Intimidad…
Estábamos tan necesitados, tan calientes, tan deseosos…
Pero aún no era el momento, el médico no me había dado del todo de alta y una de las cosas que todavía tenía restringidas era la intimidad. Ya casi ha pasado un mes desde la última vez que lo sentí dentro que me hizo el amor y derramó su semilla en lo más hondo de mi ser.
Nos estamos aguantando evitando casi todo el contacto físico que nos haga flaquear.
Pero hay abrazos que lo incendian todo que hablan, que tienen un lenguaje propio, que dicen y nosotros nos ahí dijimos todo: la falta que hacen nuestros cuerpos juntos, las ganas de estar en los brazos del otro. Este abrazo no debió ser, no todavía porque yo sabía que después de sentirnos como nos sentimos iba a ser imposible guardar la compostura y detenernos.
Él se ha descargado un par de veces en este tiempo una vez cada semana y media la primera yo aún estaba en el hospital vi el video que me envió debajo de las sábanas y con unas enormes ganas de estar a su lado, la otra lo escuche desde el otro lado de la puerta de nuestra habitación sus gruñidos al momento de explotar hicieron palpitar mi sexo, en ambas ocasiones se derramó sobre unas fotografías mías, pero hoy veo en sus ojos que ya le es imposible contenerse y peor que hace dos días ya volvimos a dormir en la misma cama y aunque todavía no me recuesto en su pecho antes de dormir ni él me ha abrazado desde atrás nuestro calor corporal es irresistible.
Me grita desde el baño que le lleve una toalla.
Le llevó la toalla a la ducha y me dice con una pícara sonrisa que la olvidó, pero creo que lo hizo a propósito para que lo vea tal como Dios lo trajo al mundo.
Estoy tan caliente y excitada por verlo desnudo y listo para mí que las bragas de vieja que llevo para no despertar su libido están empapadas.
Llevamos unos diez minutos acostados haciendo el cuento que nos hemos dormido, estoy boca abajo para no mirarlo, pero sé que tiene su verga dura. De pronto siento como se incorpora el paseo en el colchón se reacomoda y sé que viene a mis pies, comienza a bajar la pijama con todo y calzones mata pasión dejando al descubierto mis nalgas que tanto le gustan. Las acaricia y aprieta provocando mi deseo aún más. Me da la vuelta mientras suplico con mis ojos ¡no por favor! No porque no quiera, no porque no lo necesite. Sino porque no quiero contaminarlo.
Luego me toma de los tobillos y me gira como si fuera una mona de trapo, se deja caer sobre mí, siento su peso, está en bóxer, pero siento su erección presionar y palpitar contra mi pubis cierro un poco las piernas para impedirle el fácil acceso. Levanta mi blusa y pone un beso tímido sobre mi pezón derecho, su hambre aflora y lo come con desesperación luego es turno del otro. Mis piernas ceden y se abren contra mi voluntad, debe notar mi calor y mi humedad aun con la ropa interior entre nosotros porque abre los ojos con lujuria y asombro.
Separa ese momento mis piernas y se pega más a mí. Mis piernas ya están alrededor de su cintura así que comienza a frotar ese trozo de carne por mis labios hambrientos, se siente bien, de hecho, es muy placentero a pesar de la tela, comienzo a gemir y moverme, se masturba contra mí y al mismo tiempo me masturba con cada roce de su erecta verga. Él acelera sus movimientos y en alguno que otro movimiento intenta penetrarme con él bóxer puesto si empuja un poco más fuerte lo conseguirá.
Yo solo atinó a decir: te vas a contaminar, te vas a contaminar.
Mi conciencia aparece y a pesar de las ganas que tengo entro en razón entre jadeos y caricias.
Me hago un poco de lado y él se queda en el mismo lugar como si aún estuviera encima de mí y a punto de penetrarme. Tomó su falo erecto por primera vez en mucho tiempo y contengo unos gemidos de placer al sentir su dureza, el grosor, su calor… paseo mi dedo por cada vena saltada en su verga, lo acarició desde la punta hasta la base, por la posición en que está sus bolas quedan colgando y las tomó entre mis dedos, él gime y es el sonido más erótico que pueda recordar. Ahora comienzo a masturbarlo con mi mano; arriba y abajo deseando que los movimientos fueran dentro de mí. Luego de unos minutos en que el ritmo de su cadera se adapta a mi mano él súplica que me detenga, pero sigo.
—Por favor detente no quiero correrme hasta que lo pueda hacer en ti.
Siento sus palabras y quiero detenerme, pero continuó con el movimiento, más fuerte, más rápido, lo hago porque sé que no va dormir y va volver a intentar penetrarme y está vez voy a ceder. En un movimiento mi mano roza la punta de su pene y me asombro a pesar que no lo he sentido eyacular le pregunté
—¿Ya terminaste?
—No
Es tanta su excitación que está escurriendo líquido preseminal en abundancia. Otra vez ese llamado del deseo en mi entrepierna.
Me detengo y bajó de la cama.
—Espera un momento.
Se queda quieto sin moverse esperando por mí. Regreso con el tubo de lubricante en mano echo un poco en mi palma regreso a la posición en que estaba y me tumbo debajo de él. Luego distribuyó el lubricante por su sexo, lo humedezco y comienzo a mover mi mano mientras le susurro cosas sucias, mientras le confieso lo que quiero que me haga, mientras le pido que cierre los ojos y haga de cuenta que me está cogiendo.
No tarda demasiado, rápidamente siento que va a eyacular y me calienta, bajo el ritmo y lo hago lento desde la base hasta la punta siento como viene subiendo el magma caliente de su interior.
Por la posición que estoy hay la posibilidad de que su esperma termine en mi rostro, pero no me importa ahora lo tomo firmemente y aceleró mis movimientos se contorsiona un poco antes de arquear su espalda en el instante que se derrama sobre mis pechos en medio de un gran gruñido; le tiemblan un poco las manos, luego un gran chorro caliente cae cerca de mi barbilla otro gruñido, luego otro y otro no deja de gruñir nunca lo he escuchado así, los chorros que siguen son más pequeños pero igual empapan mi cuerpo y yo lo recibo sedienta, gustosa, ansiosa. Sigo masturbándolo hasta que él se quita y no aguanta la sensación que causa mis movimientos después del orgasmo. Se tira sobre mi cuerpo y nos fundimos en un abrazo lleno de amor, pasión, lujuria y esperma repartido entre los cuerpos.