendo que me succionaba mis entrañas, cuando lo quitaba, y me hundía mis órganos al introducirla.

Gemía de dolor pero a su vez me gustaba ese trato, ese dominio, realmente no se bien cómo explicarlo, ese poder que ejercía sobre mí, permitiendo alterar mi cuerpo a costa de mi sufrimiento, para que este hombre prácticamente desconocido, aplacase su deseo sexual con mi cuerpo, o más bien con mi recto.

Después de una serie de fuertes y continuas embestidas, nuevamente sus flujos fueron depositados en el interior de mi conducto trasero, Cuando saco su verga, me puse a llorar, no sé porque realmente, supongo que la tensión, me abrazo fuertemente, mientras besaba mi cara, acurrucando mi cuerpo contra el suyo como pidiendo amparo.

Pensaran que fui una estúpida al dejarlo tener sexo anal, con esa considerable herramienta, en la que solo tuve sufrimiento, pero sin un orgasmo, a pesar de mi calentura, puede ser, pero me gusto, entregarle esa parte de mis conductos, y lo seguirían repitiendo cuantas veces me lo pidiese.

Bueno el resto del domingo tuvimos sexo, en donde practicamos una serie de posiciones que si bien las conocía, nunca las había practicado, aunque permanecimos más desnudos que vestidos, el lunes por la mañana, nos despertamos cerca de la 7 am, al mediodía nos separábamos para regresar a nuestras correspondientes ciudades.

El ardor de mi culo se había disipado, así que le pregunte:

"Manuel, tengo algo que decirte, si bien no fue un comienzo bueno, lo que continuo me encanto, haz ejercido una supremacía que me ha encantado, y creo que seguiría aceptando cada nueva proposición que me pidas, quería que lo sepas antes de separarnos"

"Tú también, Sofí, has sido una hembra excepcional"

Mientras me besaba, acariciando mi cuerpo, tocando mi sexo, alterando mi ser ante cada minuto que iba transcurriendo, me deje llevar a la vez de tocarle su miembro, me giro suavemente, acariciando mis sentaderas, hasta que jugueteó con mi ano, que aún estaba algo irritado por esa penetración tan activa. No tenía pensado volver a tener ese tipo de contacto, pero lo único que dije fue:

“Por favor tengo cuidado" en parte esa frase fue como que le daba autorización a ser transgredida por ese lugar.

Cuando sus dedos comenzaron a urgir ese sector tan delicado, abriendo mis cachetes dejando al descubierto mi ano.

Si bien aún me dolía no hice demasiado para impedirlo, solo trate tímidamente de disuadir, aunque Manuel no estaba dispuesto a continuar, así que opte a mamar bien su verga, como para lubricarla con mi saliva, cuando al cabo de un par de minutos me alzo, sentando sobre la mesa, mientras elevaba mis piernas, tomándome de mis glúteos, acercándome a su aparato, jugando con mi ano, hasta que lo puso, introduciéndolo lentamente pero sin pausa, sintiendo como se deslizaba, dentro de mi recto.

Nos mirábamos, viendo su cara de satisfacción, por lo que estaba haciendo, hasta que sentí que la totalidad de su falo, dominaba mi interior.

"Quieres que me masturbe?"

"Si, hazlo"

Sin quitar nuestras miradas de los ojos, comencé a tocarme, sintiendo el palpitar de su verga, en mi culo, mientras las yemas de mis dedos frotaban mis labios mayores. Todo fue lento, disfrutando esos últimos minutos, hasta que mi cuerpo comenzó a convulsionarse, senil suficiente para que Manuel, comenzara a agitar, entrando y saliendo de mi recto, a un ritmo acelerado, mientras mis dedos se apresuraban para llegar juntos al éxtasis.

Comencé a gemir fuertemente, mientras mi "macho" no dejaba de bombearme, hasta que la explosión fue simultánea.

Creo que jamás olvidare ese orgasmo, mezclado de dolor, de una pasión desmedida, cuando me alzo, abrazándolo con mis cuatro extremidades, dirigiéndonos a la ducha.

Sentí mucha tristeza cuando nos despedimos, no sé cuándo volveríamos a encontrarnos, si es que, se llegase a concretar.

Mes y medio después el test de embarazo, corroboró mi estado.

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