Si bien intento relatar mis historias con cierto tono erótico, todas son y serán absolutamente reales. En este caso se trata de una que me dejó un aprendizaje, las mujeres pueden ser tan básicas y elementales como los hombres en sus motivos para ser infieles.
Durante mis años en la facultad, había una de mis compañeras de estudios que llamaba la atención de todos los hombres. Alta, pelo oscuro, tez blanca, ojos oscuros, lindas tetas de buen tamaño y paradas cuyos pezones solían notarse debajo de su ropa en verano, cintura pequeña y culo parado en forma de manzana, no demasiado grande.
Fuimos buenos compañeros y yo jamás intenté nada con ella, sabía que varios lo habían intentado sin éxito y ella se declaraba fiel a su novio, con el que estaba desde sus tiempos de adolescente.
Al terminar la facultad, cada uno consiguió trabajo relacionado con nuestras profesiones pero en diferentes empresas, hasta que con 24 años coincidimos en la misma compañía dedicada a desarrollo de software.
Solíamos quedarnos hasta tarde y ser los últimos en salir (yo tenía las llaves de la oficina dada la confianza que me tenían los dueños). Teníamos mucha confianza y hablábamos de todo, incluyendo de sexo, por lo cual a veces la cosa se ponía cachonda, pero hasta ahí llegábamos, solo conversaciones y chistes subidos de tono.
Para ese entonces ella llevaba solo 3 meses de casada y yo estaba hacia un par de años con mi novia de ese momento.
Fue en una de esas noches de trabajo que ocurrió lo que no hubiera imaginado que podía llegar a pasar.
Estábamos cerrando las ventanas de las oficinas y escuche que se quejó porque se había trabado la persiana. Desde donde estaba le pregunté “necesitas ayuda? Sabes que podes contar con mis manos para lo que necesites…” usando un tono insinuante que usábamos para bromear en doble sentido. Al mismo tiempo que me dirigía para esa oficina para ver si realmente necesitaba ayuda, ella salía y nos cruzamos en la puerta casi cara a cara, y sin retirarme ni hacer espacio y tomándola por la cintura le pregunté “segura que no necesitas de mis manos?”
Por primera vez desde que nos conocíamos ella se ruborizó, bajo la cabeza y me respondió “nooo, jajajaja, salí que me pones nerviosa tarado!” pasó haciendo que nuestros cuerpos se rocen y por supuesto la dejé pasar y me reí. Cerramos la oficina y nos fuimos cada uno a su casa.
Al otro día, cuando la vi entrar, supe de inmediato que lo del día anterior había generado algo. Ella fue a trabajar totalmente arreglada como nunca antes, su maquillaje diferente, su ropa diferente. Llevaba una camisa muy escotada y podía notar muy claramente que no llevaba sostén y un pantalón blanco súper ajustado que jamás le había visto que se encajaba profundo en su culo y le marcaba su vagina por delante.
Durante todo el día de trabajo se mostró provocativa, cada vez que venía a mi escritorio para revisar algo juntos se llevaba la lapicera a la boca y en varios momentos se inclinó frente a mi escritorio para hablarme lo que hizo que pudiera ver sus tetas colgando debajo de la camisa.
Cuando se hizo tarde y nadie más quedaba en la oficina, le dije si no me ayudaba a revisar algo. Ella se aproximó, se colocó junto a mi, muy pegada y jugado con la lapicera en su boca me dijo “seguro que querés revisar algo en la compu?” O lo que ya sin dudas de lo que ella quería (y yo también), le dije, “si, quiero revisar este escote” dirigiendo mi mano derecha por debajo de su camisa a sus tetas.
No hubo resistencia alguna y mientras masajeaba sus tetas y jugaba con sus pezones nos besamos apasionadamente.
Que hermosas tetas tenía!!! Eran de piel suave, firmes, exuberantes, pero no enormes y sus pezones estaban muy duros. Sus labios carnosos hacían que los besos fueran aún más excitantes. No tardamos nada en pararnos. La llevé contra la pared, abriendo su camisa mientras ella agarraba con fuerza mi pija totalmente dura por sobre el pantalón.
Comencé a chuparle las tetas, pasaba con mi lengua y mi boca de una a otra dejando totalmente mojadas con mi saliva y las masajeaba. Fui bajando lentamente besando su vientre plano mientras desabrochaba su pantalón y ella se metía sus dedos en la boca. Se lo baje al mismo tiempo que su tanga diminuta y comencé a chuparle la concha.
La tenía empapada, pude sentir el olor a sexo ni bien bajé su pantalón y sus flujos me empaparon la cara mientras le introducía la lengua y jugaba con su clítoris saboreando su sabor dulzón. Terminó de sacarse del todo el pantalón y pude apreciar ese cuerpo de tremenda hembra totalmente desnudo.
Ella bajó e hizo lo mismo conmigo. Tomó mi pija que estaba dura como un garrote, venosa, babosa y pegando saltos de la excitación y se la metió de una en su boca completamente!
Era una maestra del sexo oral, se la metía hasta el fondo, me pajeaba en su lengua, en sus labios y en su nariz mientras olía profundamente, se pegaba en su cara con mi pija y se la refregaba con vehemencia jadeando como puta y diciéndome lo mucho que le gustaba chupar pija.
Cuando sintió que estaba por acabar se la metió toda en la boca y comenzó a succionar agarrándome de mis glúteos y haciendo que la coja por la boca.
Le avisé que iba a acabar dentro de su boca y ella solo siguió haciendo el mismo movimiento y asintió con la cabeza.
Me sentí vaciar de leche en su boca, no dejaban de salir fuertes chorros de semen dentro de su boca y ella continuaba igual trabando todo lo que salía.
Apenas la sacó la olió profundamente, le dio un par de lengüetazos y me dijo “me encanta la leche, y el olor a sexo, déjame seguir”
Me masturbo en sus tetas y la chupaba mientras me miraba a los ojos, lo que hizo que ni siquiera terminara de ponerse totalmente flácida que ya se volvió a poner durísima muy rápido.
La hice pararse y la llevé al baño. La senté sobre el lavabo y me dispuse a chuparle bien la concha. Estaba decidido a regalarle un orgasmo primero para después garchar.
Ella abrió sus piernas a 180 grados subiendo también sus pies a la mesada del lavabo y apretó mi cara bien fuere en su concha mientras yo jugaba también con mis dedos en su ano.
Comencé a con solo un dedo pero vi que lo tenía dilatado por lo cual llegué hasta 3 dedos con los que penetraba su culo con fuerza, los metía y sacaba con velocidad hasta pasada la segunda falange (casi todo digamos) y tomaba todos su fluidos. Pocas veces había visto una mujer mojarse tanto durante el sexo. Chorreaba jugos vaginales, los cuales empapaban mi cara y goteaban junto con mi saliva en el piso.
Sus gemidos eran profundos y continuos hasta que comenzaron a acelerase y hacerse más agudos y no tardó mucho en tener un tremendo orgasmo, con todo su cuerpo temblando y sus piernas cerrándose a los costados de mi cabeza mientras seguía sosteniendo mi cabeza casi ahogándome en su concha y con mis 3 dedos profundamente metidos dentro de su ano.
Yo no podía más de mi excitación y ella me pidió en forma desesperada “garchame, por favor garchame ahora, dame duro”.
La bajé del lavabo, nos besamos apasionadamente ya con ambos cuerpos desnudos, podía sentir la firmeza de sus tetas y la dureza de sus pezones contra mi cuerpo y ver ese espectáculo de culo en el espejo. La giré, ella apoyó sus codos en la mesada del lavabo mirando hacia el espejo y yo desde atrás la penetré de una hasta el fondo y comencé a bombear con fuerza como si fuera un animal.
Ella ponía sus dedos en sus labios con su boca entreabierta y mientras jadeaba se miraba y me miraba al espejo y no dejaba de decir “ay no, que cara de puta que pongo y que cara de degenerado pones vos al garchar” y me pedía que le diga cuan puta era.
Garchando a semejante hembra yo era lo más parecido a un animal desesperado por sexo. Gruñía, la agarraba con tremenda fuerza de sus caderas y empujaba con todas mis fuerzas en cada embate y bombeaba lo mas rápido que podía. Ella estaba totalmente entregada y se abría toda para mi.
Tuve un momento de duda cuando recordé que no me había puesto profiláctico y ella lo notó. No llegué a decir nada, ella solo pidió “no pares, por favor no pares, garchame como puta bien fuerte como hasta ahora que acabo, llenamos de leche”.
Eso me terminó de desconsolar. Le di mas fuerte que nunca, viendo como ella se metía sus dedos en la boca le dije las guarradas mas guarras que pudiera imaginar y la trate como puta mientras la hacía arquearse hacia atrás tirando de sus pelos y haciendo que sus tetas se vieran en el espejo bambolear ante cada penetración y agarraba sus caderas con la otra casi hundiendo mis dedos y uñas en su piel.
Cuando sentí su contracción y su concha apretó mi pija, la dejé bien adentro y eyaculé al tiempo que ella tenía su orgasmo chorreando fluidos vaginales en el piso y con sus piernas temblando y gritando como puta.
Totalmente exhaustos, nos lavamos como pudimos ya que no había ducha.
Ella tenía que volver con su marido y yo había quedado en ver a mi novia (no eran tiempo de celulares aún) pero antes de que nos despidamos se dio el siguiente diálogo:
Yo: “Disculpa pero no puedo no preguntarte esto”
Ella: “Que me querés preguntar?”
Yo: “me consta que muchos en la Facu lo intentaron con vos y ninguno tuvo éxito y siempre dijiste ser fiel. Que fue lo que te hizo querer garchar conmigo a 3 meses de casarte? No es que me considere feo pero convengamos que no soy un potro famoso de película”
Ella: “no te enojes, aparte de que tenés buen lomo, la verdad, sentía curiosidad, solo eso. En mi vida solo había estado con mi esposo. Hacemos de todo, si, pero solo estuve con él y quería saber como era con otro hombre y ayer cuando nos cruzamos en la puerta e hiciste el chiste ese, me mojé toda, me fui tan empapada a mi casa que tuve que ir inmediatamente al baño cuando llegué a masturbarme y limpiarme y cambiarme la bombacha”
Yo: “mmm interesante, creo que aprendí algo de las mujeres hoy, jajajaja, gracias por la respuesta honesta, garchas espectacular, sabélo”
Por supuesto que seguimos siendo amantes hasta que quedó embarazada y aun estando embarazada tuvimos algún que otro encuentro sexual, pero mantuvimos nuestra amistad y nunca sentimos culpas o remordimientos aun compartiendo salidas con nuestras respectivas parejas, yo me llevaba bien con su marido y ella con mi novia.