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Johao
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Mi inicio en la homosexualidad se debió a la inmigración. Me había separado hacía ya un año, y si bien tenía relaciones de tanto en tanto con una amiga, el sexo se había transformado en algo innecesario en mi vida, desde la separación me concentré en el trabajo y en darme una vida más o menos holgada. Me iba de vacaciones a conocer distintos lugares. Comía rico, me compraba la ropa que me gustaba, no era millonario obviamente, pero podía disfrutar de ciertos lujos que era impensado durante el matrimonio. Tengo dos bares y pretendo un tercero así es que trabajo mucho, pero también disfruto mucho ver como el trabajo rinde sus frutos.

Un día llegó a uno de mis bares un hombre negro, tendría más o menos unos 35 años o un poco más, me pidió trabajo mientras me contaba su historia, huía del hambre en su país. Sin ser racista ni mucho menos, pensé en qué podía darle cabida en mi bar, no sabía nada del rubro, en su país trabajaba en los bosques cortando árboles, lo cual se comprendía por su cuerpo alto, sus brazos fuertes musculosos, unos tremendos pectorales donde se marcaban las tetillas.

Le dije que volviera al otro día porque tenía que pensar si tenía algo que ofrecerle, no encontraba nada donde me sirviera. Lo conversé con Sergio el encargado de ese bar y me propuso que tal vez podría ser bueno tenerlo como guardia, por lo menos hablaba con bastante soltura el español. Al otro día estaba temprano esperándome, su nombre es Johao. Lo hice pasar a mi oficina y le ofrecí el puesto, me agradeció una y otra vez. Comenzó a trabajar para mí. Entre tantas cosas que hacer me olvidé del asunto aunque cada tanto cuando iba al bar lo veía, preguntaba por su desempeño y no había queja alguna.

Una noche pasé tarde por el bar, casi a la hora de cerrar, sólo iba a buscar unos documentos que debía revisar, todo estaba okey, estaban ya terminando de asear el local y dejar todo a punto para el otro día. Johao iba de acá para allá ayudando en todo y preocupándose de dejar todo en orden. Finalmente cerraron y cada uno se marchó a su casa, yo tomé mi automóvil y me propuse partir hacia mi casa, miré por el espejo retrovisor y pude ver a Johao caminando por la vereda seguramente en dirección a su casa, sentí un poco de lástima y detuve mi automóvil, grité su nombre y él se acercó, le dije se quería que lo llevara a su casa, él contestó que no, que no me molestara caminaría hasta su vivienda, insistí y finalmente aceptó.

Arrendaba lejos del bar, me dijo que noche a noche hacía caminando ese recorrido porque ahorraba todo el dinero que podía para enviarlo a su madre y hermanos. Al llegar me invitó a pasar y tomar un café, en principio lo rechacé, pero luego acepté y entramos en su vivienda, un pequeño apartamento de un ambiente, viejo aunque muy limpio y ordenado. Preparó el café mientras conversábamos de esto y aquello.

Tomamos el café y luego fumamos un cigarrillo, Johao me volvió a agradecer por el empleo y me abrazó apretándome contra él, en primer instancia me incomodó, pero no dije nada y cuando volvió abrazarme sentí sus brazos fuertes rodeándome y su cuerpo tan cerca del mío. Nunca comprenderé del todo la naturaleza humana, y aquella noche descubrí que todo lo que sabía sobre mí, se diluyó en segundos.

Dejé que me abrazara y dejé que sus labios besaran mis mejillas en señal de agradecimiento y dejé que sus manos fuertes y grandes acariciaran mi espalda, luego sentí sus labios en mi cuello, en mi oreja mordiéndola suavemente, gemí y un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sus manos se metieron bajo mi camisa y apretaron mis tetillas, sus labios se apoderaron de mi boca, en principio intenté girar la cabeza y no permitirle hacerlo, pero mi cuerpo no hizo caso y un largo y profundo beso hizo que mi cuerpo estallara en sensaciones que nunca antes había sentido.

Johao me fue desnudando poco a poco, no podía creerlo estaba completamente desnudo, a merced de un hombre que no paraba de acariciarme y lamerme todo. Suavemente me hizo girar quedando de espaldas, sentí como su boca daba pequeños besos por mi espalda bajando cada vez más, no podía pensar, me mordía los labios para impedir gemir, pero era imposible gemía y respiraba con dificultad, sentí la boca del hombre mordiendo delicadamente mis nalgas, su lengua jugaba bajando y subiendo por ellas y luego su manos abrieron mis nalgas y sentí un placer hasta ese momento desconocido cuando Johao comenzó a lamer mi ano, cada vez con mayor intensidad, hizo que me excitara demasiado, mi pene estaba empapado en juego preseminal, de mi boca caía saliva mientras gemía, sin pensarlo agarré con mis manos la cabeza de mi hombre empujándolo contra mi culo para que metiera más su lengua dentro mío.

Sentí un vacío cuando Johao sacó su lengua, subió por mi espalda besándome, me giré y yo busqué su boca nos besamos entonces sentí sus dedos mojados jugando allí donde había estado su lengua, lo dejé hacer y dos de sus dedos comenzaron a penetrarme, no lo podía creer, pero estaba abandonado, perdido en ese paraíso, mordía mis tetillas, mis labios, sus dedos completamente dentro mío se movían generando en mí un placer desconocido.

Retiró sus dedos lentamente, pensé que terminaba ahí ese delicioso juego, pero estaba equivocado, sus manos separaron mis piernas lo más que pudo y sentí su pene recorrer mis nalgas dejando un hilillo de jugo preseminal sobre ellas, sentí miedo y ansiedad, nos besamos, me acariciaba delicadamente cuando su pene empezó a introducirse en mí, se apoderó el dolor en mi cuerpo, quise retirarme pero él me hizo calmar con besos y caricias, inició lentamente un movimiento y mi ano fue cediendo ante los embistes de su pene.

El dolor que sentía fue cediendo y aumentando el placer, si antes había gozado con sus dedos ahora el placer era muy superior, con lentitud pero con firmeza su pene fue entrando todo en mí.

Cuando estuvo todo dentro mío él detuvo un poco sus movimiento, tomó mi mano y la llevó allí para que comprobara por mí mismo la profunda penetración, mi mano acarició sus testículos que chocaban contra mis nalgas, estaba hasta la raíz toda esa carne dentro mío, mi calentura subió al máximo y comencé a mover mi cuerpo, él se unió a mis movimientos que fueron creciendo en intensidad, lo besaba con furia, de mi boca salían palabras que nunca había pronunciado, con gemidos de placer indescriptibles, sin poder evitarlo ya más me corrí abundantemente sobre mi estómago sin tocarme, pero no detuvo mi calentura casi al instante y por primer vez en mi vida mi pene se volvió a poner duro y seguí moviéndome mientras le pedía que por favor no parara de darme pene.

Pasaron unos minutos y él se puso tenso sus movimientos se aceleraron aún más, mordía mi cuello, pensé que me iba a partir y quería que eso pasara con tal de obtener todo el placer y darle todo el placer a él. Con furia se descargó dentro de mí, sentí cada chorro de su semen inundarme por completo, me volví a correr, nos seguimos moviendo hasta que nuestros cuerpo cansados se quedaron quietos, abrazados, él sobre mí con sus labios pegados a los míos.

Sentí como su pene salía de mi interior dejándome abierto, el semen chorreó por mis piernas desde mi agujero abierto. Johao me pidió que me quedara con él esa noche y aunque al otro día tenía que estar muy temprano en el banco, acepté.

Nos acostamos y al poco rato su miembro y el mío estaban duros nuevamente, lo quería todo mío de nuevo, esa noche no íbamos a dormir estaba claro.

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