Un viernes por la tarde pasábamos tiempo de calidad mi esposa y yo (22 años de casados) con nuestros hijos mellizos (21 años), primero una cena preparada por mi hija Sandra y mi mujer Myriam posteriormente jugamos nuestro tradicional Juego de Catan torneos que hacíamos desde que nuestros hijos eran adolescentes. Y como siempre mi hijo, Enrique, intentaba ir por los puertos a los lados del tablero mientras mi hija y mi esposa intentaban conseguir tantas ciudades y puntos de bonificación como fuera posible, Mientras tanto, me había contentado con acumular todo el trigo y el mineral del tablero.
"Maldita sea, Miguel. Crees que puedes dejar algo de ese mineral. Para el resto de nosotros?" preguntó mi esposa.
"Claro, si prometes no tomar el trigo, te daré un poco cada vez que ruede", respondí.
Al final, mi diabólico plan funcionó. Gané el juego fácilmente, como suelo hacer, y nuestros hijos continuaron con sus bromas habituales.
Los chicos limpiaban la mesa mientras mi esposa y yo fregamos los platos en la cocina.
"Bueno, no pudimos reunirnos con Amanda y Marco esta noche, pero al menos pudimos pasar más tiempo con los chicos", le dije a mi esposa.
"Sí, es una lástima que no pudiéramos verlos, pero no hay queja”
Otra actividad que nos gusta hacer los fines de semana es pasar tiempo “especial” con otras parejas. El swinger era una de las partes más fuertes de nuestro matrimonio y habíamos conocido a mucha gente divertida en el camino.
Esa tarde extrañamente mientras ayudaba a mí esposa me vienen a la mente Martha y Juan, los habíamos conocido en uno de los bares swingers que siempre frecuentábamos. Eran un poco mayores que nosotros y llevaban más tiempo en la escena, por lo que nos enseñaron muchas cosas divertidas y secretos muy picantes. Pero nada nos preparó para lo que nos contaron sobre su familia unas semanas atrás.
"¡¿QUÉ?! Quieres decir… Ustedes… ¿Y sus hijos?" -exclamó mi mujer-.
"Por dios Myriam!, son adultos", dijo Juan, "empezamos poco después de que Mario cumpliera 23 años y Lily 25, hablamos con ellos sobre nuestra elección de estilo de vida, tenían muchas preguntas, una cosa llevó a la otra y bueno… lo hemos estado haciendo desde entonces",
Mi esposa y yo no podíamos creer lo que estábamos escuchando, esto era una situación más allá de cualquier cosa que pudiéramos imaginar, un tabú prohibido por la mayoría de las sociedades durante siglos. Probablemente deberíamos habernos sentido más mortificados o asqueados, pero la verdad es que estábamos más fascinados por esta revelación que por cualquier otra cosa.
"Pero ahora que nuestros hijos se han mudado y tienen sus propias familias, no podemos jugar con ellos como antes", dijo Martha. "Por eso decidimos volver a hacer swing y conocer otras parejas pervertidas".
Myriam les hacía muchas preguntas sobre sus actividades favoritas y si alguna vez temían que los atraparan.
"Bueno, sí, claro, sabíamos que estaba prohibido y que podíamos meternos en muchos problemas, pero honestamente, eso era parte de la diversión", dijo Juan sonriendo mientras tomaba la mano de su esposa.
No sabía cómo debía reaccionar, si con horror y disgusto repugnante o con más interés, así que decidí dejar que mi esposa tomara la iniciativa. Mientras esperaba su reacción, ella comenzó a frotar su mano en mi entrepierna mientras se mordía el labio, escuchando las historias traviesas y explicitas sobre nuestros amigos y su familia "todavía nos vemos y aprovechamos cada vez que vienen, por supuesto solo cuando vienen solos sin sus familias. Quién sabe, tal vez podríamos invitarlos a ustedes y participar en la diversión" y con esa confesión, Myriam inmediatamente saltó encima de Juan y comenzó a besarlo apasionadamente mientras le desabrochaba los pantalones sacándole el miembro y propinando una mamada como jamás la había visto hacerme a mi o a alguien más, verla hincada frente a Juan y aun vestida a mi igualmente me encendió, Martha vino a mi encuentro y esa noche tuvimos una de las mejores reuniones de intercambio de parejas hasta el momento, sin duda el ingrediente que nos produjo ese grado de excitación fue la confesión de nuestros amigos.
A pesar de lo increíble que nos excito esa noche, no nos pusimos en contacto con Martha ni con Juan después de eso. Me di cuenta de que Myriam se sentía un poco culpable por su reacción. Sabía que deberíamos habernos preocupado más por esta información, especialmente como padres. Yo mismo fingí estar tan en conflicto como ella y al mismo tiempo fingí que estaba increíblemente consternado. Sin embargo había pensado en contactarlos nuevamente pero decidí que no podía hacerlo a espaldas de mi esposa.
Al regresar de mis recuerdos a la cocina con Myriam, nos dedicamos a decidir nuestra diversión privada para el resto del fin de semana.
"Entonces, ¿quieres ir al club mañana? ¿O deberíamos intentar contactar a uno de nuestros amigos?" Le pregunte.
"¿Escuchaste que Martha y Juan iban a tener una orgía en su casa? Tal vez deberíamos visitarlos", dijo.
Emocionado, respondí: "Oh, sí, tal vez nos encontremos con algunos viejos amigos allí, escuché que Tomas y Linda son cercanos a ellos".
El sonido de una tos claramente falsa detrás de nosotros interrumpió nuestros planes de fiesta.
"Oh, lo siento Sandy", mi esposa se sonrojó de vergüenza, "pensamos que tú y tu hermano ya habían subido a dormir".
"No, todavía no tengo tanto sueño", dijo mientras iba a buscar unos vasos de nuestra cantina, "¿de qué estaban hablando?"
Ninguno de nosotros les había contado a nuestros hijos todavía sobre nuestro estilo de vida, no es que estuviéramos tratando de mantenerlo en secreto o nos sintiéramos culpables por ello, es solo que nunca encontramos el momento o el lugar.
"Oh, nada, solo hablamos de que tal vez veamos a algunos amigos mañana", dije.
Mi hija sonrió "¿Oh, en serio? ¿Para hacer qué? ¿Pescar? ¿Jugar a los bolos?"
"¿Quizás algo de baile swing?" intervino Enrique mientras él también entraba a la cocina a buscar mi botella de whisky de la barra.
¡Mierda!, ¿Ya lo sabían? No podía imaginar cómo reaccionarían ante la noticia de que sus padres eran swingers; lo más probable es que simplemente ignoraran el hecho y continuaran con sus vidas como si nada estuviera pasando.
"Sí, tal vez conocer a otras parejas y ver si les gustaría cambiar de pareja de baile", fue lo último que dijo mi hija antes de que ambos salieran de la cocina.
Mi esposa cerró los ojos avergonzada y tratando de contener la risa, y yo simplemente esbocé una sonrisa.
"Pequeños idiotas, tienen pelotas para burlarse de nosotros por eso", dijo.
"Honestamente, no parece que les moleste demasiado, la mayoría de la gente probablemente fingiría que no sabían nada", respondí.
"Bueno, no son la mayoría de las personas, ¿verdad?" respondió mi mujer.
Eso era cierto, habíamos criado a nuestros hijos de la mejor manera que pudimos. Casi nunca les mentimos, les hablamos honestamente sobre cualquier tema, desde los pájaros y las abejas o las relaciones. Consentimiento y sus responsabilidades como adultos, queríamos asegurarnos de que no tuvieran miedo al sexo y tomar las mejores decisiones posibles una vez que fueran adultos y, en mi sincera opinión, hicimos un muy buen trabajo con ambos.
¿Pero ser tan liberal y abierto sobre sus padres y su estilo de vida? Eso llegó al punto de ser extraño incluso para nosotros, aunque considerando nuestra experiencia previa con Martha y Juan, estaba claro que nuestro nivel de rareza era moderado en comparación. Mi esposa y yo salimos de la cocina para ver a nuestros hijos y los encontramos en la mesa con las bebidas en la mano y llenando otros dos vasos con mi whisky.
"Finalmente salieron, ¿les gustaría unirse a nosotros?" dijo mi hijo.
Claramente era hora de hablar sobre nuestro hobby con ellos, si tenían algunas preguntas para nosotros entonces teníamos que ser honestos. Nos sentamos creyendo que este era el comienzo de una discusión seria con algunas revelaciones bastante pesadas e íntimas, en cambio, nos dieron las bebidas y comenzaron una conversación que ni yo ni mi esposa esperábamos.
"Vamos papa y mama, nunca fueron discretos lo sabemos todo", dijo Sandy.
"Sí, ustedes son un poco malos guardando secretos", siguió Enrique.
Mi esposa se rio, aliviada por la indiferencia que nuestros hijos estaban tomando con esto.
Ella dijo: "Bueno, no sabíamos cómo abordarlo con ustedes, ni siquiera si teníamos que hacerlo. No es algo que la mayoría de la gente quiera saber sobre sus padres, y ciertamente no es algo de lo que quisieran hablar. "
"Sí, bueno, la mayoría de la gente es cerrada y mojigata y no se permiten disfrutar de la vida de manera responsable, por eso vivimos nuestras vidas de la manera que queremos, de manera responsable y madura, por supuesto. Pero aun así, disfrutándonos lo más que podamos", dijo mi hija y mi mujer estuvo de acuerdo con ella asintiendo con la cabeza.
Definitivamente habíamos hecho un gran trabajo con ellos, nos hicieron sentir muy orgullosos. Sabíamos que mi hija había estado saliendo con algunos chicos desde hacía algún tiempo. Hablamos con ella sobre protección, cómo ser inteligente en cuanto al sexo y confiamos en que ella no cometería un error tan grave, cosa que por supuesto nunca hizo.
"Y por eso tienes la reputación de ser la mejor puta de la universidad", dijo su hermano.
"¡ENRIQUE!" gritó esposa, yo también estaba listo para amonestarlo.
"Diablos, sí hermano, me divierto mucho en la universidad", respondió guiñándole un ojo y chocando los cinco con su hermano. Nuestra ira se convirtió en risa y la velada parecía volverse cada vez más surrealista.
"No te dejes caer, tú también eres bastante guarro. No puedo imaginar con cuántas chicas te has acostado a estas alturas". Ella siguió.
"Por más difícil que sea para ti creer, querida hermanita, sólo he estado con cuatro chicas en mi vida y he sido un caballero con cada una de ellas", dijo.
"¿Un caballero de día y una bestia en la cama?" continuo mi hija.
"Bueno… he hecho lo mejor que pude", dijo sonriendo y tomando otro sorbo de su vaso.
"Por Dios mujer, criamos unos monstruos", sonreí ante las cosas increíbles que estaban saliendo.
Mientras seguían hablando, pude ver a mi esposa escuchando con gran fascinación, resulta que estábamos interesados en su vida sexual más de lo que la mayoría de los padres deberían. Nos aseguraron que siempre usaran protección y que esperaran a la persona adecuada con quien estar, aunque ciertamente eran bastante promiscuos como si fueran la viva imagen de sus padres.
"Hermanita, cuéntales sobre tu primera vez. Les encantará", dijo Enrique.
"Oh, Dios, Uhm, no estoy segura de que les agrade mucho saberlo", respondió mi hija preocupada.
"Por favor dínoslo, no te juzgaremos ni nada", dijo mi esposa con más interés del que esperaba.
"Bueno… ¿recuerdas al primo Ricardo?" dijo Sandra para nuestra sorpresa.
"No lo hiciste, de ninguna manera", La reprimí, Ricardo es el hijo de mi cuñada.
"Bueno, es posible que hayamos tonteado un poco cuando éramos adolescentes. Ya sabes, besar a primos", Respondió.
Esa fue una gran revelación, pero comprensible hasta cierto punto.
Mi hija continuó: "No hicimos nada demasiado serio y ambos sólo queríamos experimentar".
Mi esposa y yo no sabíamos cómo responder a esto, así que nos sentamos en silencio antes de que nuestro hijo interrumpiera.
"Bueno, como ustedes siempre dijeron, siempre y cuando sea con consentimiento y ambos sean mayores de edad, no creo que sea necesariamente malo, incluso el incesto entre adultos".
Esa palabra me trajo recuerdos de Juan y Martha, así como el erotismo electrizante de sus historias familiares. Seguí vigilando a mi esposa para ver su reacción y la encontré tan sin palabras como yo.
Nuestros hijos parecían seguir mirándonos como si esperaran una reacción o un rechazo, finalmente, mi esposa habló.
"Jesucristo chicos, ustedes dos nos hacen parecer un sacerdote y una monja en el monasterio".
"Oh, no exageres" dijo Sandra con picardía.
"Ustedes no creerían las cosas que hemos hecho", Dijo mi esposa con cierto orgullo.
"No lo sabes, tal vez nos gustaría saberlo", dijo mi hija con audacia.
Fue en este punto que las cosas estaban llegando bastante lejos y pensé que era hora de que todos nos fuéramos a la cama, además, tenía una erección creciendo en mis pantalones debido a esta conversación y necesitaba desesperadamente deshacerme de ello.
"Bueno, se hace tarde y creo que lo mejor para todos es irnos a la cama, así que, si no les importa",
Me levanté y cogí los vasos de cristal ahora sin alcohol. Noté que mis dos hijos se miraban fijamente con lo que parecía un poco de decepción, como si esperaran que esta conversación continuara. Nos despedimos y nos fuimos al dormitorio.
Mientras cerraba la puerta comencé a hablar "Te lo juro, esos dos son increíbles. Oye cariño, sé que esto puede sonar muy raro pero…"
Mi esposa me interrumpió y me metió en la cama. Podía ser bastante hambrienta cuando quería, pero esto era más raro, era como una mujer poseída arañando mi ropa y quitándomelo todo en un tiempo récord. Ella no había reaccionado así desde que tuvimos ese encuentro con Juan y Martha.
Ella me besó y mordió en todos los lugares mezclando la electrizante sensación de dolor y calidez mientras seguía bajando más y más sobre mi cuerpo, sus manos moviéndose agresivamente con sus uñas arrastrándose con cada beso. Sus manos agarraron mi polla presionando con fuerza el órgano, moviéndose cada vez que podía sentir su aliento en su cabeza.
Su lengua subió por mi eje antes de que sus labios lo envolvieran, la sensación celestial de sus manos y su boca me trabajaba mientras me miraba directamente a los ojos con la excitación más increíble. Me chupó, sus manos se sentían cálidas sobre mis pelotas, las acarició de la manera que sabía que me volvía loco. Agarré su cabeza y la tiré y empujé rítmicamente, ambos conectamos en nuestro ritmo.
Ella bajó la mirada y cerró los ojos enfocándose en el acto físico mientras yo inclinaba la cabeza hacia atrás abrumado por las sensaciones. Sé que estuvo mal y que no debería haberlo hecho, pero cuando miré hacia abajo de nuevo y ella me miró de nuevo, el rostro de mi esposa lo había reemplazado por el de mi hija. Mi reacción inicial de horror fue rápidamente superada por un sentimiento de increíble excitación ante la naturaleza prohibida de esta fantasía. Mi dulce hija.
No pude aguantar mucho más y ella lo sabía, mis ojos se lo decían. Entré en su boca, sin romper nunca el contacto visual mientras ella seguía masturbándome asegurándose de que saliera hasta la última gota. Hincada y desnuda, probó mi semen y disfrutó cada segundo que lo tuvo dentro de su boca antes de tragarlo.
"Eso fue increíble", dijo.
"Oh cariño, me hiciste gozar mucho, fue increíble", respondí mientras los dos estábamos demasiado eufóricos para darnos cuenta de lo que cada uno decía.
Ella cayó encima de mí, abrazándome y permitiendo que nuestra calidez se convirtiera en una en el precioso resplandor de nuestro acto sexual.
Myriam se recompuso y me dijo: "Amor, tenemos que hablar de algo. Se trata de los chicos".
Al correrme en la boca de mi esposa me sentí culpable de haber imaginado a mi bella hija mamándome en vez de ella, trate de esquivar la conversación.
“Amor estoy exhausto. ¿Qué te parece si lo platicamos mañana?”
“Espera. ¿Me vas a dejar así? No he terminado estoy muy excitada, te confieso que la plática con los chicos contribuyo, de eso necesito que hablemos” Mi mujer jugaba con mi miembro tratando de revivirlo.
“Yo también me siento así, pero me da pena confesarlo” le respondí y note que nuevamente me estaba excitando con sus caricias.
“Estoy así desde la confesión de Juan y Martha, me da miedo pensar que es una perversión, pero también me causa mucho morbo y excitación” me confeso evidentemente excitada su aliento caliente y respiración eran más que evidentes.
“Amor, yo también me siento así. La plática con nuestros hijos me hizo revivirlo y me `paso por la mente vivir lo mismo con ellos” Confesé con una total erección.
“No lo sé…eso sería demasiado, pensaba en aceptar la invitación de Juan y Martha y hacerlo con ellos y sus hijos…quizá sea un inicio” Me sorprendió mucho su respuesta, no quise detenerla, necesitaba escucharla más, me arrodille y le abrí las piernas e introduje mi lengua en su vagina para aliviar un poco su calentura…
“ Cual sería el plan?” – le pregunte
“Ellos son muy abiertos, deberíamos volver a verlos y confesar lo que estamos viviendo con nuestros hijos… mmmm lo que sentimos y pasamos… y que nos gustaría aceptar su oferta…” – Mi mujer se revolvía en su primer orgasmo, era inevitable que nuestros hijos no la escucharan, eso incluso me excito aún más.
Me monte sobre mi esposa y tuvimos una noche maravillosa de sexo, practicamos posiciones que ya teníamos en el olvido, desde que dimos el primer paso para ser swingers nuestra vida sexual era mucho más rica, pero ahora habíamos pasado a otro nivel que a ambos nos asfixiaba, necesitábamos más.
Continúa en parte 2.