Este relato va a ser más corto de lo normal, pero creo que les gustará.
Una de las tantas tardes ardientes con mi bebota, el deseo lo teníamos atado sin necesidad de mucho estímulo nos encendíamos como si fuera la primera vez.
Teníamos una cama cerca de la puerta de entrada, a todo esto vale aclarar que vivíamos en un departamento pegados a una familia vecina y nuestras puertas de entradas compartían pasillo. Ustedes me dirán porque tantos detalles.
Bueno ya en unos minutos estaba sumergido en los pechos deliciosos de mi bebota sus nalgas carnosas bien sujetas por mis manos, nos tiramos en la cama y sin pensar en nada empezamos a disfrutar sin protección sin nada, no importaba nada solo la pasión la calentura.
Como suele ocurrir nos dejamos llevar sin prestar atención a nada, porque no nos percatamos de los alaridos de mí hembra y eran fuertes pues nos dimos cuenta porque los vecinos comenzaron a golpear la puerta hasta que se hizo el silencio.
Nos reímos y ella frenó sus gemidos de locura, pero no su cadera que se movía como loca, nos imaginamos los vecinos con sus hijos escuchando esos gritos que situación. Y quizás algunos pararían, pero no nosotros, eso nos calentó más, eso sí le tapé la boca, pero no paré de disfrutarla un buen rato.