Es jueves de la tercera semana, Ángel llega en dos días. El gordo me evade y yo ya estoy medio despechada. Tengo que hacer algo. Estoy desesperada por verlo. Sé donde vive así que medio de locura me visto sexy con un vestido corto como de costumbre y me voy para su apartamento. Le digo al vigilante que no me anuncie que quiero darle una sorpresa, uso mis encantos para evadir los protocolos de seguridad, siempre funciona y me deja seguir.
Llego al apartamento del gordo y toco la puerta. Se oyen unos pasos pesados y la puerta se abre. Su cara es sonriente inicialmente, pero al verme el horror lo invade. Me toma del brazo con fuerza y me hala adentro.
¡¿Qué haces aquí?! – Me grita.
Quería verte, no aguanto más que evadas
Mi novia está por llegar
Me lleva a empujones a la habitación principal, ya la conozco, ahí fue donde follamos por primera vez cuando me vendí por una prórroga de la hipoteca. Apenas entramos se oye el timbre. Me mira fijamente, escóndete y no hagas ruido. Me empuja hasta un armario y me encierra allí.
El armario tiene rejillas así que me permite ver hacia el cuarto. No sé por qué lo hago, no sé por qué estoy inmovil en un armario porque un tipo horrendo me lo ordena, no soy yo, pero así es como está la cosa. El gordo entra con una chica, es bajita, nada espectacular, de pelo castaño rizado, lleva gafas. Se ríen, ella entra al baño con un maletín, él espera en el cuarto usando el control remoto para activar el televisor, pone porno, especificamente un video de un gang bang, muchos tipos y una chica. Mira hacia el closet y sonríe.
La chica sale del baño, lleva puesto algo, no podría llamarlo un vestido, es una suerte de correas que empiezan en su estómago y se conectan en su espalda donde hay un gancho plateado. No está tan buena como yo, de eso estoy segura.
La chica se pone a gatas y avanza así hasta el gordo. Él saca de detrás de su silla una correa de perro que engancha en la espalda de la chica. Se levanta y la lleva de paseo por la habitación. La deja sola por un momento y sale de allí. Vuelve con una bandeja pequeña y un plato redondo de perro. Pone ambas cosas sobre la cama. En la bandeja hay un polvo blanco, es cocaína, en el plato hay comida de perro jugosa.
Toma la correa de la chica y la lleva a la bandeja, ella inhala, después la lleva al plato y ella mete su cara allí y mastica aquello, saca su boca llena de comida de perro hasta las mejillas. El gordo empieza a follarsela. Después de un rato ella se monta en la cama, él le ata las manos en la espalda y por primera vez noto que sobre la cama, en el techo, hay unas agarraderas. El gordo, mi gordo, se sostiene de ellas y le pisa la cabeza a la chica. Es dominación clara y plena.
Pasan horas en eso, me quito los tacones para descansar los pies. No me puedo sentar porque no vería nada. Ellos apagan todo y se duermen. ¿Se habrá olvidado de mí? Resignada me siento en el suelo y recuesto mi cabeza a la pared, me quedo dormida.
Una mano me toca, es el gordo que me jala y me saca del armario. Me lleva a empujones a la puerta del apartamento y me dice que me vaya.
Quiero lo mismo que ella, mañana mismo, sino te juro que la busco y le digo todo – Lo amenazo.
ok, pero vete
Al otro día espero su llamada pero no llega. Decido llamarlo a las 3pm.
Hola – Le digo secamente.
Llega a mi apartamento a las 7pm – Me responde.
Me pongo sexy, quiero que note la diferencia con su novia. Mi vestido tiene lentejuelas, estoy radiante. Uso mi ropa interior más cara y exclusiva. Llego a su apartamento, el gordo abre la puerta, todo está oscuro. Lo beso pero él me toma del brazo y me lleva directo a la habitación sin decirme nada.
Quítate la ropa – me ordena.
Eso hago, me pide que se la entregue y saca un balde que está en una esquina, pone todo dentro, mi vestido, mi tanguita, mis zapatos. Les rocía un líquido y saca una caja de fósforos. Enciende uno y lo deja caer en el balde, mi ropa se enciende. Estoy desnuda aunque no quisiera.
Me lleva a la cama y me amarra por manos y pies. Los brazos no los puedo mover, pero las piernas quedan con cierta tolerancia y puedo ponerme de rodillas sí quiero. El gordo verifica la calidad de los nudos.
Mi amor me gusta esto – Le digo. Él me mira y no responde. Acto seguido sale de la habitación.
Estoy unos segundos a solas, cierro mis ojos y pienso en lo que vendrá, en su verga. La puerta se abre, giro mi cabeza tanto como puedo para verlo pero para mi sorpresa lo que veo son tres tipos con capuchas negras. Sus cuerpos son atléticos, claramente ninguno de ellos es mi gordo.
Hey, ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? – Lo llamo por su nombre pidiendo respuesta.
Pero nada. Uno de ellos se pone entre mis piernas y derrama el contenido de un frasco en su verga. El tipo me penetra.
¡Ah! Oyeee ¿qué pasa? ¿quiénes son ellos? – grito. Pero no hay respuesta.
El tipo me empieza a follar con fuerza y pronto el terror de la situación va cediendo para dar paso a un placer físico potente. Me da con fuerza, con consistencia, sin parar, es un atleta. No puedo evitar gemir, mis piernas están tan abiertas que su verga entra tan profundo como su miembro viril desea. Otro de ellos se acerca y me la posa en la boca, no quiero eso, trato de evitarlo pero mis movimientos están restringidos, él toma mi cabeza y a la fuerza me la mete en la boca, no se la chupo, él me está penetrando la garganta.
Se turnan para follarme y no tarda en ocurrírsele a uno de ellos la idea de metérmela por el culo.
nooo, por favor no, espera espera – Le digo.
El tipo se detiene por un momento y me mira.
Yo no vine a esto, yo vine a verlo a él, por favor, dejame, por favor… te lo suplico- le ruego.
No hay caso, se lubrica el pene y me clava por detrás.
¡Aaaaah nooo, ayudaaa! – Grito.
No fue poco tiempo. Me cogen por más de una hora como quieren. De repente se oye abrir la puerta del cuarto. Entra el gordo, los tipos se levantan inmediatamente y salen de allí.
¿Por qué me haces esto? Yo quería estar contigo – Le digo llorando.
Quería saber a que estabas dispuesta
¡¿Violándome?! maldito idiota
¿A que estas dispuesta?
Su pregunta trasciende. En sus manos trae un bandeja con cocaína, me dice que me va a recuperar, hago lo que dice, me sirve, me animo. Él va a un cajón y saca una especie de palo, es delgado. Me da un golpe en las nalgas.
Aaaah… ufff – digo.
Pronto me desata.
¿Puedes hacer algo por mí? – me pregunta.
Lo que tú quieras mi amor
Sale de la habitación y vuelve a entrar con los tres sujetos que me acababan de follar. Me extiende la mano y me lleva al baño. Me mete a la ducha y me pide que me arrodille. Los cuatro, el gordo y los tres tipos se empiezan a pajear frente a mí. Pronto eyaculan y cubren mi cuerpo de semen espeso y pegajoso. Tienen especial interés en cubrirme la cara con aquello y tengo que retirar el líquido con mis manos para poder seguir viendo un poco. No contentos con aquello todos orinan sobre mí.
Los tres tipos se van y no los veo más. Pienso en ducharme para limpiarme pero algo me dice que el gordo no quiere eso, así que no lo intento. Me ayuda a ponerme de pie, resbalo con los fluidos que están en el piso de la ducha y me golpeo una rodilla. Me lleva al cuarto y espero que me de algo para cubrirme, pero no, continuamos el camino por el apartamento hasta la puerta de salida. Cuando veo que trata de sacarme del lugar pongo algo de resistencia pero su mirada fija y un serio jalón me hacen ceder. Me lleva desnuda, follada y bañada en semén y orines por el pasillo y hasta las escaleras. Es tarde, casi dos de la mañana, no es probable cruzarse con alguien, pero es posible. Miro con angustia para todos lados, él parece estar tranquilo.
Evitamos el elevador, supongo que por las cámaras. Bajamos cuatro pisos por las escaleras hasta llegar al sótano de estacionamiento. Caminamos hasta su auto, el gordo abre la cajuela y me carga para soltarme ahí dentro y lo cierra. En total oscuridad siento como el auto se enciende y emprende la marcha. No puedo decir cuánto tiempo estuve ahí así como no puedo decir cuánto tiempo me follaron los tres tipos.
El auto se detiene. La cajuela se abre y la luz de la calle me ciega. Me toma en sus brazos, lo abrazo por un momento durante unos pasos hasta que me pone de pie. Estoy en la puerta de mi casa. Entro y corro como loca hasta mi habitación, cierro la puerta con seguro tras de mí. Me miro en el espejo, son un desastre, una basura, un humano cubierto de orines y semen, ultrajada. Me meto a la ducha y me quito todo aquello. Me seco pero no me pongo nada, sigo desnuda. Ya limpia me acuesto en la cama, el sueño me quiere vencer.
En mi teléfono hay un mensaje. Un corazón, es del gordo.
¿Cuándo nos volvemos a ver? – le escribo.