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Tiempo de lectura: 8 minutos

El timbre de la puerta sonó. Era Lizette, mi mejor amiga. A ella la conocí en una fiesta cuando aún era estudiante por lo que llevamos ya muchos años siendo amigas. Roberto, mi pareja actual y yo la habíamos citado en nuestro hogar para tratar un tema muy importante para nosotros:

La posibilidad de tener un hijo. Durante cerca de 10 años hemos intentado tener un hijo pero nunca hemos podido y vaya que lo hemos intentado.

Un día por casualidad le conté a Lizette que estábamos pensando en encargar por alquiler, es decir por medio de inseminación artificial. En ese momento Liz solo se limitó a decirme que apoyaba nuestra decisión. Sin embargo un día, recibí una llamada de ella en la que me dijo que creía que podría ayudarnos. Al abrir la puerta recibí a Liz con un beso y un abrazo como normalmente nos saludamos. Lizette es delgada, de cabello negro y tez morena clara. Nos sentamos en la sala y supuse qué me daría una dirección o el contacto de alguna mujer interesada. Sin embargo, nos dijo algo que no esperaba.

– He pensado mucho en ayudarles, siempre he querido experimentar algo así – Nos dijo Lizette entusiasmada

Me alegró mucho saber que quería ayudarnos y acepte su propuesta de inmediato.

La citamos un día para revisar las opciones que había y en que lugar le gustaría someterse al procedimiento. Sin embargo, ese día las cosas dieron un giro que no esperaba.

– Gracias Lizette por hacer esto por nosotros

– Lo hago con gusto. Aunque hay algo en particular que quisiera pedirles

– Claro amiga, lo que tu quieras podemos platicarlo

– He pensado que me gustaría más que fuera algo de forma natural – Dijo Lizette

– ¿A que te refieres con natural? – Pregunte confundida

– Tu sabes, me incomodaría mucho tener un tubo frío metido en mi. Yo necesito, tu sabes, lubricar y si es de forma natural mejor, quizá algunos juegos previos e inclusive poder sentir el placer del momento.

Miraba a Lizette atónita. No podía creer lo que me estaba diciendo, sin embargo Roberto me dijo algo al oído, como intentando tranquilizarme.

Al ver que me llenaba de dudas, Lizette continuó hablando.

– Desde luego, ustedes pueden decidir continuar con todo esto o ya no – Dijo Lizette

– ¿Sabes? Necesito pensarlo, no estoy segura de lo que me pides

– Lo entiendo Rebeca, no hay problema

Lizette se despidió de nosotros y nos quedamos Roberto y yo hablando o mejor dicho, discutiendo sobre la inesperada "petición" que nos había hecho Lizette. No me agradaba la idea de que Lizette y Roberto estuvieron a solas por lo que tuvimos que idear un plan Roberto y yo.

Días después, volvimos a citar a Lizette en nuestra casa.

– Te seré sincera Liz. No estoy contenta con el rumbo que esta tomando todo esto – Le dije en tono serio

– Entiendo – Dijo Lizette

– De hecho pensé en cancelar todo. Sin embargo, a pesar de que yo tengo otras opciones para la inseminación, son prácticamente mujeres desconocidas para mí. Por el contrario, tu eres alguien a quien apreció mucho y a quien le tengo confianza

– Gracias Liz, pero no quiero hacer nada que te incomode o te haga sentir mal.

– No te preocupes por mi Liz, estaré bien.

– Gracias por confiar en mí Rebeca, espero que funcione – Nos respondió de forma animada

– ¿Cuando crees que podríamos iniciar?

– Podemos iniciar hoy mismo si quieren

– ¿Traes ropa cómoda? – Le pregunte a Lizette

– Si traje algo en caso de que decidieran seguir adelante – Nos respondió

Acto seguido llevamos a Lizette a nuestra recámara y ella se metió al baño a cambiarse. Fue en ese momento que me escondí en el closet. Se trata de un closet grande con puertas tipo espejo de tal forma que yo podía ver todo hacia afuera pero ellos sólo veían su propio reflejo.

Cerca del closet hay una silla con una forma especial ya que no tiene patas y tiene forma de copa. Esa silla es muy cómoda, pues he de confesarles qué Roberto me ha hecho el amor muchas veces en esa ella.

Después de uno se minutos Luz salió del baño bellamente arreglada y ataviada con una bata de seda.

– ¿Y Rebeca? – Pregunto Liz

– Se fue para que pudiéramos estar a solas

Lizette no pudo evitar esbozar una leve sonrisa al saber que se quedaría a solas con Roberto en esa situación tan fuera de lo común.

Roberto tomó su mano y la condujo hasta la silla en forma de copa o de letra "C". Liz se acercó a ella y al ver qué había una puerta tipo espejo no pudo evitar ver su propio reflejo, como revisando que estuviera debidamente arreglada para la ocasión. Estaba tan cerca de el, que sentí que me daría un beso a través del espejo.

– ¿Estas segura de querer continuar? Tu sabes, 9 meses es mucho mejor tiempo – Le dijo Roberto

Lizette dejó caer su bata de seda y se acercó a Roberto dejando más que claro que estaba dispuesta a continuar. Llevaba puesto un baby doll muy lindo, de un tono verde claro que combinaba muy bien con el tono de su piel morena clara.

Al verla vestida con una prenda tan holgada, no pude evitar pensar que ya estaba embaraza de algunos meses. Me sorprendió ver que el baby doll era muy delgado, por lo que se transparentaban por completo sus aureolas oscuras y su monte de venus color negro.

Roberto se acercó a ella y se hinco para conocer los terrenos por los que se iba a mover, por lo que tomo sus bragas y se las bajo.

Lizette termino de quitárselas y las dejo caer al piso. Roberto no pudo evitar quedar seducido viendo el vello púbico de mi amiga pero finalmente reacciono, se levantó y la tomó de la mano, como si la fuera a sacar a bailar. Lizette se dejo llevar y la condujo hasta la silla en forma de copa.

Lizette alzó sus brazos, se tomó del tubo superior de la silla y se abrió de piernas, pues sabía perfectamente para que estaba ahí.

Pude notar en ese momento que Liz traía en su tobillo una pulserita qué yo le había regalado y me pareció un detalle muy coqueto de su parte como reconociendo que todo esto lo hacía por mí. Lizette se veía muy hermosa en esa silla, completamente abierta y dispuesta a que Roberto entrará en ella y pudiera tener descendencia. Roberto examinaba su vulva de cerca como intentado decidir si podía tocarla o debía pasar directamente a la acción.

– Te gusta? – Le pregunto Liz sonriendo

– Si, mucho – Respondió Roberto en voz baja, como queriendo evitar que yo lo escuchara

Roberto estaba consciente de que yo estaba viendo todo, pero Liz no, por lo que lo que no dudo en pedirle ciertas cosas un poco cuestionables para mi gusto.

– Si no te molesta, me gustaría primero lubricar un poquito – Dijo Lizette

Roberto entendió la indirecta y a pesar de que yo estaba viendo, se acerco lentamente a su intimidad. Cuando el sintió que había un poco más de confianza, empezó a besar y a lamer toda la vulva de Lizette, de arriba a abajo una y otra vez deteniéndose por momentos en su clítoris.

– Justo ahí Roberto, justo ahí! – Exclamó Lizette con sus mejillas subidas de tono

Mientras Lizette disfrutaba del momento, a mi me invadieron muchos sentimientos, pero el principal por mucho fue el de celos, como nunca los había sentido. El semblante de Liz cambió por completo a uno que nunca había visto. A pesar de intentar estar tranquila, no pudo evitar disimular su excitación.

Liz volteo en dirección al espejo, pues seguramente quería verse desde esa perspectiva. Desde la mía, sentía como si me mirara a los ojos por medio del vidrio como diciéndome mira lo que me está haciendo Roberto. Era una sensación extraña, pero sabía que no me podía ver.

Lo que que yo si podía ver eran sus pezones erectos a través de la delgada tela de su lencería. Los jadeos de Liz fueron cambiando, y sus primeros gemiditos eran ya muy evidentes. Lo sabía porque había dejado la puerta del closet un poco entreabierta, lo suficiente como para escuchar claramente lo que sucedía entre ellos.

Roberto miraba la vulva de Lizette asegurándose que estuviera bien lubricada como ella quería, por lo que se tomó su tiempo recorriéndola toda con su lengua y conociendo sus sabores más íntimos.

Al ver que Lizette ya se había abierto como una flor, Roberto se acercó con su pene erecto y se introdujo en ella con relativa facilidad. Lizette cambio su semblante y empezó a gemir. Finalmente, la inseminación estaba en marcha. Roberto empezó a moverse más rápido y Liz gemía con mayor intensidad mientras se agarraba del tubo superior de la silla.

Los gemidos de Lizette eran cada vez más prolongados, y agudos hasta que se volvieron casi incontrolables. Lizette no podía disimular lo mucho que le estaba gustando y supe que su orgasmo era ya inminente. Roberto también lo noto y se salió de ella para dejar que terminara de venirse. Lizette se estremeció mientras aún estaba agarrada del tubo y su excitación empezó a salir en forma de fluidos sin que ella pudiera contenerse. Lizette poco a poco recupero el aliento, sonrió y miró a Roberto, cómo sorprendida del placer que fue capaz de provocarle.

– Disculpa Roberto, no acostumbro mojar así! – Dijo Liz un poco apenada por haberse venido de esa forma durante el coito

Roberto sonrió, la tomo de la mano y la condujo a nuestra cama para continuar con el "procedimiento". Él se recostó como invitándola a que se subiera, pero, para mi sorpresa, Lizette tomó el pene de Roberto y se lo llevo a la boca para hacerle sexo oral. Roberto solo se limitaba a jadear y a acariciarle el cabello mientras ella metía y sacaba su pene erecto de su boca.

Liz vio que Roberto ya estaba listo, se subió sobre él, tomo su pene erecto y lo metió en su vagina ya de por si húmeda por el orgasmo anterior. Antes de empezar a moverse, Liz llevo sus manos atrás y se desabrocho el baby doll para que Roberto pudiera acceder a sus senos libremente. Mis celos en ese momento estaban en su punto más alto. Quería salir y gritar pero opté por controlarme pues sabía que todo esto sería por única vez. Roberto no perdió el tiempo y tocaba de Lizette todo lo que podía, sus muslos, sus pechos… sus nalgas!

Lizette se inclinó hacia adelante mientras resbalaba una y otra vez sobre el pene erecto de Roberto. Desde donde estaba no podía ver si se besaban, pero podía ver el trasero de Liz, su esfínter oscuro y como sus labios menores se expandían para dejar entrar a Roberto en cada penetración. Estuvieron así unos minutos hasta que Roberto empezó a gemir por primera vez en todo el encuentro. Supe que sus primeras gotas de semen estaban por salir y así fue. Mientras Roberto tenía su orgasmo, pude imaginarme como una gran cantidad de semen salía expulsado con fuerza. Lizette se quedó quietecita dejando que todo el semen inundara su vagina ya que para eso estaban ahí.

Al sentir que Roberto había terminado Lizette se alzó un poco y el pene de Roberto salió de ella. Por la posición en la que estaban, el semen empezó a escurrir por la vagina de Lizette como si se tratase de leche. Roberto fue hábil al haber terminado el en esa posición para que yo pudiera ver qué en efecto Lizette había sido inseminada.

– Iré por un papel para limpiarte – Dijo Lizette

Lizette camino desnuda hasta el baño y regreso para limpiar a Roberto.

– Gracias Liz, de verdad muchas gracias. Rebeca y yo te estaremos por siempre agradecidos. – Le dijo Roberto

– Un placer – Respondió Liz con una leve sonrisa con cierto tono de ironía, pues vaya que lo había disfrutado.

Lizette se levantó de la cama y camino desnuda en dirección hacia mi, es decir hacia el espejo. Al estar tan cerca de ella, note que sus mejillas estaban ligeramente ruborizadas y sus pezones aún seguían erectos. Nunca me imagine verla desnuda tan de cerca.

– Disculpa si te toque un poco de más, fue por el calor del momento – Dijo Roberto, quizás para que yo escuchara su explicación

Lizette camino hacia donde él estaba, se sentó junto a él y le respondió:

– Si lo dices por lo de las lamiditas, a decir verdad, me encantó – Dijo Lizette

– ¿En serio? – Le pregunto Roberto

– Si, pero por favor no le digas a Rebeca que me gustó. Mejor si puedes, dile que fue muy aburrido y que todo terminó muy rápido! – Dijo Lizette

– Esta bien Liz, pero dime, ¿Crees que funcione todo esto? Rebeca se sentiría decepcionada si no funciona – Le pregunto Roberto

– No hay forma de saberlo, solo resta esperar – Respondió Lizette con un semblante un poco más serio

– Si, tienes razón

– Antes de irnos quisiera ducharme – Dijo Lizette

– Si, está bien – Le respondió Roberto

Para mi sorpresa Lizette tomo de la mano a Roberto y se encerraron en el baño. Aproveché para salir y percibí que la recamara olía completamente a sexo. Me acerque al baño y escuche que habían abierto la regadera. Me preguntaba si solo se bañarían juntos o si volverían a tener relaciones.

Me acerque a la puerta y mis dudas no tardaron mucho en disiparse. Al principio solo escuchaba el agua y que estaban hablando.

Pero poco después, pude escuchar como las nalgas de Lizette pegaban en los muslos de Roberto mientras ella gemía debajo del agua.

No pude soportarlo más y salí de la recamara con lágrimas en mis ojos sin saber exactamente que pensar o como sentirme.

Soló sabía que necesitaba desahogarme, y tratar de sacar todos los celos que me habían invadido. Pensé por un momento en volver a la recámara y reclamarles, pero sabía que ya era muy tarde para eso. Aun así me sentía muy molesta con Roberto y al estar a solas se lo hice saber.

Con el paso de los días Roberto y yo nos volvimos a hablar con cierta normalidad e inclusive volvimos a tener relaciones, pues sabía que yo había estado de acuerdo con todo eso desde un principio. Las semanas pasaron y Lizette nos confirmó que no había quedado embarazada. Ella se ofreció a volver a intentarlo pero le dije que no. No sabía si podría volver a soportar verlos juntos de nuevo. Quisiera decir que aquí termino todo y que solo se trató de una anécdota, de un experimento fallido, pero no.

En los meses siguiente pude notar que Roberto se estaba comportando de forma un poco rara. Como distante conmigo. Pudo por un tiempo disimular pero finalmente me confesó lo que temía, que se había enamorado de Lizette y que se había estado viendo con ella.

En cuanto me dijo eso me vinieron a la mente aquellas imágenes de Roberto haciéndole el amor y era más que obvio que después de ese día, no pudieron dejar de hacerlo. No me quedo más remedio que aceptar el rumbo que las cosas habían tomado y Roberto y yo nos separamos. Tiempo después me enteré que Lizette había quedado embarazada.

Fin

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