Sucedió hace como 10 años atrás, mi nombre es Isabella, hoy tengo 40 años, soy bajita por lo que siembre uso tacones para crecer unos centímetros, tengo buenas curvas según lo que me dicen los más cercanos o los piropos en la calle, casada desde los 20 años y dos hijos de este matrimonio.
Mi vida de casada era monótona hasta que apareció en mi vida Aníbal, lo conocí en el transporte público, trabajábamos cerca así que nos topábamos las mañanas y él era fantástico, era muy culto y respetuoso, conversábamos de muchos temas y me reía, me hacía reír que era lo que más me faltaba, rápidamente se convirtió en parte importante de mi vida y rápidamente fue mi amante. Fue como renacer, como volver a vivir, nuevamente me sentí importante, me sentí deseada
Comenzaron los encuentros clandestinos, primero inocentes, pero cada vez se fueron poniendo más intensos, nos acariciábamos, nos besamos, éramos como novios, hasta que quedamos de consumar nuestra unión de una manera intima, ambos nos deseábamos.
Llego el día y cuando entramos al motel me llamo la atención que el portaba una mochila, la dejo sobre el velador. Pedimos unos tragos y como siempre conversamos mientras nos servíamos estos aperitivos, cuando terminamos la copa se levantó de su silla y se paró frente a mí, comenzando a acariciar mi pelo y mis mejillas, sus dedos se acercaron a mis labios y comenzó a acariciarlos por encima, hasta que su pulgar presiono y entro un poco en mi boca chocando con mis dientes mientras me miraba fijamente, de pronto me ordeno “chúpalo” eso me estremeció, fue como un golpe eléctrico en mi espalda y de inmediato apreté mi entrepierna, lo volvió a decir “chúpalo” y comencé a chupar su dedo, lo chupaba, lo apretaba con mi lengua, no paraba de mirarme fijamente a los ojos “chúpalo como si fuera mi tronco” eso me mato, me derritió, cerré los ojos y seguí chupando su dedo, con su otra mano tomo mi mano y la puso sobre su bulto, sentí un enorme pene erecto, comencé a apretárselo mientras chupaba su dedo, mi conchita estaba completamente empapada.
Me tomo de la mano y me invito a levantarme, caminamos hacia el centro de la habitación, se puso detrás de mí y comenzó a desabrochar mi blusa, luego mi falta, finalmente saco toda mi ropa interior, me tenía completamente desnuda y excitada, de nuevo me tomo de la mano llevándome hasta la cama a la orilla del velador, ahí abrió su mochila y saco unas esposas, me las mostro y me puso solo en una mano, yo estaba nerviosa y asustada, no sabía hasta donde llegaría este juego, luego de su mochila saco un pañuelo y antes que pudiera decir algo vendo mis ojos, suavemente me inclino hacia atrás en la cama, recostándome, acto seguido sentí la esposa en la otra mano y levanto mis brazos enganchando al respaldo de la cama la cadena de las esposas. Ahí estaba yo totalmente desnuda y vulnerable con los ojos vendados y esposada a la cama,
Encendió un incienso o algo así que perfumo la habitación a canela, de pronto comencé a sentir algo suave en mis pezones puede ser una seda o una pluma. Por el borde de mis pechos, mi cuello, bajo a mi vientre y llego a mi entrepierna, rozo mis labios vaginales y yo me arqueaba de placer, de nervios, estaba asustada y caliente de imaginar que más haría o hasta donde podía llegar.
Luego acerco a mi piel algo filoso, metálico y helado, imagine la punta de un cuchillo, la paso por mi cuello luego clavo la punta de mis pezones, yo jadeaba, estaba asustada, excitada al máximo, de pronto paro y espeto con voz firme “ahora serás mi puta” eso a mí me volvió loca, comencé a apretar mis piernas y antes de que me tocara tuve mi primer orgasmo de solo imaginar lo que me esperaba.
Mi marido nunca me había dicho palabras vulgares, pero Aníbal estaba despertando algo en mi que desconocía. Sentí su lengua en mis pezones, empezó a apretarme las tetas y a chupármelas, de pronto con su mano comenzó a acariciar mi conchita mientras chupaba mis pechos, fue un dedo, luego dos los que entraron, frotando mi clítoris que estaba a punto de estallar, me acariciaba, me penetraba con sus dedos y me decía en gruñidos “eres mi puta, mi zorra, te voy a culear hasta adentro, te partiré la concha”, fue mi segundo orgasmo y un grito de hembra hambrienta que se escuchó en toda la pieza.
Quede en blanco, en las nubes, pero de pronto me tomo de las caderas y con fuerza me dio vuelta quedando boca abajo, de nuevo los nervios y el miedo. Se me erizo toda la piel y de improviso, sin mediar palabra una cachetada en mi culo con fuerza de hombre, luego otra, grite y trate de moverme, pero con su otra mano me afirmo de la espalda, me presiono contra la cama y me volvió a dar otra cachetada y otra, y repetía “puta, puta, puta, eres mi puta”.
Pasaron unos segundos y acercó a mi cuello algo pequeño que vibraba, lo sentí como un lápiz labial pero metálico, vibraba y zumbaba haciendo una especie de cosquilla, la pasaba por mi cuello, mi nuca, bajaba por mi espalda, por mi columna, esa vibración era relajante y a la vez, excitante por lo erótico de la situación, de pronto bajo y bajo llegando hasta mi ano y ese pequeño vibrador comenzó a rozar todo el anillo de mi ano… supuse lo peor.
Mi marido varias veces insinuó sexo anal pero siempre lo rechacé, fui categórica, pero ahora Aníbal ni me lo pregunto y estaba a punto de sodomizarme y lo peor es que estaba deseándolo. La vibración se intensifico y suavemente me comenzó a penetrar por atrás con el vibrador, de pronto la vos de Aníbal “te voy a encular por detrás” y otra cachetada en mi culo, era placer y dolor al mismo tiempo.
Paro unos instantes y sentí que se arrodillo atrás mío, comenzando a restregar su pene desde mi vulva hasta mi ano, por uno de los dos lados me iba a penetrar, su voz nuevamente ordeno “muéveme el culo puta”, comencé a mover el culo y sentí su glande en mi vagina, me penetro suavemente para mi delirio, milímetro a milímetro, yo movía el culo como una ramera disfrutando como nunca antes, hasta que llego hasta el fondo, sentí sus testículos chocar y ahí quedo detenido, yo moviendo el culo y disfrutando, sentí que escupió saliva en mi ano y acto seguido su dedo pulgar comenzó a acariciar la entrada prohibida, me penetro por detrás con su dedo y yo moviendo el culo, sintiéndome puta, disfrutándolo, me tenía ensartada hasta el fondo con mis dos hoyos abiertos, dijo casi gruñendo “te voy a culear zorra por el grande y por el chico” yo en ese momento estalle, unos golpes eléctricos recorrían mi cuerpo, perdí el control.
De pronto paro y me tomo con sus dos manos de las caderas y comenzó a perforarme la concha salvajemente, me estaba taladrando, yo apretaba mis puños, apretaba los dientes y gemía, me retorcía sin poder hacer nada, abandonada al placer sexual, perdí la conciencia y la noción del tiempo, no se cuánto rato me penetro hasta que sentí que apretó sus dedos en mi culo violentamente y eyaculo en mi interior, pude sentir se leche caliente como llenaba, pude sentir su fuerza de macho, luego se desvaneció sobre mí.
Cuando se incorporó, se sacó la venda de los ojos y soltó de una en una mis esposas, me abrazo fuertemente y comenzó a hacer cariño en mi pelo, en mi cara, me beso tiernamente por mucho rato.
Por varias semanas no quise tener sexo con mi marido usando en las noches un camisón largo de abuela, primero que todo porque ya nada se iba a comparar al sexo con Aníbal y segundo para esconder mis cachetes moreteados y los arañazos de sus dedos en todo mi culo.
Este fue mi despertar al pacer sexual, donde Aníbal me llevó de la mano y donde juntos recorrimos un largo camino…