Aquella tarde el día avanzaba distinto a lo planeado, se habían sucedido una serie de percances que habían desmantelado mi planificación y me dejaban en libertad, lo cual me permitió el relajarme y darle una sorpresa a mi esposa que precisamente hace unas horas, me había insistido cariñosamente que le acompañara a un evento al cual asistiría con sus amigas de la universidad, un encuentro que según sabia no se daba hace años y al cual varias asistirían con sus parejas, el evento en una vieja casona sería una fiesta como las de antaño que empezaría al anochecer y duraría hasta el amanecer, ella estaba entusiasmada, quería romper la rutina de los niños, el trabajo, de lo domestico.
Y lo cierto es que tenía razón, hace mucho tiempo no rompíamos el día a día, en que cada momento era una repetición de lo que hacíamos el día o semana anterior, y al parecer mi esposa lo resentía más que yo, así que le comente que fuese, que disfrutase y dejase a los niños con sus padres, yo por mi parte, a esa altura del día estaba impedido por compromisos laborales de asistir, pero ahora, con estas cancelaciones, podía tomar mi vehículo y llegar, según mis cálculos lo haría un par de horas después de iniciada la fiesta, y así fue, llegue a la casona, y aunque fue fácil encontrar la antigua construcción, estacionarse fue un desafío, realmente estaba repleto finalmente lo logre, aunque quede bastante alejado de la casona.
Así, después de algunas horas, entre a la casona y busque a mi esposa, tarea difícil por la enorme cantidad de personas, la neblina que emanaba de equipos y que abarcaba todo el interior, las luces intermitentes, coloridas y el ruido ensordecedor de la música que chillaba aquel genero de música más desinhibido y por su puesto las personas en aquella casona se comportaban a la altura, notaba un abrumador olor a alcohol y a algo más, otras sustancias que en mi juventud conocí y que parecían muy presente en aquella fiesta, así busque entre tal evento, avanzando entre distintos recintos cuando entre la muchedumbre la vi, su grupo de amigas estaba animado, bailaban reirán a gritos y bebían, ella entre todas destacaba, siempre destacaba a mis ojos, pero hoy se veía hermosa, llevaba jeans y unas botas de cuero negras que llegaban hasta sus rodillas, en su parte superior una blusa purpura, delgada, y abajo su blusa aquel body que me encantaba, el de encajes negros el que compre para una cita especial, su hermoso pelo liso y su rostro estaba maquillado como lo hacía siempre que salía, con unos labios rojos intensos, llamativos, todas bebían y ella lo hacía desde un vaso que no soltaba y que podía apostar que no era el primero por su rostro que dejaba evidenciar los efectos del alcohol, así como la mesa que rodeaban, la cual desbordaba de botellas y otras cosas, que compartían entre sus amigas, emitiendo una conocida columna de humo de la cual asumí que mi esposa había participado también.
Quise acercarme pero me percate que sus amigas a diferencia de lo que ella me había indicado no estaban acompañadas, lo que me provoco cierto pudor, el llegar a un encuentro solo de amigas, se vería como una impertinencia, pensé en retirarme, lo haría en cuanto terminara la cerveza que tenía en mi mano, pero cuando ya me preparaba para partir, en ese momento, vi a un grupo de jóvenes que las abordaron, sin mediar palabras solo con vasos y botellas invadieron alegremente al grupo de mujeres al son de la ensordecedora música, algunas de las amigas se desmarcaron, pero otras, como mi esposa se mantuvo en su lugar y después de un par de movimientos y gestos se acoplaron a algún acompañante con el que bailaron jovialmente un par de temas, de esos que invitan a los roces y coqueteos, y mi esposa no rehuyó la invitación. Yo que hasta ese momento pensaba en irme decidí quedarme, aunque no quise acercarme inmediatamente, hubiese sido vergonzoso intervenir encontrando a mi esposa en esas circunstancias, así que preferí esperar a que el baile cesara y se separarán.
Pero eso no ocurrió. Mas bien con cada nuevo tema parecían independizarse cada más de sus grupos, como olvidándolos, ahora su baile que en un inicio era más bien de recreación se tornaba más cercano, intercambiaban risas, palabras, se miraban y se mantenían las miradas, miradas ebrias, sonrisas perdidas, se hablaban al oído, por el ruido pensé, aunque las sonrisas que venían con cada acercamiento me hacían dudar.
Al rato incluso tocaban sus manos mientras el intentaba acercarse más, a lo que ella rehuía, lo cual en parte me tranquilizaba, pues solo bailaba y parecía pasar un rato agradable con alguien, nada tan dramático, pensé, pero en ese momento se me congelo el cuerpo y se erizo mi piel, al ver algo que sinceramente no esperaba ver, no de mi esposa, de la recatada y tímida mujer que conocía, fruto del alcohol, o eso quise pensar, en un sutil movimiento dirigido evidentemente a su acompañante, y cuando el baile los acercaba a una distancia en que prácticamente podían rozar sus narices y sus miradas se conectaban directamente desabrochaba uno a uno los botones de su blusa, acompañada de una vanidosa sonrisa dejaba ver su body, esa hermosa y sexy prenda que destacaba mediane un escote generoso los hermosos senos de mi esposa, que en mi experiencia eran su arma favorita de seducción, ella lo sabía, pues su risa coqueta la delato al ver como la prenda impacto a su acompañante, a tal punto que inmediatamente se pudo notar que le ponía listo para ella, incluso sus amigas que la observaban no podían menos que reír y cuchichear mientras la veían ahora a ella, ebria y desinhibida, acercar su cuerpo para bailar pegada a ese hombre que restregaba su cuerpo contra ella, haciéndole sentir sin dudas su miembro de que debía de estar bastante duro por las miradas y palabras con las que parecía reprenderlo coquetamente y que le dedicaba mientras bebía de su vaso que cada tanto él se dedicaba diligentemente a hacer que se rellenara.
Su figura se movía poseída por la sensualidad que de trago en trago se liberaba de la prisión que día a día había creado y que ahora parecía quebrarse en pedazos dejando fluir su deseo como una ola que se apreciaba en cada movimiento de su cuerpo, ella ya no era la persona funcional y civilizada que conocía, ahora era una llama como consumida por la mirada de quienes respondían a su deseo.
Su cuerpo era una ola que su acompañante intentaba abordar, paso a paso, giro a giro, tocándola, y en cada toque la sutileza necesaria para acariciar alguna parte de su cuerpo que era solo para mi, y así poco a poco en cada compas de la música, y entre cada sorbo de su trago se acercaba, la apretaba, de a poco acercaba su boca a sus hombros desnudos, a su cuello, ella solo lo estiraba al sentir sus labios, entregándolo a su acompañante, como si tal contacto fuese parte del mismo baile, ella misma lo desafiaba, acercando su cuerpo, apretándose contra él, entregado sus senos, su trasero al contacto del excitado acompañante que ya no cabía más en su deseo.
Así fue durante minutos que no quise contar, eternos, lentos, como sus movimientos, vi como ella, cuya timidez era su principal característica, ahora volteaba hacia el poniendo su rostro, colorido por el alcohol frente al rostro de aquel hombre, rozando sus narices, su frente, tal vez sus labios, pero rehuía los besos con una sonrisa y alguna palabra que no alcanzaba a escuchar, como si supiera, y si lo sabía, que a cada minuto el miembro de su acompañante se ponía cada vez más duro, era su juego favorito disfrutaba mucho en la intimidad de llevarme a la desesperación, provocarme para ponerme duro, para torturarme con caricias, insinuaciones y besos que solo buscaban deleitarse en mi desesperación, peor ahora su víctima era él y ella parecía disfrutarlo aún más.
Ambos en ese momento eran la viva expresión del deseo, ambos parecían quererlo, desearlo y en su juego solo un momento de arrebato rompería el cristal que separaba sus cuerpos, y yo lo sabía, más aún cuando de pronto la vi acercar una de sus piernas a él, rozándola contra la entrepierna de aquel hombre, mientras le sonreía cara a cara, casi labio a labio, su baile se volvió tosco, aunque sexy, ya no era baile, menos cuando me percate que solo veía su mano con la cargaba su copa, la otra estaba perdida, mientras bailaba con él, al moverme entre la muchedumbre, cargando mi copa con mi mano que no paraba de temblar con la emoción de lo que observaba.
Ya desde otro ángulo pude ver que ellos se movían, se restregaban en movimientos que ya nada tenían de baile, la pierna de ella entre las de el y sus caras juntas, respirándose, con ojos entrecerrados, fruto tanto del alcohol como de la excitación de ambos, y entonces lo vi, la mano de ella acompañaba a su pierna, acariciando su miembro sobre su ropa mirándole fijamente y susurrándole palabras que jamás sabre pero que pude imaginar sin problemas, de pronto en un compás de la música, que poco ya importaba ella puso su espalda contra el entregándole su cuello y él le correspondió sin pudor alguno primero besando su cuello mientras acariciaba sutilmente sus senos debajo de aquel sexy body expuesto durante el baile, para luego sin duda bajar su mano hasta la entrepierna de ella.
Se que lo sintió, pues su reacción la delato, su cuerpo entero de derrumbo casi cayendo de espaldas sobre el que supo soportarla, mientras ella meneaba la cola para sentir aún mejor esa caricia, no sé si sabía que estaba con otro hombre o si en su borrachera pensaba que yo la acompañaba pero inmediatamente tras ello giro su rostro para recibir la lengua de su acompañante dentro de su boca y fundirse en un beso que nada tenía de romántico.
En ese momento se detuvieron y casi sin mediar palabra él la tomó de la mano, mientras sus amigas entre risas la veían perderse entre la muchedumbre hacia un lugar desconocido.
Yo me apresure a seguirles, pero el tumulto y el trago me hacían difícil la tarea, cuando ya pude salir, les había perdido el rastro, fue tras unos minutos que entre los autos estacionados de forma espontánea en el exterior de la casona que pude oír un ruido de quejidos, al acercarme la vi abrazada al hombre, recibiendo sus besos en su cuello, mientras ella era acariciada en su entrepierna, su cara la conocía era su cara de placer, su frente arrugada, su boca entreabierta, sus ojos cerrados y su respiración entrecortada, así como esos espasmos que acompañaban cada movimiento de su ahora amante, la conocía y aunque nuca la había visto tan excitada sabía que debía de estar mojando cada centímetro de su ropa.
Ella le besaba, le mordía los labios, le tomaba el rostro con ambas manos mientras él ya había bajado su jeans dejando expuesto la parte inferior de su body, mostrando el diseño de los encajes que tanto me había gustado cuando lo compre para ella, ahora ella lo estrenaba, pero era completamente distinto a lo que imagine, lo estrenaba bajo las caricias y besos de un desconocido, gimiendo a su rostro mordiendo una y otra vez sus labios, llevando con sus manos su rostro a su cuello para ser besado, lamido mordido, mientras ella se retorcía ante el avance de los dedos de el sobre su intimidad, yo sabía que la tocaba sobre sus labios pues su reacción, aunque mas apasionada, mas entregada, era la que siempre expresaba en nuestra intimad.
Fue ese conocimiento el que permitió saber cuando su intimidad fue invadida por su amante, pues su cuerpo se apretó contra el dejando escapar un agónico gemido, que me impresiono hasta que me percate que no fueron sus dedos los que la invadieron, sin darme cuenta, ante lo absorto que estaba observándola, él había preparado todo para invadirla con su propia intimidad, su miembro ahora la llenaba, lo sabía, pues su rostro desencajado y su gemido que se debatía entre placer y dolor acusaba que estaba llegando a lugares de su cuerpo que no habían sido tocados, ella ahora se montaba sobre el mientras él la cargaba y la levantaba, con lo que el gemido se volvió un grito ahogado, había llegado aún más adentro.
Ella se había perdido, en aquel estacionamiento fuera de aquella fiesta, bajo el cielo nocturno, rompiendo todo limite, entregándose sin restricciones, sin limitaciones, sin timidez ni reparos, nada a su amante le era prohibido, todo permitido deseado, provocado y yo desee con todo mi corazón creer que fruto del alcohol y el exceso de la noche, pero algo en mi me decía que no.
Durante unos minutos ella se columpio violentamente, furiosamente contra el cuerpo de su amante, como queriendo romper la barrera que les separaba y fundirse en una sola piel, en una sola carne, nunca la vi así, el la soportaba, le besaba le hablaba palabras que hacían que ella respondiese solo con gemidos, con besos, respirando directamente en su boca, dándole gemidos y sollozos que el respiraba y respondía con bramidos, mordidas en sus labios con sus manos apretando sus senos mientras con sus manos tomaba su trasero desnudo en intentaba, por lo que logre intuir de sus movimientos, poseerla por todas sus intimidades, aunque sin éxito y al darse cuenta, su amante.
Con igual violencia le quitó de un tirón la parte superior de su body exponiendo sus senos que antes fueron solo líos y que ahora eran besados, mordidos y lamidos mientras ella solo gemía, cada vez más fuerte, yo desde el otro extremo la veía consumirse en un violento orgasmo como nunca antes le vi, su rostro rojo hablaba de la tensión del momento, del alcohol, del desahogo, del placer, pero no del término, aun no acababa, pues él la tomo, la puso contra el vehículo y abría sus piernas al tiempo que mordía su cuello mientras desde atrás la penetraba, ella solo se entregaba agonizaba en cada estocada, pero aun perdida en el profundo orgasmo anterior, mientras el cada vez con más ímpetu le invadía, hasta que en un punto ambos se abrazaron en esa posición y lanzaron un quejido que me dio a entender que había acabado, ella en él y el en ella.
Yo me aleje de vuelta, atrás ellos se besaban entre suspiros, mientras yo con pasos zigzagueantes, perdido en mis pensamientos, en mis contradicciones, me alejaba. La vi perdida en otro hombre como nunca se perdió en mí, en un desconocido, un hombre al que devoro como nunca me devoro a mi y al cual ella se entregó, sin reservas, de dejo devorar, poseer, y el la hizo suya, camine alejándome de aquel lugar hasta mi vehículo, digiriendo el momento, sabiendo que ella ahora tal vez se abrazada o besada con su acompañante, como tantas veces lo hizo conmigo tras hacer el amor, salvo que ahora realmente ella se sentía de él.