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La asistente del jefe
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Desde hace más de 3 meses tenía con él miradas lascivas, comentarios repentinos de deseo, de hambre, de olernos y de sentir esa química en el aire cuando estábamos cerca, que un tercero fácilmente podía sentir, solo si este sabe sentir.

Me cita a una reunión de trabajo en un departamento por meramente tener el “espacio y la privacidad para cerrar ciertos asuntos”. Sabíamos lo que podía pasar, pero después de tanto rechazar indirectas accedí.

Él tenía esa mirada de lobo esperando un movimiento en falso de mi parte, que me mantuvo en estado alerta por más de 3 horas satisfactorias de trabajo. Pero llegó el momento y honestamente, yo necesitaba al fin relajarme y liberarme, lo deseaba, estaba preparada… Y aunque los nervios me estaban jugando una mala jugada. Decidí pararme de la mesa, quitarme las botas, llevarme mi notebook y sentarme en el sofá al lado de él, para "entender mejor lo que me decía" A lo que él en el acto entro en silencio por un momento, porque realmente siempre fue un caballero (demasiado) me observó y dijo por favor, vení y dame tus pies que te doy un masaje, lo dude, pero él los tomo sin perder más tiempo.

Me quito las medias y deje de pensar, me observaba y realmente me estaba masajeando suave y pausadamente, como disfrutando al fin que me estaba tocando, todo en silencio, todo era tacto. Me fue tocando y apretando con sus manos fuertes, subiendo a la pantorrilla y las piernas, no dejaba de ver mis tatuajes y sentir mi piel, yo estaba con la respiración congelada, hasta q al fin me miro directamente a los ojos y sonrió, se dio cuenta que me tenía. Baje las piernas y me aleje como toda una niña avergonzada, a lo cual el respondió diciendo vení, ya está, me atrajo hacia él y me besó, tan lento y apasionadamente que en segundos saco la loba que tenía enjaulada desde hace mucho tiempo, le respondí con fuerza, con desdén… Yo tenía un vestido gris largo (estaba preparada, sabía que era el día) literalmente en 2 segundos estaba sentada encima de él, aplaudiendo dentro de mí el hecho de que el pana besara tan bien! Me apretaba las nalgas, me subía el vestido. Sabía que se pondría mejor… Y así fue…

Una vez entramos en razón de los besos tan increíbles que nos estábamos dando, paramos por un momento y sonreímos, la cara de él era de que realmente había metido un golazo, después de más de 2 años lanzándome indirectas por las redes, después de haber logrado que estuviera mas cerca de él con escusas de trabajo.

Yo sonreí y me quité el vestido, solo tenía una tanga negra. A lo cual el respondió observándome detenidamente, me recostó en el sofá y encima de mi empezó a besarme, justo el momento en que llego a mis senos se detuvo para darse cuenta del piercing que tenía en los pezones ya erectos esperando de sus labios. Sonrío y los tomo, yo cerré los ojos, era justo lo que necesitaba. Se levanto y de golpe me cargo en sus brazos y me llevo a la cama cargada como si mi peso fuese el de una pluma.

Se quito todo y dijo – Mira lo que es esto…- Con cara de verdadera hambre, mientras sentía la humedad que estaba debajo de mi tanga, yo estaba realmente lista, quería ser penetrada de manera urgente. Y lo hizo, solo apartándola y entrando en mí.

Después de un buen rato de placer, de un vaivén con un ritmo perfecto, se notaba no solo sus ganas, sino que realmente no quería llegar, no quería que se acabara aquello. Pero cuando lo monte y sentí su dedo adentro de mi culito, besándonos sin parar, pudimos casi llegar al mismo tiempo, ya los dos sudados y agotados, con sonrisas de oreja a oreja, nos dimos cuenta de que lo que sentíamos era mas real de lo que se pudo palpar en esa tarde de invierno. Justa y necesaria para 2 personas que rondaban relaciones que hacía rato no traían este tipo de placer al cuerpo y a la mente.

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