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La cena con la pícara secretaria
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Había sido una tarde con lluvia, y con abundante trabajo… a eso de las seis de la tarde, solo estábamos en la oficina, Beatriz, mi secretaria, y yo… Aún faltaba una parte del informe que elaborábamos y estando ya oscuro, le dije:

-Beatriz, mejor cerremos ya, y nos vamos… tengo hambre y dolor en la espalda…

-Está bien, solo apago la computadora y nos vamos… me va a invitar a cenar algo sencillo?

-Está bien, y después te dejo cerca de tu casa.

Ella usaba una camisa tipo polo, y falda un poco corta y entallada. Zapatos de medio tacón y el cabello recogido en un moño sobre su cabeza.

Salimos, y nos fuimos a buscar algún lugar tranquilo. En el carro, ella me dijo

-A mi también me duelen el cuello y la espalda… porque no vamos y me da un masaje como usted sabe darlos… (Yo le había contado que aprendí en una sociedad naturista a dar masajes)

-Está bien… y luego vamos a comer.

Justo pasábamos cerca de un motel medio escondido pero bonito. Como seguía lloviendo, con toda caballerosidad, la lleve cubierta con el paraguas hasta la habitación.

Entramos, y Beatriz me dijo que si le ayudaba a sacarse la blusa, a lo que accedí de inmediato; usaba un bra de media copa que apenas si le cubría sus pezones de color café. Luego, bajándole el zipper, le saque por los pies la faldita y vi que usaba un bikini de tela transparente.

-Qué bonito conjunto usas -le dije

-Andaba preparada por cualquier cosa que se le antojara a mi jefecito -me dijo

Me pidió que me quitara la camisa y el pantalón, y me quedé solo en bóxer. Luego, acostándose boca abajo en la cama, me dijo que le quitara el bra para que le diera su masaje.

Hice lo que me pidió, y ya casi listo para masajear su espalda, me dijo que si no le iba a quitar el bikini, y yo, obviamente, obedecí.

Ella tiene unas nalgas redondas y abundantes que hicieron que mi amigo se levantara del letargo causado por el frio. Me coloque con las piernas abiertas sobre ella, para iniciar el masaje, cuando ella sintió que yo estaba con el miembro bien a mil, y me dijo:

-Qué grande se le siente…

Yo le dije:

-Tranquila… ya habrá acción más adelante si tú quieres…

Comencé a masajearle la espalda, bajando a sus nalgas y pidiéndole que entreabriera las piernas, me dejo a la vista su rosadita vagina bien depilada… cuando le deje caer un chorrito de aceite entre sus nalgas, y le bajó hacia su tesorito, fue un largo suspiro que soltó… después, le pasé las manos alrededor de los labios vaginales y se estremeció… cuando le indique se diera vuelta, lo hizo, pero fue un movimiento rápido que mi órgano, aun dentro del bóxer, luchaba por salir… ella sonrió y me dijo:

-Me gusta sentir cómo me toca de suave… quítese el bóxer y enséñeme a la cosita que usted tiene…

Ella se tocó su vagina y me mostró cómo estaba ya de húmeda… lo que pasó después, vendrá en la segunda parte.

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