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La cabaña (Día 1): Cuñada y sobrina
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Tiempo de lectura: 19 minutos

Después de las últimas novedades ocurridas en la relación amorosa y sexual entre mi cuñada, mi sobrina y la prima de ella, no estaba más que emocionado y como plus el tener a una esposa a quien le daba todo y con todo, siendo reciproco el sentimiento. Fue así que una vez organizada la visita a las cabañas nos dispusimos a hacer maletas desde un día antes… Queríamos irnos desde temprano para poder ordenar todo y disfrutar el mayor tiempo posible, así que llegado el viernes me encargué de subir el equipaje al auto mientras que mi esposa se encargó de acomodar las cosas que utilizaríamos para preparar comida.

– ¡Listo! – dijo mi esposa

– Ok, acá yo también ya acabé. Por cierto, ¿Sergio también va a ir con nosotros?, no te pude preguntar en estos días.

– Sí, solo que él llegará el día sábado porque tiene que trabajar hoy.

– Y ¿cómo es que va a llegar a las cabañas?, o ¿tendré que ir a recogerlo?

– Pues Mary me dijo que no nos preocupáramos. Creo que Sergio pedirá prestada la camioneta de la empresa en la que trabaja, ya vez que se lleva bien con uno de los ingenieros, y pues así llegará el sábado.

– Uff, menos mal. Por un momento creí que tendría que ir por él.

– Ya, tranquilo, no sé porque no te agrada su presencia. Deberían intentar llevarse mejor

– Pues… mejor dejemos las cosas así. Cada quién en lo suyo con los suyos.

Así, nos dirigimos a la casa de Mary, donde al llegar ya se encontraba casi con un pie afuera, ya tenían listas parte de sus maletas por lo que solo sería cuestión de acomodar las cosas. Los tres, mi esposa, Betsy y yo, nos acomodamos en el auto en espera a que llegara mi cuñada, quien después de unos minutos se apareció y así se subió al auto. Ahora sí, partimos a nuestro destino, durante el trayecto platicamos de varias cosas hasta llegar al sitio de las cabañas, ingresamos a la recepción y realizamos los trámites necesarios. Una persona nos llevó a la cabaña que nos correspondía y a darnos información necesaria para nuestra estancia. Ya ahí, comenzamos a bajar nuestras cosas, revisamos las habitaciones en las que cada quien se quedaría, que para nuestra suerte eran tres habitaciones pequeñas, pero lo suficientemente cómodas. Las tres habitaciones se encontraban en la parte alta de la cabaña, dos de ellas frente a una sola habitación, y así nos distribuimos cada quien en una de ellas. Mi cuñada una, Betsy otra y la última la de nosotros. Una vez acomodados, bajamos a revisar la cabaña, cada quien realizó un tour y grata fue nuestra sorpresa al ver que en el jardín había un espacio para una fogata, percatándonos que en la playa había una especie de carpa, pero no sabíamos si formaba parte de la reservación, así que me comuniqué a la recepción, confirmándome que dicha carpa formaba parte de la estancia, así que les di la noticia a mis mujeres quienes contentas recibieron la noticia. Ellas decidieron irse a cambiar, querían estar más cómodas, así que yo solo me quité mis tenis y fui a revisar la carpa, grata sorpresa fue el ver que todo estaba bien acogedor, una cama bien ordenada, flores como decoración, una pequeña mesa para desayunos y al frente otro espacio para una fogata.

Mi cabeza comenzó a imaginar todas las posibilidades de uso de este espacio, pero sería algo un tanto complicado para llevar a cabo buenas rondas de sexo, así que regresé a la cabaña, ya ahí estaban las tres hermosas damas. Mary se había dejado puesto su blusa de tirantes rojas con puntos blancos, mientras que la pieza de abajo era solo una licra que se ajustaba a ese culito y parte de sus piernas, marcándosele muy bien su vulva, aparentando no traer nada más debajo. Betsy en cambio se había puesto un traje de baño, pero por el momento solo mostraba la parte de arriba el cual era un top rosa, así como un short verde, creyendo yo que debajo de ese short se escondía la otra pieza del traje de baño. Mi esposa no se quedó atrás, ella llevaba un top de manga larga color negro, así como un bikini del mismo color, el bikini le llegaba a media nalga, se vía perfecta y tomando en cuenta que era ella quien mostraba más carne que las otras dos.

Y así pasó casi una hora, entre acomodar, revisar bien los rincones de la cabaña, hasta que escuché que me llamaban para comenzar a comer. Comimos bien a gusto, hasta saciarnos completamente. Fue la nena la primera en apuntarse para ir a la playa, así que fue a su habitación por una toalla para poner en la arena, mientras que Mary hacia lo mismo. Mi esposa, en cambio, aprovechando que no estaban las otras dos, me dijo:

– Oye, y si nos adelantamos y disfrutamos la carpa, no la he visto pero quiero creer que es como me la imagino.

– Pues puede que estés en lo correcto, pero qué mejor que lo veas con tus propios ojos.

Nos fuimos a la carpa, ya ahí mi esposa no paraba de la emoción, sin duda le había encantado la carpa.

– Ven, vamos a acostarnos en la cama- me dijo

Nos acomodamos en la cama, podíamos sentir el aire fresco de la playa, tanto que hasta me empezó a dar sueño, en parte por la atascada de comida que me había dado. Mi esposa estaba en las mismas, pero se nos fue el sueño al escuchar como alguien se acercaba corriendo, hasta tener a la vista a la nena, quien rápido se dirigió al agua, pero tuve que gritarle que no se metiera más adentro ya que acababa de comer y podía darle un calambre o indigestión, que esperara al menos una hora para poder meterse. Ella solo volteó, asintiendo con la cabeza, para después colocar su toalla en la arena y disfrutar del sol.

– Hey, ¿ya viste a la nena?- preguntó mi esposa

– ¿Por qué?, ¿qué tiene?-

– Mira el cuerpo que se carga mi sobrina, no sabía lo que escondía debajo de su ropa.

– Ha, si- solo comenté eso, la verdad es que ya conocía perfectamente ese cuerpo tal como vino al mundo.

– ¿Qué, acaso me vas a decir que no la viste al estar parada hace un momento?

– Bueno, pues es que es tu sobrina, como me voy a fijar en su cuerpo- titubeé en decirlo, no quería parecer demasiado quitado de la pena con mi comentario

– Ya pues, si bien es tu sobrina, pero no de sangre, es tu sobrina política y no creo que con decir que tiene buen cuerpo tengas algún problema, al menos conmigo no.

– Bueno, si tú lo dices. Y qué, ¿no piensas ir a sentir el agua?

– Dentro de un rato más, quiero reposar la comida, como quiera es medio día, tenemos más tiempo.

Justo en ese momento llegó mi cuñada quien, tapándose los ojos con sus manos, solo asomó su cabeza diciendo:

– ¿No interrumpo nada, par de tórtolos?

– No, como crees. Puedes quitarte las manos de tu cara

– Uf, menos mal, pensé que llegaría en un momento muy íntimo.

– ¿Cómo crees que haríamos algo aquí?, y luego con tu hija allá al frente.

– Mmm, si es cierto, esa niña se moría de las ansias por estar en la playa. Oye te quería pedir un favor, ¿me puedes poner bloqueador solar en la espalda?

– Si, ven, acércate.

Para esto, Mary se mostró completamente ante nosotros. Madre mía, mis ojos se me salían, no podía creer lo que estaba viendo, lo que tenía frente a mí. El traje de baño de Mary, en la parte superior era un bra de color amarillo, que se ajustaba muy bien a sus senos, mismo que se amarraba por la parte detrás de su cuello, mientras que abajo llevaba puesto un bikini color negro que prácticamente se perdía entre sus nalgas.

– Vaya, vaya Mary, hacía tiempo que no te veía tan sexy.

– Pues hay que aprovechar el momento y que Sergio no está, ya sabes cómo reacciona cuando visto así.

– Pues disfrútalo entonces, porque para mañana ya lo tendrás aquí.

Mary le dio a mi esposa el bloqueador solar, quien colocó un poco de el en sus manos para así comenzar a pasárselo por la espalda y brazos, se puso otro poco más hasta comenzar a bajar por la cintura y llegar a sus nalgas. Yo, estando ahí, con unas ganas de ser yo quien estuviese tocando el cuerpo de mi cuñada. Mi esposa recorría bien las nalgas de su hermana, le untaba con ganas ese culito, después siguió con las piernas, las recorría de arriba abajo, hasta se atrevió a meter las manos entre las piernas de su hermanita llegando casi a tocar su vagina, pero Mary ni se inmutaba. Y para dar un buen cierre, mi esposa le dio una nalgada a mi cuñada, quien solo dio un pequeño salto por lo que su hermana le hizo.

– Hey, cálmate Adriana- sí, ese es el nombre de mi esposa- no ves que Samuel nos está viendo

– Ay, ya, relájate, solo fue un pequeño golpecito. Mejor voltéate bien, para ponerte bloqueador al frente.

– No, espera, yo sola puedo ponérmelo

– No seas terca, deja que yo lo haga, ya tengo las manos con bloqueador.

A Mary no le quedó de otra, Adriana se había puesto más bloqueador en sus manos, comenzó por el cuello y los brazos, después por los lados del tronco de Mary, para así pasar al frente, sus manos comenzaron a masajear el vientre de Mary para después seguir con sus tetas.

– Ah, mira Mary, no había visto que tu bra se puede ajustar por la parte de abajo- y en eso Adriana corrió un poco el bra de su hermana, para así comenzar a pasar sus manos por cada una de las tetas de Mary, quien solo se dejaba hacer, no decía nada, pero su rostro comenzaba a sonrojarse. Así, mi esposa dejó en paz las tetas de su hermana para ahora comenzar con las piernas, hasta que en cierto movimiento de sus manos llegó a punzar con una de sus uñas la vulva de Mary.

– ¡Ay, fíjate Adriana!, me punzaste ahí.

– Ups, perdón, es que tengo mis uñas un poco largas- para ella seguir con su untada, hasta se atrevió a meter mano debajo del bikini, casi casi llegando hasta su vagina, y fue ahí donde Mary ya no quiso más

– Hey, ya estuvo bueno de tanto manoseo, he,

– Hay, no tienes por qué ponerte así, somos hermanas, además no es la primera vez que te tocó ni mucho menos que te veo desnuda. ¿Te acuerdas cuando te lastimaste la pierna?, ¿quién te daba tus baños de esponja en la clínica?, ¿quién te ayudaba a ir al baño en tu casa?, ¿quién te ayudaba a ponerte tu ropa interior y exterior?

– Ya lo sé, no necesitas recordármelo, pero ahorita no estoy lastimada como para que me manosees así.

– Ya quisieras que te manoseara. Estas manos solo manosean el lindo, rico y suculento cuerpo de mi esposito, completito, de arriba abajo, por todos lados

– ¡Eres una golosa! Ya deja de presumir, que me da pena que nos esté viendo Samuel

– Y bueno tu Adri, ¿no te vas a poner bloqueador?

– Ya traigo puesto, más tarde me pongo al sol, por ahorita quiero estar aquí con mi esposito, disfrutando de esta carpa que muy bonita está.

– Mmm, ¡golosa! – decía esto mi cuñada mientras le mostraba la lengua a su hermana

Mi esposa y yo disfrutamos por un momento la acogedora cama en la carpa, Adriana estaba súper emocionada por el momento, agradeciéndome el momento que estábamos viviendo. Tiempo después mi esposa se dirigió a la playa y se metió al agua, mientras que yo me quedé un rato más en cama para después acompañarla, ahí estuvimos un buen rato hasta que nos sentamos en la arena junto con Mary y Betsy. Entre ellas estaban platicando de sus cosas, yo solo disfrutaba del momento. Después Mary y Betsy se metieron al agua mientras que Adri se acomodaba en la toalla de Mary y no me quedó de otra que acomodarme en la toalla de Betsy. Pasaron las horas, por momentos nos metíamos al agua, por otros en la arena, jugábamos, corríamos, en fin, disfrutábamos del momento hasta que comenzó a caer la tarde, así que decidimos y a ducharnos y quitarnos un poco la arena. Ya más frescos, nos sentamos en el jardín, proponiendo usar la fogata, así que fui por un poco de leña para hacer fuego mientras que ellas se encargaban de preparar la cena, ya todo listo, nos sentamos a cenar. Cada una de mis mujeres se había puesto atuendos acordes a la velada, era una noche muy fresca, corría un aire realmente sabroso. Mary llevaba una blusa de tirantes color negro, sin bra, permitiendo ver el nacimiento de sus tetas, y un short realmente corto bien ceñido a sus piernas. Betsy llevaba una licra color rojo la cual se le metía entre los labios de su vagina y continuamente se la acomodaba, mientras que de blusa llevaba una de esas holgadas que por los costados no tenían mangas, dejando ver que tampoco llevaba puesto brasiere, y que al agacharse se alcanzaban a ver sus tetas. Por último Adriana solo llevaba puesto un bra blanco que realzaba mucho su busto y una tanga cachetera color azul, que de no ser que ahí se encontraban mis otras dos mujeres, fácilmente me habría abalanzado sobre ella.

Una vez saciados, mi esposa fue a la cabaña y al regresar, para sorpresa nuestra, regresó con una botella de tequila llena y otra más a la mitad, creo que pretendía iniciar la fiesta desde temprano.

– Ya vieron lo que traje?- Adriana con una sonrisa traviesa agitaba ambas botellas.

– Vaya hermanita, sí que venías bien preparada para pasarla de lujo-

– Así es Mari, hasta con juego incluido.

Nosotros pusimos cara de extrañeza, no sabíamos a qué se refería Adriana con lo del juego incluido, hasta que vimos que dentro de su bra sacó dos pelotitas blancas como las que utilizan para ping pong, para después regresar a la cabaña y llegar con unos vasos.

– Ahora sí, ya está completo esto- dijo ella muy entusiasmada-

– ¡Órale tía!, tú sí que sabes cómo divertirte

– Ya vez querida sobrinita, tu tía de vez en cuando puede ser cool.

– ¡Perfecto!, deja y voy por una mesa – me fui a la cabaña, regresando con una mesa lo suficientemente grande.

– ¡Hey, esperen! ¿pero de qué se trata todo esto? – replicó mi cuñada

– Pues es un juego bien fácil, se trata de meter estas bolitas en estos vasos, pero con la peculiaridad de que van a estar llenos de tequila – todo esto lo dijo mi esposa mientras colocaba los objetos- y para eso vamos a formar equipos.

Adriana fue quien se encargó de acomodar todo y ella misma fue la que le iba colocando el tequila a los vasos, percatándome que a algunos les colocaba de más, pero a ella no le importó.

– Listo, ya podemos comenzar – con el entusiasmo a todo lo que daba mi querida esposa

– ¿Y cómo van a estar los equipos?

– Ha pues fácil, y para que vean que no hay favoritismo, yo voy a hacer equipo con mi sobrinita y tú Sam con mi hermanita.

Así quedaron los equipos, Adriana con Betsy y Mari conmigo. Eran un total de 10 vasos para cada equipo, colocados en forma de pirámide. La primera en iniciar fue Mari, quien falló en su primer lanzamiento, después fue el turno de Betsy quien también erró, siguió mi turno y corrí con mejor suerte, así que le tocó a mi esposa beberse ese vaso, y sin pensárselo demasiado, lo cogió y bebió. Seguimos con el juego, Mari parecía hacer su mejor esfuerzo ya que se tomaba su tiempo antes de arrojar la pelotita, con la fortuna para ella ya que caía dentro de los vasos, no así mi querida esposa quien de las veces que llevaba solo 2 había atinado, y Betsy ni se diga, de plano solo una vez había metido la pelota.

Para acabar pronto, de los 10 vasos que tenía nuestro equipo contrario, solo les quedaban 2 de ellos, mientras que a nosotros nos quedaban la mitad. Y fue Adriana quien se bebió la mayoría, según mis cuentas al menos 6 se había tomado, ya que se sacrificaba en lugar de su sobrina. Al final, fue Betsy quien se bebió los últimos dos vasos, mientras que de los nuestros solo quedaron 4 con tequila.

Acabada la ronda, nos dispusimos a sentarnos, miraba a Adriana y se le podía notar en su rostro que el alcohol le estaba pasando factura. Se veía colorada y comenzaba a mostrar una actitud más desinhibida, de repente se reía o decía cosas sin sentido, pero eso no le provocó mayor problema ya que continuó bebiendo. Mari y Betsy tomaban su tequila mesuradamente, creo que tenían la intención de que la primera que cayera fuese mi esposa y no tardó mucho en ser así.

Era casi la media noche y el aire playero comenzaba a causar efecto en cada uno de nosotros, aún con la charla que estábamos teniendo, el alcohol comenzaba a hacer su efecto, sin embargo llegó el momento en que mi esposa no podía más, ella misma así nos lo hizo.

– Bueno familia, como verán estoy un poco borracha, uf, vaya que hace calor- haciendo un movimiento con sus manos para bajarse los tirantes de su bra blanco- creo que si no fuera que ustedes están aquí – señalando a su hermana y sobrina – en este mismo instante convertiría este lugar en una playa nudista.

– Adriana, creo que mejor te llevo a nuestra habitación – le dije

– Pero, ¿cómo?, si aún estoy bien, aún me falta mucho por disfrutar – me contestó

– No lo creo, mira, ya estás diciendo cosas sin sentido, anda, mejor te llevó a la habitación para que descanses

– ¿Qué dice el público? – negándose a querer irse-

– Anda hermanita, ya ve a descansar porque nada más falta que empieces a vomitar y mira que cenaste mucho

– ¡Qué te pasa señora!, yo no estoy borracha, bueno un poquito, pero ni crean que les voy a dejar a mi amorcito con ustedes, me lo voy a llevar, no vaya a hacer que se quieran aprovechar de él que también ya está borracho igual que yo

Y como si en realidad lo estuviera diciendo en serio, agarró con su mano derecha su vaso aún con tequila mientras que con la otra, con un movimiento rápido, la puso dentro de short y apañó mi verga, yo solo pude hacer un pequeño movimiento hacia atrás, me había agarrado desprevenido e intenté quitarle la mano pero ella me tenía bien agarrado

– Adriana, espera, ¿qué crees que haces?, recuerda que aquí está tu sobrina-

– Por eso amorcito, para que vean que eres solo mío y de nadie más.

Betsy no pudo contener su risa, sabía bien que su tía andaba muy atrasada en noticias, pero mi esposa al escuchar su risa se le quedó mirando fijamente, era una mirada muy penetrante, que solo ella sabía lo que en su mente se imaginaba, así que opté por calmarla y hablarle al oído, diciéndole que mejor fuéramos a la habitación y que ahí se podía desquitar todo lo que quisiera conmigo. Adriana me volteó a ver y con un beso en la boca me dio a entender que era buena mi idea, así que se paró al igual que yo, dándoles la espalda a su hermana y sobrina pero sin dejar su vaso ni tampoco mi pene al cual llevaba bien agarrado y meneando su mano provocando que poco a poco fuera tomando su forma erecta.

Llegando a la habitación Adriana se recostó en la cama y yo junto a ella, dejando el vaso en una mesita, se me quedó viendo a la cara y solo dijo:

– Sabes que te amo mucho, ¿verdad? – dijo ella

– Por supuesto corazón, y yo a ti también.

– Crees que sea correcto que cojamos estando ellas allá afuera –

– Pues si no eres muy ruidosa, no creo que debamos preocuparnos

Bastó decirle solo esto para ella comenzar a quitarse su bra y después pedirme que me para en la cama y comenzar a bajarme el short y mi bóxer, quitándomelos por completo y arrojándolos a donde sea que cayeran. Después tomó mi pene y comenzó a darle besos por todo su contorno, a lo largo y ancho, para una vez erecto introducirlo a su boca mientras que con una mano movía mi pellejo arriba y abajo, comenzando a hacer efecto en mí lo caliente del tequila, notando como mi pene se ponía bien tieso, sin embargo notaba algo en Adriana, había momentos en que se quedaba quieta y yo por estar disfrutando no había puesto atención, pero al mirarla me di cuenta que se estaba quedando dormida.

– Amor, si quieres mejor descansa y lo dejamos para mañana, ¿vale?

– No. Yo quiero consentirte… mamarte… amarte… que me cojas… jaja.. ups perdón, no sé qué me pasa…

– Pero…

No me dejó terminar la frase, cuando vi que se recostaba en la cama con las piernas abiertas. Ella estaba en medio de intentar quitarse su tanga, y se quedó dormida, totalmente perdida. Por una parte era mejor que eso pasara, sinceramente no hubiera podido ella continuar con la faena, así que solo la acomodé sobre su costado y la cubrí con una sábana.

Justo al salir de la habitación, me topé con Mari, quien con una cara de pícara me dijo: Hola guapo, yo solo le sonreí y me acerqué a ella, pero con sus manos hizo un ademán de que me detuviera.

– Veo que te dejaron a medias – señalando mi bulto- anda ve con la nena, ella te va a ayudar a quitarte las ganas, te está esperando en su habitación, mientras yo me quedó a vigilar a mí hermana.

Ni tarde, ni perezoso, me dirigí hasta aquél sitio, lugar en el que ya me esperaba Betsy, quien al verla no podía pedirle más a la vida, traía puesto un vestido blanco con malla totalmente transparente, que le llegaba al cuello, y debajo llevaba puesta lencería del mismo color, con la peculiaridad de que era de encaje

Me acomodé en la cama, mientras que mi sobrina se subió también, despojándome poco a poco de toda mi ropa. Ella comenzó a darme de besos en mi cuello, para después bajar hasta mis tetillas las cuales mordió, bajando poco a poco hasta llegar a mi tiesa verga, la cual comenzó a saborear, lamiendo la punta y tomando mi líquido preseminal, para ahora pasar a meterla dentro de su boquita, la lamía, chupaba y saboreaba en toda su extensión, me chupaba mis huevitos, los masajeaba con sus manos, y después volvía a mi verga, la tenía toda ensalivada.

-¿Te gusta mi verga?

– Me encanta tío… me… vuelve… loca… hace que me moje bien rico

– Pues entonces enséñame tu vagina, quiero ver cómo está de mojada.

Betsy se acomodó en la cama, la abrí de piernas y me introduje en medio de ellas, le hice a un lado su tanga blanca y así pude ver bien abierta su panochita, totalmente depilada, brillosa y jugosa, por lo que comencé a darle sexo oral, metía mi lengua en su orificio, mientras que una mano le estimulaba su clítoris.

– Mmm, tío… tío… ah, ah, así… sigue así… mmm

Ahora succionaba con mi boca su clítoris mientras que le metía y sacaba uno de mis dedos de su vagina, veía cómo arqueaba su cuerpo, cómo apretaba con sus manos la almohada en señal de que estaba gozando como nunca.

– Tío, me vengo… ya mero llegó… méteme otro dedo, los que me quepan… rápido, quiero venirme con tus dedos.

Por lo que, a petición de mi sobrina, le introduje un dedo más en su vagina, metía y sacaba cada vez con más rapidez, quería hacer venir a Betsy, animándome a meterle un tercer dedo y justo ella al sentirlo dio un gemido espectacular, pero aún no se venía, se hacía la fuerte para seguir gozando, no quedándome de otra que ser más insistente con su panochita, y así combinaba mis tres dedos de una mano mientras que con la otra estimulaba su clítoris, y solo así Betsy llegó al clímax.

– Ay…

Podía ver cómo se retorcía, convulsionaba y jadeaba disfrutando a lo máximo su orgasmo, y así, aun recuperándose, la acomodé en posición de perrito, estaba totalmente a mi merced, parecía muñeca de trapo, incliné bien su cuerpo a modo de dejar bien paradito su culito, Betsy no decía nada, se encontraba en trance de recuperación, y de un solo movimiento le metí mi verga, no batallé nada, su vagina estaba que escurría de jugos, y solo así la nena reaccionó:

– Tío, espera… aún no… todavía no me recupero…

– Lo siento mi amor, pero tú ya tuviste lo tuyo, ahora yo quiero lo mío

– Pero tío… ay… mmm, mmm,

Le daba duro, se escuchaba fuerte el golpeteo de nuestros cuerpos.

– Betsy, ¿ya te he dicho que me encantas?

– Mmm, tío, siempre me lo dices…

– Es que en serio… tenerte así hace que me vuela loco, me provocas no dejar de cogerte, me haces adicto a ti

– Tú también… yo… yo también, siento lo mismo… uff, tío, la siento toda dentro… tienes mi vagina bien abierta… lo justo para tu pene… dame todo lo que tengas tío hermoso

– Te daré todo lo que tú me pidas corazón.

– Tío, haz de mí lo que quieras, pero cógeme como si fuera la última vez, olvida por un momento que soy tu sobrina e imagina que soy una puta, a la cual puedes hacerle de todo.

– Betsy, solo antes de seguir, quiero preguntarte algo, ¿llevas algún control anticonceptivo?

– Por supuesto que sí. Mi madre hizo que me pusieran un implante en el brazo, anticipándose a todo esto que ha estado pasando, no quiere tener “sorpresas”.

– Entonces, una vez sabido esto, a partir de ahorita dejas de ser mi sobrina. Te trataré como una puta, tal cual lo deseas.

– Adelante, soy toda tuya.

La tomé de la cintura, la levanté un poco y así, sin más, la dejé caer sobre mi verga, el grito de Betsy fue demasiado escandaloso, pero no importaba, sabía ella lo que había pedido, así que yo solo estaba cumpliendo su deseo. Seguí con los movimientos, me cabalgada con todas sus fuerzas, tanto que mi verga se perdía en su cuevita, de la cual emanaban jugos y más jugos, era una delicia. Sus gemidos hacían eco en toda la cabaña, era una vivencia increíble, tener en mi verga a una jovencita, libre de toda moral, dejándose llevar por sus deseos.

– Tío… mmm, tío… para… por favor… para… me estás dando… uff… me das muy fuerte… duele… tío, por favor… óyeme… ahh…

– ¡Cállate!… te trato como lo que eres, una putita… así que deja de decirme tío, que ahorita solo soy tu cogedor

Y como castigo a su insolencia, comencé a darle de palmadas en sus nalgas, tanto así que comenzaron a ponerse coloradas, estaba fuera de mí, la verdad que ni con mi esposa me había comportado de tal forma, pero al ver que Betsy estaba dispuesta a entregarse no podía perder la oportunidad, quería ver cuánto podía soportar y vaya que era resistente, pero no así mi pene, estaba a punto de eyacular pero tenía que terminar mi actuación de la mejor forma, tenía que hacerle ver a la putita de mi sobrina quién era el que mandaba en ese momento y así, sin más, dejé de bombearla, la bajé de la cama, le ordené que se pusiera de rodillas y así le metí mi verga en su boca, ella intentaba masturbarme pero no la dejaba, y para evitar eso la tomé de la cabeza y comencé a moverla hacia enfrente y atrás, donde por segundos le dejaba toda mi verga en su boca, hasta sentir cómo su nariz topaba con mi pubis, así lo hice otras veces más hasta que ya no pude aguantar, por lo que le retuve mi verga en su boca hasta empezar a eyacular, pude ver en su rostro como poco a poco no podía respirar más, pero la llevé al límite hasta ver que de plano ya comenzaba a darme de golpes, y solo así le saqué mi verga, la cual aún arrojó otros disparos más que cayeron en el cuerpo de la nena.

Y ahí estaba Betsy, tratando de recuperar el aliento, su rostro estaba lleno de lágrimas, de saliva y de semen, por un momento pensé que estaría molesta pero mi pensamiento se disipó en el momento en que ella se acercó gateando, hasta llegar a mi verga, la cual lamió, recogió los últimos rastros de mi semen, para después poco a poco ir subiendo, besando mi tórax y cuello, deteniéndose en mi boca, mirándome fijamente a los ojos y darme un rico beso en la boca, mordiéndome mi labio inferior, para decir:

– Gracias tío, me has cogido como nunca nadie lo ha hecho. Me gustó ser tu putita, y así quiero seguirlo siendo por siempre. Anda, ve a buscar a mi mamá, es el turno de ella.

Al llegar a la habitación de Mary, no la encontré, pero al salir de la misma ahí estaba ella, sobre el marco de la puerta de mi habitación, esperando por mí. No cabía duda de ambas mujeres, madre e hija, se habían esforzado por conseguir atuendos acordes a la ocasión. Mary llevaba puesto un vestido negro, medias tipo malla y tacones, que combinaba con un maquillaje discreto, eso sí un labial rojo fuerte, que hacía desear esa boca. Su cabello lo llevaba amarrado con una cola de caballo. Mary me pidió acercarme, esto haciendo una señal con sus dedos, por lo que me dirigí a ella, quien se volteó y pegó su cuerpo a la pared, posición que aproveché para, con mis manos, recorrer todo su cuerpo, de arriba hasta abajo, resoplaba en su oreja, podía sentir cómo su cuerpo se estremecía, quería excitarla lo más posible y lo estaba logrando, entonces creyendo yo que ya era necesario continuar en su habitación le pedí irnos a su cama, pero no esperaba la respuesta que me daría.

– Espera, quiero hacerlo aquí.

– ¿Cómo, aquí en la puerta?

– No, más bien allá adentro- me señaló la habitación

Mi cara de asombro y temor lo decían todo

– Pero ¿cómo crees que vamos a hacerlo ahí?, acaso no ves que ahí esta Adriana.

– No te preocupes, ya me cercioré y está bien dormida

– Pero aun así, puede despertar y…

– Que no se va a despertar. No tengas miedo.

Y cómo niño regañado me llevó adentro de la habitación, me sentó en un pequeño mueble colocado en la esquina de la cama, desde donde podía ver a mi esposa, quien yacía plácidamente dormida, tapada con una sábana. Así mi cuñada se posó sobre mis piernas, haciendo movimientos con su culito sobre mi pene, y acercándose a mi oído para decirme:

– Anda, despreocúpate, ella está perdida en los brazos de Morfeo. Lo que hagamos en esta habitación no perturbará el sueño de mi hermana.

Haciendo caso a Mary, comencé a disfrutar más del momento, para ello mi cuñada se metió mi verga percatándome que no llevaba ropa interior y sin que sus medias de malla estorbaran logró introducirse por completo mi verga, quedándose un instante así, sin moverse, para después comenzar el vaivén manteniendo sus ojos cerrados. De mi parte subí un poco su vestido para acariciar bien su culito y acompañar sus movimientos del mete y saca. Le pedí cambiar de posición, colocándola de espaldas a mí, la excitación de Mary era total, tenía bien abierta su panochita, no me cansaba de meterle bien hasta el fondo mi verga. Era una total delicia tenerla así, completamente a mi merced. Por momentos me puse a tantear el ano de Mary, con un poco de saliva lo estimulaba, y a su debido tiempo fue cediendo, así que metí mi pulgar en él, al menos solo la punta del mismo, momento en Mary arqueó su espalda, pero sin quejarse, al contrario, comenzó a gemir más.

– Mmm, me encanta cada vez que juegas con mis dos agujeritos… uff… dame más de tu verga… la necesito para poder saciar… mi calentura… Ven, sube a la cama y dame con todo lo que tengas.

En eso estaba cuando de pronto se presentó Betsy, quien desnuda, se acercó a mí, me plantó un beso, detuvo mis metidas en la vagina de su mamá para con su mano izquierda comenzar a masturbarme, mientras que con los dedos de su mano derecha se encargaba de jugar con el ano de su mamá, para después, dejar de masturbarme y ella misma meter mi verga a su mamá.

– Que rico todo esto que hacen. Madre, sí que te has convertido en toda una experta en temas del sexo, ¿o es que ya lo eras?

– Nena hermosa, tienes mucho que aprender… tu madre tenía escondido todo esto porque no había llegado el hombre que la hiciera gozar, hasta que tu tío llegó.

– Ya veo mami, espero que me enseñes todo lo que sabes.

– Así lo haré nenita, así lo haré.

– Mami, ¿ya viste las tetas que se carga mi tía?, no cabe duda que esconde un hermoso cuerpo debajo de toda su ropa, ¿puedo probarlas?

– Solo si tu tío te da permiso

– Tío hermoso, me das permiso de mamarle las tetas a tu esposa, ¿sí? –

– Adelante mi cielo, estás autorizada para hacerlo

Ni tarde ni perezosa, la nena se acomodó, comenzó sobando cada una de las tetas de Adri, para después entretenerse con los pezones, los cuales masajeaba y pellizcaba a su gusto para así comenzar a chuparlos, los succionaba tanto como podían estirarse y después jugarlos con su lengua, era algo increíble de ver, pero yo, yo ya no podía más, tanto sexo, tanta vagina, tanta excitación, me estaba pasando factura, por lo que ya estaba a punto de eyacular.

– Mmm, Mary, me voy a venir.

– Hazlo mi amor, dame tu verga con leche, la quiero toda dentro

Bastaron solo dos metidas más para comenzar a venirme en la panochita de Mary. No podía dejar de eyacular, no sé cuántos chorros le dejé ir bien dentro y así de espaldas me dio un beso, mientras que ponía su mano izquierda sobre su vagina para que no se saliera mi semen. Después de unos segundos, saqué mi verga, aún erecta, y Mary se bajó de la cama, momento en que Betsy se arrodilló frente a su mamá, le quitó la mano de su vagina y sin más pegó su boca a la panochita de Mary, parecía un becerrito mamando de la teta de la vaca. Mary como pudo se aferró a la cabeza de la nena para no perder el equilibrio, la cual apretaba lo más que podía con tal de que su hija se bebiera toda mi leche, para después comenzar a mover sus caderas de un lado a otro, se notaba lo cachonda que se estaba poniendo así que quise contribuir a la situación acercándome por detrás a Mary, comenzando a tantear su ano con mi verga aún parada y sin batallar tanto logré introducirla, Mary solo dio un grito de gozo, el tener mi verga en su culo y la boca de su hija en su vagina, la estaba llevando al borde del orgasmo e increíblemente para mí era igual, tanto así que comencé a eyacular nuevamente, aunque no tanto como la última vez, pero sí lo suficiente para dejar el rastro de mi semen en el culo de Mary, por lo que al ya no poder yo seguir con el ritmo, decidí sacar mi verga, pero Mary seguía aún aferrada a la boca de su hija hasta que ya finalmente logró lo que más deseaba, su orgasmo, tuve que sostenerla para que no cayera rendida al suelo, mientras Betsy se incorporaba y se sentaba a lado de su madre, en la cama, donde yo la sostenía.

– Madre, pero que rico ha sido esto. Tu cuquita es una delicia, de lo más sabroso en este mundo. ¿Te gustó como lo hice?

– Mi niña hermosa, uf, espera y me recupero un poquito. Fue algo estupendo, no esperaba eso de ti, pero me encantó que te atrevieras a hacerlo.

– Gracias mamita chula, me alegra que te haya gustado mucho.

– Y tú Sam, no te quedaste atrás, mira que ensartármela aún después de que ya te habías venido, uff, estuvo igualmente de rico, te mereces un premio por eso.

– ¿Y yo mami?, yo también quiero mi premio – dijo la nena.

– También lo tendrás corazón, ya me encargaré de recompensarte por tu buena acción.

– Espero con ansias ese premio – referí.

Y juntos los tres, teniendo a nuestras espaldas a Adriana, comenzamos a besarnos y acariciarnos, al parecer queríamos aferrarnos a seguir la ronda toda la noche, sin embargo, el cansancio pronto nos cobraría factura y no podíamos quedarnos dormidos en el mismo sitio, por lo que Mary fue la primera en tomar conciencia de la situación.

– Oigan, ya, hay que parar por un momento, ya es tarde y hay que ir a descansar, recuerden que al rato llega Sergio y necesitamos estar bien despabilados para aparentar la situación, y tú más Sam, recuerda a quien tenemos detrás de nosotros.

– Está bien madre, pero antes dame mi beso de buenas noches.

Betsy se lanzó a la boca de Mary para darle un beso con mucha pasión. Mary no perdió la oportunidad y entrelazando sus piernas con las de su hija, se besaba y meneaba, provocándose ambas la excitación de sus vaginas con sus piernas.

– Betsy, ya… para…

– Pero mami, aún estoy caliente, quiero seguir teniendo sexo toda la noche, contigo o con mi tío, o con los dos, pero yo quiero seguir cogiendo, mira – Betsy se metió dos dedos a su vagina para después sacarlos y mostrarle a su madre lo húmeda que estaba – ves, ¿así es como me quieres dejar?

– No mi cielo, pero necesitamos tener energías para hoy, también tenemos que idear algo para disfrutar de una segunda noche de sexo, tomando en cuenta que ya estará presente tu papá.

– Si es cierto madre.

Ya en la habitación tapé a mi esposa con la sábana y me dispuse a descansar, estaba agotado, tanto sexo requirió esforzarme más de lo esperado, pero valió totalmente la pena, así que ya era momento de dormir y a esperar el segundo día y sobre las sorpresas que me esperarían.

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