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Infidelidad con la amiga gordibuena de mi novia
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Llevaba tres meses saliendo con Annette. Nos conocimos gracias a un amigo en común en Facebook y todo se fue dando de maravilla. Congeniamos en casi todo. Quizá la única y principal diferencia era el gusto musical, ella era fan del pop y rock y yo más metalero, pero fuera de eso me sentí muy afortunado. Ella era delgada y pequeña, si se disfrazara de colegiala todavía se la crees que va en la secundaria, cuerpo esbelto y piernas torneadas, sonrisa grande y ojos grandes.

El primer mes fue de mucho coger, aprendí a darle placer con mis manos y mi lengua. Entusiasmado por todo el porno que consumí durante años me puse a hacer ejercicio para poder cargarla. Ella se negó algunas veces pero al final accedió al sexo acrobático, fue difícil pero se logró, ella parecía disfrutarlo mucho también. El segundo mes el sexo disminuyó en cantidad pero no en calidad, ya no cogíamos cada tercer día sino cada semana. Hacia el tercer mes comenzaron mis problemas.

Fue a partir de que salimos a beber con su grupo de amigos y amigas. A algunos los conocía de otra reunión, cuando hicimos una cenita para parejas con su amiga Tania y Gisele. Ambas con sus novios del momento (un tal Carlos y Alfredo, igual de genéricos igual de intercambiables). Pero para la siguiente salida invitaron a más de sus amigos y amigas. Entre ellas a Carola.

Carola era una gordita darks con unos ojazos verdes. De piel blanca y pelo negro, corte de flequito medio largo, le iba bien con su cara redonda. Esa noche llevaba un vestido negro holgado por donde se insinuaban unas enormes tetas. Al inicio no le presté mucha atención y yo estuve en el ritmo de la plática, pero luego Anette mencionó mi afición al metal.

—Ah es que este puro metal quiere escuchar

—Ay sí, como luego tú Carola.

Y ella se río y chocamos nuestros tarros en señal de brindis, en ese momento ella me miró con sus ojos verdes y sentí algo recorrerme el cuerpo hasta la entrepierna. Como si tuviera un radar de calor miré directo de su cara a sus pechos y sentí como mi mirada no le fue indiferente.

Sin embargo, desvié los ojos rápido para no quedar como un mirón y continué socializando. Carola comenzó a preguntarme acerca de bandas y platicamos un rato. Resultó que teníamos gustos muy similares en bandas (un poco de black, metalcore y thrash). Anette se fue al baño con Gisele y Tania. Los novios de ellas salieron a fumar con casi todos y me quedé un rato con Carola.

Yo estaba nervioso, sentía la punzada que llevaba la sangre a mi pito y Carola parecía olerlo porque se sentó junto a mí y acarició su cabellera negra, desprendiendo ese perfume que me hizo pensar en una hembra en celo.

Conversamos un poco acerca de cualquier cosa con las risitas pendejas que ocurren en estas interacciones, ella me preguntó acerca de mi noviazgo y le contesté que nos iba bien. Yo le pregunté si ella tenía novio y ella negó y dijo “terminé con el último hace medio año y desde entonces nada de nada”. Antes de ahondar más en su vida regresaron ellas y los que se habían ido a fumar. La cena continuó con tragos y canciones hasta que llegó la hora de irse. Al momento de despedimos de beso y abrazo todos nos pusimos de pie. Así pude ver a Carola de cuerpo completo, vi como su vestido corto dejaba ver unos muslos de locura en medias de red combinadas que dejaban ver unos trazos de un tatuaje, combinaba sus medias con unas botas negras. Se veía su redondez pero más se le notaba unas grandes caderas que cargaban su enorme culo, cuando digo enorme es que fácil era de tres veces mi palma de la mano extendida. Cuando llegó el turno de despedirme de ella sentí como en el abrazo frotaba sus enormes tetas contra mí y rápido le repegué mi pene. Pero todo tuvo que ser muy veloz antes de que pudiera causarle sorpresa a Anette.

Esa noche cogí con Anette y todo normal, me vine, luego le di con mis dedos hasta que se vino y se durmió. Yo me quedé con antojo de gordita y me di cuenta que ya había valido madres.

Pasó una semana y yo solo tenía ese recuerdo del abrazo al que le dediqué una chaquetita. Otra semana y una chica llamada Condesa Songs me agregó a Instagram. Vi su perfil, tenía pocos seguidores y solamente seguía tres cuentas. Apenas y tenía fotos, todas en blanco y negro: un paisaje boscoso; un escote que dejaba ver el nacimiento de unos senos; una pierna con un tatuaje de una rosa negra y una foto de unos labios pintados, incluso parecía cuenta bot. No pasó más de una hora cuando recibí un mensaje de la supuesta Condesa Songs diciendo: “Hola soy Carola!”.

A partir de ese momento yo sabía que ella estaba dispuesta a todo. Pero antes de irme por la pendiente tuve que jugar con sabiduría, siempre podía tratarse de una de esas trampas hechas por la mente colectiva de un grupo de amigas.

La conversación fue más o menos así:

—Hola qué milagro que andas por acá

—Sí, es una cuenta nueva, te vi y dije “voy a agregarlo”.

—Me agregaste a tu nueva cuenta antes que a tus amigas, lo voy a tomar como un cumplido

—Jijiji tranquilo, pero dígamos que en la otra hay muchos chismosos.

—Aquí podemos platicar mejor

—Más a gusto

—Recuerdo que ese día me ibas a contar algo de porqué no tenías novio.

—Ay es que desde que terminé con mi ex anduve en modo sanación, pero de eso ya medio año y nada de nada y pos oye, así no se pinches puede.

—Pero no te han de faltar pretendientes.

—Pues sí, hay uno que otro, pero ninguno que valga la pena, ya puro reciclaje de hombres jejeje, yo quiero algo más…

—Ay si no tuviera novia yo me aventaba con todo.

—Ay *se sonroja*

—Jeje qué

—No me digas eso que me la creo

—Es la verdad, pero tengo novia y se me hace muy culero ser infiel

—Sí, es muy culero

—De hecho tengo miedo de que le digas que te mandé estos mensajes

—No, cómo crees, por eso te agregué desde está cuenta

—Ella confía en mí, pero no sé, desde esa noche he pensado mucho en ti

—Ay y ¿qué has pensado?

—En que ese día platicando contigo me sentí muy chido contigo y no dejo de pensar en lo guapa que estas

—*se sonroja* gracias

—Me voy a arriesgar, quiero que nos veamos uno de estos días

—Ay, no sé, es que está mal. Anette es mi amiga

—Yo sé que está mal, por eso no le vamos a decir

—Ay no, eres malo, pero me gustas. Eres malo Bart Simpson

—Jajaja ves? podemos pasarla bien.

—Déjame pensarlo es que es muy fuerte esto. O sea, sí quiero verte pero…

—Pero?

—Pero Anette es mi amiga, a ella la conozco antes que a ti.

—Lo sé, yo también siento que estoy siendo un culero. Nunca antes había intentado algo así pero contigo me da una vibra de que va a salir bien. Porque a fin de cuentas yo no sabía que me ibas a gustar antes de andar con ella, solo que ahora ya estamos así

—Te gusto?

—Me encantas

—Ay *se sonroja*. Bueno sí, pero tengo miedo de que nos cachen.

—No te preocupes, el miércoles Anette siempre se va con Gisele y Tania a una clase de bordado, como hasta las 10 se desocupan.

—Justo pensé en eso, yo no voy con ellas porque me da hueva. Ok sí, el miércoles.

—Te veo en el café Los Rosales.

—Conste.

Tuve que esperar dos días donde me la pase haciendo ejercicio cardio, muchas lagartijas y cero chaquetas, quería darle con enjundia. Afortunadamente Annette se encontraba en un momento laboral y estudiantil muy estresante así que no tuve que decir nada, ella estaba tan ocupada que no podíamos vernos.

Llegado el momento nos encontramos en el café convenido a las 6 de la tarde, Carola venía con una falda de mezclilla y con unos tenis negros, dejando ver esas piernas blancas majestuosas, redondeadas, pulposas, el tatuaje de la rosa negra se asomaba en el límite de la falda. Llevaba ella una blusa negra escotada, el pelo acomodado en un chongo, lentes oscuros y unos labios rojos y carnosos que yo ya quería comer.

Le sonreí y le dije “qué guapa” ella se sonrojó y me dijo “te gusta?” y le dije “te ves muy bien”.

Entramos al café, ella se quitó los lentes y sus ojos verdes me colocaron, me le quedé viendo y le dije “que hermosos ojos tienes” ella se chiveó y me dijo “ay ya”. Pedimos unos americanos, nos sentamos en una mesita y ambos reíamos nerviosamente, entonces le tomé las manos, la miré directo a los ojos y comencé a besarla. Fue un beso que supo a una victoria antes negada, fue un beso caliente. Ella se rio y me dijo “tu no pierdes el tiempo eh?”. Con una mano acaricié su mejilla, redonda, suave, acaricié su barbilla y paseé mis dedos sobre su cuello regordete, la piel era delicada, lisa, casi cremosa. Ahora fue ella la que busco mi boca y nos dimos otro beso, está vez entraron las lenguas en contacto y nuestras manos se pasearon por todos lados.

Nos sirvieron el café con un carraspeo para interrumpir nuestro faje. Agradecí, y le dije “en qué estábamos?” y ella me detuvo con su dedito en mis labios antes de continuar con los besos y me dijo “ay esto esta tan mal pero sabe tan bien” y nos dimos otro beso.

Yo no podía dejar de acariciar sus piernas con una mano y con la otra rondar por su cintura, sentir su panza calientita, pasarme a sus enormes tetas. Ella tampoco dejaba de recargar su mano en mi ya visiblemente erecto pene. Le dije “¿quieres ir a otro lado?” y ella dijo “ay es que me da pena, o sea sí quiero, pero me da pena contigo, vas a pensar que soy una fácil y además… me da inseguridad mi cuerpo”, la miré con paciencia y le dije “así como estás me encantas”, ella me sonrío, pagamos y salimos del café. Quizá para muchos hombres ella era una gorda que no merecía la pena, pero yo no podía dejar de pensar en las enormes nalgas, tetas, piernas, en su carita redonda con sus ojos verdes seductores y en esa calentura que exudaba, una calentura que me prendía, su talla plus size me tenía loco y no iba dejar pasar esta oportunidad de hundir mi rostro en aquellas tetas o de meter el pito entre esas enormes nalgas.

Nos subimos al metro y en la estación seguimos con nuestro faje como si no existiera nada más que nosotros dos. Algún chistoso gritó “échenles agua” pero fue justo cuando nos bajamos. Saliendo yo sabía de un hotelito discreto y de medio pelo donde había venido con otra chica. Antes pasamos al Oxxo, compré condones con sabor y un par de cervezas, ella vio los condones y se rio, dijo “me gusta más el sabor natural”. Yo le sonreí y ella me regresó la sonrisa, como si fuéramos un par de gourmets a punto de degustar un platillo delicioso, salivando ambos por el banquete que iba a comenzar.

Entramos con ansiedad al cuarto de hotel y lo primero que hice fue liberar sus enormes tetas, jugué con ellas mientras lengüeteaba y chupaba sus pezones. Ella me dijo “te gustan verdad?” y yo con una teta en la boca le dije “me encantan”. Pidió que se las mordiera tantito mientras ella, sorprendentemente rápido había desatado mi cinturón y atendía mi pito con sus regordetas manos. Le fui subiendo la falda y quitando los calzones, antes ella me pidió paciencia y se puso de pie y se desnudó enfrente de mí. Su cuerpo era descomunalmente bello, una belleza primitiva que recordaba a las famosas Venus de la Edad de Piedra. Sus tetas unas copas D con unos pezones rosados, que apuntaban al cielo y en cada lengüetazo y chupetón le hacían soltar un quejido. Sus anchas caderas cargaban una barriguita y dejaban ver una coqueta pantaleta de encaje, le pedí que se diera una vueltecita y a ella accedió, pude ver su culo, que podía abarcar con mis manos extendidas y mi cara y todavía me faltaba espacio por cubrir. Su culazo expandiendo esa pantaleta a lo máximo. La abracé de las caderas y le di un chupetón en una de sus nalgas, ella me dijo “ay eres un goloso”. Seguimos besándonos sin ropa y ella seguía acariciando mi pene, no lo soltaba con una y con la otra jugaba con mis huevos. Las respiraciones se hacían más rápidas yo ya quería metérsela pero antes quería sentir como estaba de mojada.

Su coño estaba peludito, calientito, se sentía empapado y empecé a dedearla, ella gimió y se dejó dedear un rato, saqué mis dedos y los lamí para saborearla, sabía a un néctar divino que tenía notas frutales y cuerpo graso, yo quería bajarme a comerle el coño pero ella me detuvo “no ahora me toca a mí” me tiró en la cama y rápido se metió mi pito a su boca.

Parece que le dije que era de chocolate porque se la comía con ganas. Yo la sacaba y le daba cachetadas en sus regordetas mejillas y ella se la volvía a meter en la boca para decir “me encanta como sabe tu verga”, yo le respondía “cométela toda” y la tomaba de la cabeza haciéndola que le entrara completa en la boca, no es que yo fuera muy pitudo pero me defendía. Luego volteaba a verme con lujuria y sentía sus ojos verdes devorarme, sentir su respiración tan cerca y jugar con sus tetas casi hacen que me viniera en su boca. Ella seguía chupando como la mejor. Me comió los huevos y sentí otro tirón de sangre a mi pene listo para penetrarla con furor. Le dije “ya te la quiero meter, deja me pongo condón” ella me lanzó una mirada llena de éxtasis y me dijo “desde que te conocí fui a ponerme el DIU, ya métemela así”, me lo dijo y tuvo un efecto afrodisíaco.

Ella se recostó y abrió las regordetas piernas, el cuarto ya olía a sudor y al abrir las piernas sentí el rico aroma de su culo, dulce como la mantequilla. Me acomodé y guie mi verga a su destino. Primero despacio, poco a poco, sintiendo en el glande cada escurrimiento y calor, “que rico te mojas” le dije mientras ella gimiendo me dijo “así me pongo por ti papacito” y le comencé el mete-saca con tanta alegría. Ella daba unos grititos deliciosos (“ay ay ay”) me subí sus piernas a los hombros con un poco de esfuerzo y le di duro y veloz, cada choque de mi pelvis con sus nalgas era música para mis oídos luego ella gimió más rápido. Para variar bajaba la velocidad y me movía haciendo círculos con mi pito dentro de ella, su panza se extendía y sus tetotas rebotaban con cada metida, sentía como me apretaba con su mojada vagina. Su piel se sentía también calientita y húmeda.

A cada empujón sentía como mi cabeza de mantecada se atoraba más y más adentro de ella. Luego fue ella la que tomó la iniciativa y me dijo “ahora yo quiero arriba”. Me acosté y se subió, verla así desde abajo me hizo creer en la divinidad de la carne, casi cien kilos de mujer encima de mí. Me miró con su carita redonda de niña bien portada a punto de hacer una travesura, sus hombros estaban tatuados con unos arabescos, con sus manos guio mi pito adentro de ella y lo tomó para acariciarse con él su chocho, continuó haciendo esto unos momentos hasta que como de un saltito se clavó en mi verga. Sentí otra descarga de sus líquidos mientras se meneaba adelante y atrás, adelante y atrás, frotando su clítoris contra mí, sus enormes nalgas frotándose contra mi. Sus tetas me quedaban a la altura de la cara y cada que podía le chupaba los pezones.

Ella echó la espalda un poco hacía atrás y agarró un ritmo constante soltando unos resoplidos (uff ufff ufff) que venían a acelerar o alentar el mete saca, yo le daba nalgadas y me meneaba a su ritmo. A pesar de su peso ella se sostenía principalmente con sus propias piernas y el peso que me repartía no era tanto, sus lonjitas se movían pero lejos de provocarme repulsión yo me sentía más excitado por la abundancia, era un festín. Entonces ella gimió más fuerte y gritó “me vengo ay me vengo” y sentí una oleada líquida más en su interior yo me deje ir y saqué una cantidad de semen aunque sentí que no salió todo, ella se arqueó hacia atrás y pude sentir un apretón en la verga.

Luego Carola se bajó de mí, se recostó y quedamos cara a cara. Se metió los dedos en la panocha, vio mi semen y dijo “ay que rico que también te vinieras”. Yo la besé y ella me dijo “espera todavía no me repongo”. Me reí y fui por una de las cervezas, le di la suya. Ella seguía recostada solo que ahora estaba acomodada de tal manera que sus nalgas quedaban al aire. Yo seguía muy caliente pero primero le di dos tragos a la chela. Ella me dijo “no manches, aún no puedo creer que estemos aquí”. Dejé mi cerveza, me puse detrás de ella, su regordete cuerpo tumbado era como una colina de carne lisa, blanca y húmeda del sudor, esa imagen de una mujer gordita con el culo al aire no hizo sino prenderme más. Entonces me incliné recargado en mis brazos hasta que mi cara quedó a la altura de su cara, olí su cabello, le di un besito en el cuello y le dije “yo no puedo creer lo buena que estás, ¿estás lista para otro más hermosa?” y ella me siguió el juego y dijo “ay ¿tan pronto? bueno, creo que sí, ¿así?” y paró su culo para restregarse en mi verga, con una mano fui guiando mi pito hasta acomodarlo dentro de ella, ella soltó un gritito, seguía mojadísima. Una vez dentro tuve la mejor vista de todas, ese descomunal culo, esas blancas y adiposas nalgas listas para iniciar una cabalgata orgásmica, suaves como duraznos, esponjosas y en una nalgada dura que le solté ella gritó y se prendió.

Yo me dispuse a dar el 150%, para esto estuve haciendo cardio y abdominales. Trate de no ser un brusco y estar atento a sus reacciones. Jalé sus pelos y seguía clavándome en su rica panocha. Sus nalgas rebotaban y ver su carne vibrar al ritmo de mi embestida me excitaba enormemente. Ahora, no es que la tenga grande pero se defiende y en esta posición se sentía como un boost extra que hacia mi verga más gruesa y sus gemidos más intensos, como de gata en celo (“au au au”). Yo crucé mis manos sobre el nacimiento de sus nalgas y como moviendo mi cadera hacia arriba y sentía su panocha apretarme con más fuerza, debía hacerlo al ritmo adecuado para no salirme, sus gritos eran música celestial. Le di con cierto nivel de dureza, casi violencia, que no me conocía y seguí metiendo y metiendo en ella, tan húmeda, tan carnosa. Entonces ya estaba en vías de estallar ahora sí con todo. Ella meneaba su cola como posesa, yo amasaba sus nalgas, nalgueaba sus carnes. Un poco más y por fin, grité “me vengo” y exploté dentro de ella ahora sí con todo. Sentía salir leche en un gran chorro y ella gimiendo y diciendo “ay que rico ay que rico” y cuando pensé que había salido todo, sentí otro tirón y salió un chorro más. Luego caí rendido a su lado. Ella jadeaba y también se tumbó de espaldas. El éxtasis alcanzado me llevó al grado de olvido, por unos segundos me quedé acostado viendo a la nada. Estaba feliz, muy feliz. Le dije “esto está muy chingón, me encantas”. Ella tomó mi mano, la puso sobre su pecho, y la llevó en medio de sus tetas y dijo “toca mi corazón”. Sentí un latido potente y rápido. “Ahora me siento culpable, pero si quieres saber la neta, todo esto es tuyo, todas las veces que quieras no me importa que tengas novia” me dijo mientras pasaba su mano por todo su cuerpo y luego me chupaba un dedo.

Llevábamos casi hora y media en el hotel, eran las 8 afuera ya era de noche. Yo no quería irme de allí. Quería a Anette pero esto con Carola era cosa de otro mundo. Quizá aquí fue cuando debí ser más sincero y dejar a Anette, pero en ese entonces preferí un camino sencillo y le pregunté “¿todo esto es mío?” exprimiendo sus tetas, manoseando su abdomen. Era una fantasía hecha realidad. Ella me besó y con su mano volvió a tomar mi pito flácido y a jugar con él. Como si fuera una niña jugando con plastilina mientras me besaba. Yo me dejé llevar por los besos por las risas y ella se bajó a chupármela otra vez.

Contrario a lo que pensaba se volvió a parar sin esfuerzo. Esto casi nunca me pasaba. Era un hombre de venirse y esperar unas horas. Esta morra me prendía a niveles que escapaban a mi comprensión. Nunca había tenido sexo con una mujer tan gorda y ahora ella me comía el pito como si fuese de dulce. Lo lamía y succionaba. “Como una tutsi” me dijo mientras le daba chupetones a la cabeza de mi pito. Yo me sentí con energía de darle otro revolcón, aunque quedará hecho polvo. Pero antes de preguntarle ella uso sus enormes tetas para hacerme una rusa. Se sentía endurecer en medio de esos senos, yo le sobaba y pellizcaba los pezones y ella estaba en el modo chica tímida “¿sí te gusta?” y me miraba con sus ojos verdes. Comenzaba a sentir otra explosión pero yo quería metérsela así que le dije “quiero llenarte de leche” y ella se rio. Le indique que se pusiera de ladito y yo con el cuerpo ladeado comencé a metérsela otra vez. Cuando entré no estaba tan mojada como hace rato pero rápido sentí el húmedo saludo de su vagina.

Está vez fue más despacio, pero constante. Siguiendo la locura del momento me atreví a decirle “me encantas putita, ¿quieres ser mi puta?” y ella le prendió porque dijo “soy tu puta gorda”. El ritmo estaba marcado por el sonido de aplauso de sus nalgas, un constante “paf paf paf” y gemidos. Le dije “me voy a volver adicto de tus nalgas” y ella me contestó “yo ya soy adicta a tu verga” y le di un nalgadón que resonó en el cuarto. Le agarré una chichi con fuerza y le di un poco de velocidad le dije “que rico gimes putita” y ella gimió más, se mojó más y entonces sí sentí que estaba listo de sacar mi leche, se lo hice saber “ahora si vas a quedar bien llena de leche” y contestó “si por favor papito” y me vine con una descarga salida del fondo de mis huevos. Sentí como grité con esa descarga y ella se meneaba con cada espasmo, como si su cuerpo me estuviera exprimiendo todo.

Le pregunté “quieres que te ayudé con mis dedos a terminar putita?” y ella asintió. Le abrí las piernas y con mis dedos que venían de tener práctica con Anette le di un constante dedeo con el anular y el dedo medio. A la par que le besaba los pies. Ella me fue diciendo “ya casi no pares” y luego “me vengo me vengo” y sentí como apretaba mi mano con fuerzas y vi como se puso rígida estiro los dedos de los pies arqueó su cuello hacia atrás y con la boca abierta siguió un “ooooh” a la par que sentí como se escurría en mi mano.

En un instante eterno nos quedamos acostados. Su orgasmo la dejó noqueada y yo apenas podía mantenerme despierto. Antes de que nos ganara la noche y le dije “ya son 9:30, no me quiero ir”. Ella me vio con una risita culpable y dijo “no hay que irnos, no viven juntos de todas maneras, o si?” y pensé en un choro rápido para decirle a Anette. Si preguntaba le diría que estaba tomando con mis amigos. A fin de cuentas ella no se llevaba tan bien con esos weyes. Yo le pregunté “segura que quieres quedarte aquí?, mañana hay que trabajar”

Ella me vio sorprendida por ese hecho que rompió nuestro momento “entonces que sugieres?”, le dije “vámonos de aquí y en el camino pensamos, tu casa es opción?” y ella sonrió con mucha satisfacción y me dijo “sí lo es, vivo con mi hermana y no está, se fue esta semana de viaje, te iba a decir que fuéramos a mi casa pero nunca había venido a un hotel y me pareció excitante venir aquí a ser infiel”. Me reí y disfruté mucho ese comentario, pobre Anette, tenía que terminar rápido con ella, antes de que mi aventura con su amiga gorda le hiciera daño.

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