Me llamo Vera y estando de vacaciones con mi esposo y mis dos hijos en la costa azul francesa, gracias al buen sueldo que gano en una importante multinacional parisina. Observaba desde el balcón de mi habitación a una pareja de enamorados besándose en la orilla de la playa; la chica en bikini y sin brasier boca abajo en la arena, besaba en la lengua a su novio. Debo admitir que a mis 54 años esta escena me puso un poco cachonda, y me trajo automáticamente recuerdos de mis comienzos en el sexo con ayuda de la guarra de Darlene.
Hace 22 años que emigré de mi natal Río de Janeiro hacia Francia en busca de mejores oportunidades, ya que tengo un posgrado en finanzas y relaciones internacionales, y vi en Europa el campo para desarrollarme tanto en lo personal como lo profesional, aunque debo decirles que no fue fácil ascender en una compañía donde primaba el machismo y las insinuaciones de algun superior con promesas de ascenso rápido a cambio de sexo express. Sin embargo, en el fondo siempre me ha dado morbo que los hombres me deseen y fantaseen conmigo.
Darlene empezó trabajando en la finca de mis abuelos a las afueras de Río de Janeiro, aunque después de un tiempo y por recomendación de mi abuela se pasó a laborar en nuestra casa; para ese entonces yo rondaba los 19 años de edad, y debo decir que desde un comienzo hubo una sensación de camaradería y de confianza entre nosotras. Para ese entonces todavía era vírgen y albergada muchas dudas respecto al sexo, que mi madre por su formación católica conservadora no se atrevía a resolverlas. No quiero sonar desagradecida con mi madre porque me dio todo el afecto del mundo, pero en dudas sobre temas sexuales fue Darlene mi consejera y confidente.
Un día nos fuimos las dos de compras al supermercado, y en un momento le pregunté que se sentia perder la virginidad – "la primera vez duele, Vera"- me dijo- "pero las siguientes no querrás parar de coger cariño" añadió.
A los días siguientes me sentía inquieta por la respuesta de Darlene; y empecé a preguntarle más sobre el tema. Por una tarde completa me contó sobre de sus origenes humildes en las favelas de Río, y de como fue adquiriendo experiencia en el sexo con amigos y familiares hasta convertirse en una bomba sexual. No hablaré mucho de la vida de Vera que de seguro dará para otro relato pero si me confesó que en la finca de mi abuela le hacía insinuaciones al capataz de la finca, a lo cual mi abuela al percatarse no dudó en enviarla a nuestra casa, en donde no habían hombres, ya que mi padre murió cuando yo tenía 5 años.
Verán, Darlene es una morena de pelo rizado de 1.75 de estatura, ojos verdes y con los demás atributos propios de una bomba sexual brasileña; yo también soy morena pero de menos estatura, pelo liso, y con una complexión gruesa que resalta cuando me pongo traje de baño.
Pasaron los meses hasta que un día decidí que tenía que perder la virginidad; madre trabajaba como agente de viajes de la extinta aerolínea Varig en una oficina del centro de Río, y por lo general laboraba todo el día. Esto me daba espacio para conversar sin miedo en la casa con Daerlene, -"quiero perder la virginidad hoy Darlene" – le dije con la voz entrecortada y evidentemente nerviosa, -"pues mira tu que suerte mi niña" exclamó, que cargo con un consolador de ventosa en mi bolso -"trabajar de interna en una casa y sin marido por semanas es muy aburridor" añadió con cierta pesadez. Y, como yo no tenía ingresos propios para comprar un juguete sexual, ya que dependía económicamente de mi madre, me pareció que la opcion de Darlene era lo mas viable.
A continuación nos dirigimos a su habitación y rápidamente sacó el consolador de su bolso ubicado en su closet; en ese instante me dió un ataque de risa combinado con ansiedad. Al día de hoy creo que la novedad de la situación, y el estar a solas con Darleneen en ese momento de confidencia máxima entre dos amigas que se cuentan todo, produjo un éxtasis de locura que sería el inicio de uno de los capítulos más pervertidos y emocionantes de mi vida. Ahora lo recuerdo cuando tengo sexo con mi esposo y necesito lubricar rápido.
-"Te gusta Vera?"- preguntó Darlene, a lo que yo no respondí; era un dildo de color marrón con textura gruesa y venas que le daban un toque realista- "deja que lo lave porque lo usé ayer en la noche"- me dijo, a lo que ambas soltamos una carcajada espontánea. Al salir del baño Darlene crepito -"mierda se me acabó el lubricante"- "pero en mi casa cuando se nos acaba el lubricante usamos mantequilla"- agregó con un gesto de excitación en su boca, – " tu tranquila y acuéstate en mi cama que ya vuelvo…" mientras iba a la cocina yo ya sudaba profusamente tratando de entender todas las emociones que recorrían mí cuerpo como una descarga de electricidad… tratando de comprender lo incomprensible.
Acto seguido Darlene entró al cuarto y me dijo que me bajara mis panties rosados, a lo que yo como una víctima sumisa que se deja seducir por su carcelero asentí, embadurno el consolador con mantequilla desde el glande hasta la base, y me preguntó -"Vera, quieres metértelo tu o vas a dejar que yo te ayude más rápidamente"- yo en este punto no podía hablar de la excitación, a lo que respondí señalándole con los labios.
Inmediatamente y como una guarra que es empezó a lamerme el clítoris de manera descendente, a lo que yo Gemí de placer; luego con su dedo y sin preguntarme (poco importaba lo que yo dijera) empezó a tocarme con su dedo mis labios carnosos y húmedos -Un consejo Vera – me dijo -" siempre pídele a los hombres que te lubriquen con su lengua antes para estar lubricadita, y trata de estar depiladita" – "el coño velludo ya está pasado de moda"- agregó, a lo que las dos nos reímos de placer.
Continuaron las caricias vaginales y en un momento empezó a introducir el dildo en mí; sentía como el glande tocaba ligeramente mis labios mojados y en un movimiento suave pero uniforme empezaba a introducir de a poco el enorme miembro, pasaron como 20 minutos hasta que entró toda la verga. En este punto ya sentía como el flujo de sangre salía de mi coño, mezclado con mantequilla de cocina. Y, recordarlo el dia de hoy a mis 54 años me sigue dando una extraña mezcla de nauseas y excitación. Cuando la guarra de Darlene decidió que era suficiente, retiró el dildo suavemente y yo en un acto instintivo la tomé de su rizado cabello y le froté su cara con mi coño -"lamelo todo como una buena sirvienta que eres"- le grite entre gemidos, a lo que ella docil y obedientemente procedió.
Al terminar las dos nos metimos a la ducha y nos besamos y acariciamos-"puedes tocar mi vagina, Vera" a lo que procedí sumisa. En un momento quedamos de espaldas y empecé a aplicarme shampoo, y en ese momento sentí como su dedo índice bajaba por mi espalda hasta llegar a mi ano. -"que haces Darlene en mi ano"- le espeté con una mueca de sorpresa a lo que respondió -"nunca has escuchado del sexo anal?"- "pero si el ano no es para esas cosas" respondí contrariada enarcando las cejas. -"mi Vera, tantas cosas que te faltan por aprender jajajaja".
La diversión apenas empezaba…
Continuará…