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La aberración sexual de Paloma
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Paloma y su hijo pablo se mudaron a un pueblo de la costa valenciana después de su divorcio, disponían de un chalet de segunda residencia, Paloma empezó a trabajar de oficinista en una empresa de transporte.

Pablo empezó a estudiar diseño gráfico, allí conoció a Carmelo y se hicieron buenos amigos y se volvió algo habitual que Carmelo pasase mucho tiempo en casa de Pablo, así es como conoció a Paloma, desde el primer momento, una extraña sensación invadió a Paloma, su hijo y su amigo eran totalmente opuestos su hijo era bajito, delgado y Carmelo era más alto y corpulento, también eran de diferente edad su hijo 20 y Carmelo 24.

Carmelo desde el primer segundo desarrollo una fijación por Paloma, su obsesión por las mujeres más mayores que él era uno de sus fetiches sexuales y su mente calenturienta le hizo una radiografía de arriba abajo estando de espaldas, era una mujer de 39 años, delgada, de 1,65, morena de pelo corto, vestía una falda, un jersey y una rebeca de punto, su cadera era ancha y tenía un culo respingón, sus piernas eran de complexión delgada y unas zapatillas dejaban ver sus pies, la planta de sus pies estaba reseca, pero sus dedos bien formados y con una manicura impecable, aquello era otro de sus fetiches, cuando Paloma se giró y siguió con el escaneo de su cuerpo, los pechos eran pequeños pero se intuían firmes y erguidos, Paloma no era muy atractiva, llevaba unas gafas pequeñas y se mimetizaban bien con su rostro, unos labios carnosos y un pequeño lunar encima de los labios, la idea de intentar borrarlo con la punta de su rabo le provoco una erección tremenda que intentó disimular poniéndose de lado, pero el gesto y la erección no pasaron desapercibidos para Paloma que le dedico una sonrisa pícara y volvió a sentir una extraña sensación otra vez.

Aquella misma noche Pablo sufrió un acoso por parte de los dos a preguntas sobre el otro, Paloma supo que antes de estudiar diseño gráfico, había estudiado informática y por eso la diferencia de edad entre ellos. Carmelo por su parte supo que Paloma se había divorciado traumáticamente hacía 6 meses y que su hijo la consideraba una puritana y una madre abnegada, aquella noche Carmelo se masturbo con la intención de saber si Paloma era tan puritana como la consideraba su hijo.

Desde aquel día era habitual que Carmelo pasase mucho tiempo en casa de Paloma, sus intercambios de miradas eran cada vez más frecuentes y ella observaba como él la miraba perversamente y lejos de amilanarse empezó a provocarlo vistiendo más sugestiva y agachándose en poses más sensuales y sintiéndose excitada cuando lo veía a él con una erección, Paloma empezó a masturbarse por las noches excitada con el amigo de su hijo.

Un día se desató una fuerte tormenta y Carmelo se quedó a dormir en casa de su amigo, Paloma preparo la cena mientras Carmelo se ponía un pantalón de deporte que le prestó Pablo, le iba corto y su miembro sobresalía por los lados, lo que provocó una risa a Paloma. Cenaron y Paloma recogió los platos y luego se volvió a sentar.

– Voy un momento al lavabo – dijo Pablo.

Paloma se quedó sentada al lado de Carmelo y observo como tenía una erección y estaba apretando el pantalón, soltó una risa.

– ¡Vas a reventar! – le dijo Paloma haciendo un gesto señalando su erección.

Carmelo soltó una risa, la madre de su amigo lo miraba riéndose de su erección y pensó que era su momento, se sacó la polla y cogió la mano de Paloma y la llevo a su miembro.

– ¡Mira cómo me pones el rabo! – susurró Carmelo – ¡Hazme una paja!

Paloma y Carmelo se miraron desafiantes en silencio, por un instante él pensó que ella gritaría o saldría corriendo, pero sucedió todo lo contrario, la mano de Paloma le estrujo el tronco con fuerza y empezó a mover la mano descapullándolo y haciéndole una paja.

– ¡La tienes muy grande! – murmullo ella – ¡Que dura se te pone!

Carmelo estiro los brazos y las piernas y levantaba la cadera mientras la mano de Paloma le hacía la paja con más intensidad.

– ¡Chúpamela! – le pidió Carmelo.

– ¡Te la meneo y porque me apetece! – le advirtió ella – ¡No te flipes!

– ¡Tú hijo dice que eres una santurrona! – le susurraba él con la voz ronca – ¡Supe que eres una guarra en cuanto te vi!

– ¡No me juzgues! – respondió ella molesta – ¡Solo he tenido dos novios y mi ex marido!

En aquel momento se escuchó el ruido de la cisterna que provenía del lavabo y Paloma soltó la polla de Carmelo y este se subió los pantalones con una erección tremenda, Pablo apareció y Paloma fue a buscar una manta y una almohada y montó una cama improvisada en el sofá para Carmelo, se despidió de su hijo con dos besos y se fue a su habitación. Carmelo y Pablo se quedaron un buen rato hablando y por fin se fueron a dormir.

Carmelo se levantó y se dirigió a la habitación de Pablo en silencio, comprobó que estaba dormido y volvió sobre sus pasos cerrando todas las puertas, encendió la linterna del móvil entro en silencio en la habitación de Paloma, estaba dormida, las sábanas no cubrían todo su cuerpo y sus pies sobresalían y los olio acercándose, se sacó la polla que estaba otra vez empalmada y la masajeo.

Encendió la luz de la mesilla, era de color tenue, se subió al cama con cuidado y despertó a Paloma tapándole la boca y haciéndole un gesto de silencio con el dedo, Paloma se despertó sorprendida y Carmelo le metió la polla en la boca, Paloma lo apartó con las manos e intento patalear un poco, Carmelo la sujetó con fuerza y le dio golpes con la polla en los labios.

– ¡Estas deseando chupármela! – le insinuó él y le metió la polla en la boca.

Paloma hizo un gesto y soltó un gritito gutural, Carmelo la agarraba con una mano por la nuca y su cadera empujaba hacía el movimiento adelante y atrás y su polla entraba y salía fluidamente de la boca de Paloma, Carmelo aparto las sábanas y le abrió las piernas y le acaricio las bragas mientras ella hacía gestos de negación con la cabeza, Carmelo hizo caso omiso y le aparto las bragas y le acaricio la raja con suavidad.

– ¡No me toques el coño! – suplico ella.

– ¿Por qué no? – le pregunto él que ya le pasaba el dedo por su mojado coño y notó cómo su clítoris estaba inflamado.

Paloma se puso de rodillas delante de Carmelo y se tapó con las manos el coño, se acercó a la cara de él y le tapó la boca con la mano.

– Me pongo muy cachonda si me tocas el coño – le susurró ella con voz suave – ¡Te la chupo si quieres!

Carmelo le hizo un gesto y ella le respondió con otro gesto de conformidad, se agacho y le agarró los testículos y la polla con las dos manso y empezó a moverlas y hacerle una paja y se llevó la polla a la boca y comenzó a hacerle una mamada de antología su lengua le daba lengüetazos y luego se metía la polla en la boca con dificultad, era demasiado grande para tragársela entera y ella se lo dijo mientras le mordía los huevos y le lamía el glande con la lengua.

Él estaba de rodillas y se echaba hacía atrás, no podía negar que Paloma le estaba practicando una mamada alucinante, que bien chupaba su polla aquella mujer.

– ¡Que mama más guarra que eres! – soltó él entre bufidos – ¡Cómo la chupas!

– ¡Cállate! – le corrigió ella – ¡Té puede oír mi hijo!

– ¡Ya me callo! – le susurró – ¡Pero sigue chupándomela!

Paloma le hacía la mamada mientras él la agarraba por el cuello y movía sus caderas metiéndole la polla hasta el fondo de la boca, ella le hizo un gesto para que parara, le faltaba el aire y empezó a toser tapándose la boca con la mano mientras le daba un manotazo a Carmelo.

Paloma le hizo una paja con la mano mientras él le agarraba y le arañaba las nalgas a ella con intensidad mientras ella intentaba evitarlo con la otra mano.

– ¡Estate quieto! – le gruño ella – ¡Y córrete!

Carmelo empezó a correrse mientras sus manos apretaban el cuello de Paloma hacía él, pretendía correrse en su cara, pero ella lo evito echándose hacia adelante y la corrida de él le fue a parar a la camiseta encima de las tetas.

Él molesto porque ella evitase recibir su leche en la cara la giro con fuerza y le abrió las piernas, ella hizo un grito sordo y le golpeo en la espalda, pero Carmelo le saco las bragas y le acarició su mojado coño y le metió un dedo y empezó a moverlo.

– ¡No! – soltó ella con un gritito sordo y se llevó la almohada a la cara y empezó a morderla

Carmelo movió su dedo frenéticamente y Paloma no tardo en retorcerse y agitarse mientras la almohada mitigaba sus gritos y se corrió salvajemente, Carmelo la dejo agitarse mientras seguía mordiendo la almohada con fuerza, la cogió por las caderas y el abrió las piernas y le paso el glande por la raja del coño.

– ¡Quiero follarte! – le amenazó él

-¡No puede ser! – suplicaba ella mientras cerraba las piernas y ponía sus rodillas en el estomago de él para evitar la penetración – ¡Mi hijo!… ¡Te lo suplico no me lo hagas!

Carmelo intentó forcejear, pero ella oponía resistencia y empezaron a hacer ruido, ella se puso de rodillas delante de él y lo acarició con las manos en la cara.

– ¡Estoy muy cachonda y soy muy escandalosa! – le suplicaba Paloma – ¡Si me follas vamos a hacer mucho ruido!

Paloma empezó a hacerle una paja con las manos lo que amansó las ganas de forzarla y la acarició para tranquilizarla.

– ¡Me dejare que me hagas lo que quieras! – le sollozaba ella – ¡Pero mi hijo no puede enterarse!

Paloma se agacho y volvió a hacerle una mamada mientras le hacía una paja con las manos, estuvo un buen rato chupando y Carmelo se volvió a correr, esta vez Paloma se tragó toda la corrida y luego le chupo la polla para dejársela bien limpia, Carmelo salió de la habitación en silencio mientras Paloma iba a su baño.

Carmelo se aseguró que Pablo siguiese durmiendo y se acostó en el sofá complacido y triunfador, menuda guarra era la madre de su amigo y él lo iba a exprimir al máximo.

Al día siguiente se levantaron y almorzaron con normalidad, Paloma y Carmelo se dedicaron miradas cómplices.

– ¿Algo te paso ayer mama? – pregunto Pablo – ¡Creo que te escuche hablar en sueños!

– ¡Puede ser hijo! – contesto Paloma sonrojada – ¡Algo me perturbó, seguro!

Pablo fue a su cuarto y Paloma estaba recogiendo los platos.

– ¡Te voy a follar bien follada! – le susurró Carmelo acercándose por detrás – ¡Puta!

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