Hola, soy Yesica y con mi esposo vamos a escribir sobre un fin de semana en el que empezando por mí, fuimos infieles todos los del grupo. Empezando con Sara y yo.
Sara escondía muy bien la belleza de su cuerpo con la ropa que usaba, casi siempre estaba bien cubierta. Solo nuestros amigos más cercanos y su novia la habíamos visto desnuda y nada más Yaja y yo disfrutábamos de su cuerpo. Si bien Yaja nos hacía disfrutar mucho a las dos, a mí me encantaba hacerle el amor a solas. Su inocencia, su rostro hermoso y la belleza suave de su cuerpo me encantaban. No era lo mismo tener sexo en grupo o estar en trío ella, Yaja y yo, prefería tenerla sólo para mí.
La primera vez en la alberca con Sara, la maravillosa noche de lluvia que pasé en su cuarto y las pocas ocasiones que estuvimos en grupo, teniendo sexo, lo disfrutamos mucho. Pero a mí me encantaba tener a Sara sólo para mí. Por eso, aprovechábamos cualquier momento a solas para besarnos, para acariciarnos bajo la ropa, instantes que apreciaba mucho, pues aunque había mucha confianza con su novia Yaja, esta era un poco celosa, por esa razón eran los besos y cachondeos a escondidas.
En el grupo nos pusimos de acuerdo para ir a bailar un viernes por la noche. Todos sabíamos que a Sara no le darían permiso sus papás, así que toda la planeación fue sin tenerla a ella en cuenta. Yo siempre estaba muy caliente y el deseo de pasar una noche con Sara me hizo ir hasta la casa de sus papás para pedirles permiso y la dejarán salir a bailar esa noche, diciéndoles que se quedaría en mi casa con mi mamá y mi hermana y que nos portariamos bien. Su papá no quería, pero le insistimos tanto que terminó por darle permiso. Contentas nos fuimos a su cuarto a recoger un poco de ropa y al salir de su casa nos despedimos con un beso y un abrazo fuerte de su mamá y papá. En el transporte rumbo a mi casa le propuse a Sara no avisarle a los demás del grupo que ella iría y que pasara la noche conmigo, aunque también estaba la opción de irnos a bailar, a lo cual casi al instante contestó que también le encantaría estar conmigo esa noche "a solas". Le contesté que por Gery no habría problema, pues él se iría a bailar con los demás y nos quedaríamos ella y yo en el cuarto que rentábamos. Todo esto en secreto pues Yaja no debía enterarse.
Llegamos al cuarto y saludamos a Gery. Le pedí que fuera a bailar con los amigos del grupo y que dijera que no podía ir porque me sentía mal y que por nada del mundo fuera a traer a alguien al cuarto. Él nada me negaba, así que estuvo de acuerdo, se apresuró a arreglar y salió dándonos un beso a Sara en la mejilla y a mí en los labios. – Te amo hermosa -. Me dijo mi esposo y me sonrió.
Era temprano, así que estuvimos platicando, cenamos y nos besamos a cada rato. Los besos subían de intensidad, nos atraíamos una a la otra. Y así nos fuimos quitando la ropa, nos comíamos a besos y entre cachondeos nos fuimos al baño, bajo la regadera frotamos nuestros cuerpos, sin dejar de besarnos, sus dedos y los míos jugaban en nuestras vaginas, disfrutábamos el agua en nuestros cuerpos y los ricos besos en nuestros labios. Nos enredamos en unas toallas y mientras secábamos nuestro cabello, ella me pidió vestirme con la lencería que había usado en el cumpleaños de Yaja, pues ella le había contado que me veía hermosa. Obvio, se lo concedí. Nos sentamos en la cama, ella me ayudó a poner las medias en mis piernas, las cuales levantó para pasar por ellas mi tanga, abrochó mi brasier y aseguró el liguero a las medias. Sí, me veía hermosa. Ella se recostó de espaldas a la cama, abrió sus piernas y sus labios vaginales se notaban húmedos. Me tendió sus brazos y me atrajo a su boca. – ¡En verdad estás hermosa! – me dijo y comenzó a besarme de forma tierna, dulce y con mucho cariño. – Tú también eres muy hermosa y esta noche eres mía -, le dije.
Así abierta de piernas como estaba, comencé a bajar mis labios por su cuello, entre sus tetitas blancas, su abdomen y me detuve a pasar mi lengua por su bello púbico, mientras dos de mis dedos masajeaba su clítoris, estábamos empapadas de fluidos. Ella sostenía con sus manos sus rodillas, se abría más para mí y sus gemidos me excitaban mucho más. Sin quitar mis dedos baje mi lengua a su vagina, tan suave por sus fluidos deliciosos que bebí mientras con mi lengua entraba en ella, estimulando su clítoris y esperando su orgasmo, el cual disfrutamos juntas pues yo también tenía una de mis manos entre mis piernas, gimiendo intensamente al venirnos al mismo tiempo. Ella tomó mi rostro con sus suaves manos y me subió a la altura de sus labios, nos besamos tiernamente, mientras ella desabrochaba mi brasier y lo retiraba y hacía lo mismo con mi tanga. Aún recuerdo la sensación de mis tetas colgando sobre su pecho, lo duros que se ponían mis pezones al roce con sus tetitas hermosas, blancas, suaves y sus pezones duros igual que los míos. No parábamos de besarnos. Acomodamos nuestras piernas de modo que nuestras vaginas quedaron unidas y empezamos un vaivén al mismo tiempo que abrazadas no dejábamos de basarnos, nuestras lenguas jugaban entralazadas y de tan caliente que yo estaba me vine al poco tiempo, luego ella y seguimos así, dándonos placer por mucho más tiempo. Nuestras vaginas estaban más húmedas y escurrian nuestros orgasmos, mientras le decía cuánto me encantaba hacerle el amor.
Para recuperar el aliento nos recostamos abrazadas, sin dejar de besarnos. Con nuestras manos recorríamos nuestros cuerpos, yo acariciaba su breve cintura, sus nalgas firmes y ella hacía lo mismo conmigo. Repitiendo a cada rato cuánto nos gustábamos, ella me encantaba.
En algún momento giré mi cuerpo, dándole la espalda, para que pudiera agarrar mejor mis nalgas, lo cual hizo y subió una de sus piernas sobre las mías. Comenzó a besar mi nuca, mi cuello y la mano que tenía en mis nalgas la paso a mi entrepierna, yo me abrí un poco para sentir sus dedos en mi panocha que ya estaba de nuevo escurriendo y me humedecí más cuando ella comenzó a frotar su pelvis sobre mi culo, se movía como si quisiera penetrarme y yo al sentir sus bellos sobre mis nalgas me hacía echar el culo para atras, tratando de sentirla más cerca de mí. Levanté una de mis piernas y ella metió una de las suyas entre las mías, seguía con su movimiento y yo disfrutaba mucho. Tomé la mano que estaba entre mis piernas y la guie para que metiera dos de sus dedos en mi mojada panocha y ella los metía y sacaba sin dejar de estimularse con su pelvis en mis nalgas, no tarde en vaciarme sobre sus dedos, los cuales apretaba con mi vagina, me hizo tener un delicioso orgasmo.
Levanté un poco más el culo y ella me hizo poner de a perrito, me tomó de las caderas y siguió con su movimiento de penetración, yo me levanté y sus manos dejaron mis caderas para pasar a masajear mis tetas, mientras yo hice mis brazos hacia atrás y la tomé de las nalgas y trate de seguir el ritmo de sus embestidas. Nos veíamos hermosas en el espejo que estaba acomodado cerca de la cama. -¿Quieres estar dentro de mi?- le pregunté. Ella me contestó que lo deseaba mucho. Me dejé caer sobre la cama, abrí mis piernas y la acomodé a un costado de mí, tomé su mano derecha y la dirigí a mi panocha, ella introdujo dos dedos y los movía de una forma maravillosa mientras frotaba su vagina con mi pierna y seguía con su movimiento de penetración el cual hacía al ritmo de las metidas de sus dedos en mí, yo lo disfrutaba mucho y le pedí que metiera otro dedo más, el cual no me costó trabajo recibir y al poco rato le pedí un dedo más. Sus manos eran pequeñas así que no era tan difícil tener cuatro dedos adentro. Ella estaba en un éxtasis que se vino tan fuerte, poniendo sus ojos en blanco, rosando tan fuerte mi pierna que me sentí un poco adolorida, y tomando su mano seguí guiando sus movimientos hasta que me vine de la misma forma que ella. Nos quedamos sin decir nada, pero nuestros cuerpos temblaban, estábamos empapadas en sudor y fluidos. Ella saco sus dedos de mi panocha y los llevó a sus labios, saboreó mi venida y luego nos besamos tan tiernamente como al principio. Nos reíamos felices las dos y abrazadas nos dijimos cuánto nos queríamos y cuánto nos gustábamos.
Por un momento se me ocurrió ofrecerle el consolador que habíamos usado en Gery y que ya en alguna ocasión lo usé dentro de mí, lo pensé mejor y Sara era muy buena con los dedos, así que no se lo ofrecí. Después de ese tan intenso orgasmo que tuvimos, abrazadas nos quedamos dormidos y fue Gery quien hasta el otro día llegó a despertarnos.
Sara y yo exploramos nuestros cuerpos de una manera muy especial. Después de esa noche mágica hubo otras más en las que sus papás me dejaban salir con ella, Gery era nuestro cómplice pues él distraía a Yaja para que nosotras pudiéramos estar solas. Nuestro cuarto rentado fue testigo de los encuentros tan ricos con Sara. Mientras duró nuestra relación no la penetré, pues ella quería seguir virgen, así que ni un dedo llegué a meterle, aun así yo disfrutaba mucho de ella. Con nuestros encuentros la relación con su novia se volvió un poco difícil, seguido peleaban y cada una por su lado me buscaban para hacer el amor o para hablar de sus problemas, que de algún modo, yo era en gran medida la razón de algunos de estos. Los dos años que duramos en la universidad compartimos mucho con Sara, ella decidió seguir estudiando hasta terminar la carrera de 4 años. Aunque procuramos seguir frecuentandonos, ya no coincidíamos mucho. Como les escribimos en el relato anterior nosotros empezamos en otras cosas, algunos en otras escuelas. Así que poco a poco dejamos de vernos.
Aunque a Sara la vimos en la reunión de exalumnos de hace unos pocos años, la vimos casada, con 3 hijos y fué con ella su marido. Verla de nuevo me movió algo dentro, al vernos después de tantos años, nos abrazamos muy fuerte y casi lloramos. Con ella estamos en contacto y si quieren saber si hemos tenido algo que ver, es obvio que si. Ya lo contaré más adelante para seguir con el orden que tenemos planeado para nuestros relatos. Y por cierto, que sigue hermosa y con esa cara de niña inocente que me encanta.
Bueno, pues este es el principio de este fin de semana de infieles. En el siguiente relato les contamos lo que siguió. Gracias por leernos. Saludos y muchos besitos.