Esta historia me pasó hace unos meses; tardé en contarla porque quería hacerlo a detalle.
Aunque fue algo muy rápido y de sólo una vez, vale la pena contar que hace unos meses conocí a Julio, un joven de 23 años que maneja Uber en mi ciudad. Todo iba normal y como debía en un servicio de Uber que llamé desde mi oficina a casa. Ese día mi coche estaba en el servicio y tuve que llamar uno. En la foto estaba un joven de tez clara, cabello castaño y aparentemente muy buena onda.
Al llegar abordé el coche, me presenté, y conforme íbamos avanzando en el tráfico comenzamos a platicar a qué nos dedicábamos. Yo inicié diciendo que trabajaba en una oficina de venta de seguros y le platiqué de las pólizas, para que sirven, por qué son importantes, etc. Él me dijo que trabajaba en una empresa petrolera, que no le iba tan mal, pero era divorciado a su corta edad y tenía una hija de 3 años, por lo que su exesposa pidió pensión alimenticia y entonces choferear en sus tiempos libres y días de descanso era una buena manera de sacar ingresos, además de que ya vivía con otra chica, su actual pareja (de la que no hablamos más).
Le comenté que por mi trabajo de agente viajaba mucho y que al día siguiente me iría a Ciudad de México a unas capacitaciones y recibir un reconocimiento por mis altas ventas. Me dijo que era interesante lo que hacía y que él no estaba asegurado en ninguna compañía, por lo que además suponía un cliente potencial para mí. Al llegar a casa me dijo “Claudio, si quieres puedo llevarte mañana al aeropuerto acordando un precio justo y menor al que te dará la aplicación si fuera una hora con tarifa dinámica”. Le comenté que le agradecía y que con gusto le tomaba la palabra porque de todas formas no habría quien pudiera llevarme.
Soy soltero, tengo 34 años, apuesto y nada complicado. Soy de una estatura promedio y un peso considerablemente bien para estar en forma sin ir al gimnasio o hacer dietas tremendas. Él era alto, por lo que podía apreciar en el coche, en buena forma (no sólo delgado), proporcionado corporalmente y de verdad parecía que no la estaba pasando tan bien. Llevaba una gorra del Real Madrid, una playera (pullover o camiseta) y unos lindos sweatpants (pants) que la realidad es que no marcaban mucho; me dio su número y le dije… ¿Cómo te agrego? me dijo, ponle Julio de servicios de Uber.
Bajé del coche y entré a casa. Al día siguiente le marqué a la hora que acordamos para que me recogiera y me llevara al aeropuerto, me dijo que venía en camino con un poco de tráfico pero que llegaríamos sin contratiempos; pasó el tiempo y no llegaba, le marqué y comentó que estaba muy cerca. Al llegar abordé la unidad y traía shorts (pantaloncillos cortos), después del servicio iría a jugar con amigos en un partido de futbol, porque era sábado y también uno de sus días de descanso. Llevaba camiseta blanca, la misma gorra pero iba en sandalias Adidas negras (así lo vi al detalle). Platicamos nuevamente y comenzó a preguntarme cuánto se ganaba en donde yo estaba laborando y qué se necesitaba (de algo teníamos que hablar). Entonces nos entretuvimos ahí un tiempo y después me dijo que con gusto podría ir por mí a mi regreso, sólo tenía que avisarle día y hora.
Esa noche después de unos tragos con colegas del trabajo en aquella ciudad, me dio curiosidad preguntarle que si cuánto cobraba él por el servicio del miércoles (día en el que yo regresaba). No sé si se confundió, pero me dijo que, si de qué servicio hablaba, y le dije: ¿cuál otro puede ser?, a lo que me contestó: es que hay varios. Y como gorda en tobogán me atreví a preguntarle que me mandara la lista de los que ofrecía.
Me dijo que por mí podría hacer una excepción de uno completo y además irme a buscar al aeropuerto. Yo no entendía bien, pero porque no pensé que me estuviera insinuando nada. Le dije que quería el completo y que me diera la tarifa. Me dijo que el precio era a convenir pero que me garantizaba la satisfacción del mismo. Más tarde le escribí nuevamente y me mandó una foto de él con sus amigos en el campo donde habían jugado esa tarde, y pude ver que estaba tomando, además de que en aquella foto aparecían sus amigos deportistas. “presenta”, le dije. ¿Cuál te gusta?, me respondió. Le señalé uno y me dijo, ¿y yo no?; tú tienes novia, le dije. Ese no es problema, yo sé dividir trabajo de mi vida privada, me contestó. Ahí terminó esa noche, yo no quise entrar en detalles porque además me vería con un chico esa noche.
Al llegar a la ciudad de regreso a casa, me abordó y me dijo, ¿listo? Yo le seguí el juego, porque pensé que sólo bromeaba. Llegamos a casa y me pidió usar el baño. Noté que se había quitado el bóxer porque entonces se le marcaba un paquete dentro del pants negro que llevaba y me dijo… ¿Aquí?, yo atónito le dije, donde quieras. Se acercó, me puso la mano en su pants y sentí un pene rico, medio erecto; todavía podía sentirse que no estaba tan excitado. Le bajé el pantalón y comencé a chupársela, sin temor ni pena. Me dijo que así le gustaba y que lo hiciera más lento; recalcó que le daba pena si sabía aún a pipi, pero fue lo que menos me importó. Párate, me dijo. ¿Sí lo quieres completo o sólo me sacas la leche?, yo respondí que como él quisiera. El que paga manda, me respondió.
Subimos a mi cuarto, corrí a lavarme los dientes y la cara y cuando salí, él estaba acostado desnudo en mi cama y había encendido la televisión. Sentí un escalofríos recorrer mi cuerpo, era como si el tipo se hubiese adueñado de mí y con toda la confianza de hacer y deshacer dentro de mi casa. No voy a negar que me puse muy nervioso, pero a la vez muy caliente. Seguí chupándosela, me pidió poner una porno hetero en la televisión y se la seguí chupando. Cuando él estuvo listo, me pidió un condón y se untó lubricante; yo con mucha vergüenza y calentura le pedí que me pusiera también para aguantar. ¿Su verga? blanca, con prepucio escaso, levemente cubierta, bajaba todo y descubría la cabeza con facilidad. Se había rebajado el vello púbico y era perfecto; era algo que a lo mejor en un sueño sí pude haberme imaginado.
Comenzó diciéndome que él iría a mi ritmo, pero una vez empezados, iría fuerte y con muchas ganas. Yo no contestaba; mientras sentía como iba entrando poco a poco ese pene hermoso de aproximadamente 16cm, cabeza delgada, pero de tronco más grueso. No quise decir nada, sí sentí un poquito de dolor, pero no quería que eso terminara. Me tuvo de perrito todo el rato, me embestía con suavidad y delicadeza al principio y me hacía preguntas como aquel que me conociera de toda la vida. Dime papi ubre, putito, para que te dé la lechita, me dijo.
A medida que la intensidad y velocidad aumentaban, yo gemía y gemía cada vez más. Se abalanzó sobre de mí y colocó su pecho en mi espalda “¿ya la quieres putito?”, “¿ya quieres que te llene de leche?”… Yo le decía que quería que él hiciera lo que quisiera conmigo y soltó una gran cantidad de leche que pude sentir cada gota que salía de su verga aun teniendo condón. Se cansó, se vino y me la fue sacando poco a poco. ¿Pedimos comida? Llamamos a un restaurante en rappi y pedimos sushi, unos rollitos y claro, arroz yakimeshi.
Al poco tiempo acostados, estiró su brazo para poner mi cabeza y me dijo que quería seguir dándome los servicios que yo quisiera. Al poco rato me pidió que me bajara a mamársela y después de un rato me pidió que me comiera la leche, toda. ¿Yo que podía decir? Si claramente me tenía comiendo de su verga, por así decirlo. Fue una venida menor que la anterior y me dijo que había sido un gusto coincidir.
Saqué de la bolsa 1,500 pesos (alrededor de 80 dólares), se los di y no dijo nada; porque, aunque no acordamos precio, quería seguir viéndolo. Saliendo de mi casa, me bloqueó de su WhatsApp y no volví a saber de él. Sigo pidiendo en ocasiones Uber esperando encontrarlo y cuando veo las fotos termino cancelándolos. Fue una experiencia realmente excitante. Tengo el video que grabó desde mi celular al tiempo que me decía “para que te acuerdes de mí, putito”. Hoy recibí un mensaje suyo, me saludó y me pidió prestado dinero para unas cosas de su hija. Le contesté “me coges y te llevas la lana”… Y entonces viene en camino.
Hasta aquí llego, agradezco sus comentarios y espero les haya gustado.
Saludos,desde Puerto Rico.delicioso relato.