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Infidelidad adquirida (III)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

A la segunda semana la tensión, por lo menos de mi parte, con Yuli era palpable. Al llegar en las tardes después de caminar por los caminos de herradura de aquella región conociendo a la gente, siempre me la encontraba con la escoba. Había empezado a comunicarme mejor con ella, o bueno, lo que se podía. Ella podía leer mis labios y entender mis expresiones, pero para yo entenderla, Yuli tenía que escribir en un papel y mostrarme. Aquello naturalmente hacía lenta la charla, pero me resultaba encantadora.

Pude saber que vivía con su madre por uno de los caminos más alejados, que no tenía pareja ni hijos, que había estudiado hasta la primaria. Saber más de ella solo hacía que mi fijación se intensificara. Un viernes me dijo que iría a un festejo con gente del pueblo esa noche, una celebración local muy popular que ocurría una vez al año, algo que tenía que ver con la fundación del pueblo. Me invitó.

Me dijo, o más bien me escribió que pasaría por mi tras ir a su casa y cambiarse de ropa. Acepté gustoso. Pensé que Diana, en lo que había hecho por nuestra familia, me sentí terrible de salir con Yuli. Era una invitación amistosa de su parte, pero claramente mis pensamientos hacía rato se dirigían más allá. Me aguanté el sentimiento de culpa y me di una ducha para esperar a Yuli.

Ya había caído la noche cuando tocó la puerta. Estaba espectacular, como de costumbre su ropa no cubría mucho de su cuerpo, llevaba una falda negra pomposa con bordes de colores y un top blanco, en la cabeza una bandana naranja adornaba su afro. La mezcla de colores en la ropa era bastante particular, casi inocente.

Caminamos juntos por un par de kilómetros hasta el punto de la celebración. No fue sorpresa que la fiesta fuera en la cantina aquella. El único sitio de esparcimiento de aquel tipo, para encontrar otro lugar parecido debías caminar 75 días por la selva. Contra cualquiera de mis preceptos, la gente se entusiasmó al verme, me reconocían como “el ingeniero”, cosa que yo no sabía hasta ese momento.

Me invitaron a una mesa y me ofrecieron alcohol, tragos cortos de ron o algo parecido. Me sentía alegre por el recibimiento y por supuesto no me negué a sus atenciones. La gente bailaba y festejaba. Me di cuenta que Yuli no vestía de una manera especial, todas las chicas de su edad, pocas en realidad, vestían igual muy ligeras de ropa y no parecía ser algo atractivo para los hombres, era lo normal. No era normal para mí, menos con 10 tragos de ron en la cabeza.

De repente Yuli se acercó a mí, me extendió la mano, no entendía para qué pero la tomé y me levanté, me estaba invitando a bailar. Pero si era sordo muda, como escucharía la música. Pues parece que no era un tema de escuchar, ella se dejaba llevar por lo que veía que hacían los otros. Como película cliché, ahí estaba yo, el blanco que no sabe bailar con una diosa negra, que aunque sordomuda, me hacía quedar en ridículo. Pero nadie miraba, a nadie le importaba, los pocos que me vieron bailando solo me animaron, era un ambiente muy positivo.

Yuli se acercó a mí, nuestros cuerpos rozaron. También me puso el culo sobre la verga y empezó a moverlo. En cualquier otro contexto sería una clara manifestación sexual, pero había visto a todas las mujeres hacer lo mismo toda la noche, era una forma más de bailar en aquellos recónditos parajes.

Bailé varias veces con Yuli, afortunado que llevaba un jean de trabajo de esos gruesos y duros y mi erección nunca fue muy evidente para ella. Como en todo pueblo la gente se acostaba temprano, así que la fiesta terminó a eso de las 12, solo se quedaron algunos viejos bebiendo. Yuli sacó un papel.

Vamos, te acompaño hasta tu casa y sigo – Decía el papel.

Empezamos a caminar, había bebido mucho, ella también. Le decía que me había divertido mucho, le agradecía por invitarme. Como yo no entendía lenguaje de señas ella no podía responderme, solo sonreía y asentía con la cabeza o haciendo thumbs up con las manos.

Yo estaba a cien, como no estaba hacía tiempo, ni siquiera con Diana.

Al llegar a la casa me dirigí a la entrada, ella no me siguió. Me di la vuelta y la vi batiendo la mano en señal de despedida.

No! espera, necesito que veas algo, solo un momento – le dije y asintió.

Caminamos hasta mi habitación, ella entró buscando con la mirada algo diferente, lo que fuera que yo quería que viera. La vi de espaldas y me abalancé sobre Yuli. Una mano agarró su culo bruscamente y la otra apretó una de sus tetas perfectas medianas. Ella trató de zafarse, no gritó, era muda, aunque físicamente podía hacerlo, hacer sonidos con su boca no era lo acostumbrado, solamente forcejeó conmigo. Fue el instinto, no se cual de todos pero algún instinto fue. Mi puño se apretó y lo encajé directamente sobre uno de los oídos de Yuli, ella cayó desmayada.

***

Ángel vuelve en una semana, a pesar de haber pensado en tener aventuras la verdad es que solo me he visto con el gordo. Lo demás ha sido nutrir mi cuenta de Instagram con fotos, algunas viejas, algunas nuevas, mi estrategia es que si alguien conocido me pregunta digo que es una estafa, una suplantación y safo. Eso pasa mucho hoy en día en las redes.

Me llaman del colegio de los chicos, ellos son pequeños aún, tienen 8 y 7. Resulta que se ha peleado y porque uno chico atacó al más pequeño y el más grande lo protegió, el otro quedó lastimado, mi hijo mayor afronta un proceso de expulsión. Siento algo de culpa, lo habré descuidado por andar pensando en otras cosas… solo ha sido un mes y algo más… no creo.

Me citan en el colegio. Me pongo un jean azul apretado, unos tacones negros y una blusa negra. No sé cómo no verme sexy, es mi estilo, mis curvas son mi presentación y me han servido, no sólo para fines sexuales, en general ser bonito o bonita es un ventaja genética, la gente te acepta y cede más.

Llego al colegio, nos citan en un salón a los padres del otro niño y a mí y mi esposo. Claramente Ángel no está así que asumo toda la carga yo, como de costumbre. Entro al salón, está el director, la profesora del curso y una pareja, los padres del niño. El papá se me queda viendo embobado, la señora me mira también pero con desprecio. Estoy acostumbrada amiga.

Empiezan los descargos, los niños no están para contar sus versiones, las autoridades ya tienen versiones de todo aquello así que partimos de la idea de que mi hijo le partió la madre al hijo de la otra pareja y terminó en el hospital. Nada grave, pero hospital es hospital y se vuelve dramático el tema por supuesto. En su posición estaría igual de alarmada, pero tengo que luchar por mi hijo y su continuidad en el colegio.

Tras un rato de discusión la conclusión es que mi hijo mayor debe ser expulsado. Todos salen del salón excepto el directo de disciplina y yo que indignada me rehúso a la decisión tomada.

Hablemos en privado por favor, necesito que me escuche – le digo.

Camino con el director hasta su oficina. Ya me vendí por una prórroga para la hipoteca, sé lo que puedo lograr con lo que Dios me dio. Entramos a la oficina, estratégicamente cierro la puerta con seguro, él se sienta en su silla tras su escritorio, yo me siento frente a él.

Director Jimenez, comprenda, fue solo una pelea entre chicos, el niño se golpeó contra la pared tras un empujón, es algo que puede pasar incluso en medio de un juego de niños, la intención de mi hijo no fue hacerle daño sino proteger a su hermano – le alego.

Entiendo señora Diana, pero comprenda que debemos sentar precedentes antes estas situaciones.

¿Qué podemos hacer? ¿Que puedo hacer para que cambie de opinion?

eeeh no entiendo señora Diana, no creo que haya algo que usted pueda hac…

¿Que quiere que haga? Yo hago lo que quiera pero no expulse a mi hijo

El director me mira y se hace un silencio tensionante. Él está pensando cosas, lo estoy sacando de su marco de acción, lo tengo, doy el siguiente paso.

No puedo evitar notar que me ha visto desde que llegué ¿Hay algo que le parece atractivo?- Le digo.

Señora Diana… yo…

¿Pídame lo que quiera? ¿qué quiere?… ¿quiere que follemos?

Señora Diana… yo

Un trato sencillo director, usted me folla ya, aquí mismo, como usted quiera… y no expulsa a mi hijo…

Su silencio lo expone, me levanto de la silla, dejo mi bolso y me acerco a él. Empujo si silla con rueditas y me arrodillo debajo del escritorio. El tipo está inmóvil, es mío, mi hijo no será expulsado si sexy madre puede evitarlo. Le abro la bragueta y le saco la verga, es mediana, ni comparación con el gordo, comparable con la de mi esposo. Me la trago. Hago el mejor trabajo de mi vida, de verdad que me esfuerzo porque el director sienta algo que no ha sentido nunca.

Después de un rato me pongo de pie, me doy media vuelta, abro el botón de mi pantalón y lo bajo de un tirón junto a mi panty hasta la mitad de mis muslos. El director tiene mis nalgas grandes en la cara, pero está a punto de presenciar algo mejor, me inclino sobre el escritorio y empino mi culo, como tengo tacones mi parte trasera se eleva con majestuosidad y le doy una vista privilegiada de coño y ano. Mi hijo se quedará en el colegio.

El director agarra mis caderas e incrusta su nariz entre mis nalgas. Su lengua juguetea con mi coño. Es rico, no lo voy a negar. Después se pone de pie y jadeando agitado veo como sujeta su verga mediana y la dirige a mi coño para penetrarme.

Dale papi, dame duro porfa – Le digo actuando como una pro. No me gusta el director, pero una folladita en la dirección de disciplina del colegio me parece divertido, además que estoy logrando lo que vine a buscar.

El tipo se afana más y más hasta que sus incursiones son sonoros golpes de su cuerpo flaco con mis nalgas. Espero que esta oficina tenga buen aislamiento de sonido, aunque no parece. El director me coge en cuatro mientras yo con mis brazos extendidos desordeno todo su escritorio pulcramente acomodado.

El tipo se viene en un frenético gemido y me llena el coño de leche. Debo recordar que tras tener dos hijos tomé la decisión de desconectarme así que a este coño puede entrar tanta leche como quiera, mi cuerpo no engendrará más humanos.

El director cae en su silla agotado, levanto mi pantalón y lo abrocho.

¿Tengo su palabra? -le digo.

Sí señora Diana, su hijo no será expulsado.

***

Mientras estaba inconsciente subí a Yuli a mi cama y la desnudé, amarré cada una de sus extremidades a los cuatro bordes de la cama con mis camisas y sudaderas. Estaba como loco, no era del todo consciente de lo que hacía. Por un momento me puse de pie y la vi, ya había pasado una línea, por lo menos terminaría de atravesar el camino.

Sus nalgas eran perfectas, duras, sin ninguna estría o mancha, irreales. Me lancé entre sus piernas y separé sus nalgas. Su vagina al abrirse era como ver la luz en la oscuridad, un rosado intenso contrastaba con su piel negra, le metí la lengua por ahí y en el culo también.

Humedecí mi verga con saliva y la penetré, su coño era apretado. Tras unos minutos de darle así se despertó.

Yo no me detuve, como dije, había cruzado una línea, una actitud desconocida para mí, jamás en la vida habría pensado en abusar de alguien como lo estaba haciendo. Pero mi mente me decía que si ya había iniciado no había nada más que hacer que terminar. Al despertar su cara de confusión, luego de miedo. Giró su cabeza para verme y algo trató de decirme, por supuesto que no la entendí. Le tomé fotos y videos y pronto me vine pajeandome sobre su culo.

Me quedé dormido a su lado en un rincón entre la X que formaba con su cuerpo sobre mi cama. Me desperté pronto, aún la oscuridad reinaba y mi mente se aclaró un poco. Yuli me miraba y trataba de decirme algo con sus gestos, no tenía que saber lenguaje de señas ni nada para saber que me pedía que la soltara. Entonces la realidad me pegó de golpe. Acababa de abusar de alguien, en el mejor de los casos podría escapar de allí y ser un fugitivo, en el peor, la gente de aquel pueblo me quemaría vivo haciendo justicia por propia mano.

La desaté de tres extremidades y fui a mi closet. Al volverme vi como trataba de quitar el nudo de la pierna que aún estaba amarrada. Saqué un fajo de billetes del armario y me acerqué a ella asegurándome de que me viera.

Toma, es tuyo si no dices nada… -Dije.

Era una cantidad considerable. Algo de unos ahorros de Diana que me dio por si alguna emergencia y el resto era un adelanto del sueldo de trabajo que había pedido para enviar a casa pero que no había podido enviar porque en ese pueblo no había como. Ella me miró, miró el dinero, su cara cambió. Asintió, tomó los billetes y se desató para tomar su ropa y salir del cuarto.

No pude dormir, solo esperaba los golpes en la puerta de la gente del pueblo dispuesta a desollarme vivo. También estaba el remordimiento por haber tomado a la fuerza a Yuli y un poco detrás el hecho de serle infiel a Diana, aunque aquello era lo de menos cuando piensas que te van a prender fuego. Pero nada pasó. Llegó la mañana y nunca nadie tocó a mi puerta. Los dos siguientes días fueron raros, eran sábado y domingo, Yuli no tenía que ir a trabajar y yo simplemente me mantuve en mi cuarto analizando escenarios, no intenté comunicarme con Diana. Faltaba una semana para volver a verla.

El lunes siguiente salí a trabajar, todo normal. Al llegar a mi casa caída la tarde entré y me encontré con Yuli. Me miró, tomó un papel y se acercó para entregármelo.

¿Qué quieres que haga? – decía.

La miré confundido y ella se empezó a quitar la ropa. La detuve.

Mira, no te puedo dar el mismo dinero que te di, es mucho, no tengo tanto – le dije asegurándome de que viera mis labios.

¿Cuánto me puedes dar?

¿Cuánto te puedo dar por qué?

Por lo que quieras – me escribió en un papel.

Como todo analista hice mis cuentas rápidamente. Le escribí una cifra cómoda para mí y debajo un texto que decía “cada mes”. Para mi en ese momento más que pagar por nuevas cosas era asegurar su silencio con respecto a lo que había pasado. Le mostré el papel y me miró asintiendo con la cabeza. Me acerqué y estrujé su entrepierna. La llevé a mi cuarto y me la follé. Ese día Yuli no se fue a su casa, durmió conmigo.

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