Después de la fiesta en casa de Paola, ella se fue a la universidad, la cual está un poco lejos de donde vivimos. Pasaron dos semanas en las que Paola y yo nos mandábamos fotos y videos en los cuales nos mostrábamos desnudos y masturbándonos. Después de esas dos semanas, Paola tenía unos días libres, así que iría a la casa de sus padres, la cual está cerca a la mía. Cuando llegó, coordinamos para ir a buscarla, con el pretexto de ir al cine. Fui a su casa y me abrió mi tío.
-Gonzalo, ¿Cómo estás? –me saludó– Pasa, Paola se está alistando.
-Hola tío, gracias –pasé y me senté en el sillón.
-Quiero agradecerte, porque Paola me contó lo que había pasado en la fiesta –dijo– me contó lo de su novio, que se sintió muy mal y que tú la ayudaste y la consolaste.
-Si, tío. Lo que pasa es que la vi mal en la fiesta, así que fui a ver como estaba –respondí.
-Me contó que conversaron mucho y que le ayudaste bastante y se divirtieron en la fiesta –dijo.
-Si, por eso quedamos para ir al cine hoy y conversar un poco –dije.
Al rato bajó Paola, vestía un jean pegado, que marcaba su gran culo, un top cortito que dejaba el ombligo al aire y una casaca corta. Se veía muy bien. Nos despedimos de mi tío y salimos. Le había pedido prestado el carro a mi padre, así que nos subimos y nos fuimos a un hotel, en el camino, nos besábamos desesperadamente en cada semáforo. Mientras manejaba, Paola me sobaba el pene por encima del pantalón.
Fuimos a un hotel con cochera privada, entramos por la puerta de la cochera, hay otra puerta para peatones, en el mismo carro nos piden los documentos, pagamos y nos dieron un control remoto. Entramos y había un gran patio, con varias cocheras con puertas levadizas. Abrimos la puerta con el control y entramos.
La cochera era pequeña, con las justas entraba el auto, al fondo de la cochera había una puerta de vidrio oscuro. Nos bajamos, cruzamos la puerta y encontramos una habitación con una cama muy grande, un pequeño sillón de dos cuerpos, una mesa de centro y un baño pequeño. Prendimos la luz y tenía un tono medio rojo. Nos comenzamos a besar desesperadamente. Habían pasado dos semanas, estábamos muy excitados.
-Te extrañé –dijo.
-Yo también –respondí– todos estos días solo he pensado en cogerte de nuevo.
-Igual yo –dijo, volviendo a besarme.
Le saqué la casaca, ella me quitó el polo. Levanté su pequeño top y no tenía sostén. Le manoseé las tetas, sin dejar de besarla. Nos desabrochamos los pantalones al mismo tiempo y cada uno tiró del suyo hacia abajo, yo en bóxer y ella con un hilo que casi dejaba al descubierto su vagina, con la tira de atrás metida entre sus nalgas. Mi pene se notaba completamente erecto. nos seguimos besando.
Rápidamente nos sacamos las únicas prendas que nos quedaban. Paola se recostó en la cama, con la cabeza al borde de los pies de esta. Pidió que le folle la boca. Estaba casi de cabeza, metí mi pene suavemente y me comencé a mover dentro de su boca. Me agaché encima de ella y estiré mi mano, para meter dos dedos dentro de su vagina. Paola daba arcadas cada vez que mi pene entraba hasta lo más profundo de su boca, pero no se quejaba. Mis dedos estaban completamente mojados.
-Quiero que me cojas –dijo, después de levantarse– quiero que me la metas hasta el fondo y me llenes con tu lechita.
-Prima, pero ¿si quedas embarazada? –pregunté.
-No he dejado de tomar mis pastillas, tranquilo, quiero sentirte dentro –respondió.
Se recostó boca arriba, jaló sus piernas hacia arriba lo más que pudo, dejándome ver su hermosa vagina y su ano. Me tiré de cara, para lamerle la vagina y el ano. Que rico sabor tenía. Me levanté y se la metí de un solo empujón. Se sentía delicioso como estaba de mojada su vagina. Comencé a penetrarla fuertemente, ella seguía agarrando sus piernas muy arriba. Me apoyé en sus muslos y la embestí fuertemente, mis movimientos eran muy rápidos. Comenzó a temblar, mientras decía que se corría.
-¡Ahhh! Sigue ¡no pares! ¡así! –dijo entre gemidos y gritos de placer.
-Yo también me voy a correr, he esperado esto mucho tiempo –dije.
-¡lléname de leche! No pares primito –dijo– más rápido ¡Ahhh! ¡si!
-Ahí va ¡Ahhh! Toma tu leche primita –dije mientras varios chorros de espesa leche salían para inundar su vagina– ¡Ahhh!
-Que rico se siente tu leche, primito –dijo mientras nos abrazábamos tendidos en la cama– que rico estuvo.
-Disculpa prima por venirme tan rápido, pero hace mucho que esperaba esto –dije– me tenías muy caliente.
-No te preocupes, tenemos bastante tiempo para seguir cogiendo –dijo.
Nos recostamos un rato, abrazados, conversando de cualquier cosa, nos acariciábamos el cuerpo mutuamente, mis manos pasaban por sus tetas, recorrían todo su cuerpo y apretaban sus nalgas. Ella acariciaba mi pecho y bajaba hasta sobar mi pene y mis testículos. Mientras nos manoseábamos, salió el tema de su ex novio.
-¿Sabes que cuando llegué, él no sabía nada de que lo había visto? –preguntó apenas salió el tema– el primer día lo saludé normal, el muy pendejo quería coger, me inventé una excusa. Quería planearlo todo para vengarme. Hay un chico en la universidad que siempre me para buscando, mi ex novio siempre se burlaba de él, porque no es muy guapo ni atlético –continuó– le conté lo que había pasado y quería que él me coja para vengarme.
-Jajaja –reí– ¿y qué te dijo?
-Aceptó al instante –respondió riendo– la cosa es que estuvimos en mi departamento, cogimos un rato. No lo hacía muy bien, pero si tenía una pinga enorme. Antes de cogérmelo, le mandé la foto que vimos y le dije que me vengaría cogiendo con este chico. Él tenía llave de mi departamento, así que se apareció en el departamento, me encontró en el segundo polvo, con tremenda verga hasta el fondo de mi concha.
-¡Wow! –atiné a decir– ¿y qué hizo?
-Lo quería matar, así que lo comencé a empujar, a dar cachetadas hasta que lo boté –terminó riendo.
-Bien hecho –dije– por desperdiciar a una ricura como tú.
-Si pues primo, él se lo pierde y yo gano, porque ahora me coges tu mucho más rico –dijo dándome un beso.
-Y hablando de coger, ¿te lo seguiste cogiendo al chico? –pregunté.
-Nada, con todo el escándalo, se asustó y se le bajó –dijo molesta– por más que intenté, no se le volvió a parar. Después de eso, ya ni me miraba, creo que se avergonzó.
-Mejor, más para mí –dije riendo.
Después de tanto relato, tenía otra vez el pene erecto. Paola se puso en cuatro, pasé mis dedos por su vagina, la cual estaba muy mojada. Me metí los dedos en la boca y comencé a penetrarla despacio. Comencé a moverme cada vez más rápido. Al golpear sus nalgas, estas vibraban de una forma deliciosa. Paola gemía y movía sus caderas de arriba abajo, haciendo más rica la penetración. Su vagina chorreaba, yo la seguía embistiendo fuertemente. Ensalivé un dedo y comencé a jugar con su ano. No se quejó. Así que metí el dedo, sin parar de embestirla.
-¡Que rico! ¡sigue así por favor! –dijo gimiendo– me gusta que me dedeen el culo mientras me cogen la concha.
-Quiero darte por el culo, me tiene loco –dije, metiendo cada vez más rápido mi dedo en su ano.
-No, por el culo no, nunca lo he hecho por ahí –dijo, para mi mala suerte.
-Lo haré despacio, te va a gustar –insistí.
-Ahora no, de repente otro día –dijo.
No me gustó su respuesta, pero no quise insistir. Seguí penetrando su vagina, mientras metía mi dedo en su ano. Estuvimos así un buen rato. Luego le pedí que me cabalgara. Me senté en el sillón, ella se acomodó dándome la espalda y de un sentón se metió todo mi pene en la vagina. Comenzó a moverse delicioso. Subía y bajaba rápidamente. Yo aprovechaba para apretar sus nalgas. La ayudaba a moverse de arriba abajo.
Estuvimos en esa pose un buen rato, porque me encantaba ver ese culo rebotar encima mío. pero después de un rato, se cansó, así que me pidió cambiar de posición. Nos levantamos y fuimos a la cama, se recostó al borde, de costado, me acomodé en el borde de la cama y así, de costado, la comencé a penetrar fuertemente. Las embestidas eran muy rápidas, Paola gemía fuertemente.
-No pares. Sigue así. Dame duro –dijo –¡Ahhh! ¡si! No pares. Me vengo otra vez. ¡Ahhh!
-Yo también. Quiero llenarte la concha de leche. –dije.
-¡si! Lléname toda –dijo mientras se seguía corriendo.
-Ahí va. ¡Ahhh! Toma tu leche zorrita. –dije corriéndome fuertemente.
Nos recostamos un rato. Nos abrazamos, pegando nuestros cuerpos el uno con el otro. Estuvimos ahí un rato en silencio. Ya habían pasado unas tres horas desde que salimos de su casa para “ir al cine” no nos quedaba mucho tiempo. Debíamos regresar rápido para no despertar sospechas. Pero yo estaba con ganas de darle por el culo. No me sacaba de la cabeza esa idea.
-Pao. Sé que me dijiste que no, pero no me saco de la cabeza el darte por el culo –dije.
-No lo sé, me da miedo –dijo, un poco asustada.
-Lo hacemos despacio, si no te gusta, me dices que pare y lo dejamos así –dije– ¿te parece?
-Ok, pero despacito –respondió.
La acosté boca arriba, levanté sus piernas y le pedí que las sostenga lo más alto que pueda. Comencé a lamerle la vagina, para ir bajando a su ano. Olía bien. Comencé a lamerlo despacio, mojándolo bastante. Le metí dos dedos en la vagina y seguí lamiendo. Luego, comencé a meter un dedo, ya húmedo con sus jugos, en su ano. Paola no decía nada, cerraba los ojos y se mordía el labio inferior. Continué haciendo eso un buen rato, luego metí otro dedo. Después de unos minutos más en eso, Paola gemía, le pedí hacer un 69.
Mientras me chupaba el pene, yo seguía con mi trabajo. Le pedí que lo ensalive bastante, para lubricarlo y hacer más fácil la penetración. Su ano ya estaba bastante dilatado y lubricado. Paola estaba haciendo un gran trabajo con mi pene, lo lubricó bastante bien, así que decidí penetrarla.
La acomodé boca arriba nuevamente, con una almohada debajo de su cintura, levanté sus piernas lo más que pude. Acomodé mi pene en la entrada de su ano y comencé a empujar suavemente. Después de tantos preparativos, la cabeza entró con facilidad. La dejé un momento adentro, sin moverme. Luego comencé a empujar un poco más. Para luego volver a detenerme. Así lo hice hasta que entró toda. Me volvía detener.
-¿estás bien? –pregunté.
-Si. No me duele tanto –dijo.
-Me voy a mover despacio, cuando quieras más rápido me dices –dije– mientras tanto anda masturbándote, eso lo hace más fácil de llevar –le aconsejé, sin saber si era cierto o no.
Comencé a moverme suavemente. Paola se comenzó a meter dos dedos rápidamente en la vagina. Estuve un buen rato dándole despacio, hasta que me pidió que le dé más rápido. Comencé a acelerar mis movimientos. Paola comenzó a gemir, estaba disfrutándolo. Pero no creo que tanto como yo. Que rico se sentía desvirgar tremendo culo. Mia movimientos eran bastante rápidos, al igual que los de sus dedos. Estábamos bastante excitados.
-No pares. Rómpeme el culo –dijo casi gritando– ¡sí! Dame duro.
-Me encanta ser el primero en romperte el culo –dije, embistiéndola más fuerte.
-¡si! ¡Ahh! Me corro puto –dijo mientras se masturbaba muy rápidamente –no pares, dame más puto, párteme en dos.
-Córrete putita. Te voy a dejar el culo abierto –dije dándole con todas mis fuerzas.
Paola seguía gimiendo fuertemente, mientras yo le daba lo más fuerte y rápido que podía. Se sentía delicioso darle por el culo. Sus tetas se movían con cada embestida. Empujé sus piernas hasta dejarlas al lado de sus hombros. Y la penetré con fuerza. estaba por venirme.
-Me voy a correr. Pídeme que te llene el culo de leche –dije.
-¡si! Dame toda tu leche y que chorree de mi culo –dijo.
-Ruégame –pedí.
-Por favor. Sigue y lléname de leche, quiero tu leche, primo –dijo casi gritando.
-¿Quieres leche putita? Eres una zorra ¿no? –dije sin parar de embestirla –quieres la leche de tu primo.
-¡si! Dame toda tu leche mierda –dijo.
-Ahí va. Ahí va tu leche, perra –dije, mientras un gran chorro llenó todo su ano.
Después de venirme, caí rendido a su lado. Paola se tumbó encima mío y me comenzó a besar en la boca. Nos dimos un beso muy caliente. Y nos quedamos unos minutos así. Hasta que nos dimos cuenta que ya nos teníamos que ir.
Nos levantamos, nos vestimos y salimos del hotel. Camino a su casa, hablamos de lo bien que lo habíamos pasado y que lo teníamos que repetir. Fui a dejarla a su casa, pero me detuve cerca a su casa para besarnos apasionadamente, ya que en su casa no lo podríamos hacer. Después de besarnos unos minutos la dejé en su casa y me fui a la mía.
Al día siguiente regresó a su universidad. Unas semanas después me escribió, para contarme que el chico con el que se había acostado en venganza le había pedido para salir y que le había dicho que sí y que después de salir con él, y mucho pensarlo, había decidido ponerse de novia con él. Ya que se había llevado muy bien con él y lo nuestro no tenía futuro. Me disgustó la idea, pero la entendía.
Así terminó mi relación incestuosa con Paola. Pero nuestra relación de primos continuó de buena manera. Aunque unos meses después me escribió, para vernos, ya que su novio, al tenerla tan grande, no le podía dar sexo anal. Así que cada cierto tiempo, me pedía que lo haga yo.
Fin