Son las seis de la mañana, lo sé porque al mirar hacia la ventana veo como los rayos del sol se asoman a través de las nubes: está nublado y eso significa que el amanecer está perfecto para mis intenciones, si bien me choca despertar antes de que suene mi alarma. Pero bueno, alguien necesita hacer un poco de ejercicio y no tengo escapatoria.
Lo olvidaba, mi nombre es Ana, mido 1.65, soy de complexión delgada, no en los huesos, aclaro, pero el par de redondas y paradas nalgas y unas tetas 32B que se ajustan perfecto a mi figura hacen que me defienda, la naturaleza me brindó un buen cuerpo y no lo puedo negar. Tengo 18 años, y a pesar de lo anterior es sorprendente que no sea como las demás chicas de mi edad que andan en busca del amor y un príncipe azul. Yo soy más honesta y reconozco que le doy preferencia al sexo: simplemente me fascina, tanto que creo sentir una especie de adicción por las vergas, tan es así que ya llevo probadas como 10 jajaja ¿me pasó, no? Sin embargo, no piensen mal: lo hago por ese cierto placer que se vuelve indescriptible, no por fácil.
Y retomando el tema, me gustaría contarles lo que me pasó ese día nublado. Era un sábado concretamente, y me levanté con pocas ganas de correr, la verdad. Ante ello, y a manera de motivación, me di una breve ducha y posteriormente me dispuse a vestirme de manera cómoda, porque no tenía la intención de ver a nadie en ese rato: Ya estaba por salir de mi casa, cuando me llegó un mensaje de Tony, un chico de la Uni al cual me había estado acercando desde hacía unas semanas, porque honestamente está que se cae de bueno, con su 1.85 de estatura, músculos definidos, cabello negro corto, y unos ojos que te derriten. Era una de las presas que me faltaba por comer jajaja y solo esperaba el momento adecuado para convertirlo en el número once. En fin.
La razón de su mensaje era saber qué haría ese día, a lo que contesté que iría a correr, explicándole mi ruta: bajaría por el camino empedrado del cerro cercano a mi casa, hasta llegar a la playa; y él, como vive cerca de aquí y obviamente es aficionado al ejercicio, se apresuró a ofrecerse como acompañante, diciendo que era un lugar solitario y que era mejor que no anduviera sola. Gustosa le dije que sí. Sentía que era la oportunidad que esperaba.
En consecuencia, decidí modificar mi atuendo para llamar su atención: opté por un mini short de color negro que enmarcaba mis piernas torneadas y mis labios vaginales, además de resaltar mis bien formados glúteos, y por debajo de este una tanga de hilo, para que se volviera más notoria la separación entre mis pompas; acompañado de un sostén deportivo que, al correr y sentir el roce del viento, suele producir que mis pezones se pongan duritos, situación que robaba las miradas de algunos chicos que pasaban cerca de mí. Estaba confiada en que este outfit no pasaría desapercibido para Tony.
Quince minutos después, él llegó a mi casa, vestido con un pantalón deportivo y una playera de resaque, gracias a la cual pude admirarlo: por una parte, me recreé con sus grandes músculos; y por otra, discretamente dirigí mi vista hacía el paquete que se le notaba quizá más de lo debido en ese pants; situación que me hizo sonreír e imaginar cositas ricas. Para no verme más obvia, le hice la plática y luego le dije que nos fuéramos, porque se nos haría tarde.
Una vez estuvimos en el principio del tramo que recorreríamos, me coloqué mis audífonos y luego estiré un poco mis piernas y espalda tocando las puntas de mis pies con mis dedos, y ahí pude notar a Tony viendo mis nalgas, tensas por el calentamiento que hacía. Y a su vez, verlo desde abajo hizo que cruzara por mi mente que podríamos hacer un 69 perfecto: su cara hundida entre mis nalgas, degustando con su lengua los fluidos de mi húmeda panocha, a la par que me metería un dedo por mi agujerito de atrás; y a su vez yo me comería la cabeza de esa reata mientras que con una de mis manitas le haría una puñeta, y con la otra sobaría esos huevos cargados de tibia leche. Qué rico sería eso. Cuando me percaté que otra vez soñaba despierta, le sugerí que se estirara igual, y él rápidamente se volteó y comenzó a estirar sus largas piernas.
Tras el calentamiento, empezamos a trotar por algunos metros, cada quien en lo suyo, y de repente me detuve al escuchar el estruendoso ladrido de un perro que estaba en una de las casas que acabábamos de cruzar, y eso nos desconcentró, y antes de comenzar a trotar nuevamente pudimos notar que del otro lado de la acera, y como si nos hubiese dicho a ambos «hey, aquí estoy», venía una chica, la cual podría ser descrita como gordibuena: medía alrededor de 1.60, piernas torneadas, aunque no tanto como las mías, grandes tetas, quizás una copa 34C, pero lo más extraordinario era por mucho su formidable culo.
Era imposible no voltear a ver ese leggings azul tan ajustado que portaba, ya que parecía que de un momento a otro se iba a romper por tanta carne: sus nalgas eran enormes, considerablemente más grandes que las mías, incluso más paraditas y redondas, tanto que debo admitir que provocaban darles una buena nalgada jajaja y para acabarla, la prenda era semitransparente, tanto que era posible ver la minúscula tanga del mismo color, supongo para no desentonar. Vaya que fue impresionante, deberían haberla visto. Se notaba con total claridad cómo semejante culote devoraba la tanga como si tuviera hambre. Digo, no me gustan las chicas, pero negar que era atractiva hubiera sido una mentira, debo reconocerlo.
En ese momento me dije «si tú estás pensando esto, ¿qué podría estar pensando Tony?» e inmediatamente volteé a verlo y sí, su mirada estaba fija en ese par de carnosos glúteos, y al mirar debajo observé su verga, estaba totalmente erecta abultando su pants como si una carpa de circo se tratara. Ante tal visión, mi mente me hizo una mala jugada, ya que por un motivo que ignoro, imaginé a Tony desnudo cogiéndose a la Chica Tanga: en mi fantasía él la tenía de perrito, bien sujeta de esas caderas tan anchas que tiene, abriendo lo posible ese par de nalgotas de infarto para ver cómo le dejaba ir sus 20 centímetros de gruesa, cabezona y erecta reata, por la estrecha y cremosa panocha de la muchacha. Juraría que escuchaba el golpeteo de sus huevos contra el enorme trasero de la joven, aunado a los gemidos de placer ahogados de ella y el sonido, más parecido a un gruñido, de él. ¿Por qué mi mente recreó esa escena entre ellos en lugar de nosotros? es un misterio.
De pronto, Tony volvió en sí y me preguntó si todo estaba bien, a lo que contesté con un escueto «sí», y lejos de evitar el tema, en automático le comenté: «¿viste que nalgona está la muchacha? Hasta le rebotan de lo grandotas que las tiene, y creo haberle visto la tanguita también. Apuesto a que se te antojó, ¿no? Jajaja», a lo que él respondió con risas nada más. Supongo que quiso aparentar que no vio, pero su bultote lo contradecía. Pasado ese momento, decidimos proseguir con la rutina, ya que aún nos faltaba un gran tramo para llegar a la playa.
Como nos detuvimos por ese instante, ella nos rebasó, así que por unos minutos fuimos tras de ella, y el casi hipnótico movimiento de esos glúteos siguieron siendo un distractor para ambos: él mantuvo, descaradamente, un paso más lento del que suele hacer, ni siquiera disimuló; y a su vez, yo me preguntaba «¿qué tengo que hacer para aprovechar su calentura y que me coja de una vez por todas?». Y así continuamos hasta que ella se quedó en un mirador, descansando y estirándose un poco, y nosotros nos enfilamos, ya a velocidad normal, hacía nuestro destino, la playa.
Llegando ahí, ambos estábamos sudados. Podía notar el brillo en sus músculos, y mientras hablábamos de cosas irrelevantes, me fui acercando cada vez más a él y ya no pude resistir más y me le abalancé para besarlo. Él no titubeó y me tomó de la cintura con gran fuerza, y bajó poco a poco sus manos hasta apretar con gran deseo mi culo. Yo sentí cómo mi panocha se mojaba aún más, porque lo admito, desde aquella visión había empezado a lubricar, de manera que ya estaba lista para ser penetrada. Por tal motivo, lo tomé de la mano y lo llevé a los baños, pues esa playa es un balneario, y por ser un sábado temprano supuse estaría vacío, y una vez dentro del baño, por la adrenalina de la ocasión omití cerrar la puerta con seguro.
Y sin dilación, y muchas ansias, me giró para darle la espalda, y me inclinó un poco hacia el frente, en el lavabo, donde recargué mis manos, para posteriormente bajar mi minúsculo short, hacer de lado mi tanga y acomodar el hilo en mi nalga derecha, y enseguida abrió mis nalgas y metió su lengua en mi chiquito, cosa que me hizo soltar un sonoro gemido, me valió que fuera un lugar público: era mi objeto de deseo y como niña caprichosa que soy, lo que quiero lo obtengo. Él sólo se despegó de mi orificio trasero para decirme lo rico que le supo y que tenía ganas de hacerme eso desde que me vio en la Uni el día que me conoció, dado que ese día traía yo unos jeans untados y él se quedó prendado de mis bien formadas pompas.
Su beso negro y la posterior confesión me excitó tanto, que me giré para regresarle el favor, así que él ya sabía lo que seguía, y se dejó bajar el pants, tras lo cual su verga fue liberada de su encierro, tal como si de un resorte se hubiese tratado. Esa reatota era una maravilla: estaba tan gruesa, erecta y cabezona cómo me la imaginé, o probablemente más, y ya no pude contenerme y procedí a consentirle ese palo: lo lamí con suavidad desde los testículos, y los apreté un poco, sintiéndolos bien llenos de mecos, así que con mi lengua y labios recorrí desde las bolas hasta la gruesa cabeza, misma que me metí entera a la boca, para succionar sus deliciosos jugos, a lo que él reaccionó con un gemido intenso, sin duda le estaba gustando aquello.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que él me levantara y pusiera sobre el lavamanos, para abrirme las piernas, y meter su lengua en mi panocha y beber de mis calientes jugos. Yo estaba que reventaba de placer, podía sentir como mi piel se erizaba con una descarga de energía que nunca antes había experimentado, sentí como mi clítoris sobresalía esperando que lo tocara con su lengua, cosa que sucedió, mientras metía su dedo medio en mi vagina, situación que me puso a punto y no resistí más, le solté los jugos de mi venida y él los bebió todos.
Ni siquiera pasó un minuto cuando le pedí que ya la metiera, «quiero sentirte dentro de mí, papi» le dije con voz mimada, así que él se quitó su playera, la puso el suelo, y yo entendí qué quería: a mí de perrito, cosa que no le iba a negar, y me acomodé como debía, a gatas y con la espalda arqueada resaltando mi culo, y él se puso detrás de mí, y con su verga dio unos golpecitos a mis nalgas, para luego meter ese palo en medio y apretar mis cachetes alrededor de él, sentí delicioso el frote aquel, pero ya quería sentirlo dentro, así que le pedí que lo hiciera. Y obvio me hizo caso.
Solo sentí como la cabezota de esa verga se abría paso entre mis labios vaginales, y no paró hasta que esos 20 centímetros de verga se perdieron en mi interior. Yo solo gozaba al sentir cómo entraba y salía ese pistón de carne de mi panocha, y él me decía que lo ponía muy mal el ver cómo mi panocha le dejaba toda cremosa su reata, y luego de unos minutos de intenso mete y saca, donde no parábamos de gemir, porque literalmente se la estaba exprimiendo con mis paredes vaginales, me dijo «ya me voy a venir, ¿dónde quieres la leche, mami?» y yo le dije como pude «adentro, echa todo dentro, mmm» y así con un gemido fuerte de su parte dejó salir varios chorros potentes de mecos en mi útero, y yo también me uní al concierto de gemidos por eso.
Una vez que entramos en razón de que al ser un lugar público cualquiera podía entrar, nos preocupamos por vestirnos rápido, y en el momento en que íbamos a recoger la ropa del suelo, se abrió la puerta, y mis ojos no daban crédito: era la Chica Tanga. Era obvio, llevábamos la misma ruta, solo que no nos detuvimos a pensarlo, y se quedó en shock parada en la puerta, y juraría que le vi una breve sonrisa perversa al momento de verle la verga a Tony, que aún estaba parada y llena de mis jugos.
Después de ese vistazo ella se sonrojó y dijo «disculpen, no sabía que estaba ocupado», con un tono que sonó algo cómplice, y Tony le guiñó el ojo y puso su dedo índice sobre su boca, a la vez que sacudía un poco su palo, creo que se lo presumía, porque definitivamente se tuvo que dar cuenta que la chica se impactó al ver semejante ejemplar jajaja y yo me limité a tomar mis cosas, y pasé al lado de ella diciendo «gracias por no armar un escándalo», a lo que ella no contestó más que con otra sonrisa, en parte creo que entendía lo que estaba pasando mejor de lo que esperaba. Todavía me pregunto si habrá escuchado o visto más.
En fin, esa fue mi experiencia. La Chica Tanga no supo que la usé para saciar mis más bajos instintos, dado que fue así como cumplí mi fantasía de coger con Tony, y superando mis expectativas: me cogió de perrito en el baño de un balneario jajaja. Para ser honesta nunca había tenido una experiencia tan excitante, y todo gracias a una desconocida, la Chica Tanga.