Está historia que les voy a relatar se remonta a hace ya varios años atrás, cuando estaba en mi primer matrimonio. Me casé a una edad muy temprana por comerme la torta antes del recreo (como decimos en México) mi marido era dos años mayor que yo, ya con más experiencia. Cuando me casé vivía con la ilusión del matrimonio eterno con el amor de mi vida, y siempre miraba hacia el futuro a su lado. Lástima no fue así, desde el principio él ya me era infiel con cuánta mujer se pudiera. Yo delgada, alta con tetas lactando, un trasero firme y no es por alardear, pero una sonrisa que enamoraba a cualquiera. Pero no era esa la intención.
Un día mientras hacía mis compras del mandado diario en el mercado cerca de mi casa había un vendedor que siempre me decís piropos, pero jamás los tomaba en cuenta, hasta que ese día no me dijo nada y la verdad me sentí rara de no recibir un cumplido así que volví a pasar dos veces más.
De pronto me dice: acaso te has perdido, por qué yo me he perdido en el meneo de tus caderas, sonreí y solo le dije, pensé que ya no las mirabas. Se echó a reír y me ojo que estaba atento a cada vuelta que había dado, y que le fascina como se me marcaba el bikini debajo de mi pantalón.
Le sonreí y le alcance a decir: y eso que no has visto lo que hay debajo. Que estaba pasando conmigo! Jamás le había dado entrada a otro hombre que no fuera mi marido, pero esa plática me tenía húmeda. Pero no había marcha atrás, ya lo había dicho y no podía retractarme, así que continué.
Justo cuando ya iba de salida él me dijo que me acercara y con voz baja me dijo: cierro a las 6 por si gustas venir ayudarme a cerrar. Eso me provocó un espasmo en mi vagina, le dije que lo pensaría y me retire meneando más mis caderas. Llegando a casa la duda me invadía, no sabía si hacer caso a la invitación o dejarlo hasta ahí.
Cando eran 5:50 lo decidí, tomé mi bolsa, le dije a mi madre que me cuidara un ratito a mi bebé en lo que yo salía a comprar unas cosas y camine hacia el mercado, cuando entré ya estaba casi vacío y me dirijo directamente hacia si local. Cuando me vio esbozo una gran sonrisa de complicidad. Me dijo que entrara y enseguida bajo las cortinas de su local. Sin perder un segundo se volteó y me abrazo, besándome tan apasionadamente como hacía mucho no lo sentía, enseguida pude sentir la erección en su pantalón y mi vagina ya está más que húmeda.
Me levanto mi blusa y me chupo las tetas como desesperado, me dolía pero lo disfrutaba, por un momento me olvidé de mi esposo y me estaba entregando por completo a otro hombre. Se despegó de mi y era mi turno de regresarle el favor, así que me puse de rodillas y le saque la verga, era más gruesa que la de mi marido. Mi primer instinto fue devorarla, el sabor era exquisito, se la mame como el me mamo las tetas.
Sin pensarlo el me jaló hacia arriba, me volvió a besar, me desabrochó el pantalón y me metió la mano debajo de mi ropa interior, metió sus dedos y lo goce como loca. Sin dudarlo me volteo y me empino, me metió su verga se un solo golpe, lancé un gemido de placer creo que medio mercado nos pudo haber escuchado. Me estuvo bombeando fuerte y delicioso, se acercaba y me decía al oído que deseaba tenerme así, para él solo.
Tiró su chamarra al piso e hizo que me pusiera en 4 y siguió bombeándome deliciosamente yo gemía como loca, me olvidé de todo, de mi familia, de mi marido y solo me dispuse a disfrutar, sentí como iba a terminar y le suplique que no terminara dentro de mi y solo me respondió: ni madres zorrita te voy a mandar enlechada a casa.
Sentí cómo me llenaba de leche abundantemente, salió de mi y me dio un beso largo y apasionado. Me limpie lo que pude, me vestí y salí con rapidez porque ya había pasado más de una hora, mi madre me iba a matar por tardarme, pero la cogida que me dio solo fue el inicio de muchas más.